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¿Gana Perú? por Virginia Contreras

Hablar sobre un presidente electo resulta tan arriesgado como el hacerlo de una novia fea, o de un recién fallecido cuya vida hubiera resultado no muy “sancta”. Aún así, bajo la temeridad de caer en desgracia de tantos analistas políticos y sabedores de oficio, que nos han presentado toda serie de pronósticos sobre el futuro del Perú,  vale la pena el destacar algunos elementos que nos permitirán reflexionar respecto a las circunstancias que rodean al gobierno que conducirá los destinos de una Patria que merece algo más que buenas intenciones.

El pasado 30 de mayo, la ciudad boliviana de La Paz, fue escenario de una visita que de no ser por la acuciosidad de algunos profesionales de los medios de comunicación, hubiera pasado desapercibida. John Arandia, conocido periodista boliviano, y presentador del programa de televisión “A Todo Pulmón”, transmitido desde hace seis meses por la estación de televisión boliviana “Cadena A”, entrevistó al internacionalista peruano Hugo Cabieses Cuba.

La entrevista pueden verla AQUÍ

Cabieses ha formado parte del equipo político, en el área internacional, del entonces candidato presidencial, y actual presidente electo del Perú, Ollanta Humala. Sus ideas a favor de la negativa a la erradicación de la hoja de coca, así como respecto a la organización de la sociedad alrededor de la siembra de dicha hoja- similares a las adoptadas por el presidente Morales en Bolivia- han sido recogidas en numerosos artículos, así como en su libro “Peru’s Cocaleros On the March”. Considerado un importante asesor político de la agrupación “Sendero Luminoso”, su nombre ha sonado como una de las opciones para presidir la cancillería de su país, o en todo caso, representar al futuro gobierno que comenzará en julio próximo, como embajador en algún territorio del globo terráqueo.

El primer detalle que llamó la atención de dicha visita fue el denotado interés del licenciado Cubieses, de centralizar la atención de quienes se encontraban a su alrededor respecto a su presencia en la capital boliviana. Siendo que no existía ninguna expectativa sobre algún tema en concreto para desarrollar en la entrevista, y del poco tiempo que faltaba para la realización de las elecciones peruanas, muchos atribuyeron la actitud exaltada del visitante, al interés de hacerse notar por su jefe, el candidato Humala, a fin de obtener algún tipo de dividendos políticos de llegar éste a la primera magistratura del Perú.

El caso es que el visitante fue trasladado de un lado para otro en el país del Altiplano, usando un vehículo oficial. Nos referimos específicamente a una vagoneta del ministerio de gobierno, con un chofer asignado, el cual fungía simultáneamente como guardaespaldas. Así lo hicieron saber algunos de quienes se dejaron atraer por las características del vehículo en cuestión, y así lo afirmaron quienes se llevaron por la tentación de verificar el porqué un ciudadano extranjero, que acudía simplemente a Bolivia a una entrevista prácticamente de rutina electoral, era recibido con un vehículo asignado por el gobierno de Bolivia y bajo el tratamiento “VIP” antes expuesto.

Cubieses no viajaba solo, aún cuando así trató de demostrarlo de manera exageradamente casual. Si bien es cierto que acudió a la tan promocionada entrevista sin acompañantes, cuentan los curiosos que el mismo vehículo fue utilizado para trasladar a ciertos personajes que ese día acompañaron a Cubieses desde Perú al vecino país.  Para asombro de los presentes, los viajeros del vehículo oficial no resultaron desconocidos, más aún al verificar que la ruta acordada los llevaría a una reunión organizada por miembros de la llamada “Policía Sindical”, y en donde participarían- como supuestamente sucedió- el congresista boliviano Isaac Avalos, y la dirigente cocalera y senadora boliviana, miembro del círculo político más cercano y “duro” del presidente Morales, Leonilda Zurita (Casualmente a la Sra. Zurita el gobierno de los Estados Unidos hace algunos meses revocó su visa para ingresar al país del norte, por considerarla involucrada en actos de terrorismo). Según cuentan, los misteriosos acompañantes de viaje a que hacemos mención fueron: Jorge Quispe Palomino, el menor de los conocidos “hermanos Quispe”, -líderes de la agrupación terrorista peruana “Sendero Luminoso”-, y el “Camarada Camilo”, igualmente miembro de dicha organización.

