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De la izquierda y el debate político venezolano
En esta esencialidad en la cual nos movemos, no es de esperar algún tipo de debate analítico y ponderado sobre el devenir de la izquierda venezolana a propósito de la muerte de David Nieves

 

@YsaacLpez

A Arturo Álvarez de Armas, estupendo contertulio, dedico.

El 25 de octubre se difundió la noticia de la muerte del militante político David Nieves, fundador de la Liga Socialista en 1973 junto con Jorge Rodríguez, Julio Escalona, Marcos Gómez y Carmelo Laborit; acusado en 1979 de ser parte de los autores del secuestro del industrial norteamericano William Frank Niehouse en 1976, y cónsul de Venezuela en varias ciudades españolas en los últimos veinte años.

Montado desde temprano, aunque con «discreción», en el volkswagen del chavismo, el «histórico dirigente revolucionario», parte del Consejo Político del PSUV, supo donar su «trayectoria política» a un régimen que se ha destacado en más de dos décadas por su habilidad para el travestismo político, el doble o triple discurso, y la permanencia de una actitud de supuesto compromiso popular.

En esta esencialidad en la cual nos movemos por estos tiempos, no es de esperar algún tipo de debate analítico y ponderado sobre el devenir de la izquierda venezolana y su significación en la historia del país a propósito de este muerto.

La izquierda es, en ojos del juego político de buenos y malos en el cual estamos entrampados, la mala de la historia. La apoyadora ideológica del proyecto chavista en voz y acción de varios de sus protagonistas.

Del Partido Comunista de Venezuela a Patria para todos. Desde el máximo exponente de la tendencia en América Latina hasta una variada gama de personajes del país que van de Guillermo García Ponce a Arístobulo Istúriz, de Alí Rodríguez Araque a Farruco Sesto, de Kléber Ramírez a José Vicente Rangel, de Doris y Néstor Francia a Luis Brito García. Sin nombrar a los muchos que abjuraron de la izquierda por limpiarse la mancha de su adhesión y respaldo inicial a la propuesta de Hugo Chávez.

Dos tendencias de izquierda marxista se perfilaron a inicios del proyecto de la democracia liberal en la historia reciente de Venezuela, es decir, en 1959. La constituida por el Partido Comunista de Venezuela −fundado en 1931− con sus sectores radicales influenciados por la Revolución cubana, y la juventud de Acción Democrática liderada entre otros por Domingo Alberto Rangel y Gumersindo Rodríguez que fundaron el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) en 1960. Esa izquierda marxista optó por el camino de la violencia a partir de 1961, para instaurar un modelo que reprodujera lo que a su creer eran los logros de justicia y equidad social del experimento dirigido por Fidel Castro en una de las últimas colonias españolas de América Latina.

Entre 1962 y 1970 las guerrillas fueron parte del espectro político nacional, y un constante problema por sus acciones determinadas por saboteo, atentados, muerte. Para 1965 el PCV abandonó la línea insurreccional, en los primeros años del gobierno de Rafael Caldera (1969−1973) otra parte de esos sectores se acogió a la Política de Pacificación y, disminuidos, otros siguieron en el empeño de los enfrentamientos con el ejército para derrocar al régimen de partidos.

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Del MIR surgieron agrupaciones como MIR duro y MIR blando, Trío de la Comandancia, Frente Antonio José de Sucre y MIR liderado por Simón Saez Mérida. Del Frente Guerrillero Antonio José de Sucre se escindieron la Organización de Revolucionarios, Liga Socialista y Bandera Roja. Un proceso de divisiones y subdivisiones que el político y analista Pastor Heydra considera único en la historia de Venezuela.

Como lo apuntaron autores como Luigi Valsalici en 1975 o Edgardo Mondolfi en 2017, parte de la estrategia de esos grupos insurreccionales fue el secuestro. Así, ganaderos, empresarios, figuras internacionales del deporte o familiares de las personalidades de la televisión fueron secuestrados para difundir la lucha que se sostenía, recabar fondos para la guerrilla, o simplemente para mantenerse los grupos alzados en las montañas de oriente o en ciudades del país.

Nacieron allí dos izquierdas, las que retrata Teodoro Petkoff en su libro. La democrática y la borbónica. A la segunda, irredenta y radical contra la democracia, siempre conspirativa e incrédula de los mecanismos liberales perteneció David Nieves.

El secuestro de William Frank Niehouse ocurrió el 27 de febrero de 1976 en Caracas, y ha sido justificado por los sectores políticos que lo desarrollaron como una actuación contra la trama conspirativa de corrupción en la cual participaba el industrial y donde estarían involucrados nombres como los de David Morales Bello, José Ignacio Casals, Emilio Conde Jahn y José Muchacho Bertoni. De esa acción nombrada «Argimiro Gabaldón» −ya comprobadamente derrotada la lucha armada− se acusó a varios políticos del momento: Carlos Lanz Rodríguez (disidente de Ruptura-PRV y creador de la Organización de Comandos Revolucionarios), Salom Meza Espinoza (MEP), Fortunato Herrera (URD), y David Nieves Banchs, diputado por la Liga Socialista en 1978 con el 0,57 de votos, entre otros.

