No se ha determinado aún con precisión cómo el virus pudo haber saltado del murciélago hasta el humano. Si fue ingerido o si el salto al humano se produjo por el contacto con alguna secreción de ese indeterminado animal
El pasado 11 de marzo, la Organización Mundial de la Salud decretó la pandemia por la enfermedad Covid-19. La declaratoria llegó seis semanas después de que China entrara en cuarentena y de que 114 países del mundo reportaran contagios.
El nombre científico del virus que causa la enfermedad es SARS-CoV 2. Los primeros casos se detectaron en la provincia de Wuhan -centro de China-.
66% de los primeros casos de contagio del nuevo coronavirus tuvieron un punto en común: una exposición directa en el Mercado de Mariscos de Wuhan. En ese sitio se vendían pescados y mariscos, pero también especies exóticas como fauna salvaje, serpientes y distintos tipos de carnes.
Medios asiáticos como el South China Morning Post tuvieron acceso a estadísticas que el gobierno chino no ha dado a conocer públicamente. De acuerdo con estos datos, el primer caso de la enfermedad del Covid-19 fue detectado específicamente el 17 de noviembre de 2019. Para el último día de ese año, había ya 266 casos confirmados.
Los registros de la Organización Mundial de la Salud indican que China confirmó el primer caso el 8 de diciembre. Pero la OMS no hace rastreos de las enfermedades, sino que utiliza las estadísticas suministradas por los gobiernos.
Una investigación de la revista científica The Lancet concluyó que el nuevo virus pertenecía a la familia Coronavidae, y que estaba emparentado con el Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SARS) y con el Síndrome Respiratorio de Oriente Medio (MERS)
Y aunque se ha logrado secuenciar el genoma del virus tanto en China como en otros países que reportan casos (España, Francia, México y Panamá, entre otros) a la fecha, una preocupación sigue rondando a la comunidad científica: No se ha determinado aún con precisión cómo el virus pudo haber saltado del murciélago -que son los reservorios naturales de los coronavirus- hasta el humano.
Científicos del Departamento de Inmunología y Microbiología del Instituto de Investigación Scripps, en La Jolla, California, resaltaron que es indispensable entender cómo este virus animal atravesó los límites de las especies para infectar a los humanos de manera tan productiva.
Esta identificación, aseguran, es fundamental para ayudar a prevenir futuros eventos zoonóticos (es decir, transmisión de enfermedades de animales a humanos).
Por ejemplo, si el SARS-CoV-2 se preadapta en otra especie animal, entonces corremos el riesgo de futuros eventos de reaparición, incluso si se controla la epidemia actual”, advertían desde el 16 de febrero.
El artículo fue compartido en Virological, un prestigioso foro de discusión internacional en el que científicos de todo el mundo comparten e interpretan investigaciones sobre la evolución molecular y la epidemiología del virus.

Pangolín, el primer señalado
El 7 de febrero de 2020, un equipo científico anunció que el pangolín podría haber sido ese “huésped” intermedio entre los murciélagos y el humano.
El pangolín es el mamífero más traficado del mundo y sus escamas son muy utilizadas en países asiáticos para elaborar remedios contra el asma, el reumatismo o la artritis.
Según estos primeros hallazgos, un coronavirus hallado en un pangolín tenía un genoma 99% igual al del coronavirus que causaba la enfermedad Covid-19 en humanos.
Pero la revista Nature aclaraba el 26 de febrero, tras analizar tres estudios distintos, que la evidencia aún no era concluyente.
Hace tres semanas, científicos chinos sugirieron, sobre la base de análisis genéticos, que el pangolín escamoso que comía hormigas era el principal sospechoso . Pero los científicos ahora han examinado esos datos, junto con otros tres estudios del genoma del coronavirus del pangolín publicados la semana pasada, y dicen que, aunque el animal sigue siendo un contendiente, el misterio está lejos de resolverse”.
En concreto, resaltaban un hecho anecdótico: El resultado de la Universidad Agrícola del Sur de China que revelaba un 99% de coincidencia entre el genoma de un coronavirus en pangolines y el que afecta a los humanos desde finales de 2019 solo era en un sitio específico (conocido como el dominio de unión al receptor -RBD-) y no en la secuencia completa del virus.
