El límite del rebote - Runrun
Alejandro Armas Dic 02, 2022 | Actualizado hace 2 meses
El límite del rebote
Este año podrá cerrar con un crecimiento del PIB, cosa que cacarea el chavismo. Pero eso es precisamente el rebote de la perestroika bananera, después de un desplome de alrededor de 80 %”.

 

@AAAD25

Los últimos meses no han sido muy buenos para los traficantes de conformismo que se dedican con ahínco a la cacería de “buenas señales” en la economía venezolana para justificar a la oposición prêt-à-porter que se adapta a la hegemonía chavista en lugar de adversarla. Una vez más, varios indicadores macroeconómicos van para peor. Mientras que en los primeros meses del año Venezuela experimentó una inflación mensual de apenas un dígito, en todos los meses ha sido de dos desde mayo, excepto por julio y septiembre, de acuerdo con cifras del Observatorio Venezolano de Finanzas. Si esto no nos parece tan catastrófico, es sencillamente porque se ve como algo nimio al lado de la inflación mensual de tres dígitos que hubo en 2018. Pero eso no niega que la situación se deteriora.

El tipo de cambio extraoficial lleva semanas de repunte vertiginoso, mientras que la tasa de cambio del BCV le sigue los pasos a distancia, pero igualmente disparada hacia arriba. No se sabe cuándo se detendrán, mientras aumenta el gasto público y las autoridades no parecen tener dólares para satisfacer la demanda en mesas de cambio, obligando así a muchos negocios a recurrir al mercado paralelo de divisas.

Toda esta devaluación tiene un efecto inflacionario, que golpea durísimo el poder de compra del venezolano común, sobre todo de aquel que gana en bolívares. Y si más gente deja de gastar en bienes y servicios no esenciales, cabe preguntarse qué pasará con el consumo que mantiene en funcionamiento la máquina de nuevos negocios que tanto se presenta como prueba de que “vamos bien” (ojo: no le deseo mal a ninguna novel empresa de gente honesta; solo advierto lo que podría pasar).

Este año podrá cerrar con un crecimiento importante del producto interno bruto, cosa que el chavismo no se cansa de cacarear. Pero eso es precisamente el rebote de la perestroika bananera, después de un desplome de alrededor de 80 %. Después de eso, el alza podría ser minúscula… Y parece que llegó a su límite.

Usted puede lanzar con todas sus fuerzas una pelota contra el suelo. Pero a menos que su consistencia sea apta para lo contrario, solo se elevará un poco en el aire luego del impacto. Es lo que pasa con nuestra economía. Sin duda, la liberalización parcial emprendida en 2019 por el gobierno de Nicolás Maduro (retiro del control de precios, tolerancia del uso del dólar, etc.) contribuyó con el freno a la contracción económica más brutal de la historia venezolana. Pero eso no basta de ninguna manera para un despegue espectacular, como el que experimentaron China y Vietnam después de alejarse de la ortodoxia marxista. Ni siquiera da para volver a como estábamos antes de la crisis.

Una recuperación económica de verdad, inclusiva, necesita que el país vuelva a tener completo acceso al crédito internacional.

Necesita garantías que motiven la inversión, nacional e internacional, de miles de millones de dólares. Es decir, instituciones que velen por el imperio de la ley y por la honra de compromisos del Estado. Esto a su vez luce inviable con una elite gobernante tan rapaz. No diré que es imposible, pero sí muy improbable, sin la restauración de la democracia en Venezuela.

La mala apuesta

La mala apuesta

Como indicó Maquiavelo (no el de El príncipe, sino el auténtico, el republicano, el de los Comentarios a ‘Las décadas’ de Livio), una sociedad activa en la toma de decisiones sobre el destino del Estado es el mejor custodio de la virtud pública, no necesariamente por un sentido natural de ética deontológica, como por la motivación utilitaria de vivir en un entorno favorable a las actividades privadas propias. Por el contrario, un gobierno que no se ve obligado a rendir cuentas a la ciudadanía solo tendrá incentivos para lucrarse a costa del resto.

De manera que la preservación del statu quo político apunta a la preservación de una economía mediocre, cuyos principales beneficiarios (el pequeño porcentaje de la población que no cayó en la pobreza) ni siquiera pueden contar con tranquilidad en el largo plazo. Además, mucho peor, una economía con mucha miseria y desigualdades grotescamente injustas.

Por lo general, hay una diferencia temporal entre la medición de fenómenos económicos y la de fenómenos sociales. Así, verbigracia, fue el año pasado, con la perestroika bananera en pleno desarrollo, cuando la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (Encovi), que realiza la Universidad Católica Andrés Bello, halló el mayor porcentaje de pobreza desde que empezó su elaboración anual. En 2022, la Encovi detectó niveles de pobreza menores, pero que siguen siendo abismales: 81,5 % de los venezolanos en pobreza a secas y 53,3 % en pobreza extrema. Dicha reducción es el producto del rebote restringido de la economía. Sin embargo, los autores de la encuesta no prevén que la pobreza siga cayendo. ¿Por qué? Bueno, me atrevería a decir que tiene que ver con los indicadores económicos del presente. Los investigadores de la Encovi han de entender que ello es una señal de lo que encontrarán cuando realicen la próxima encuesta.

Como siempre, el llamado es a entender que nuestro país no merece esta abyección. Hay que actuar en consecuencia e insistir en el clamor por la restauración de la democracia venezolana.

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