Venezuela poscovid: Ni el coronavirus detuvo la protesta laboral - Runrun
Venezuela poscovid: Ni el coronavirus detuvo la protesta laboral
En dos años de pandemia, los trabajadores no dejaron de salir a la calle a defender sus derechos 
Inaesin contabilizó 1.700 manifestaciones de trabajadores entre 2020 y 2021
Representantes de gremios consideran insuficiente el reciente aumento de sueldo anunciado por el gobierno

@franzambranor

“Desconozco cómo serán las condiciones laborales en otro país, pero en Venezuela son terribles y la pandemia lo que hizo fue empeorarlo todo”, dijo la enfermera Sandra* mientras del otro lado del hilo telefónico se escuchaba a su hijo de cuatro años riendo mientras jugaba en la sala de su hogar. Sandra es una de las decenas de enfermeras que todavía trabajan en el Hospital doctor Jesús Yerena de Lídice en Caracas, pese a la crisis de salarios que afecta al gremio de salud. 

Sandra argumentó que antes de decretada la cuarentena en marzo de 2020 por la llegada del coronavirus a Venezuela, la situación contractual de las personas que trabajan en el sector público de salud eran paupérrimas. 

“Yo con mi sueldo difícilmente puedo alimentarme y menos ofrecer un sustento de calidad a mi hijo”, sentenció Sandra, quien es madre soltera desde hace un par de años. “Afortunadamente una vecina me dijo para ayudarla en un emprendimiento de dulces que tiene y con eso más o menos tengo para subsistir”. 

Muchos le preguntan a Sandra por qué sigue siendo enfermera y ella levanta la cara y responde. “Puede sonar romántico y hasta estúpido, pero quienes seguimos aquí lo hacemos por vocación, porque nos duele la gente, especialmente la que no tiene ni para comprar un acetaminofén”

A Sandra la llegada del covid-19 a Venezuela le hizo ver con mayor proximidad la crisis.

“Los primeros días fueron de mucha angustia, teníamos mucho miedo a contagiarnos. Al principio nos dieron mascarillas y guantes, pero después hubo que buscar uno por su cuenta los insumos porque aquí no dotan de nada al personal”.

Estar en la primera línea de riesgo de contagio a Sandra le generaba mucha ansiedad, pero también compromiso con los enfermos y sus familiares. 

“Recuerdo que en los primeros meses (marzo y abril) no había ni transporte para el Hospital, a mi me tocó varias veces irme caminando y yo vivo en Antímano”

Ana Rosario Contreras, presidenta del Colegio de Enfermeras del Distrito Capital, dijo que la pandemia ha desnudado la fragilidad del sistema sanitario y laboral en Venezuela. 

 

“Nuestro personal no tenía los insumos y además quedó al descubierto la vulnerabilidad de nuestros sueldos. El salario en Venezuela es quizás uno de los más bajos del mundo. Eso no nos permite tener acceso a un mínimo de alimentos, mucho menos a la canasta básica, eso nos coloca en situación de extrema pobreza”, declaró.

Protestas no se infectaron 

José Calma, miembro del Instituto Nacional de Estudios Sindicales (Inaesin), dijo que, pese a la pandemia, las protestas laborales en Venezuela no cesaron. 

“Entre 2020 y 2021 contabilizamos más de 1.700 conflictos, con un promedio de 850 por cada año aproximadamente, esto demuestra que el coronavirus no frenó la protesta, por el contrario la potenció”. 

Calma informó que los trabajadores del sector público fueron los principales protagonistas de las exigencias salariales. 

“Los empleados públicos participaron hasta en 91% de los reclamos en todo el territorio nacional y el sector con mayor participación fue el de la salud, seguido del de educación”.

El abogado explicó que la principal exigencia de los trabajadores fue la de mejora salarial con 36%, secundada de mejoras en condiciones de trabajo, con 22. 

Calma aseveró que muchos trabajadores fueron testigos de cómo la covid-19 complicó sus tareas cotidianas y tuvieron que ingeniárselas para llevar la comida a su casa.