A fin de entender la connotación de la referida reunión, vale la pena señalar algunos detalles adicionales. Según han reseñado los medios de comunicación en diversas oportunidades, Isaac Ávalos y Leonilda Zurita, han estado vinculados con hechos irregulares parte de sus vidas. Ambas personas fueron involucradas en los sucesos acaecidos en junio 2009, en la zona de Bagua, Perú- conocidos bajo el nombre del “Baguazo”. Allí, como consecuencia de una manifestación indígena en contra de ciertas acciones gubernamentales, y de iniciativas legislativas del Congreso peruano, supuestamente atentatorias de los derechos de la población indígena en la zona, se produjo una terrible tragedia, falleciendo 34 personas, de las cuales la mayoría fueron miembros de la policía peruana, secuestrados por los manifestantes horas antes. En aquel entonces, Ávalos y Zurita fueron relacionados con Alberto Pizango, de nacionalidad peruana, y conocido como autor intelectual de la referida masacre. Tanto se le involucró a Pizango en estos hechos, que durante aquella oportunidad tuvo que esconderse, siendo asilado por el gobierno de Nicaragua.

De la investigación del “Baguazo” son muchos los elementos que afloraron públicamente. Uno de ellos hace mención a que las acciones que originaron tan sangriento resultado obedecieron como consecuencia de una estrategia de “carácter internacional”, en donde supuestamente estarían involucrados gobiernos foráneos, como los de Venezuela y Bolivia.

Para afianzar estas afirmaciones, en el expediente levantado por la Fiscalía Provincial de Utcubamba, se señala que “existió una fluida comunicación a través de celulares y radios entre los promotores del paro y los piquetes que bloquearon la vía Fernando Belaunde, a la altura de Curva del Diablo, y el puente Corral Quemado; así como con los que debían oponerse el desalojo policial” (sic). “Esta circunstancia fue corroborada en el momento de ser capturado en la Curva del Diablo, el ciudadano “Leo Tiñes Tanampa”, el cual portaba  una mochila contentiva con más de 7.000 soles, en billetes de baja denominación, varios celulares y una agenda con las direcciones y teléfonos de políticos y empresarios de Amazonas. Tiñes fue custodiado por dos sujetos que ahora están detenidos, de los cuales uno de ellos escondía en un costal el fusil AKM, propiedad de uno de los policías asesinados” (sic).

En relación con la reunión antes mencionada, el epílogo de la misma no pudo ser más elocuente si nos dejamos llevar por las caras de emoción de los visitantes. Y es que, según narra cierto participante, éstos agradecieron a los presentes la generosa contribución económica, que como parte del acuerdo concertado tiempo atrás, habían venido materializando algunas autoridades bolivianas en conjunción con ciertas sub agrupaciones del Sendero Luminoso, en beneficio, supuestamente, del candidato Humala.

Para quienes desconocen los intríngulis de la política boliviana y la relación entre los intereses de algunas organizaciones y personalidades de dicho país, con el Perú, los detalles antes señalados, de visitas sospechosas y contribuciones aún peores, deben resultar algo así como una adivinanza. Pero cuando uno verifica la similitud de ofertas políticas, la coincidencia de intereses ideológicos y la estrecha relación de vieja data, entre organizaciones cocaleras y actividades terroristas, de uno u otro país, uno entiende que no sólo el mundo no ha cambiado, sino que hasta las personas, agrupaciones, gustos y métodos, siguen siendo los mismos en eso de afianzar el poder a costa de repetir mil veces que la hoja de coca no hace daño, que más bien sirve para fortalecer el cuerpo y el espíritu, y que las organizaciones que utilizan la violencia, y cometen hechos de sangre en nuestros países, no son más que agrupaciones pacíficas incomprendidas por las aristocracias y por el imperio norteamericano. Así lo hace creer Evo Morales, y así lo ha intentado demostrar Ollanta Humala.