Después, se reveló que el anuncio -que daba cierta luz de esperanza al mundo sobre cómo llegó el nuevo peligroso coronavirus a los humanos- se debió a una “falta de comunicación vergonzosa entre el grupo de bioinformática y el grupo de laboratorio del estudio”. Así mismo lo admitió más tarde Xiao Lihua, un parasitólogo de la referida universidad y coautor del artículo.
Al final, la comparación de todo el genoma descubrió que el pangolín y los virus humanos comparten el 90,3% de su ADN.
El animal puente en otros virus
En el pasado, ha sido estudiado y descrito la forma en la que virus que afectan respiratoria y peligrosamente a los humanos como el SARS y el MERS se trasladaron a otro animal antes de extenderse a las personas.
En el caso del SARS (síndrome respiratorio severo que afectó a Asia en 2003) estos animales “huéspedes” fueron las civetas.
En lo que respecta al MERS, que afectó a países del Medio Oriente, la ciencia identificó que el huésped intermedio fueron los camellos.
Para que el pangolín pueda ser determinado como el animal “puente” que pasó el nuevo coronavirus a los humanos la similitud genética debería ser mayor que la informada en los estudios que hizo China, afirmó Arinjay Banerjee, experta en estudios de coronavirus en la Universidad McMaster en Hamilton, a la revista Nature.
La viróloga afirma que el SARS compartió el 99.8% de su genoma con un coronavirus de civeta, cifra que sí permite concluir que fue ese animal la fuente de ese virus respiratorio.
Conocer la fuente es clave
El nuevo coronavirus es el responsable de la muerte de más de 8.000 personas en el mundo hasta la fecha de la redacción de este artículo (19 de marzo de 2020).
Determinar los orígenes del brote inicial en Wuhan es indispensable para poder prevenir futuros factores de riesgo. La ciencia debe poder ser capaz de identificar el animal puente y el probable mecanismo de transmisión al humano (contacto o consumo) si quiere evitar que haya un resurgimiento una vez que el mundo sea capaz de controlar pandemia.
Científicos del Instituto Nacional para el Control y Prevención de Enfermedades Virales en China publicaron un artículo en The Lancet a finales de febrero. Allí sugieren que un animal vendido en el mercado de mariscos en Wuhan podría representar un huésped intermedio que facilitó la aparición del virus en humanos.
Pero todavía no se ha llegado a especificar cuál fue, entre la amplia oferta de carnes de 112 animales -desde koalas, hasta ratas- que se vendían en ese gran y polémico centro de expendio de animales vivos y muertos de Wuhan.
En consecuencia, sigue siendo también un enigma el mecanismo de transmisión: Si fue ingerido o si el salto al humano se produjo por el contacto con alguna secreción de ese indeterminado animal. Hasta que no se logre determinar con certeza cómo sucedió, no se podrán tomar los correctivos necesarios para evitar que vuelva a ocurrir, tomando en cuenta que en China es un asunto cultural el consumo de fauna silvestre y especie exóticas bajo la popular creencia de que tiene beneficios añadidos para la salud y de que son una fuente alternativa de proteínas y de ingreso en regiones empobrecidas.
Ese foco principal del virus permanece cerrado desde el 1 de enero. El pasado 24 de febrero, presionadas por el escrutinio del mundo y golpeadas severamente por el coronavirus, las autoridades chinas tomaron la decisión de prohibir totalmente el comercio ilegal y el consumo de animales salvajes, como medida para proteger la vida y la salud de la población.
Sin embargo, no hay garantías de que esta disposición se mantenga en el tiempo. China también prohibió la venta de civetas en el punto más alto del brote de SARS en 2003, pero en solo cuestión de meses, derogaron la prohibición, el comercio de estos animales se reanudó y volvieron a formar parte de los menús locales en donde eran ofrecidas como un “manjar de invierno”.
Los expertos chinos que publicaron en The Lancet concluyeron su disertación sobre la necesidad de identificar el huésped intermediario del SARS-CoV 2 con una importante advertencia:
La evolución futura, la adaptación y la propagación de este virus justifican una investigación urgente”.