Tal es el caso de Douglas Revilla, un mecánico que vive en La Vega y trabaja en un taller en El Llanito. La segunda quincena de marzo y la primera de abril de 2020, Douglas no pudo salir de su casa, estaba desesperado, su trabajo que demanda presencialidad estaba abandonado y, por ende, no podía generar dinero.

Ante la consigna de “quédate en casa” promovida por un gobierno que no le ofrecía alternativa de sustento alguno al trabajador, Douglas decidió tomar las riendas del asunto. “A mi nadie me da nada, sino salgo a trabajar no como, tan sencillo como eso. Al  principio me compré una caja de huevos y empecé a vender frente a mi casa, luego mi cuñado me dio prestada su moto y sorteando alcabalas pude ir a casa de clientes y atenderlos a domicilio, fue duro porque yo soy diabético y el riesgo de contagio estaba en el aire”. 

Contreras dijo que, pese a las restricciones que surgieron en 2020 y 2021 con la imposición por parte del gobierno de semanas flexibles y radicales, el trabajador venezolano seguía saliendo a la calle. 

“No solo a trabajar sino a protestar, salíamos o nos moríamos de hambre, porque no tenemos un salario que nos permita la subsistencia. Cuando uno revisa la realidad del trabajador de otros países, uno se percata que acatan el llamado a quedarse en casa, pero ¿cómo uno en Venezuela puede quedarse en casa sin nada que comer?”, se preguntaba.

COVID-19 y falta de gasolina 

“La movilización hacia los puestos de trabajo fue un asunto que complicó bastante a los venezolanos en los primeros meses de pandemia, especialmente porque coincidió con el agravamiento de la escasez de gasolina”, aseveró Calma.   

El abogado, que pertenece al Inaesin, explicó que, para quienes trabajan desde casa aún padecen la desidia de uno de los países con peor conectividad del mundo.  

“Tenemos posiblemente el peor internet de América por lo que llevar a cabo esa cuota de teletrabajo es realmente complicado”. 

Calma sostuvo que el teletrabajo representa una enorme calamidad para muchos, incluyendo a los patronos. 

“La mayoría de la gente no tiene conexión a internet o posee una que es irregular, cuentan con equipos obsoletos, pasan horas sentados en sillas inadecuadas que generan lesiones y a esto hay que sumar que los empresarios no tienen la posibilidad de asumir los gastos para dotar a sus empleados de insumos para trabajar en sus hogares, les es cuesta arriba contratar servicios de internet, comprar computadoras y por supuesto ni hablar de sillas ergonómicas”. 

Dolarización sin control 

Calma aseveró que, durante la pandemia, el empleo de la divisa como principal herramienta de pago se afianzó en Venezuela. “Si bien esto representó una ventaja para muchos trabajadores porque ahora les iban a pagar en moneda extranjera, también significó que los empleados no iban a ver reflejados estos pagos en su historial porque son usados como bonos que no suman a la hora de una indemnización, pensión o jubilación”.  

Para 2022, Calma vaticina una conflictividad laboral parecida o superior a la de 2020 y 2021, pese a que el gobierno acaba de aprobar un aumento salarial de medio petro.

Nicolás Maduro anunció el pasado jueves 3 de marzo que el salario mínimo en Venezuela pasaba de 7 a 126 bolívares, equivalente a 29 dólares, de acuerdo al cambio oficial del Banco Central de Venezuela en esa fecha. También anunció que el bono de alimentación pasaba a 45 bolívares ($10,3) por lo que el sueldo de un trabajador quedó en $39.

“Esto no representa el sentir de lo que la Organización Internacional del Trabajo llama consulta tripartita que son: gobierno, patronos y trabajadores. Se trata de un aumento inconsulto”.

 

Pese al incremento, Venezuela sigue estando en el fondo en cuanto a sueldos y salarios de América Latina se refiere. Por debajo incluso de Cuba ($79) y Haití ($73). 

Calma dijo que el aumento es insuficiente para cubrir las necesidades básicas de los trabajadores, tomando en consideración que la canasta básica alimentaria se ubicó en el mes de enero de 2022 en 365 dólares. 