La duración del rapto fue de tres años años y cuatro meses, el más largo en la historia del país. Nunca se ha llegado a esclarecer definitivamente móviles e implicados en el polémico hecho. El hombre objeto del crimen fue sacado de Venezuela por el gobierno de Luis Herrera Campins apenas apareció en una hacienda del estado Bolívar. Pero se señala la cruza entre fines políticos y lucrativos, además del traspaso de Niehouse entre varios grupos radicales.

Debe contextualizarse el secuestro de William Frank Niehouse de 1976 en la misma estrategia de acciones como las dirigidas por Alejandro Gil Bustillos en Caracas a mediados de los años sesenta; las señaladas para jefes guerrilleros en las sierras de Falcón y Oriente a finales de los sesenta e inicios de los setenta; y las de Baltazar Ojeda Negretti y su comando en varias zonas del país hasta 2002. Una veta escasamente investigada de la saga de la lucha armada.

En el proceso de investigación de «el caso Niehouse» resultó asesinado por los cuerpos de seguridad del Estado el dirigente de la Liga Socialista Jorge Rodríguez. Una vergüenza para la democracia.

Tres libros conocemos −sabemos que hay más− sobre el célebre secuestro del industrial norteamericano. Uno escrito por el principal protagonista, Carlos Lanz Rodríguez, titulado El caso Niehous y la corrupción administrativa (Editorial Fuentes); del periodista Ezequiel Díaz Silva Los secretos del caso Niehous (Seleven); y de David Nieves La tortura y el crimen político en Venezuela (Poseidon Editores). Todos de 1979. La controversia política siempre ha vendido bien por estos parajes.

Portada del libro La tortura y el crimen político, de David Nieves (†).

Interesantes materiales contienen esos textos. El de David Nieves, con prólogo del escritor y activista José Vicente Abreu, autor del libro ícono Se llamaba SN, presenta un remitido dirigido al presidente Carlos Andrés Pérez, publicado en el diario Últimas Noticias el 14 de enero de 1978, donde se exige respeto para los derechos humanos del detenido y el cese de torturas, así como su libertad. Firman en respaldo entre otros: Pedro Rincón Gutiérrez, Héctor Mujica, Miguel Acosta Saignes, Gloria Cuenca de Herrera, Jacobo Borges, Juan Calzadilla, Edmundo Chirinos, José Vicente Rangel, Jorge Dager, José Herrera Oropeza, Américo Martín, Lilia Vera y Alí Primera.

Importante la investigación sobre el tema política y crimen, guerrilla y delincuencia, comercio y política en el marco de la historia contemporánea nacional.

El 13 de febrero de este año, en Ciudad CCS, David Nieves escribió un texto sobre la desaparición de su compañero de luchas Carlos Lanz Rodríguez. Lo que no pudo la DIGEPOL ni la DISIP, ocurrió en plena Revolución Bolivariana, «una raya para el gobierno de Nicolás, para mi gobierno«.

Parte de nosotros, parte de nuestra política reciente. Parte de una historia que nos ha traído hasta aquí. Y que es obligatorio ver en toda su dimensión y matices. La ética implicada en el hecho político, nuestras formas de ser y de actuar, que debemos revisar sin tanta visceralidad y reacción, aunque el hambre apriete y la luz no llegue.

FUENTES: Bango Stagel, Arpad: La subversión marxista en Venezuela 1959-1974. Sde | Díaz Silva, Ezequiel: Los secretos de Niehous. Historia completa del secuestro más famoso del mundo. Caracas, Publicaciones Seleven, 1979 | Flores, Jacinto: Alejandro Gil Bustillos. Un rosario de crímenes. Elite, N° 1961, Caracas, 27 de abril de 1963, pp. 17, 98-99 | Heydra, Pastor: La izquierda una autocrítica perpetua. Caracas, UCV, 1981 | _____: El Comandante Elías. Leyendas y realidades | Caracas, Miguel Angel García e hijo, 2013 | Lanz Rodríguez, Carlos: El caso Niehous y la corrupción administrativa. Caracas, Editorial Fuentes/ Editorial Tres Continentes, 1979 | Mondolfi Gudat, Edgardo: La insurrección anhelada. Caracas, Editorial Alfa, 2017 | Nieves, David: La tortura y el crimen político. Recursos de un sistema en apuros. Caracas, Poseidon Editores, 1979 | Petkoff, Teodoro: Dos izquierdas. Caracas, Alfa Grupo Editorial, 2005 | Posani, Clara: Los farsantes. Caracas, Editorial Fuentes, 1976 | Valsalici, Luigi: La guerrilla castrista en Venezuela y sus protagonistas 1962-1969. Caracas, Ediciones Centauro, 1979.

26 de octubre de 2021.

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