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Gestores del continuismo bordean el absurdo
La decisión politiquera de participar en las elecciones regionales y el insólito reconocimiento empresarial al régimen dan pie al continuismo

 

@ArmandoMartini

Criminal no entrega nada por nada, ladrón no devuelve lo robado y matón no revive al asesinado. Si la negociación es con delincuentes se debe tener conciencia de cómo piensan los que hacen del delito sus vidas. Maestros del dame para darte pero sólo si no tengo alternativa. Los maleantes buscan víctimas y admiten cómplices, una vez inútiles, los desechan.

El agravio del G4 sorprenderá agazapada con participación en la trampa electoral, que apela a la codicia, la lujuria de los traidores a la ética y moral a cambio de falsas burocracias y gentiles tratos. Decadencia, sandez, falta de visión impidió reflexiones serias, objetivas y desinteresadas.

La verdadera intención del pillaje negociador que promueve el castrismo, sus socios continuistas, Foro de Sao Paulo y Grupo de Puebla está enmarcada en conservar a Venezuela bajo dominio, para desde allí, promover la toma de Colombia, Chile y Brasil por parte del castro-comunismo. Razón abundante, suficiente para que cualquier intento de acción electoral sea imparcial. Sufragar minusválidos e indefensos representa proteger y validar forajidos, que marcan el camino; seguirlos es reconocerlos como guías y jefes. Como el incapaz de enfrentar denunciando al extorsionador, temeroso de la intimidación.

Mientras mantengan la actitud de miedo, más fuertes y violentos serán los opresores que ejecutan amenazas para obligarlos, obtener dinero u otro beneficio.

Hoy, sin embargo, empiezan las victimas a dejarse convencer. Porque quienes denuncian dan como solución ocupar espacios montando tarantines regionales. La decisión absurda politiquera y el insólito reconocimiento empresarial al régimen, confiere oportunidad para vociferar legitimidad, restringir escenarios como el referéndum revocatorio y la elección presidencial.

Quienes aparentan enfrentar indican que, para desafiarlos, tienen que ser como ellos. Para terminar el despelote oficialista están dispuestos a cohabitar. ¿Y qué hacen los delictivos? Darles ánimo, sembrar fragilidad mediante coyunturas que les permiten fijarse en sus conveniencias y no de quienes siguen sus alardes. Aquellos que se muestran de acuerdo en que los verdaderos jefes son los delincuentes a los cuales, para vencerlos, hay que rodearlos de pequeños patibularios territoriales.

Los politicastros proclamaban ilegitimidad del régimen, llamaban a enfrentar la tiranía para rescatar libertad y democracia; ahora se unen corriendo como impúberes insatisfechos a la piñata electoral. Necios cultores de la pequeñez, codiciosos de las ilusiones del poder, de eso que llaman “espacios”, legitiman con su presencia y actitud a la dictadura. La misma que dejó caer el caramelo para que bajaran la cabeza, se arrodillaran y recojan las sobras.

Aquellos que aseguraban que votar era reconocer como legítimos a los ilegítimos, cambian. ¿Hoy esgrimen opciones de diálogos y acuerdos? ¿Creen que harán al castro-chavismo débil porque adjudique hamacas en gobernaciones, chinchorros en alcaldías y mecedoras en concejos municipales? Los continuistas claudicantes proponen clavarle un puñal a la venezolanidad, una daga al coraje, un machete a la lucha, un estilete a la libertad y democracia. Invitan a las migajas que el gobernante guarda para repartir en su juerga. Entregan sables para el sacrificio mientras conservan chafarotes y mantienen sometidos a los ciudadanos dignos.

Y tranquilizan de paso a los emisores de la cacareada opinión internacional, que prefieren conversar y jugar sosegados, mientras atienden asuntos irrelevantes y de poco riesgo político. Más fácil es ir pescuezo uno a uno que de un tajo al cuello grueso, como hizo Alejandro Magno con el nudo gordiano que llevaba siglos sin ser desatado. «Que los venezolanos arreglen sus problemas», coinciden los lejanos europeos como si fuese una gran lección de política, dedicados  como están a sus prosperidades. Mientras, el Santo Padre no se sabe de qué hablan, sordo incluso a sus obispos.

A partir del 21N, los suicidas de la ilegitimidad, tantas veces esgrimida, no tendrán mucho que decir, manchadas las manos con la sangre de la democracia asesinada a traición. Pero al final, invariables quedarán los que asumen el duro y poco agradecido papel de conciencia cívica ciudadana, con capacidad propia de reconocerse, tener la percepción de su existencia, entorno y dignidad.

En política, todo acto tiene consecuencias, dirigentes con mentes de corto alcance y talante lambuceo recogen gollerías. Partidos políticos, personeros de la sociedad civil haciendo caso omiso a la ilegitimidad, sin importar condiciones, se postularon en la creencia infantil de que al hacerlo abrirían espacio para la democratización. Y solo están logrando que el oficialismo siga en el poder, con la intención manifiesta de permanecer. Deberían preocuparse, más que legitimar la ilegitimidad tragándose sus palabras, del tremendo ejemplo de dignidad y formidable reacción ciudadana.

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