¿Un nuevo ciclo?
El 22N se cerrará un ciclo para el país, pero básicamente se cerrará para las fuerzas opositoras al régimen de Maduro
Hay que rehuir de las frases hechas y solemnes, los lugares comunes y los tópicos para definir una realidad. Las muletillas sirven más para la tribuna y para el púlpito que para el análisis de las realidades. Sin embargo, no podemos evadir la tentación de afirmar que el 22 de noviembre Venezuela estará cerrando un ciclo importante. Se cerrará para el país, pero básicamente se cerrará para las fuerzas opositoras al régimen de Maduro. ¿Por qué? síganos a las próximas líneas donde trataremos de explicarlo:
La alianza opositora venezolana en su última versión de “Plataforma Unitaria” fue anunciada y presentada en sociedad. Ocurrió luego de intensos debates en Bogotá y de una “encerrona” en Caracas de varios días. Allí, básicamente, se trató de diseñar un mecanismo de mayorías que, en teoría, impediría hegemonías y daba peso a los partidos minoritarios en la AN. Al final, como la experiencia lo ha demostrado, después de tantos esfuerzos, “se parió un ratón”
¿Por qué?, pues porque existe un problema de base que no fue resuelto y que aún no lo ha sido. ¿Cuál es? Para responderlo debemos remontarnos a la aparición del gobierno interino y a la regulación de su funcionamiento por el Estatuto de la Transición (reformado recientemente).
¿Cuál es la base de esta norma regulatoria? Pues una muy confusa combinación de facultades de la Asamblea Nacional y el propio gobierno interino. En la práctica, fue adoptado un “original” modelo que mezclaba las formas de un gobierno parlamentario, con uno presidencialista, que difícilmente podía funcionar.
Sin embargo, admitamos que como experimento era interesante. Al fin y al cabo, estábamos en una situación inédita y con una gran repercusión mundial: las 60 democracias más importantes del mundo habían reconocido a Juan Guaidó como presidente de Venezuela. Un paso de gigante en la lucha por recuperar nuestra democracia.
Guaidó y Barataria
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El problema, no obstante, no residía en ese paso audaz. Todo lo contrario, esa audacia fue lo mejor de todo ese periodo. El verdadero problema es que el Estatuto de la Transición fue concebido como una camisa de fuerza de las fuerzas políticas mayoritarias de la AN a ese audaz experimento. De esa suerte, el gobierno interino comenzaba concibiéndose como una especie de Reino de Taifas y sin mayores capacidades de acción fuera de la mayoría parlamentaria de la que virtualmente era un rehén.
Como las desgracias nunca vienen solas, el eje de las preocupaciones de la dirigencia opositora se dirigió a tomar posiciones en el gobierno interino, más que a organizar la lucha contra el inquilino de Miraflores. De esa guisa, comenzó este espectáculo de vodevil que es hoy el debate sobre los activos de la nación y los últimos y deplorables eventos que se han producido en la Comisión Delegada que han dinamitado la alianza que le servía de sustento político.
Fue muy lamentable que aquella audacia que se puso en movimiento para provocar la inflexión política de los acontecimientos en el país, no haya sido usada posteriormente para salir de la paralización de meses que, provocada por la falta de acuerdos en la política y en los intereses, a la alianza parlamentaria de cuya estabilidad dependía el gobierno interino, de acuerdo al mentado Estatuto de la Transición.
Es en ese ambiente que las fuerzas democráticas deciden participar en el proceso electoral regional. La manera como se resolvió hacerlo, así como la puesta en escena de su ejecución, no hizo más que revelar la profunda crisis por la que la alianza atravesaba. Los posteriores episodios de desencuentros; de dificultades para acordarse en circunscripciones claves y visibles para todo el país, lo confirmaron de la peor manera.
Runrunes de Bocaranda: MEDIO – ENTRE TORPEZA Y EGOÍSMOS
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Lo que pareciera claro, entonces, es que las señales de agotamiento de las herramientas unitarias han aparecido. Lo que ocurre son los signos de que se está cerrando un ciclo y que debe abrirse otro.
Después del 21 habrá un nuevo mapa político del país. Será un mapa inestable porque la situación del país lo es y porque, concomitante con ello, asistiremos a los efectos que puede dejar el nuevo panorama geopolítico internacional con el juicio a Alex Saab; el del Pollo Carvajal y la enfermera de Chávez; el proceso de la CPI que entra en una nueva fase; la inconclusa negociación en México y la incógnita de los efectos del deterioro de las condiciones de vida de la gran mayoría de los venezolanos.
Para después de ese 21 el liderazgo opositor deberá dar las señales de que ese cierre de ciclo va a significar una oportunidad para abrir otro. Como lo ha dicho Juan Guaidó, la oposición democrática estará formada por gente que fue a votar y por gente que no lo hizo. Esa es una verdad irrebatible. Justamente, a esos dos términos de la ecuación, hay que ofrecer una vía creíble y lo suficientemente sólida y DIFERENTE para que se anime a engancharse de nuevo a la lucha por la democracia y la libertad.
Una nueva forma de dirección política tendrá que estar legitimada, no por “nuevos acuerdos” de “viejas fórmulas” (que sería poner vino nuevo en odre viejo), sino a través de un mecanismo en el que el país participe y se exprese.
Es cierto que, a priori, nadie tiene el derecho de decir quién sirve y quién no sirve. Es justamente por eso por lo que, en un proceso de amplia participación social, se debe dirimir la forma y el contenido de esa nueva dirección política. Se trata de un paso audaz, pero pensamos que solo algo muy audaz puede impactar positivamente al opositor venezolano que tanto ha luchado. Es, justamente, ese opositor quien debe percibir que, efectivamente, se ha cerrado un ciclo, pero que va a abrirse otro.
He aquí un gran desafío para nuestro liderazgo.
El diálogo social ha de modelar el diálogo político
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