Informe Otálvora | Colombia y Brasil enfrentan izquierda en las urnas
Foto: Lula da Silva y Gustavo Petro el 03JUN13 en Bogotá.
Las relaciones del candidato presidencial colombiano Gustavo Petro con el chavismo comenzaron desde las primeras fechas de la vida política de Hugo Chávez.
Fuerte el lobby petrolero en Washington presionando al gobierno Biden para que desactive sanciones y permita que empresas como Chevron y Repsol regresen a producir crudo en Venezuela.
El 15MAR22 Bloomberg publicó una nota editorial afirmando que “el restablecimiento de las relaciones diplomáticas con Venezuela es un paso necesario para aprovechar su inmenso potencial de producción de energía. También podría abrir una brecha entre Venezuela y su principal patrocinador, Rusia”.
Agregaba el portal Bloomberg que “los pasos hacia el alivio de las sanciones de EE. UU. contra Caracas enfrentarán una fuerte resistencia política de los legisladores de ambos partidos” (…) “sin embargo, una política realista que enfatice la reforma política gradual, en lugar de la esperanza ilusoria de un cambio de régimen, no solo promovería los intereses estratégicos de EE. UU., sino también las aspiraciones de los propios venezolanos”.
Por esos mismos días, el 11MAR22, el Venezuela Working Group del think tank Atlantic Council basado en Washington, difundía un “estudio” y realizaba un evento sobre la creación de un “marco humanitario financiado con petróleo” para Venezuela que “debe incluir la participación abierta y transparente de los operadores de petróleo y gas estadounidenses y no estadounidenses”.
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Pese a reiterados bulos de prensa que han corrido en Caracas, no existe alguna decisión del gobierno Biden a favor de permitir el reinicio de actividades de empresas petroleras y de ingeniería estadounidenses en Venezuela. La reacción bipartidista adversa ante la visita de funcionarios estadounidenses a Caracas el 05MAR22, ha sugerido que un cambio en la posición de EE. UU. ante la dictadura chavista podría traer alto costo político doméstico a la administración Biden.
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Normalizar o cronificar la dictadura en Venezuela es un propósito en el cual parecieran coincidir grandes trasnacionales petroleras, sectores “opositores” venezolanos y el régimen chavista.
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Las relaciones del candidato presidencial colombiano Gustavo Petro con el chavismo comenzaron desde las primeras fechas de la vida política de Hugo Chávez. Petro fue uno de los anfitriones y protectores de Chávez durante sus visitas a Colombia tras su salida de la cárcel en 1994. De aquellos días existen numerosas referencias gráficas. Tras el ascenso de Chávez a la Presidencia en 1999, Petro públicamente se mantuvo alejado del entorno chavista, pero eso no fue impedimento para que Chávez afirmara en marzo de 2010 que “si yo tuviera un candidato sería él” en relación a las elecciones colombianas celebradas aquel año.
Quizás la última reunión de la cual se tuvo noticia e imagen entre Nicolás Maduro y Gustavo Petro, tuvo lugar el 08AGO10 en la residencia de la Embajada de Venezuela en Bogotá. Chávez había roto relaciones diplomáticas con Colombia un mes antes y había instruido a su canciller para reunirse con Ernesto Samper Pizano y con Gustavo Petro, por separado, para conocer sus opiniones sobre el gobierno de Juan Manuel Santos que comenzaba ese día.
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Petro viajó en marzo de 2016 a Caracas en procura de abrir un canal directo con el régimen chavista, cuyo flanco “civil” ahora era comandado por Nicolás Maduro, Diosdado Cabello y los hermanos Rodríguez. Según Cabello, Petro procuraba el apoyo financiero de Caracas para las elecciones del año 2018.
La firma del “Acuerdo de paz” entre el gobierno Santos y las Farc que andaban adelantados y se firmaría el 26SEP16, abría las puertas para que aliados del chavismo alcanzaran la Presidencia de Colombia por la vía electoral, tal como insistentemente Hugo Chávez había propuesto a las Farc. Petro se ofrecía a lograr un acuerdo de la izquierda colombiana a su alrededor. Pero desde mediados de 2004 la conexión privilegiada del chavismo con el mundo de la izquierda legal e insurreccional colombiana había sido adjudicada a Piedad Córdoba, quien comenzó a disfrutar de las mieles de las arcas fiscales venezolanas y de especial tratamiento por la dictadura cubana.
