De acuerdo con los resultados de la décima edición de la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (ENCOVI), que elabora el Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales (IIES) de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), hasta el primer semestre del año 2024 la pobreza extrema se había reducido en 14%, como resultado de la estabilidad cambiaria, la reducción de la inflación y el crecimiento económico. Sin embargo, alertan que la volatilidad del segundo semestre 2024 y lo que será 2025 “puede que ya esté mostrando una realidad muy distinta“.
En el estudio, que se hizo a partir de una muestra de 2.490 hogares entre junio y julio de 2024, se encontró que 73,2% de los hogares se mantenía en situación de pobreza de ingresos, o con recursos insuficientes para satisfacer sus necesidades básicas. Aunque el dato es preocupante, se observó una reducción de 9,6% respecto a la Encovi 2023.
De acuerdo con esta investigación, la brecha entre los que más tienes y los que menos tienen también continúa ampliándose: El 10% más rico recibe en promedio 50 veces el ingreso del 10% más pobre. En la medición anterior era de 35 veces superior el ingreso del más rico respecto al ingreso del más pobre.
La Encovi 2024 deja en evidencia que Venezuela enfrenta una compleja trama de desigualdades estructurales, donde la pobreza, la informalidad laboral, las brechas de género y el deterioro de los servicios públicos siguen afectando gravemente la calidad de vida. Los avances reportados, según advierten, son modestos e insuficientes sin una política social robusta que priorice la inclusión educativa, el acceso a la salud y la protección del trabajo femenino.
A continuación, en formato de claves, los hallazgos más representativos de la investigación.
Desigualdad se cronifica
Encovi 2024 ofrece una radiografía cruda y precisa de la persistente desigualdad económica que atraviesa a la sociedad venezolana. Los indicadores de distribución del ingreso revelan que la recuperación no ha sido equitativa y que las brechas entre ricos y pobres siguen siendo profundas.
El año pasado se reportó un aumento de 2,7% de la desigualdad, con una subida del Índice de Gini de 51,2/100 en 2023 a 53,9/100 en 2024. Los datos reflejan que 10% más pobre del país recibe $12,50 mensuales, mientras que en el otro extremo, el 10% más rico promedia $633,72.

Pobreza, un mal siempre presente
La pobreza de ingreso sigue presente en los hogares venezolanos, en donde además persisten otras carencias que repercuten en la calidad de vida de sus integrantes. Aunque la pobreza multidimensional disminuyó hasta el primer semestre de julio de 2024 en 2,4%, más del 56% de los hogares venezolanos continúa sufriendo esta realidad.

- Hasta julio de 2024, había caído en 14% respecto a 2023 los hogares en pobreza extrema, lo que significa que 3,4 millones de hogares estaban en esta situación. No obstante, se advirtió que por la “volatilidad” del segundo semestre de 2024, marcado por un contexto político y económico peculiar, y por las estimaciones de 2025, esta realidad podría ser muy distinta.

En lo que respecta a la percepción de seguridad alimentaria esta ha mejorado, pero la inseguridad alimentaria moderada y severa sigue estando presente. Todavía es una preocupación para 7 de cada 10 hogares venezolanos quedarse sin alimentos. En 4 de cada 10 reconocen que llegaron a quedarse sin alimentos, 56,3% comentan que dejaron de tener una alimentación saludable y en 17,2% de ellos un adulto solo comió una vez al día, o dejó de comer durante todo el día.

Brecha de género
Las diferencias en la remuneración entre el trabajo femenino y masculino se mantienen. La diferencia de ingreso mensual total es de 52$ (36.7%) a favor de ellos, y en el caso de los cargos directivos, ellos ganan 46,7% más.
Los datos del reporte indican que solo 36% de las mujeres trabajan, versus 63,2% de los hombres. En el mundo, la tasa de participación laboral femenina supera el 46%, lo que significa que en Venezuela la cifra de trabajadoras es 10% menor que el promedio global documentado por la Organización Internacional del Trabajo. En los hogares más pobres, la cifra de mujeres venezolanas desempleadas es de 57,6% y el estudio también refleja que el índice de vulnerabilidad del hogar aumenta cuando las mujeres no logran participar en el mercado laboral

