Hace apenas cuatro días atrás, los venezolanos fuimos sorprendidos por el aterrizaje en nuestro país de dos bombarderos estratégicos rusos, mejor conocidos como Tu-160. Como bien lo reseñó el diario “El Nacional”, estos son los aviones de guerra más grandes del mundo y tomaron tierra en el aeródromo venezolano de Maiquetía tras recorrer más de 10.000 kilómetros en menos de 13 horas. Posteriormente, algunos voceros oficiales señalaban, de manera tanto confusa como tímida, que Venezuela estaba a punto de adquirir este tipo de aeronaves, cuestión que consideramos extremadamente difícil.
Si bien esta es la segunda vez que estas impresionantes máquinas de guerra, que tienen capacidad para albergar unas cuantas ojivas nucleares, visitan los suelos venezolanos, el contexto internacional en el cual lo hacen hoy día es radicalmente distinto al de septiembre del año 2008, cuando fuimos testigos del vuelo de estas aeronaves en nuestros cielos por primera vez. Debemos recordar que para esa fecha se encontraban en uno de sus peores momentos las relaciones entre Rusia y los Estados Unidos, de la mano de sus respectivos presidentes Vladimir Putin y George W. Bush. Pocos meses después, con el arribo de Barack Obama a la Casa Blanca, se dio el conocido “reseteo” en las relaciones entre estas dos potencias, conllevando a lo que podríamos denominar la normalización de sus siempre presentes tensiones.
A lo interno, también debemos recordar, Hugo Chávez estaba en su mejor momento político y había acordado con los rusos inmensos contratos para la adquisición de armamento. La cifra montaba a más de cinco mil millones de dólares y representaba un gran aliciente para Moscú como para mover a tierras americanas estos inmensos aviones. Además, le mostraba al mundo que tenía amigos muy cercanos en el patio trasero de los Estados Unidos, donde podía desplazar a placer su maquinaria bélica.
Así que hoy además de la normalización de las tensiones ruso-americanas, la ausencia de halcones en la Casa Blanca y el debilitamiento de Venezuela en la esfera internacional, motivado a la muerte de Chávez y a una cada vez más alicaída economía, la presencia rusa en suelos criollos, nos hacen sospechar -si analizamos tal acción desde nuestra preferida perspectiva realista- que hay algún elemento específico en el accionar de su política internacional, que o bien desconocemos o bien estamos obviando. En otras palabras, pareciera que los rusos están moviendo sus piezas en el tablero mundial por alguna causa o razón que nosotros, desafortunadamente, no tenemos muy clara. El silencio de Washington sobre la pasada presencia rusa en Venezuela, por cierto, no hace sino añadir más incertidumbre a esta situación. Quedamos en deuda con nuestros amables lectores. Seguiremos investigando.
Centro Latinoamericano de Estudios de Seguridad.
Universidad “Simón Bolívar”
Por: Leopoldo E. Colmenares G.