Si bien muy probablemente ha podido ser pura coincidencia la posibilidad de seguimiento respecto de la reunión en mención, hay quien dice que de no ser por la ola de detenciones que se han venido realizando en Bolivia, como consecuencia de actos criminales cometidos por altas autoridades de ese país, nadie hubiera reparado en aquella. Tal y como ha sido reseñado por los medios de comunicación internacionales, a principios de año, miembros de la “DEA”, en la ciudad de Panamá, procedieron a la detención del general de Policía (Ret.), René Sanabria, quien fuera director Nacional de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Narcotráfico boliviana (FELCN) – 2007-2008-, y posteriormente miembro del Centro de Inteligencia y Generación de Información (Cigein) dependiente del Ministerio de Gobierno, y quien a pesar de vivir tranquilamente en su país, poseía desde el 16 de diciembre de 2010,  una orden de “captura internacional” por la justicia de los Estados Unidos. De igual forma, ha sido vox populi en ese país, las detenciones en contra de otros oficiales bolivianos, como el coronel de la Policía, Milton Sánchez Pantoja, (también miembro del organismo gubernamental de contrainteligencia en la lucha contra el narcotráfico); el coronel de policía, Robert Valdez Ponce, (ex jefe de Interpol, quien fue capturado en la ciudad de Montero -Santa Cruz- acusado de narcotráfico por la Fiscalía de Distrito); el capitán Falsi Antonio Calderón Gil; el mayor Edwin Raúl Oña Moncada y el capitán Franz Fernando Siles Ríos, (a quienes se les acusó de pertenecer a la banda del ex general Sanabria), y las detenciones del capitán Juan José Ugarte Grájeda, del sargento Paulino Tapia Flores, y del cabo Bethy Poma Sanga. De allí que gracias a estos antecedentes, la presencia en plena capital de Bolivia de tan selectos visitantes, la de sus anfitriones, y peor aún; el objeto de la clandestina reunión, no pasaron desapercibidos.

Por si tantas detenciones hubieran sido pocas para alertar a la población boliviana respecto a cualquier amenaza futura, la posibilidad de que el costoso vehículo oficial facilitado a los “senderistas”, junto al Sr. Cubieses, formara parte del llamado “delito de moda” en Bolivia, abrió aún más los ojos de los curiosos respecto a conocer “qué se cocinaba allí adentro”.

Nos estamos refiriendo a la utilización, por parte de autoridades gubernamentales bolivianas, y personas vinculadas al crimen organizado en ese país, de vehículos de alto valor económico, los cuales han venido siendo adquiridos con la finalidad de lavar dinero proveniente del narcotráfico, y otros delitos, así como de transportar hacia países vecinos, drogas y demás productos ilegales, mediante el uso de placas de identificación, “clonadas”.  Esta situación ha llegado a un nivel tal en Bolivia, que hasta el Comandante de la Policía Boliviana, general Ciro Farfán, ha sido suspendido y se encuentra investigado, sindicado como uno de los líderes de este clan delictivo. Comprenderán entonces la mala idea que significó para el Sr. Cubieses y sus acompañantes, el aceptar el protocolo del gobierno boliviano, haciendo uso de un vehículo oficial en dichas circunstancias, siendo que la actitud de quienes facilitaron la referida reunión parecía más que un acto de cortesía extrema, una demostración descarada respecto del nivel de impunidad con que cuentan ciertas autoridades en ese país.

Pero esta reunión antes descrita nos lleva a preguntarnos ¿Cuál podría ser el interés de las organizaciones y gobiernos cocaleros respecto al presidente Humala?

La respuesta ha sido facilitada por distintos especialistas en la lucha contra la droga en la región. Frente a la necesidad de financiamiento de las organizaciones terroristas para la continuación de sus actividades, así como respecto al interés de las organizaciones criminales de afianzar sus actividades delictivas e incrementar sus ganancias, la posibilidad de la legalización de la siembra de hojas de coca en la región, es su salvación. El gobierno de Bolivia lo ha establecido, aún cuando no ha tenido suerte en convencer, ni a los organismos internacionales encargados de la lucha contra la droga, ni a las Naciones Unidas, ni al gobierno de los Estados Unidos, respecto a lo inocuo de la siembra de hojas de coca con supuestos fines medicinales y culturales. De allí, que para dicho gobierno y las organizaciones cocaleras, cuyo líder máximo es  precisamente el propio presidente Evo Morales, el incremento del negocio, si de grandes cifras de producción de coca estamos hablando, pasa por la prolongación de dicha política en el vecino Perú, hoy en día segundo mayor centro de producción de cocaína del mundo y cuyas facciones de Sendero Luminoso compiten con los cárteles colombianos y mejicanos por el control del tráfico de cocaína en la zona.

Lo antes señalado explicaría el porqué el hoy presidente electo Ollanta Humala ha sido tan constante (hecho que no ha sido igual en áreas como la economía, en donde presentó distintas propuestas de gobierno) en destacar la necesidad de evitar la erradicación del cultivo de hoja de coca en su país, ofreciendo a cambio la posibilidad de otras políticas alternativas, sin identificar de cuáles se trata. Si a esto le agregamos su posición respecto a la naturaleza de la organización “Sendero Luminoso”, la cual ha sido referida en varias oportunidades por él, de una manera poco menos que contradictoria, la situación se presta a verdadera confusión.

