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Santiago Mir Puig en Venezuela (in memoriam)

@Jmodolell 

En horas de la tarde del pasado miércoles 6 de mayo falleció en Barcelona, víctima de una larga y penosa enfermedad, Santiago Mir Puig, uno de los más importantes juristas españoles de los últimos tiempos.

Me atrevería a afirmar que Mir Puig se encuentra entre la pléyade de penalistas extranjeros que más honda huella han dejado en el Derecho Penal venezolano moderno. Así, realizó el maestro varias visitas académicas a Venezuela, la primera de ellas a la Universidad de Los Andes en los años ochenta.

Hizo una segunda visita en 1998, invitado a dictar una materia en el postgrado en Ciencias Penales y Criminológicas de la Universidad Central de Venezuela. Su estadía en Caracas junto con su esposa Francesca Puigpelat, catedrática de Filosofía del Derecho, fue de dos semanas aproximadamente e incluyó conferencias y reuniones con la academia de juspenalistas venezolanos. En aquella ocasión las salas se llenaron de interesados en escuchar al destacado jurista.

El pensamiento del ilustre visitante llamaba la atención no solo por su profundo rigor jurídico, sino también por la vinculación que planteó del Derecho penal con el modelo de Estado social y democrático de Derecho, concibiendo además la pena como instrumento de control social la cual había que limitar al máximo, pero que a su vez debía cumplir fines sociales indelegables.

Esta importante línea de estudio, que atraviesa toda la obra de Mir Puig, la desarrolló valientemente durante los años setenta en pleno tardofranquismo español con su paradigmática obra Introducción a las bases del Derecho penal, y posteriormente en los albores de la democracia española con su famoso trabajo Función de la pena y teoría del delito en el Estado social y democrático de Derecho. Su Derecho penal (Parte general), una de las obras jurídicas de habla hispana más leídas y reeditadas, se encuadra igualmente en esta visión progresista del Derecho punitivo.

Después de aquella primera visita a los programas de especialización de la UCV, volvió nuevamente a Caracas en el año 2002 a dictar un curso de postgrado en la Universidad Católica Andrés Bello, en plena semana de los acontecimientos del 11 de abril. Aquella visita incluyó varios seminarios y una conferencia en la sede del Ministerio Público donde se respiraba el tenso ambiente de aquellos días.

Recuerdo claramente que, en la mencionada fecha de abril, Mir dictaba un seminario en la famosa Aula 15 de la Facultad de Ciencias Políticas y Jurídicas de la UCV. Al finalizar, debimos salir de allí rápidamente porque se rumoreaba que la impresionante manifestación que pedía la renuncia de Chávez se dirigía al Palacio de Miraflores. Al día siguiente, cuando me encontré con Santiago, me contó que había seguido los acontecimientos por televisión en su habitación del hotel Paseo Las Mercedes, y que los sucesos de Puente Llaguno constituían el ejemplo perfecto de “autoría mediata en estructuras organizadas de poder” que haría responsable a Chávez penalmente por todo lo ocurrido aquella tarde.

De primera mano le había quedado claro el indudable carácter autocrático y dictatorial del chavismo.

A pesar de la difícil situación, pudo terminar su curso de postgrado en la UCAB la mañana del sábado 13 y llegar a tiempo al aeropuerto para volver in extremis a España, antes del caos que invadió aquel día el país. Cuando le llamé por teléfono la mañana del domingo 14 a su casa en Barcelona, Santiago desconocía la noticia del regreso de Chávez al poder, quedando totalmente sorprendido por el increíble desenlace de aquella historia.

Una vez más regresó Santiago Mir Puig a Venezuela en el año 2005, esta vez a participar en un seminario organizado por el Centro de Investigaciones Penales y Criminológicas Héctor Febres Cordero, de la ULA-Mérida en el hotel La Pedregosa, donde compartió el panel junto con otros penalistas extranjeros como Yesid Reyes Alvarado, Manuel Cancio Meliá y Claudia López Díaz. José Francisco Martínez Rincones, Mireya Bolaños, Luis Gerardo Gabaldón y quien escribe pudimos participar igualmente en aquella ocasión.

Fue un honor para mí compartir aquellas jornadas con Mir Puig y discutir públicamente algunos aspectos de mi ponencia sobre la llamada “imputación objetiva”. Una vez más resaltó el verbo apasionado y el profundo rigor que demostraba Santiago cuando hablaba sobre Derecho penal, así como su capacidad de escuchar los argumentos de su interlocutor para después opinar al respecto.

Pienso que esta relación de Mir Puig con Venezuela fue la semilla que hizo nacer en no pocos estudiantes de nuestras universidades la vocación por el Derecho penal, al punto de que varios de ellos viajaron a España para cursar el muy conocido y prestigioso magíster que el penalista español dirigía en la Universidad de Barcelona. Algunos incluso aprobaron exitosamente el doctorado impartido por esa institución. Por otra parte, desde que el vínculo del maestro catalán con nuestro país se hizo más estrecho, comenzaron a incluirse numerosas citas de sus obras en sentencias de tribunales venezolanos.

Queda en mi recuerdo la sencillez con que Santiago manifestaba su admiración por el exuberante verdor de Caracas, por la belleza del centro de la capital en aquella época, particularmente su Plaza Bolívar, por la frondosa naturaleza del Parque del Este, por el pintoresco pueblo de El Hatillo y otros emblemáticos lugares caraqueños.

También dejaba saber la sorpresa que le causaba el hecho de que los venezolanos acostumbraran tomar whisky antes del almuerzo o la cena. Igualmente, para un aficionado a los autos como él, disfrutaba los taxis venezolanos especialmente cuando se trataba de carros de los setenta (Maverick, Farline 500, LTD, etc.), mientras el chofer nos conducía a gran velocidad por las calles citadinas para llegar puntuales a alguna reunión o a las propias clases.

Entre muchas otras cosas, agradezco a Santiago haberme adoptado a finales de los noventa en la Escuela de Barcelona, haber sido mi maestro director de estudios doctorales, y la redacción del prólogo de dos de mis libros. Vayan estas líneas como pequeño homenaje al importante jurista que dejó su impronta imborrable en el Derecho penal venezolano, y al amigo cercano e inolvidable. 

* Juan Luis Modolell González. Actualmente profesor de Derecho penal en la Universidad Alberto Hurtado de Chile. Profesor de Derecho penal en las Universidades Católica Andrés Bello y Central de Venezuela. Exdecano de la Facultad de Derecho de la Universidad Católica Andrés Bello.

 

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