Agendas secretas y entregas vergonzosas, por Ramón Hernández
Agendas secretas y entregas vergonzosas, por Ramón Hernández

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En las redes sociales se entablan luchas, combates, batallas y guerras de todo tipo, con odios, imprecaciones, insultos y mancillamientos de variados tenores. Cada quien, seguro y bien apertrechado en su atalaya, lanza torpedos, cañonazos, bombas de tiempo, cargas de profundidad y hasta globitos de ensayo para volver polvo cósmico –cibernético– a quien lo contradiga, piense distinto o simplemente tenga mejor ortografía.

Voy a evitar usar la palabra crispación, un singular estado de ánimo derivado de la situación país, pero sí quiero referirme a los mariscales de campo que han surgido en la convulsión de los teclados y en los cierres de calle. No son pocos los enfermos, los médicos, los bomberos y trabajadores de la prensa que se han visto impedidos de cumplir sus obligaciones porque en la esquina más pacífica y vulnerable, a tiro de perdigón de las fuerzas represivas, manda un Pedro el Grande que vocea habiendo estado horas bajo el chubasco que se ha ganado el derecho de decidir quién puede pasar por esos sus predios. Bluf. La advertencia la suelen acompañar con palabrotas, insultos y blasfemias. Son pichones de comandantes eternos, los otros herederos.

En el ciberespacio no es muy distinto. Aunque la opción de bloquear es mutua, se corre el riesgo del periodismo a la carta, que quien lee solo las cosas que le agradan se pierde de no enterarse de lo más importante y trascendental. Nos pasa a todos, pero para algunos –por su oficio, cargo o intereses en juego– puede resultar mortal. No extrañaría que fuesen víctimas de la posverdad (es la grafía correcta) y también de su propia petulancia, su desconfianza en el prójimo o de su militancia en la antipolítica. Una simple pregunta, ¿dónde estaban en estos 18 años de entrega a Cuba que no se enteraron siendo tan obvio y cómo sí saben ahora de conversaciones ultrarecontra secretas para mantener el gobierno hasta 2018?

Durante más de dos décadas, aunque habría que empezar a contar desde 1974, las grandes mayorías entusiasmadas por el populismo, la justa y equitativa distribución de la riqueza, la “necesidad” de tener utopías en que soñar y demás lisonjas y monsergas que sacrifican la libertad, cometieron los errores que nos trajeron aquí. Olvidan la carta de alabanza y bienvenida a Fidel Castro en 1988 y las peregrinaciones al spa que tuvieron los tiranos de hoy en Yare. No ha habido disculpas ni reflexiones, solo salidas por la tangente, ah, e insultos. Vendo bola de cristal que pronostica el pasado y permite entrar con pie firme al futuro.

@ramonhernandezg

El Nacional