Recojo de algunas plumas que disfrutamos el fin de semana algunos conceptos muy oportunos para saber lo que los venezolanos decidirán con las próximas elecciones de diputados a la Asamblea Nacional.
Manuel Caballero, punzante escritor dominical en El Universal titulaba “Comunismo Cuartelario” su pieza de ayer. De ella extraigo éstos párrafos:
“….conviene hablar de cómo se ha extendido, diseminado en el mundo el hábito de llamar “socialismo” a cuanta tiranía y hasta cuanta chifladura social se ha querido cubrir con un nombre prestigioso. Los primeros han sido los socialismos africanos.
Las peores tiranías del continente negro, los regímenes del África subsahariana, buscaron adoptar el término. Incluso uno de ellos, si mal no recordamos uno de los Congos, adoptó por un cierto tiempo la bandera roja con la hoz y el martillo.
No hay que olvidar tampoco que el partido de Hussein, el Baas, era un partido “socialista”. Y eso sin olvidar una de las tiranías más estúpidas del universo mundo, el régimen de Corea del Norte.
Todos estos regímenes tienen varias cosas en común: son sumamente corrompidos; han desarrollado un increíble culto a la personalidad de sus dirigentes.
Y lo peor de todo, han sumido a sus pueblos en la más atroz miseria.
Para ellos, el socialismo es la igualdad en la miseria. La miseria de sus gobernados, porque sus líderes nadan en la abundancia.
Comunismo de cuartel
Por último, estos regímenes tienen una cosa en común: son regímenes militares. La “igualdad” que pregonan es la de los cuarteles: por un lado, son iguales en una cosa: la obediencia al Jefe Supremo. Por lo otra, su alimento es la magra pitanza cuartelaria, el infame “rancho” que ingieren los soldados.
Ese es el significado de lo que Marx llamaba Kassernkommunism .Allí todo está en común, pero en la obediencia, en la miseria y el encierro entre las cuatro paredes de un cuartel. Eso sí, buscando siempre un enemigo que supuestamente nos amenaza, para mantener a los soldados atemorizados, prestos a la obediencia y a la miseria.
Hoy, algunos pretenden que en Venezuela, la oposición está desarrollando una campaña anticomunista, al estilo del macartismo. Nada más falso: no es el progresismo lo que se combate, sino el comunismo cuartelario.”
Marta Colomina en la misma edición de El Universal escribe bajo el título“¿Quieres el comunismo después del 26?, enfatizando que lo único que mueve obsesivamente a Chávez es permanecer varias décadas en el poder.
Sus líneas más descriptivas son éstas:
Para su perpetuación en el poder Chávez necesita las dos terceras partes de la nueva AN, tal como reconoció hace días al afirmar que no le importaban las gobernaciones ni alcaldías, sino la AN, imprescindible para “legitimar” su socialismo del siglo XXI, es decir, su comunismo. Se aferra a la AN porque “su visión totalitaria lo conduce a calcular que la pérdida de uno de los poderes es el hilo por donde comenzará a descoserse el reencauchado experimento de control estatista, centralizado y autoritario sobre la sociedad” (Simón García, Tal Cual16-09). Chávez sabe que, si pierde la mayoría, tendrá que rendir cuentas a la nueva AN sobre los $61.500 millones que ha regalado a 38 países desde 2005. Cuba ha recibido más de $20 mil millones en petróleo regalado, en la refinería Cienfuegos (mientras las nuestras están destruidas), en plantas eléctricas y hasta viviendas que le ha negado a los venezolanos más pobres. De nuevo Chávez pretendió esta semana satanizar a La Polar y a su presidente Lorenzo Mendoza: la culpa de la matazón de los barrios sería de la cerveza, cuyos camiones sugirió destinarlos a transporte de alimentos (¿cuáles alimentos? ¿Confiscará de nuevo los de Polar?). También la culpa de que su inepto gobierno haya fracasado estrepitosamente en la construcción de viviendas sería de La Polar, por ocupar legítimamente, porque son suyos, las oficinas y depósitos de Los Ruices.
El mundo está viendo (y Chávez también) que el régimen cubano se derrumba. Los Castro despiden a 500 mil trabajadores (pronto serán más de un millón) y dan “permiso” a los despedidos para instalar microempresas y cooperativas. Raúl Castro pidió ayuda a los chinos para cambiar su comunismo traducido en miseria, por algo como lo que convirtió a China en la segunda economía capitalista del mundo. Chávez, en cambio, destruye la propiedad privada y, con ella, el empleo de calidad, a sabiendas de que el pueblo pasará hambre, como ocurrió en Cuba y en la URSS. Comprueben cómo están las fincas, edificios y fábricas confiscadas al grito de “¡Exprópiense!”. Las fincas son tierra arrasada, las fábricas centros de ideologización donde, poco después, desaparece la producción y el Sambil de La Candelaria, por ejemplo, es refugio de borrachitos y drogadictos.
Lo único que mueve obsesivamente a Chávez es permanecer varias décadas en el poder, como hicieron Stalin y Fidel. El domingo 26S nosotros podemos impedir que eso ocurra. Si votamos masivamente por la Unidad Democrática, desde la AN levantaremos un muro de contención para que Venezuela no siga deslizándose por el precipicio que hundió a los cubanos en la miseria e ignominia durante más de medio siglo.
Sobre los resultados posibles del domingo Gerver Torres nos pintó un panorama en el que todo dependerá de la actuación de los diputados a ser elegidos.
Su artículo en El Universal de ayer lo describe así:
¿Bajo qué criterios debe juzgar la oposición los resultados de las próximas elecciones legislativas? ¿Cómo saber si lo que se ha obtenido es un triunfo o una derrota? Diversos analistas políticos han sugerido varios criterios centrados fundamentalmente, bien en el número de diputados que se obtenga o en el de los votos populares que permitan su elección.
Sin negar la importancia de esos parámetros cuantitativos, sostengo que el verdadero resultado del 26S lo vamos a ver en las semanas y meses que siguen a ese día. Doy por descontado que la oposición va a obtener un buen número de diputados; que va a tener una presencia numérica significativa en el Parlamento. Pero, lo que hará la diferencia es lo que ese grupo de hombres y mujeres hagan desde allí en esta coyuntura tan difícil por la cual atraviesa el país. Lo que hará la diferencia es la forma como esos representantes populares se organicen y entiendan su tarea, que en estas circunstancias va mucho más allá de ser simplemente unos diputados.
Los representantes populares que elegiremos el 26S serán diputados a los cuales les corresponderá actuar dentro de un régimen disfrazado de democracia; que afianza día a día su vocación totalitaria. Se trata de representantes populares cuya esencia misma está siendo negada por el régimen. Por esa razón, ellos no vienen al Parlamento simplemente a discutir y aprobar leyes como ocurriría en una democracia normal. Deben venir más bien a promover y organizar desde la Asamblea Nacional las luchas populares por la preservación de la libertad y la democracia. Su trabajo será más hacia afuera, hacia la calle que hacia adentro. Esos diputados han de ser una plataforma para la denuncia, para la movilización popular contra el modelo socialista que se nos quiere imponer. Más que legisladores deberán ser activistas políticos efectivos. Por esta razón, tan o más importante que cuántos lograremos, será lo que ellos hagan.