Siendo que para el nuevo presidente, el Sendero Luminoso ha sido transformado, de ser “una especie de Robin Hood” (según sus propias declaraciones en el programa de la televisión española “90 segundos”, en 2009), a convertirse en una organización reivindicatoria, aunque con acciones terroristas, (como se desprende de su libro “De Locumba a candidato a la presidencia en Perú”,2009), entenderemos el destino que tarde o temprano podría enrumbar el país que hasta el presente ha servido como ejemplo de “crecimiento económico sostenido e inigualable en América Latina” (Banco Interamericano de Desarrollo, 2011).

Adicionalmente a la evidente preocupación que han demostrado los conocedores del tema de la lucha contra la droga respecto a la “bolivianización del Perú”, igualmente ha resultado preocupante el manejo de los fondos de la campaña electoral del hoy presidente electo, por parte de sus más cercanos colaboradores. Estamos hablando del coronel (Ret.) Adrián Villafuerte, considerado el hombre clave en la campaña de Ollanta Humala (tanto en el presente, como en el 2006), y por ende, persona sumamente influyente en el presidente electo.

Lo curioso de esta relación entre Humala y el mencionado coronel, según detallan algunos de los allegados al nuevo jefe de Estado, es la vinculación de Villafuerte con uno de los operadores militares más importantes para el entonces hombre fuerte del Perú, Vladimiro Montesinos. Nos referimos al general César Saucedo Sánchez, quien hoy en día se encuentra en prisión por el delito de enriquecimiento ilícito, y quien en los días de gloria de aquél, ocupara- por designación de Montesinos- cargos tan relevantes como el de Comandante General del Ejército, presidente del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas, ministro del Interior y ministro de la Defensa.

Si nos dejamos llevar por el cúmulo de información que ha sido suministrada sobre el colaborador del candidato Humala, el coronel Villafuerte ha sido la persona que manejó muy posiblemente la mayor parte del dinero en efectivo que fue utilizada en la campaña  electoral de aquél. En este orden de ideas, si bien el entonces candidato denigraba de la relación entre su mayor oponente, Keiko Fujimori, y el padre de ésta, el ex presidente Alberto Fujimori, al parecer no sentía lo mismo por los colaboradores inmediatos de este último, no sólo por la presencia del referido coronel en su círculo íntimo, sino por las contribuciones económicas que muchos de los ex miembros del gobierno fujimorista, y hoy en prisión, habrían facilitado a su campaña electoral.

No sabemos si el coronel Villafuerte también manejaría los supuestos fondos suministrados por presuntas autoridades bolivianas, y por la agrupación Sendero Luminoso, pero si comparamos el mecanismo utilizado por el administrador de las  contribuciones económicas, no habría ningún tipo de obstáculo, ni físico, ni ético, para no incluir igualmente estas ayudas económicas dentro de los fondos electorales.

Tal y como ha sido del conocimiento público en Perú, existen suficientes elementos como para pensar que la presencia del mencionado ciudadano, hoy en día designado por el Sr. Humala como miembro de la “Comisión de Transferencia del gobierno”, y su relación con el nuevo mandatario, ameritan una evaluación especial, más aún cuando su persona es mencionada como uno de los allegados de quien hubiera ocupado la Dirección de Personal del Ejército (“Diper”), para entonces general de Brigada Luis Vera Betancourt. Esto último, por cuanto que para nadie es un secreto que mientras el alto oficial ejercía dicha responsabilidad en la mencionada oficina de personal, fue desaparecido de ésta, parte del expediente relativo al otrora oficial Ollanta Humala, (“comandante Carlos”), referido a la actuación de éste en la conocida masacre producida en la “base militar Madre Mía”, en 1992, y cuyo proceso judicial hoy en día se encuentra abierto (ver comunicado del Ministerio de Defensa, febrero 2006, al respecto).

La situaciones antes planteadas denotan algunos indicios alarmantes respecto al futuro que eventualmente pudiera asignársele al Perú, en momentos en los cuales los más necesitados esperan de su nuevo presidente una verdadera política de redistribución de la riqueza, en base a equidad y justicia social, y no a la facilitación de herramientas poco ortodoxas como la proliferación de la hoja de coca, como cultivo alternativo.

