Desde 1992, cada 10 de octubre, en el marco del Día Mundial de la Salud Mental, la Federación Mundial para la Salud Mental (WFMH por sus siglas en inglés) promueve un tema.
En este 2025, el tópico ronda en torno al acceso a los servicios en el marco de catástrofes y emergencias.
Desde al menos 2016, Venezuela comenzó a experimentar una emergencia humanitaria compleja, que tuvo su génesis en 2013 con una inflación, control de cambio y caída de los precios del petróleo y consiguió un reposo en los primeros dos cuatrimestres de 2024 con la estabilidad del dólar oficial del Banco Central de Venezuela (BCV).
Pero desde octubre del año pasado, el país ingresó en otro espiral inflacionario con una moneda estadounidense oficial que ha sufrido un incremento de más de 400% desde octubre de 2014 al presente y que cada día se deprecia en un porcentaje superior a 0,5, de acuerdo a estimaciones del economista, José Guerra.
A esta situación que empobrece vertiginosamente al pueblo venezolano hay que sumar escasez de empleo, migración forzada, colapso de los servicios públicos, criminalización de la protesta, detenciones arbitrarias, desapariciones forzadas, censura, autocensura y hostigamiento a la disidencias por parte del oficialismo.
Aunado a todo este cóctel tóxico interno en Venezuela, el gobierno del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, ha declarado un “conflicto armado no internacional” para hacerle la guerra a carteles de narcotraficantes. Amparado en este recurso, el republicano apostó en el mar Caribe al menos ocho buques, un submarino y miles de efectivos militares que hasta ahora han hundido embarcaciones y acabado con la vida de una veintena de supuestos narcotraficantes.
Desde la Casa Blanca se acusa a Nicolás Maduro de ser uno de los cabecillas de estas organizaciones criminales que persiguen introducir drogas en los Estados Unidos y sobre él pesa una recompensa de 50 millones de dólares.
Si el entorno tiene que ver con los niveles de equilibrio emocional, Venezuela está sumida en una crisis no solo económica sino también de salud mental.
De acuerdo a la encuesta Psicodata de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), correspondiente a 2024, apróximadamente 20% de la población venezolana experimenta niveles moderados o altos de ansiedad y depresión.
El estudio reveló que para 47%, el factor económico es el principal generador de estrés, seguido de problemas de salud (23%), personales (15%), políticos (11) y sociales (4%).
También se desprende del informe que 49% de los venezolanos han perdido el sueño por preocupaciones, 36% se han sentido constantemente agobiados, 31% siente que no puede superar sus dificultades y una cifra similar se ha sentido poco feliz y deprimido.
Asimismo, el estudio reveló que apenas uno de cada 10 venezolanos afirmó haber acudido a un profesional de la salud mental y las principales causas de la consulta son depresión, duelo, ansiedad y problemas familiares y personales.
Por su parte, el Observatorio Venezolano de la Violencia (OVV) registró 1.962 suicidios en 2024 y una tasa de 6,9 muertes por cada 100 000 habitantes. Las entidades donde se registraron más sucesos son Táchira, Distrito Capital y Mérida.
A propósito del estado de la salud mental en Venezuela, Runrunes consultó a los especialistas: Yorelis Acosta, coordinadora de investigación del Centro de Estudios del Desarrollo (CENDES) y a los psicólogos clínicos, Sandro Mazzucato y Vanessa Nunes.
¿Cuál considera que es la principal angustia que afecta a los venezolanos en este momento y que otras pueden desencadenarse a partir de esta?
