El Año del Gallo, por Armando Martini Pietri
El Año del Gallo, por Armando Martini Pietri

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El 28 de enero, de acuerdo al Horóscopo Chino, comienza el “Año del Gallo”, marcando el final del ciclo del Mono. Según los chino-horoscopistas -¿se les dice así, o chino-horoscoperos?-, será un período alegre, de oportunidades, pero de tensión. Es el signo de la madrugada y del despertar, el triunfo y el éxito se podrán lograr a costa de mucho trabajo y paciencia.

El gallo, como debería hacer la oposición, es mañanero, se pasa el día de un lado a otro pendiente de su gallinero y se acuesta temprano, se refugia para pasar la noche. Esa actitud es la que cuenta para la oposición en estos tiempos complicados de persecución.

Esconder que hay divisiones internas, es una tontería. Pero eso no significa que hayan agarrado la moda de anunciarlo al mundo, los gallos cantan para anunciar que acabó la noche y llega el día, lo cual es muy diferente a cantarle a todos que hay problemas en su corral, que unas gallinas ponen huevos y otras prefieren andar picoteando tierra por la granja.

Tener posiciones disímiles dentro de un mismo grupo no es malo ni pecado, como sí lo es la tan cacareada disciplina partidista, una forma tozuda de control y sordera que ha traído más de una división. La adeca en 1963, costó el poder ante Copei y Rafael Caldera que, frente a una Acción Democrática unida, jamás hubieran ganado.

O como le sucedió al mismo Copei por terquedades y soberbias, disciplina y lealtad a rajatabla de los calderistas que terminó en una profunda división interna entre socialcristianos. Más tarde el Partido Comunista  se negó a atender planteamientos de renovación y actualización ante la realidad de Venezuela y del mundo, y debió aguantarse una gran rajadura que llevó a su generación de relevo a formar el Movimiento al Socialismo (MAS), hoy venido a menos.

La misma criticada y retrógrada disciplina partidista que hoy, como siempre retrasada en el tiempo y la historia, esgrime y aplica a mazazo limpio el partido nacido de mentes militares, el infortunado PSUV que se mantiene en el poder unido con saliva de loro, miedo, curitas y conveniencias, pero que tarde o temprano terminará por dejar salir a corruptos y militarizantes, convirtiéndose en un partido más pequeño, pero popularmente sólido y coherente.

En este siglo XXI en desarrollo no puede haber disciplina partidista sino conciencia y coincidencia de pensamientos que soporten y comprendan con amplitud las diferencias para que no se conviertan en divisiones.

La oposición en el año del Gallo.

Lo mismo debe hacer la oposición y partidos integrantes, entender, aceptar -como hoy parece que no lo hacen- que para todos ellos la soledad es un suicidio y la unión oportunidad. Deben comprender que las grandes mayorías opositoras no están pensando si los sucesores de Maduro y del PSUV serán Henrique Capriles, Julio Borges, Leopoldo López, Henry Falcón, María Corina Machado, Henry Ramos Allup, Primero Justicia, Voluntad Popular, Avanzada Progresista, Vente Venezuela, Acción Democrática o quien usted quiera con quien mejor le parezca.

El país está sufriendo, soportando, privaciones, necesidad y hambriento de cambio. Todos estamos en la lista, quien no cambie ni permita cambios está condenado, queda fuera, está de lado, no interpreta los deseos ciudadanos y menos su reconocimiento.

Las diferencias se argumentan, analizan y comparan, no basta con discutir y polemizar dentro del gallinero; hay que hacerlo con amplitud de mentes, autocontrol de egos, prepotencias y ambiciones. Las realidades no son siempre -casi nunca- las que estiman los partidos o les convienen a los dirigentes. Rómulo Gallegos, con su amplia cultura y destacada inteligencia, no entendió ni aceptó los reclamos militares de su tiempo, ni escuchó advertencias que venían de sus compañeros de partido y terminó montado en un avión saliendo del país a la carrera, sin poder ni consuelo. Gallegos creyó lo que quiso creer, Maduro cree lo que le ordena La Habana, pero el gran escritor y el conductor de autobús, cerraron sentido y capacidad de análisis a realidades que crecían a ojos vista.

Lo mismo está sucediendo en la oposición. Lograron -hace no mucho tiempo- una unión que les abrió puertas, pero creyeron tener el poder al alcance de la mano, sin entender que su Unidad es la gran fortaleza que ninguno de ellos, ni siquiera Leopoldo López con todo su gran prestigio, tienen por sí mismos.

Los votantes de la oposición en 2015 no lo hicieron por ningún dirigente en particular, no los conocían o sabían quiénes eran. Muchos diputados actuales violaron la ley -en acuerdos-, se postularon en estados donde no residían, desconocidos para ellos y extraños los ciudadanos.

Venezuela sufragó por un movimiento nacional corpóreo, palpable, potente, que se presentó públicamente y fue interpretado como capaz de cambiar el rumbo del país. Pero sólo cambiaron las fotos de Chávez y la sensación de derrotas anteriores. El oficialismo y el PSUV reaccionaron como animal herido y contraatacaron con medidas extremas, riesgosas, pero que se diseñaron y cumplieron en todos los poderes públicos y políticosociales, y un año después lo que tenemos es a una oposición arrinconada, hablachenta, que ha defraudado y se muestra cada día menos eficiente.

Es el Año del Gallo y los gallos cantan cuando deben cantar, pero entre cantinelas, vigilan y cuidan su gallinero. Existe la convicción generalizada que la MUD es un desastre interno y, peor en el convencimiento popular, que no pueden cambiar a un Gobierno que, como el zorro que acosa al gallinero, está dispuesto a todo, tiene fuerza, empeño y paciencia.

Hay que renovarse, brindar oportunidades, demostrar alternancias, son muchos los que desean ayudar, no es tiempo de discutir apetencias personales ni políticas, la obligación, lo correcto es dejarlas de lado con la certeza que unidos crecen y ganan; separados ninguno tiene ni el poderío ni los recursos para quitarse de encima al zorro que acecha al gallinero.

Es el Año del Gallo y el corral está decepcionado y expectante, desesperanzado y con el peligro, que se conoce porque ha sucedido, que cuando las gallinas se aburren terminan picándose unas a otras. Para satisfacción del zorro.

@ArmandoMartini