Energía popular por Juan Manuel Raffalli
Feb 25, 2016 | Actualizado hace 8 años
Energía popular por Juan Manuel Raffalli

BanderadeVenezuela7

 

La crisis se agudiza como era de esperarse. Las medidas económicas cortas y tardías no lograrán efectos inmediatos ni palpables. La consecuencia obligada es que la calle se calienta. No tiene cara de evento sino de proceso. Las razones para protestar son muchas y rayan en la desesperación. No es fácil vivir sin agua, sin electricidad y menos aún sin medicinas ni alimentos básicos. Por cierto, decía José Toro Hardy y con toda razón, que con el petróleo a 7 dólares nunca hubo que hacer colas para comprar pan o leche, claro las cosas estaban difíciles pero la empresa privada estaba en pie y no era atacada persistentemente desde el poder.

En situación extrema el Gobierno busca ingresos a como de  lugar. Negociaciones para comprometer participaciones en empresas mixtas petroleras a precio de gallina flaca; mecanismos financieros a través del oro en reserva; y acuerdos internacionales sobre los niveles de producción petrolera, han sido los más vistosos y recientes. Del resto la estrategia pública para enfrentar el desastre económico consiste en proyectos e iniciativas a muy largo que pretenden sustituir el rentismo petrolero por la producción nacional. A buena hora se han dado cuanta de esta necesidad.

Lo cierto es que como dice el filósofo Pérez Pirela, la cosa está fea y no se puede tapar la información con propaganda. Durante 15 años se ha atacado sistemáticamente a los empresarios que producen, se han afectado miles de empresas en marcha y ahora pretenden estimular la inversión sin generar confianza ni cambios de fondo.

Ante la inminencia de la tensión social y política, nuevamente se ponen en la mesa las soluciones constitucionales para lograr un cambio de gobierno de manera democrática, léase sin una ruptura inaceptable del hilo constitucional. En este sentido se han presentado dos proyectos de enmienda con miras a recortar el mandato y llamara a elecciones presidenciales junto con la de Gobernadores a fin de este año. Se trata del mecanismo más sencillo dada su facilidad y rapidez para ser presentada y aprobada en la Asamblea Nacional con mayoría simple de los diputados. Lo complejo será lidiar con el CNE para el referéndum aprobatorio y con la Sala Constitucional que siempre consecuente con la revolución dirá que el recorte del mandato no es aplicable al gobierno en curso o cualquier otro argumento impresentable con el fin de boicotear esta solución. Por cierto, el artículo 24 de la Constitución que establece la garantía de la irretroactividad, se refiere a las “disposiciones legislativas”, es decir a la ley y no a las normas constitucionales, de manera que la enmienda tendría la vigencia temporal que el pueblo soberano decida.

En paralelo el hombre más votado de la oposición Henrique Capriles, con todo el respaldo de Primero Justicia, el partido con más diputados en la Asamblea, ha lanzado con todos los hierros la iniciativa para la revocatoria del mandato presidencial. Entendemos que la estrategia es movilizar y sensibilizar a la gente mediante el incuestionable mecanismo de la recolección de firmas, para luego presionar en toda la cancha para que el CNE se vea obligado a ejecutar la consulta popular en la cual la opción revocatoria deba sacar más 7.5 millones de votos que fue lo que oficialmente obtuvo Maduro según el CNE. Para Capriles y PJ las condiciones están dadas y esas metas son perfectamente alcanzables.

La verdad es que ambas opciones son válidas y constitucionalmente incuestionables. Las dos presentan ventajas y complejidades, pero la clave de todo, el verdadero catalizador del cambio no son los vehículos instrumentales políticos y constitucionales. Lo que definirá el cambio no es el mecanismo sino la energía popular. Dicho claro y raspao, si la gente protesta y exige cambios con fuerza y determinación, se hará inevitable un acuerdo para el cambio pacífico, pero si la desazón y la desesperanza cunden, entonces no habrá salida constitucional viable ni efectiva y lo que nos espera es una consistente caída en nuestra institucionalidad y en nuestra calidad de vida.

Afortunadamente eso no pareciera ser lo que está ocurriendo. En otra entrega mencionábamos la inminente trasgresión de los Niveles Mínimos de Subsistencia de la población y sus consecuencias. Los brotes de protesta son cada vez más claros y estruendosos. La calle está reaccionado sin la virulencia de un caracazo pero si con consistencia y una increíble madurez. Veremos en poco tiempo a dónde vamos, a una enmienda, a un revocatorio, incluso a una renuncia, o aun país arrodillado. Apuesto a que tenemos buenas piernas.

 

@juanraffalli

El Nacional