En todo caso, sobre el tema del Perú son muchas las preocupaciones que han demostrado influyentes economistas y expertos en la región, si no se respetaren las políticas que en materia económica garantizaron el éxito del país, y si no se otorgaren a los inversionistas nacionales y foráneos, suficientes garantías de respeto al Estado de Derecho, y por ende de seguridad jurídica. Frente a la acción del nuevo gobierno, salvo las ingenuas ofertas de “vigilancia y seguimiento”, facilitadas por el ex presidente Alejandro Toledo, y el premio nobel de literatura, Mario Vargas Llosa, no existe ninguna otra en particular, capaz de hacer efectiva alguna medida para evitar el abuso de poder, o la incapacidad en el manejo de los asuntos del Estado a la cual podría llegar el nuevo mandatario.

Ofertas como la eliminación de la economía neoliberal, hoy en día aparentemente superadas por el nuevo presidente, podrían resultar revividas si tal como muchos de sus allegados auspician, el recién electo mandatario propiciara en un futuro una reforma constitucional capaz de justificar en “la voluntad del pueblo”, lo que todos sabemos sería la voluntad del gobernante. Lo han hecho los gobiernos de Venezuela, y lo han seguido gobiernos como los de Bolivia y Ecuador, y nada impediría que lo hiciera el gobierno del Perú.

En la actualidad son muchos los que se relamen las heridas de la derrota, y otros los que piensan ávidamente en un nuevo regreso dentro de cinco años. Mientras esto sucede, otros apuestan por una reforma constitucional, una Asamblea Constituyente u otros mecanismos de participación popular capaces de justificar en unos, los deseos reprimidos de otros. Lógico es pensar que ninguna de estas posibilidades vaya a producirse a corto plazo, sin la necesaria consolidación política del nuevo gobierno, y de su partido político, que como todas las agrupaciones políticas actualmente en Perú, carece de cohesión social y de una mayor ideología que las ganas de gobernar. Aún así, el tiempo pasa, y el día llegará. Pruebas como la aplicación de la política de no erradicación de la hoja de coca, materia prima de una de las drogas más dañinas del planeta, o la justificación de la existencia de organizaciones como el Sendero Luminoso en el plano social, servirán de alerta respecto a lo que tarde o temprano muy posiblemente podría suceder. ¿No lo cree?

¿Cuánto apuesta?

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Hablar sobre un presidente electo resulta tan arriesgado como el hacerlo de una novia fea, o de un recién fallecido cuya vida hubiera resultado no muy “sancta”. Aún así, bajo la temeridad de caer en desgracia de tantos analistas políticos y sabedores de oficio, que nos han presentado toda serie de pronósticos sobre el futuro del Perú,  vale la pena el destacar algunos elementos que nos permitirán reflexionar respecto a las circunstancias que rodean al gobierno que conducirá los destinos de una Patria que merece algo más que buenas intenciones.

El pasado 30 de mayo, la ciudad boliviana de La Paz, fue escenario de una visita que de no ser por la acuciosidad de algunos profesionales de los medios de comunicación, hubiera pasado desapercibida. John Arandia, conocido periodista boliviano, y presentador del programa de televisión “A Todo Pulmón”, transmitido desde hace seis meses por la estación de televisión boliviana “Cadena A”, entrevistó al internacionalista peruano Hugo Cabieses Cuba.

La entrevista pueden verla AQUÍ

Cabieses ha formado parte del equipo político, en el área internacional, del entonces candidato presidencial, y actual presidente electo del Perú, Ollanta Humala. Sus ideas a favor de la negativa a la erradicación de la hoja de coca, así como respecto a la organización de la sociedad alrededor de la siembra de dicha hoja- similares a las adoptadas por el presidente Morales en Bolivia- han sido recogidas en numerosos artículos, así como en su libro “Peru’s Cocaleros On the March”. Considerado un importante asesor político de la agrupación “Sendero Luminoso”, su nombre ha sonado como una de las opciones para presidir la cancillería de su país, o en todo caso, representar al futuro gobierno que comenzará en julio próximo, como embajador en algún territorio del globo terráqueo.

El primer detalle que llamó la atención de dicha visita fue el denotado interés del licenciado Cubieses, de centralizar la atención de quienes se encontraban a su alrededor respecto a su presencia en la capital boliviana. Siendo que no existía ninguna expectativa sobre algún tema en concreto para desarrollar en la entrevista, y del poco tiempo que faltaba para la realización de las elecciones peruanas, muchos atribuyeron la actitud exaltada del visitante, al interés de hacerse notar por su jefe, el candidato Humala, a fin de obtener algún tipo de dividendos políticos de llegar éste a la primera magistratura del Perú.