Yorelis Acosta: La principal angustia de los venezolanos está vinculada con el tema económico. Está demostrado que las crisis económicas mueven emocionalmente a las personas. El no tener trabajo o el no poder cubrir la canasta básica genera mucha angustia en las personas. Desde el 2015, vengo siguiendo el estado emocional de los venezolanos, nuestro estado emocional es más bien negativo. Así que un estado emocional negativo, más crisis económica, más preocupaciones, más crisis de los servicios, que siguen existiendo, es igual a un resultado bastante catastrófico con relación a la salud física y la salud emocional. Estado emocional negativo más crisis económica es igual a depresión, ansiedad, angustia, migración e ideaciones negativas. Y esta preocupación constante está llevando a alteraciones físicas y psicológicas. Hay un vínculo directo entre la salud física y la emocional. Hemos visto un aumento de las solicitudes de atención. El principal motivo de consulta es la ansiedad, los trastornos de sueño, del estado de ánimo, depresión, apatía e irritabilidad. Hay otros síntomas como los problemas de concentración, memoria, falta de motivación, pero también estamos viendo una correlación muy alta entre emociones y problemas físicos y vemos como hay un aumento de fatiga, de problemas de sueño, no solo de dolores y malestares como tensiones musculares o alteraciones digestivas, sino problemas de accidentes cerebrovasculares, tensión alta, reflejos en la piel, eczemas, vitiligo, es decir, hay problemas físicos que se correlacionan con altos niveles de ansiedad y de estrés.
Sandro Mazzucato: Con El Pitazo hice un foro chat sobre el manejo de la incertidumbre. Y lo que planteaba en ese espacio es que una de las principales angustias del venezolano es lidiar con la incertidumbre, porque más allá de una circunstancia específica por la que eventualmente pueda estar pasando, es que una vez terminada esa, aparece otra. Y la realidad es que nos movemos en algo incierto. Lo que puede tener como certeza el venezolano es que la incertidumbre forma parte de su cotidianidad. Y están todas las dificultades, la varianza constante de la moneda, los temas de servicios, políticos, todos aquellos que de alguna forma hacen que la atención del venezolano esté siempre colocada en elementos del entorno que tienen un peso muy grande y por lo tanto terminan siendo determinantes en la percepción que ellos puedan tener de la realidad.
Vanessa Nunes: La principal angustia no es un miedo a algo concreto, sino una sensación profunda de desamparo en un futuro que se percibe como inalcanzable, debido a la incertidumbre en el ámbito político-social, que trae como consecuencias dificultades económicas, de empleo, de salud, desgaste físico y emocional, pérdida de autonomía, refiriéndonos a la capacidad de actuar para cambiar nuestro futuro, porque los venezolanos vivimos el día a día, perdimos la capacidad de planificar porque estamos sumergidos en constantes imprevistos (aumento de precios, calles cerradas, inestabilidad en los servicios).
¿Podría hablarse de un estado de neurosis o estrés general a raíz de al menos una década atravesando una crisis económica, protestas, inestabilidad política y migración, entre otros aspectos?
Yorelis Acosta: No podemos hablar de neurosis, ya que la palabra neurosis no existe, pero sí de un nivel de estrés general, efectivamente, por la situación económica. La gente generalmente dice la situación país y todos entendemos, coexisten varias crisis, crisis de los servicios públicos, crisis económica, crisis política y en todas esas, el venezolano va sorteando, tratando de abrirse camino, de insistir, lo cual nos lleva a otra consecuencia que es la sobreexigencia. Estamos sobreexigidos en un momento como este. Algunos tienen un trabajo, tienen otros secundarios o debes tener varios proyectos abiertos y esto también te genera mucho cansancio y agotamiento mental. Hay gente que va a consulta diciendo “estoy agotado mentalmente”. Eso no era un diagnóstico ni una situación frecuente en otros momentos. Así como no era frecuente, si pensamos en otros tiempos cuando algunos trabajaban de 8 a 5 de la tarde, pero tú llegas a casa y sigues trabajando, usas el teléfono, las computadoras, estamos muy sobreexigidos y eso te lleva a unos niveles de trabajo, de exigencia, de esfuerzo, pero además también de exigencia laboral, porque las empresas te dicen que vas a ser evaluado cada año o cada 6 meses. Nos tenemos que preguntar hasta dónde somos capaces de dar. Eso está trayendo como consecuencia fatiga crónica, un agotamiento físico y mental que sumado a una cultura de productividad, al mito de yo puedo con todo, está llevando la gente al límite.