La feminización de la jefatura de hogar, una tendencia creciente desde 2019, se estabilizó en 2024, con una paridad casi exacta (50%-50%). Sin embargo, esta paridad numérica no se traduce en igualdad material. Las mujeres jefas de hogar están sobrerrepresentadas en sectores informales y enfrentan mayores cargas de trabajo no remunerado, especialmente en el cuidado de personas con discapacidad y menores.
De hecho, el acompañamiento pedagógico en el hogar es asumido casi en su totalidad por la madre (71%) frente a un 8% de los abuelos y a un 7% de los padres.
En temas de salud, las mujeres reportan más dificultades para acceder a servicios médicos, y la encuesta resalta que muchas mujeres jóvenes abandonan la educación por razones relacionadas con el cuidado del hogar, el embarazo o la falta de recursos, acentuando la desigualdad de género desde edades tempranas.

En el ámbito migratorio, los hombres migran más que las mujeres (118 hombres por cada 100 mujeres). No obstante, las mujeres muestran mejores indicadores de regularización migratoria: son más propensas a tener residencia legal o ciudadanía en el país de destino.
A pesar de eso, persiste una brecha de género en el empleo en el exterior: en promedio, 83% de los emigrantes están ocupados, pero hay una brecha de 15 puntos entre hombres y mujeres, especialmente marcada en países como Chile y Perú.

Aumento de la vulnerabilidad
El estudio mide ocho dimensiones que integran el Índice General de Vulnerabilidad: ingresos, empleo, protección y seguridad social, educación, salud y alimentación, vivienda, servicios y estructura del hogar. Más del 70% de los hogares venezolanos presentan al menos una condición de vulnerabilidad, con un aumento de la vulnerabilidad educativa y en la estructura del hogar.
“Esto se debe básicamente a dos situaciones, por un lado, el grado de dependencia económica de los hogares aumentado, producto de una leve disminución de la incorporación de las mujeres al mercado laboral y, por otro lado, el deterioro educativo se relaciona con una (también leve) reducción de la población con más de 11 años de escolaridad. El ingreso, que en años anteriores había sido, el gran responsable de la vulnerabilidad en Venezuela es superado por la calidad y acceso a los servicios, la salud y la educación; es decir por componentes vinculados a la política social”, explicaron.
Las vulnerabilidades que más reportan los hogares son en servicios sanitarios y salud y alimentación.

Casi 4 millones de niños y jóvenes sin estudiar
Los resultados de la Encovi 2024 indican que 7,7 millones de niños y jóvenes entre 3 y 24 años están incorporados al sistema educativo nacional, un 66%, versus 3,9 millones de niños y jóvenes que no estudian.
La cifra es similar a la de 2023, pero es inferior a la tasa de escolarización del 70% que se logró antes de la pandemia y se ubica 10% por debajo de la máxima cobertura (76%) que documentó la Encovi 2016.

La mayor tasa de escolarización está entre los 6 a 11 años, (97% en varones y hembras), mientras que la más baja se ubica en torno a los los 18 y 24 años (21% en hombres y 29% en mujeres).
Como principales causas para no asistir a los centros educativos se esgrimen los problemas con los servicios públicos, la ausencia de los docentes o las huelgas. Mientras que el Programa de Alimentación Escolar (PAE) beneficia a 67% de la población en edad escolar, pero su regularidad es baja, y solo 21% lo recibe a diario.
Salud: entre la desigualdad y la exclusión
El 37% de las personas con problemas de salud no accedió a una consulta médica. Las razones principales comentadas fueron falta de dinero, distancia al centro de salud y automedicación.
Por otra parte, el 63% de la población carece de seguro médico (público o privado), con mayor prevalencia entre los sectores pobres y en especial entre adultos mayores.

Migración activa con perfil educativo más bajo
La migración de venezolanos se mantiene activa y masculinizada según la Encovi 2024: hasta julio de 2024 era de 118 hombres por cada 100 mujeres migrantes.
La principal razón para emigrar sigue siendo la búsqueda de empleo, incluso entre personas que ya estaban ocupadas antes de salir del país.
La calificación educativa de los emigrantes ha disminuido en comparación con años anteriores. En 2024, un mayor porcentaje de migrantes solo tenía educación media o primaria.

