Lo que vino después del 23 de Enero, por Sebastián de la Nuez - Runrun
Lo que vino después del 23 de Enero, por Sebastián de la Nuez

Sea lo que sea que ocurra este 23 de enero de 2019, por algo se ha retomado esta fecha como punto de partida de una nueva etapa por la reconquista de la democracia en Venezuela. Por eso, nada mejor que revisar qué vino después del 23/1/1958. Cuál era, como quien dice, el espíritu que animaba al país. Puede que las coincidencias de fecha se conviertan en un estímulo para empeñarse en el consenso. Lo que vino después de la caída de Pérez Jiménez fue el Pacto de Punto Fijo, otro hito que debe revisarse y tomarse como referencia en 2019

HAY QUE RESTREGARLES POR LA CARA el 23 de Enero a los capitostes de la cúpula chavista, pero también el “modus operandi” del Pacto de Punto Fijo. Hugo Chávez quiso satanizarlo, como otros tantos logros de la democracia representativa. Pero no. Hoy, el Pacto de Punto Fijo aparece como posibilidad de país. Y eso debería machacarse hasta la saciedad.

A pesar del comportamiento que algunos de sus líderes tuvieron en los años noventa del siglo XX —incluyendo el error histórico de Caldera ante un golpista redomado—, el Pacto de Punto Fijo debe verse, en 2019, como un faro. Estas noticias del año 1958, en vísperas de las elecciones, las recuperé de los archivos de la Hemeroteca Nacional para un trabajo que tenía proyectado a partir de un curso con el historiador Naudy Suárez. He allí ciertas claves que deberían tomar en cuenta la gente común y silvestre pero, sobre todo, líderes de Primero Justicia, AD, UNT, Vente, Voluntad Popular y los demás que arrimen el hombro.

Las elecciones estaban pautadas para el primer domingo de diciembre de ese año, 1958. Se contabilizaron casi 3 millones de votantes, se estimaba en 10% (290.000) el porcentaje de abstención y, además del presidente de la República, se elegirían 40 senadores, 127 diputados, veinte asambleas legislativas y 158 concejos municipales.

ESE TALANTE

Primero, el papel de los medios. Por supuesto, hoy en día habría que tomar en cuenta también a las redes sociales. El tratamiento informativo de El Nacional, en 1958, a medida que se acercaba la fecha de las elecciones, resulta, visto en la distancia, más bien obsequioso que crítico o cuestionador. Se hablaba, por ejemplo, de “la exitosísima gira de Rómulo Betancourt”, pero también del “maravilloso mitin del doctor Rafael Caldera”. Se destacaban, igualmente, los discursos de Larrazábal. Era un emparejamiento para lo auspicioso, una política editorial de buena voluntad ante una circunstancia, a todas luces, especial.

El candidato Rafael Caldera estaba postulado por Copei, Integración Republicana y Partido Socialista de Trabajadores. Rómulo Betancourt por AD, y el contralmirante Wolfgang Larrazábal por Unión Republicana Democrática, el PCV y Meni. Este es un titular de El Nacional en primera plana del 7 de diciembre de 1958 (día de la elección): “Los 3 candidatos suscribieron el programa mínimo de gobierno”. Y en el sumario:

  • Betancourt: quien salga electo habrá triunfado limpiamente
  • Caldera: la celebración debe ser del triunfo de todos
  • Larrazábal: el pueblo dirá al mundo que ya Venezuela maduró su democracia

Los tres candidatos habían suscrito el día 6 de diciembre la Declaración de Principios y el Programa Mínimo de Gobierno elaborado por una comisión especial interpartidista, de acuerdo a lo establecido en el llamado Pacto de Punto Fijo. Más adelante, en el mismo periódico, se detalla el Programa Mínimo de Gobierno, que contemplaba lo siguiente: 1) Acción política y administración pública; 2) Política económica; 3) Política petrolera y minera; 4) Política social y laboral; 5) Política nacional; 6) Fuerzas Armadas; 7) Política inmigratoria; 8) Política internacional.

Son los mismos puntos que deberían ser guía para un programa alternativo al chavismo a partir de este año, solo habría que cambiar lo de la política inmigratoria por una política para la recuperación de la diáspora.

¿Y qué más decían los tres candidatos, todos ellos luchando por el poder sin tregua? Bien. Betancourt, que el debate político de Venezuela “ha sido un ejemplo para América y el mundo”; Caldera, que su partido prestaría el concurso necesario para que el proceso comicial se efectuara de forma “pulquérrima” (¿sabrán el significado de esta palabras las rectoras del actual CNE?). Y Larrazábal, que “estas elecciones serán las más brillantes de la historia política de Venezuela”.

Caldera aseguró, en algún momento de esos días previos a las elecciones, que, de ser electo, su gobierno sería de coalición. Betancourt, por su parte, decía ser “un decidido partidario de que el próximo gobierno no sea monopartidista, sino de que allí estén representados los partidos nacionales, sectores económicos y grupos técnicos”.

Y así fue en efecto. Como dijo Teodoro Petkoff, 1958 fue el año de la mayor democracia en Venezuela. Que las cosas se hayan echado a perder después es ya otra historia.

Ojalá se pueda decir dentro de algún tiempo que 2019 ha sido el año de la mayor democracia en Venezuela, descontando 1958.

@sdelanuez