Sandro Mazzucato: Hablar de que existe una situación específica no me parece, no quiero pensar que haya una situación que pese más que otra. Me imagino que para algunas personas puede pesar muchísimo lo económico, para otras puede pesar mucho el tema de los servicios, a otras les puede pesar el tema político, así que depende de las circunstancias que le corresponde vivir a cada quien.Todo puede generar un peso particular en Venezuela. Y a veces es una suma de factores también. Las personas primero tienen que modificar la expectativa de pretender que la realidad es distinta a lo que es, de lo contrario entran en un espacio de cierta aceptación y eso implica renunciar a ciertas expectativas. Y esa aceptación no es conformismo, es de alguna manera reconocer la realidad que existe y en base a esa realidad tomar decisiones. El peor momento de malestar es cuando yo no solo tengo incertidumbre, sino que siento que estoy totalmente aplastado por ella y no hay movimiento. La única forma de empezar a tener movimiento es empezar a conectarse con lo que está sucediendo realmente en el entorno, con una cierta aceptación, para que de alguna manera podamos tener la posibilidad de reconocer algunas variables y, a partir de ellas tomar decisiones que correspondan y muchas de esas serán muy complejas y difíciles, pero eso de alguna manera es el primer paso, el movimiento es el primer paso para lidiar con la incertidumbre y donde hay incertidumbre hay miedo.
Vanessa Nunes: No se trata de una angustia única, sino con varias dimensiones conectadas que generan un profundo malestar psicológico. Las principales preocupaciones son: la estabilidad económica y calidad de vida (inflación) que convierte proyectos simples en inalcanzables (comprar una casa, un carro, tener hijos, estudiar), cada día se preguntan las familias “¿uándo volveré a ver a mi hijo/padres/abuela?” debido al duelo por las familias divididas por la migración masiva, un contexto impredecible, miedo por pérdida de la seguridad básica lo que genera un estado de alerta permanente, inseguridad sanitaria por el estado de hospitales y lo inalcanzable de una clínica, confusión ante la moneda que se usa y las distintas tasas y métodos. Síntomas compartidos por los venezolanos antes estas situaciones: ansiedad, depresión, somatizaciones, anhedonia, irritabilidad y labilidad afectiva, impotencia, nostalgia, estrés. El venezolano lleva una lucha diaria por la supervivencia en un entorno hostil y limitado.
¿Qué herramientas puede aplicar el venezolano que se siente abrumado por la deteriorada calidad de vida en la que está sumergido, tomando en cuenta que la atención a la salud mental también está dolarizada y la salud pública es precaria e insuficiente para atender tanta demanda?
Yorelis Acosta: Yo he afirmado que la segunda pandemia es la pandemia de la ansiedad. Hay muchas. Si lo evaluamos por gremios, vamos a encontrar que en el grupo de los periodistas hay, pero en la población general existen niveles de ansiedad bastante altos. Yo insisto en el concepto de autocuidado. Sabemos cómo cuidar el cuerpo, pero no sabemos atender esas señales que va mandando también la mente de agotamiento. Hay otro concepto que también estoy insistiendo actualmente que se refiere al impacto acumulativo y silencioso que tienen los factores de riesgo sobre nosotros o los factores negativos. Empieza con un impacto silencioso y no nos damos cuenta, se va acumulando. La gente puede decir que aguanta, que resiste, que no puede tomar vacaciones. En una encuesta que hicimos el año pasado, el 70% de las personas no habían tomado vacaciones, el descanso es de mala calidad, el sueño es de mala calidad y muchas veces las personas van camino al colapso. Hay un impacto acumulativo y silencioso que debemos atender, pero además cuando te des cuenta, cuando decidas realmente atender esas señales del cuerpo, podría ser demasiado tarde, a la gente le dan infartos y ACV por causas emocionales, yo estoy atendiendo cada vez personas más jóvenes con alguna patología. Algunas profesiones deben llevar en su ejercicio profesional el cuidar la mente. Cuidar la mente es parte del trabajo de estos tiempos. Y así como uno se cepilla para cuidarse los dientes, hay que cuidar la mente porque la mente trabaja mucho. Estamos trabajando todo el día. La mente no descansa y necesitamos ayudarla a que tenga espacios de tranquilidad también. Tú puedes estar sentado, pero estás pensando en el trabajo. Eso también enferma a la gente, ese pensar constantemente en los problemas, ese sobre pensamiento en bucles, eso termina agotando a las personas porque al final es un pensamiento catastrófico. Cuando hay un agotamiento emocional no basta con descansar, no es que trabajemos y el domingo voy a dormir un poco más. Cuando hay un desgaste crónico, no te vas a recuperar tan fácil. simplemente la solución es la prevención.