En el año 2016, cuando Petro procuraba ayuda financiera chavista en Caracas, el chavismo andaba evaluando la posibilidad de promover la candidatura de Córdoba como ella mismo revelara. El financiamiento procurado por Petro en 2016 ya había sido ofrecido a Córdoba, cuya candidatura finalmente no prosperó. Al final, en las elecciones de 2018 el triunfador fue Iván Duque, el candidato propuesto por el uribismo, mientras Petro logró la segunda minoría en primera vuelta y sumó el 41,7 % de los votos en segunda vuelta.
Petro forma parte del “progresismo”, nombre eufemístico con el cual actualmente se autodenomina a la izquierda continental, centrada en el Grupo de Puebla.
Informe Otálvora | Izquierda planeando controlar el continente
Foto: Lula da Silva y Gustavo Petro el 03JUN13 en Bogotá. Las relaciones del candidato…
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Tras una visita a Caracas, donde se reunió con altos jerarcas del régimen, el 23SEP21 Piedad Córdoba celebró su alianza con Petro en un evento realizado en el icónico Salón Rojo del Hotel Tequendama de Bogotá. Córdoba fue lanzada como candidata al Senado por el “Pacto Histórico” de Petro y en la práctica esa noche se oficializaba el puente entre el chavismo y la candidatura presidencial de Petro.
En las elecciones legislativas del 13MAR22, el “Pacto Histórico” alcanzó la primera minoría en el Senado de Colombia y le fueron adjudicados 19 senadores de un total de 108 asientos. Uno de ellos fue para la operadora internacional del chavismo Piedad Córdoba.
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La crisis de los partidos históricos colombianos, la mala imagen del gobierno de Iván Duque con un notorio deterioro de la influencia electoral del uribismo, están abriendo paso a la posibilidad de que Gustavo Petro alcance la presidencia de Colombia.
Desde los guerrilleros pacificados de las Farc ahora denominados “Los Comunes” hasta militantes antiuribistas de clanes familiares tradicionalmente liberales están apoyando la candidatura de Petro.
Los números señalan que Petro tendría por encima de 30 % de las intenciones de votos con lo cual pasaría a la segunda vuelta. En la consulta interpartidista para elegir al candidato de la alianza “Coalición Pacto Histórico”, Petro sumó cuatro millones y medio de votos en un proceso que permitía que cualquier elector se pronunciara.
El candidato que pareciera se enfrentará a Petro en nombre de los sectores democráticos de Colombia es Fico Gutiérrez, quien resultó triunfador en la consulta de la “Coalición Equipo por Colombia”. Federico Gutiérrez Zuluaga, ingeniero antioqueño de 47 años, está saltando de la política local en Medellín a la política nacional. Gutiérrez hizo carrera política local con las banderas del Partido de la U, una de las organizaciones que sirvieron de soporte electoral a Álvaro Uribe Vélez.
El 14MAR22, Óscar Iván Zuluaga, quien había sido designado candidato presidencial por el uribista Centro Democrático, anunció su decisión “personal” de renunciar a la candidatura y apoyar la opción de Gutiérrez. Con ello Gutiérrez se convirtió automáticamente en el referente para el electorado uribista.
El bajo impacto de la candidatura de Sergio Fajardo y los porcentajes simbólicos que otras candidaturas muestran en las recientes encuestas, señalan a Fico Gutiérrez como el rival de Petro. Encuestas computadas después de convertirse en candidato oficial le dan a Gutiérrez poco más del 20 % de las intenciones de votos. En un presumible ambiente de alta polarización, tocará a Gutiérrez conquistar espacios del centro político, amén de garantizar los votos de los sectores hasta ahora identificados con el uribismo, todo ello en menos de dos meses.