El miembro del Inaesin indicó que debido al alto costo de la vida, los trabajadores se han visto en la obligación de incursionar en el pluriempleo o desempeñarse en oficios fuera de su ámbito laboral. “Muchos de ellos dentro de la economía informal”, agrega.

El integrante de Inaesin sostuvo que el bienestar laboral del venezolano no depende únicamente de un aumento salarial.

“Es necesario alcanzar en primer lugar un diálogo social en el cual se involucren a los actores. Luego de esto el rescate de la institucionalidad, con instituciones fracturadas no hay una estructura que permita la necesaria producción de países, es perentorio el respeto y el cumplimiento del Estado de Derecho”.

Calma dijo que las sanciones económicas impuestas a Venezuela nada tienen que ver con la condición de abandono en la que se encuentra el trabajador venezolano. 

“En 2015, antes de las sanciones, ya Venezuela era proyectada dentro de los índices de pobreza y no había la migración que existe hoy en día ni hiperinflación. Las sanciones en su mayoría han sido dirigidas a funcionarios de manera individual, la debacle socioeconómica no ha dependido de sanciones ni bloqueos”.  

No le paran ni a la Constitución

Carmen Omaira Arismendi, secretaria ejecutiva de la Central de Trabajadores de Venezuela (CTV), manifestó que el gobierno venezolano viola el artículo 91 de la Constitución de Venezuela, el cual reza que “todo trabajador tiene derecho a un trabajo suficiente que le permita vivir con dignidad y cubrir para sí y su familia las necesidades básicas materiales, sociales e intelectuales”. 

“Pese al coronavirus, los trabajadores seguirán en la calle, protestando por un justo salario, porque el ser mal pagado y el hambre también son una epidemia que puede matar a la gente”. 

Arismendi sostuvo que quienes luchan por reivindicaciones laborales justas no pretenden que el salario mínimo en Venezuela se equipare al de otros países de Latinoamérica como Ecuador ($425) y Chile ($411).

“Tenemos que ser realistas porque el gobierno no tiene cómo pagar a los empleados un incremento de tal magnitud, pero también los trabajadores no somos culpables de las políticas erradas que se han empleado en materia económica, las cuales han tirado por la borda los sueldos y salarios del venezolano”.   

Arismendi dijo que el trabajador venezolano no tiene nada que celebrar con el nuevo aumento anunciado por Maduro.

“Tenemos mucho que exigir ante la grave situación que enfrentamos y nos produce mucho dolor que millones se hayan visto en la necesidad de emigrar para tener una vida mejor, sometiéndose a veces a trabajos en donde son atropellados y explotados”.

Para Arismendi, la pandemia lo que ha hecho es agravar la crisis laboral en Venezuela. 

“La gente ha puesto en riesgo sus vidas porque se han visto en la obligación de salir a la calle para llevar sustento a sus hogares, exponiéndose a un virus que ha causado millones de muertos en el mundo y dejado secuelas a otros tantos”, argumentó. 

Arismendi dijo que es inconcebible que un gobierno que se jactaba de decir que poseía las mayores reservas de petróleo del mundo, ofrezca el peor sueldo de la región. 

“Nadie puede emocionarse con este aumento porque sigue siendo insuficiente, es un incremento que ni siquiera permite adquirir la mitad de la canasta básica alimentaria”.

También, hizo un llamado a las autoridades para que cesen en la persecución de quienes luchan a diario por las reivindicaciones contractuales de los trabajadores.  

“Ya basta de criminalizar la protesta, la protesta es un recurso legal en democracia, no es posible que se siga encarcelando y amedrentando a quien se queda en Venezuela y lucha por una vida digna”.

Por su parte, Contreras aseveró que las protestas se van a seguir dando a pesar del ajuste salarial que recientemente hizo el gobierno. 

“Lamentablemente el salario del venezolano sigue distanciado del costo de la canasta básica alimentaria que es una de las referencias que establece el artículo 91 de la Constitución y que el gobierno ignora. Los trabajadores en Venezuela parece que están condenados a un exterminio”.  

 

*Nombre ficticio a petición de la entrevistada