Asamblea, un juego de trampas y los muertos del 17/12 - Runrun
Asamblea, un juego de trampas y los muertos del 17/12

Hasta no hace mucho, la Asamblea Nacional era patio alegre, variopinto, símbolo de una oposición integrada. Discutía leyes que no se cumplían por falta de poder para aplicarlas, pero quedaban allí, consagradas, un auditorio pendiente de las palabras de Juan Guaidó; tribuna compartida donde se exponían ideas a la ciudadanía.

De repente, un berenjenal, bofetones asambleístas, opositores que se acusan unos a otros de corrupción, y, para más confusión, los que habían despreciado a la Asamblea Nacional como un trapo viejo, rancio e inútil, se reincorporan con emoción y aplausos de bienvenida, hablan de leyes, exigen investigaciones y, alborotan como si no tuviesen un pasado de dar la espalda con delirios constituyentistas. 

El régimen descubre que hay Asamblea Nacional -sin darse cuenta, que con su existencia y participación de la minoría obediente al castro-madurismo, ratifican como superflua, dispendiosa e ilegítima la Constituyente a la cubana que mantienen pared con pared, aunque sólo sea para que algunos tengan tribuna- y no solo se lanzan a integrarse, hacer presencia y ruido, sino a realizar lo posible por conseguir una mayoría no lograda por el voto popular.

La constituyente, que no ha logrado reescribir ni un artículo de la Constitución 1999 -aprobada entre lluvias inclementes y deslaves mortales-, obedecen instrucciones, suspenden inmunidades y añaden no se necesitan de los previstos antejuicios de mérito, o sea, deben ir presos los opositores que suman mayoría, pasar de inmediato a la cárcel y juicios penales, en lo cual los apoya el dócil máximo tribunal.

No hay investigaciones y enjuiciamientos políticos, directos y esposados a los tenebrosos corredores donde se pudren olvidados, torturados, centenares de civiles y militares reales o presuntos culpables de no estar de acuerdo y en sintonía con el régimen; criminales por ejercer derechos democráticos y constitucionales, con alguna que otra excepción.

El Palacio Legislativo se ha convertido en una ensalada de sabores agrestes, desagradables, infectada de amibas, que, en vez de brindar salud, indigesta y enferma. Con más agitación del lado opositor de mayoría constitucional, y tranquilidad disciplinada oficialista donde no hay debate, sino obediencia.

Algunos se dejaron tentar por el régimen y sus bandidos dedicados a comprar voluntades, y elegir de mutuo acuerdo y amancebamiento, a un nuevo presidente de la Asamblea y al diputado Guaidó como Presidente interino del país, o sea, el contra-presidente de Maduro y su grupo.

El país no sólo va de mal en peor en manos castro-maduristas, sino que la AN va de peor a desastre a escasos días de tener que votar una decisión trascendental.

Mal está quedando el régimen castrista, también la Asamblea Nacional de mayoría opositora. ¿Quién saldrá con la cara limpia el 5 de enero 2020? No ellos, sin duda, el país sí. Ya son cerca de 30 diputados sacados de contexto, y de los que quedan, algunos son corruptos complacientes, cohabitantes con el régimen y están investigados, Guaidó conserva fuerza, pero se le reclaman errores y omisiones, queda en la mitad de la popularidad que logró cuando sonó trompetas de libertad a comienzos de 2019, ahora oxidadas y abolladas.

Los ciudadanos tienen todas las razones para perder la fe y confianza. Pero el régimen insiste en fiestas navideñas y lo único que se le ocurre es ponerle luces a la cloaca principal de Caracas.

Mientras tanto, ¿se conmemora? la muerte, en 1830, del Libertador Simón Bolívar, y en 1935, de Juan Vicente Gómez. Dos generales, uno creador de grandeza y libertad, pero derrotado por ellas, que por libertario y sabio se hizo insoportable para sus propios conciudadanos, el otro creador de progreso a la fuerza, cárceles y torturas, carreteras construidas con sangre y humillación, cadenas que no por haber sido echadas al mar deben ser olvidadas, el tirano mantuvo el pulso firme y guardadas en su bolsillo las llaves de la esclavitud de su pueblo.

Bolívar puso cara, pecho, seguridad y fortuna al servicio de un ideal de libertad y soberanía para los pueblos de América; Gómez los encadenó para tener la seguridad del poder. Dos venezolanos, con batallas y victorias, uno liberando pueblos, el otro encadenándolos.

Simón Bolívar no tuvo petróleo ni país con riquezas, Gómez sí. El Libertador enfrentó pobreza y empeño de libertad. El Benemérito no tuvo gloria, pero disfrutó de poder y mando aceptado por sumisos. Ambos murieron un 17 de diciembre; el caraqueño glorioso, olvidado e incluso rechazado en cama ajena; el tachirense limítrofe, temido, en lecho propio, cuidado, derrotado por la vejez y un riñón.

189 años del fallecimiento del Libertador y 84 años del mayor carcelero de la historia venezolana, aunque el castro-madurismo se empeña en establecer nuevo récord- el 17 de diciembre pasó con la vergüenza del desmadre parlamentario y la tiranía de un madurismo obediente del cubano, el preocupante conformismo y resignación por los CLAP, perniles y ayuda económica miserable que no logran siquiera disimular la ruina de una economía que, con sus problemas y vicios, llegó a ser próspera. Señal clara de la corrupción desaforada e insólita incompetencia de quienes llegaron a recibir en pocos años, más ingresos que en toda la historia del país.

Los destructores de la Venezuela del siglo XXI afirman gobernar con el ideario de Simón Bolívar, que detestó la dictadura incluso cuando no le quedó más remedio que ejercerla por autorización expresa del Congreso, pero ejercen el poder y se aferran a él aplicando el cruel y sin piedad estilo de Gómez, con sangre, prisiones tenebrosas e interminables, desarrollando miedo y desasosiego en la ciudadanía.

 

@ArmandoMartini