El 26MAR22 Gutiérrez anunció su compañero de fórmula electoral para el cargo de vicepresidente, señalando a Rodrigo Lara Sánchez, un médico con trayectoria política local en el departamento de Huila de poca figuración política nacional. Lara Sánchez es hijo de Rodrigo Lara Bonilla el ministro de justicia asesinado en 1984 por sicarios de Pablo Escobar. Gutiérrez decidió jugársela haciéndose acompañar de una figura nueva en la política colombiana.
La primera vuelta de las elecciones colombianas está convocada para el 29MAY22.
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En los mentideros políticos de Brasilia se comenta desde ya hace varios meses que la expresidenta Dilma Rousseff habría sido execrada de toda actividad proselitista de su partido el PT.
Dilma tiene todo el apoyo partidista para que asista a eventos internacionales izquierdistas, pero Lula prefiere mantenerla alejada de las tribunas en Brasil. La decisión, que habría sido tomada por el propio Lula da Silva y sus asesores electorales, refleja la orientación mimética que el candidato presidencial está dando a su campaña electoral. Lula se presenta como el candidato “del amor” como él mismo ya lo hiciera en las elecciones de 2002 y como sus asesores recomendaron a Chávez para las votaciones de 2012.
Lula da Silva está creando una alianza política que trasciende a la izquierda y que pretende juntar al antibolsonerismo. El largo proceso para la escogencia del candidato a vicepresidente, buscando entre potenciales aliados en el centro e incluso en derecha, es otro reflejo de la táctica que está adelantando el expresidente y exconvicto por corrupción. Todo indica que el candidato vicepresidencial de Lula será Geraldo Alckmin, fundador en 1988 (junto con Fernando Henrique Cardoso, Franco Montoro, José Serra y otros) del partido socialdemócrata PSDB y excandidato presidencial de su partido en 2018. Alckmin renunció al PSDB el 15DIC21 y se apresta a afiliarse al Partido Socialista Brasileño PSB desde el cual se firmaría el pacto con Lula da Silva.
Con Alckmin en la chapa electoral, Lula procura lavar su imagen, garantizar apoyos de poderosos grupos financieros y empresariales, buscar votos en el centro político y en la derecha. El Foro de São Paulo intenta llegar nuevamente al Palacio de Planalto ayudado por el antibolsonerismo de derecha y de centro.
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Las encuestas mantienen a Lula en el primer lugar de las intenciones de votos para las elecciones marcadas para el 02OCT22 con 40-45 por ciento de favoritismo. Pero diversos indicadores comienzan a señalar que el presidente y candidato Jair Bolsonaro, quien suma 30 % en las encuestas, estaría pronto a remontar la diferencia. No pareciera que otros candidatos logren romper la polarización que se presentaría en las urnas entre el candidato izquierdista y Bolsonaro.
Jair Bolsonaro, con más de treinta años haciendo política tras su carrera militar, carece de un partido propio y su carrera política la ha hecho con recurrentes saltos de militancia entre una decena de partidos de conveniencia. En 2019, tras llegar a la Presidencia, promovió la creación de un partido propio, Aliança pelo Brasil, pero un año después desistió al no reunir el número de firmas necesarias.
El esquema de trabajo político de Bolsonaro es anárquico y centrado en su propio clan familiar, haciendo difícil la construcción de una organización partidista. El 20NOV21 Bolsonaro anunció su afiliación al Partido Liberal con el cual concurrirá a las elecciones de este año.
Su alianza con corrientes y pastores evangélicos y especialmente con la poderosa Iglesia Universal del Reino de Dios, son uno de los principales activos que Bolsonaro está mostrando con vistas al reto electoral. La celebración de elecciones de gobernadores el mismo día de las presidenciales hace que las alianzas partidistas estadales influyan directamente en el empuje de las campañas y en los resultados de la disputa presidencial. Financiamiento de las arcas fiscales y tiempo gratuito de televisión son recursos que aportan los partidos y que son claves para las campañas.
Bolsonaro habría logrado construir alianzas partidistas estadales en São Paulo, Rio de Janeiro, Minas Gerais y en otros estados de alto porcentaje poblacional. Mientras Lula da Silva parece imbatible en el nordeste, Bolsonaro podría avanzar en las mayores concentraciones de votantes.
Los resultados de las elecciones presidenciales de Brasil son aún una incógnita.
Artículo publicado previamente en Diario Las Américas
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