- Un 83% de los migrantes venezolanos reporta tener empleo. Asimismo, se reportan cambios favorables entre la Encovi 2021 y 2024 en lo relativo al estatus migratorio, con un aumento de personas con residencia y una menor situación de irregularidad (falta de documentos, vencimiento de visa/permiso, etc.).
Las mujeres tienen una ligera ventaja en términos de regularización migratoria y son más propensas a acceder a ciudadanía o residencia legal.
En lo que respecta al envío de remesas, aumentó el número de migrantes que no las envía (pasó de 43% a 56% de 2023 a 204). Disminuyó en forma importante el número de los que envían solo dinero (de 51% a 37% en 2024). Apenas 42% estaría enviado dinero y poco menos de la mitad de esos envíos se realizan mensualmente.

El vía crucis de los servicios públicos
La ENCOVI 2024 confirma que la precariedad en los servicios públicos continúa siendo una de las dimensiones más críticas de la vida cotidiana en el país. El acceso irregular, la baja cobertura y la deficiente calidad de los servicios impactan de forma directa en la salud, la higiene, el acceso educativo, el empleo y el bienestar general, especialmente de los hogares más vulnerables.
Solo el 36% de los hogares recibe agua todos los días a través de tuberías. El 40% la recibe algunos días por semana. Un 18% la recibe una vez a la semana o menos, lo que implica severa inseguridad hídrica.
Y aunque 98,5% de los hogares tiene acceso a la red eléctrica, la frecuencia de interrupciones es alta: el 75% enfrenta cortes eléctricos al menos semanalmente. Un 13% solo recibe electricidad alguna vez al mes o menos y solo 8% de los hogares dice no sufrir interrupciones.

Por otra parte, solo el 13% de los hogares recibe recolección de basura diariamente. El 34% la recibe algunos días a la semana, y un preocupante 21% cada 15 días o menos. En muchas comunidades, la basura es eliminada por quema, entierro o disposición en ríos y quebradas, con alto riesgo ambiental y sanitario.
Sobre el alcantarillado y drenajes, se reporta una infraestructura deteriorada: el 27% de los hogares no está conectado a una red adecuada de alcantarillado, el 80% de la población considera que no se realiza limpieza frecuente de drenajes, lo que agrava las inundaciones y encharcamientos y otro 7% reporta fugas de negras por rupturas en el sistema.
Los encuestados también reportaron un abandono de la infraestructura vial y urbana: 79% considera que las calles y avenidas están en mal estado, 91% cree que no se reparan con prontitud, 72% afirma que los semáforos no funcionan regularmente y 73% indica que la señalización vial es deficiente.
Como es de esperarse, la insatisfacción con los servicios públicos es notable: En una escala de 1 (muy satisfecho) a 6 (muy insatisfecho), la mayoría de los encuestados reportó altos niveles de insatisfacción con los servicios de agua, electricidad, gas y aseo urbano. Más del 50% expresó insatisfacción explícita con el funcionamiento de los servicios. 59% cree que la única manera de resolver fallas es a través de medios informales, como contactos personales dentro de las empresas o gobiernos locales. Solo 41% conoce de la existencia de oficinas para reclamos por fallas de servicios, pero 57% de ellos considera que dichas oficinas no resuelven los problemas.

Una mirada a la discapacidad
Por primera vez en sus diez ediciones, la Encovi 2024 incluyó un apartado para identificar el número de población con alguna discapacidad en el país.
El estudio proyecta que 18% de la población nacional, es decir, casi 5 millones de personas, viven con algún tipo de dificultad visual, mujeres en su mayoría (59%) y en edades potencialmente activas. Asimismo, otro millón de personas tiene dificultades auditivas, en su mayoría, también mujeres y adultos mayores.
La segunda discapacidad más reportada fueron las motoras (que afectarían a 2,3 millones de personas), con clara prevalencia entre hombres -y como consecuencia de accidentes- y también entre adultos mayores.
Unas 700 000 personas tendrían dificultades para autogestionar su cuidado y también para comunicarse.

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