Migración pendular: Con un pie adentro y otro afuera - Runrun
Migración pendular: Con un pie adentro y otro afuera
Salir por la frontera a comprar productos y volver el mismo día o pasar meses trabajando en el extranjero en procura de retornar con un capital en divisas se ha convertido en práctica común para el venezolano
De acuerdo a una investigación de Radio Fe y Alegría, 60% de los migrantes pendulares son mujeres y el resto hombres

 

@franzambranor | Foto: andreas N en Pixabay 

 

 

En enero de 2017, Nelson decidió que debía irse de Venezuela. El dinero no le alcanzaba ni para hacer un modesto mercado. No aguantaba más la situación económica, sentía que le cortaban el oxígeno. 

Nelson viajó a la ciudad colombiana de Medellín. La despedida de su esposa e hijos en Coro fue rápida, pero emotiva. Lloraron abrazados y se prometieron un eventual próximo encuentro.

En Medellín duró seis meses, en los cuales pudo ahorrar y enviar dinero a su familia en la capital falconiana. “Ganaba más de salario mínimo. En seis meses hice 3 mil 500 dólares. De los casi 3 años que estuve fuera, fueron los mejores seis meses de mi periplo”, dijo Nelson Orlando.

De acuerdo a Migración Colombia, 40 mil venezolanos cruzan a diario la frontera y solo 2 mil se quedan en territorio neogranadino, el resto se regresa a Venezuela. El ejercicio de ir y venir se cataloga como migración pendular. 

Después de estar en Colombia, Nelson vino a Venezuela por un período y se fue a Ecuador. Estuvo desde septiembre de 2017 hasta octubre de 2018 en Quito. Llegó a Ecuador con 700 dólares y en 15 días se gastó 500. “Tuve seis meses sin trabajo, vivía en un cuarto debajo de una escalera, no tenía privacidad. No ahorré ni 300 dólares, comía mal, estuve dos meses donde no llegué a tener más de un dólar en el bolsillo”, dijo Nelson. 

En octubre de 2018 le ofrecieron un trabajo en la ciudad colombiana de Manizales con la misma gente que trabajó en Medellín.

Llegó a Medellín con 250 dólares en el bolsillo. Se encontró con su familia en la ciudad colombiana, pero los veía poco, laboraba de lunes a sábado, de 6 de la mañana a 10 de la noche. Duró ocho meses en el trabajo. “Mi esposa llegó pesando 42 kilos, mis hijos también estaban delgados”, comentó Nelson.

En Colombia estuvo hasta octubre de 2019 y decidió regresar. Hoy en día está en Coro trabajando como mecánico y no descarta volver a emigrar.

Péndulo hacia el norte

A 263 kilómetros de Coro, en Guanare, Luis también optó por salir del país parcialmente a comienzos de 2017.

“En diciembre de 2016 se me dañó el carro, la nevera y el aire acondicionado, yo pensaba que con el pago de los aguinaldos iba a poder solucionar estos tres problemas, pero no pude resolver ninguno”, dijo Luis.

Estados Unidos fue su destino. En la ciudad floridana de Orlando duró cuatro meses. “Trabajé en la parte hotelera, limpiando cocinas en las noches. En el primer mes conseguí dinero para reparar las tres cosas que se me averiaron en Venezuela”, agregó Luis.

El ingeniero en informática regresó a Estados Unidos en 2018, esta vez con su esposa Jocely y sus dos hijas adolescentes. El periplo en esa ocasión duró cinco meses y probó el sector de la construcción. “Es mejor remunerado que la parte hotelera. Soy ingeniero y estoy acostumbrado a trabajar en una oficina. Allá todo el trabajo es físico. La tarea que alguien sacaba en 10 minutos yo la hacía en un día”, comentó Luis.

“Yo llegué trabajando como pintora, en mi vida había pintado”, dijo Jocely, esposa de Luis. 

“Lo más difícil es dejar tus raíces, pero en mi mente lo hice más fácil pensando siempre que era temporal”, añadió Jocely.

Los que se mueven por necesidad

Nelson, Luis y Jocely son catalogados por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) como migrantes pendulares.

“La migración pendular es básicamente movimientos cortos. Desde un día hasta meses”, dijo el experto en migración Alfredo Infante.

De acuerdo a Infante, a la migración pendular la caracteriza la no pérdida del lugar de residencia y por lo regular la sostiene redes de solidaridad. 

“Las personas se movilizan por cuestiones de trabajo informal, teniendo como referencia siempre algunos contactos y vinculaciones vía solidaridad social”, señaló Infante, quien perteneció a la ONG católica Servicio Jesuita a Refugiados

Según una investigación de Radio Fe y Alegría, 60% de los migrantes pendulares son mujeres y el resto hombres. 30% son personas de entre 21 y 40 años y 70% son menores de 21 años. 

“Los movimientos pendulares son dinámicas que ocurren en todo proceso migratorio. Obedecen en nuestro caso a la dificultad de permanencia en otros países dado el cierre de las políticas migratorias, la desprotección por el cierre de las relaciones consulares y la necesidad de conseguir dinero para sostener la vida en Venezuela”, sostuvo. 

“Está ocurriendo qué la gente va a capitalizar algún recurso para luego comprar aquí un carro o montar algún negocio”, aseveró el experto en migración.

El grueso va por comida

La mayoría de los migrantes pendulares que cruzan la frontera hacia Colombia se dedican a adquirir productos, de acuerdo a la Conferencia de Provinciales en América Latina y el Caribe (CPAL). Un 50% va por víveres, 37,5% por medicinas y 12,5% por ropa y calzado.

“Normalmente estos movimientos pendulares se dan entre poblaciones fronterizas, pero en Venezuela se están produciendo desde todo el país”, aseguró Infante.

Los migrantes pendulares no se limitan a comprar, sino que trabajan. 

“Es triste porque el deterioro de la economía nos ha convertido en mano de obra esclava y en el mejor de los casos, mano de obra barata”, indicó Infante.

De acuerdo a CPAL, 42,7% de los migrantes pendulares que trabajan en Colombia lo hacen como vendedores; 22,8 son empleados de oficinas; 15,2% son profesores y maestros; 9,9% pertenecen a la industria de la construcción y la metalurgia y 6,2% son transportistas.

“Conozco, por ejemplo, poblaciones de caficultores que migran a Colombia en tiempos de colecta y también trabajadoras sexuales que pendulan”, sostuvo Infante.

El experto en migración dijo además que este tipo de dinámicas afecta el tejido social debido a que introduce un elemento que vulnera la convivencia familiar, comunitaria y social. “Entramos a un proceso de normalización cultural resultado del deterioro institucional, y las personas en busca de un piso, se movilizan, pero al no encontrar protección por ausencia de consulados y de políticas receptivas, se ven forzadas a pendular”.

Para Infante la migración pendular seguirá ocurriendo y se profundizará porque en los fenómenos migratorios las dinámicas son ondas expansivas.

“Por supuesto que la población más afectada son los niños, adolescentes y adultos mayores, pues quedan desprotegidos y en la intemperie en Venezuela”.