Sandro Mazzucato: Tener claras las cosas que dependan de mí, cosas que tengan que ver con mi bienestar personal, todo aquello que de alguna forma favorezca una mejor alimentación, que me permita estar de alguna manera en contacto con la naturaleza, haciendo algún tipo de actividad física, tener también unos vínculos sociales relevantes, así sea a través de esta actividad física, del trabajo, de la familia, pero fomentar y validar esos vínculos importantes son una de las maneras humanas de lograr generar un poco de bienestar en momentos que pueden ser difíciles. Yo entiendo que la salud mental es escasa y existen programas como el de la UCAB, que proporciona orientación y psicoterapia. A esa iniciativa se han sumado diversos psicólogos que de alguna forma, han impulsado esta idea de atender la salud mental. Las personas tienen diversas herramientas informativas para fomentar el pensamiento psicológico. Creo que las personas tienen que empezar a reconocer y a tener más conocimiento de lo relevante de lo psicológico y las diversas formas de intervenir. También tener mayor conciencia de prácticas de regulación emocional, prácticas que ayuden a que las personas logren un mayor bienestar. En ciertos hospitales, como Lídice, el Hospital Clínico Universitario y el Militar hay atención psicoterapéutica con consulta externa que de alguna forma están funcionando todavía de manera bastante activa. Son hospitales con una formación psicoterapéutica de corte psicoanalítico, las personas pueden acudir y conseguir un buen servicio. Si bien la economía se ha dolarizado, hay servicios de psicoterapia que son muy accesibles. Se requiere un poco de investigación porque hay jóvenes profesionales en el mercado que de alguna manera compiten y tienen una buena formación con tarifas muy accesibles.
Vanessa Nunes: Ante el estrés crónico que vivimos los venezolanos y la precariedad en la salud pública y los altos costos en atención de salud privada, nos toca autogestionarnos. Algunas estrategias son:
- Fortalecer la resiliencia (si se tiene la capacidad de un poco más).
- Reestructuración cognitiva: se refiere a cambiar el diálogo interno por uno un poco más optimista.
- Vivir en el aquí y el ahora: evita tener expectativas y el desgaste que genera. Ejercicios de respiración y relajación ante un estado de mucho estrés.
- Compartir en familia ayuda a distraerse aunque las preocupaciones sean las mismas, pueden tener sesiones de “no hablar de”.
- Validación emocional: aceptar conscientemente cada una de nuestras emociones, son válidas, no estás exagerando, sólo se debe evitar quedarse estacionado en ellas. Es válido y normal sentirse triste, molesto y preocupado.
- Tratarse uno mismo con amor y gentileza, para reducir la culpa y la autoexigencia al comprender nuestras emociones. Establecer metas realistas, que se puedan cumplir en el contexto y condiciones que se vive. Caminar y tener contacto con la naturaleza.
- Tratar de mantener una rutina en la medida de lo posible, eso permite un ambiente relativamente predecible al menos dentro del hogar, lo cual nos da una pequeña sensación de control.
- Limitar conscientemente la exposición a diferentes noticias, si bien es cierto que se debe estar informado, no es conveniente saturarse.
- Fortalecimiento de los vínculos sociales y amistades. Tener espacios de esparcimiento. Por último, no por ello menos importante,
- Reconocer cuando necesitamos ayuda profesional. No se trata de negar la realidad, sino de desarrollar fortaleza interna para transitar con la mente afectación psicológica.
*El periodismo en Venezuela se ejerce en un entorno hostil para la prensa, con decenas de instrumentos jurídicos dispuestos para el castigo de la palabra, especialmente las leyes “contra el odio”, “contra el fascismo” y “contra el bloqueo”. Este contenido está siendo publicado teniendo en consideración las amenazas y límites que, en consecuencia, se han impuesto a la divulgación de informaciones desde dentro del país.



