Los colaboracionistas del G-3, por Marianella Salazar

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En aras de la unidad deseada no se puede permitir que PJ, AD y UNT, que conforman ahora el G3- de la MUD, negocien en nombre de toda la oposición la estabilidad de un régimen que estaba caído, sí,  estaba, porque ahora la dictadura, como sucedió en el 2014, se ha salido con la suya y se atornilla gracias a este grupo, que en los “acuerdos” asumieron de hecho que existió un fraude en las elecciones de Amazonas y aceptaron repetirlas, cuando los diputados –hoy traicionados– tienen sus credenciales expedidas por el CNE. ¿Cual es la garantía  de que esas elecciones se den sin un “fraude” del CNE? El gobernador Liborio Guarulla ha reaccionado y lo calificó de canallada. Pero en esos “acuerdos” del G-3 con el gobierno hay otras marramucias, como llamar “detenidos” a los presos políticos. En la reunión anterior de la mesa  de diálogo, el G-3 permitió que se les llamara “privados de libertad”, cuyo significado, deliberadamente deshonesto y tramposo, niega la existencia de presos políticos, lo que caracteriza a toda dictadura. Algo incompatible con los fines que deberían profesar partidos políticos que se hacen llamar democráticos. ¡Deplorable!

Tan grave como lo anterior es que el G-3 se comprara el cuento de la guerra económica y además, acuerde designar dos rectores, uno relacionado con el G-3 y otro por el PSUV, para continuar con un CNE con mayoría roja-rojita, comprometida en una vía electoral única para el 2018, que permitirá a los aspirantes presidenciales del G-3 posicionar sus candidaturas en el ámbito de unas elecciones de gobernadores y alcaldes, suspendidas de forma inconstitucional. Los “acuerdos” alcanzados en la Mesa de Diálogo frustraron las expectativas de la mayoría de los venezolanos, que esperábamos  resultados concretos sobre el referendo revocatorio en 2016 y no obtuvimos sino el acta de defunción. Mintieron descaradamente al anunciar que se retirarían de la Mesa si no se adelantaban unas elecciones generales y ni siquiera hicieron el aguaje de plantearlo. Indigna que el G-3 de la MUD se  haya sentado a lavarle la cara a la dictadura, justo en el momento en que la presión popular la tenía acorralada.

Es imperdonable que jueguen con la desesperación de un país que muere de mengua, ha sido tal el descaro en esas negociaciones que dejaron al descubierto la verdadera finalidad de ambos bandos: oxigenarse el uno con el otro. Esa  sí es la verdadera unidad, la del G-3 y el gobierno.

Ni G-2 ni G-3

Esta surgiendo un clamor sobre la necesidad de un nuevo frente opositor, otro movimiento alternativo que neutralice las maniobras del G3-gobierno,  que  obligue a la Asamblea Nacional retomar el juicio político para establecer las responsabilidades políticas de Nicolás Maduro y conducirlo a su destitución, como plantearon en la hoja de ruta anunciada después de la descomunal Toma de Venezuela y que inexplicablemente quedó en suspenso para dar una tregua, supuestamente a petición del Vaticano, cuando esos partidos solicitaron a la Iglesia pedir que no se realizara la marcha hasta Miraflores para no quedar como unos cobardes, que hicieron un anuncio improvisado y sin convicción alguna para apaciguar a los que en la autopista los abucheaban.

La MUD se presenta virtualmente dividida, llegó el momento de integrar un nuevo frente que aglutine al resto de los  partidos políticos, liderados por el preso de conciencia Leopoldo López, que ha convocado a un gran Movimiento Cívico de Defensa de la Constitución para respaldar que la AN retome el juicio político, y junto a  él, María Corina Machado, Antonio Ledezma, el movimiento estudiantil, los trabajadores, las academias  y  todos los sectores de la sociedad civil.

@AliasMalula

El Nacional 


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