El caso es que el visitante fue trasladado de un lado para otro en el país del Altiplano, usando un vehículo oficial. Nos referimos específicamente a una vagoneta del ministerio de gobierno, con un chofer asignado, el cual fungía simultáneamente como guardaespaldas. Así lo hicieron saber algunos de quienes se dejaron atraer por las características del vehículo en cuestión, y así lo afirmaron quienes se llevaron por la tentación de verificar el porqué un ciudadano extranjero, que acudía simplemente a Bolivia a una entrevista prácticamente de rutina electoral, era recibido con un vehículo asignado por el gobierno de Bolivia y bajo el tratamiento “VIP” antes expuesto.

Cubieses no viajaba solo, aún cuando así trató de demostrarlo de manera exageradamente casual. Si bien es cierto que acudió a la tan promocionada entrevista sin acompañantes, cuentan los curiosos que el mismo vehículo fue utilizado para trasladar a ciertos personajes que ese día acompañaron a Cubieses desde Perú al vecino país.  Para asombro de los presentes, los viajeros del vehículo oficial no resultaron desconocidos, más aún al verificar que la ruta acordada los llevaría a una reunión organizada por miembros de la llamada “Policía Sindical”, y en donde participarían- como supuestamente sucedió- el congresista boliviano Isaac Avalos, y la dirigente cocalera y senadora boliviana, miembro del círculo político más cercano y “duro” del presidente Morales, Leonilda Zurita (Casualmente a la Sra. Zurita el gobierno de los Estados Unidos hace algunos meses revocó su visa para ingresar al país del norte, por considerarla involucrada en actos de terrorismo). Según cuentan, los misteriosos acompañantes de viaje a que hacemos mención fueron: Jorge Quispe Palomino, el menor de los conocidos “hermanos Quispe”, -líderes de la agrupación terrorista peruana “Sendero Luminoso”-, y el “Camarada Camilo”, igualmente miembro de dicha organización.

A fin de entender la connotación de la referida reunión, vale la pena señalar algunos detalles adicionales. Según han reseñado los medios de comunicación en diversas oportunidades, Isaac Ávalos y Leonilda Zurita, han estado vinculados con hechos irregulares parte de sus vidas. Ambas personas fueron involucradas en los sucesos acaecidos en junio 2009, en la zona de Bagua, Perú- conocidos bajo el nombre del “Baguazo”. Allí, como consecuencia de una manifestación indígena en contra de ciertas acciones gubernamentales, y de iniciativas legislativas del Congreso peruano, supuestamente atentatorias de los derechos de la población indígena en la zona, se produjo una terrible tragedia, falleciendo 34 personas, de las cuales la mayoría fueron miembros de la policía peruana, secuestrados por los manifestantes horas antes. En aquel entonces, Ávalos y Zurita fueron relacionados con Alberto Pizango, de nacionalidad peruana, y conocido como autor intelectual de la referida masacre. Tanto se le involucró a Pizango en estos hechos, que durante aquella oportunidad tuvo que esconderse, siendo asilado por el gobierno de Nicaragua.

De la investigación del “Baguazo” son muchos los elementos que afloraron públicamente. Uno de ellos hace mención a que las acciones que originaron tan sangriento resultado obedecieron como consecuencia de una estrategia de “carácter internacional”, en donde supuestamente estarían involucrados gobiernos foráneos, como los de Venezuela y Bolivia.

Para afianzar estas afirmaciones, en el expediente levantado por la Fiscalía Provincial de Utcubamba, se señala que “existió una fluida comunicación a través de celulares y radios entre los promotores del paro y los piquetes que bloquearon la vía Fernando Belaunde, a la altura de Curva del Diablo, y el puente Corral Quemado; así como con los que debían oponerse el desalojo policial” (sic). “Esta circunstancia fue corroborada en el momento de ser capturado en la Curva del Diablo, el ciudadano “Leo Tiñes Tanampa”, el cual portaba  una mochila contentiva con más de 7.000 soles, en billetes de baja denominación, varios celulares y una agenda con las direcciones y teléfonos de políticos y empresarios de Amazonas. Tiñes fue custodiado por dos sujetos que ahora están detenidos, de los cuales uno de ellos escondía en un costal el fusil AKM, propiedad de uno de los policías asesinados” (sic).

En relación con la reunión antes mencionada, el epílogo de la misma no pudo ser más elocuente si nos dejamos llevar por las caras de emoción de los visitantes. Y es que, según narra cierto participante, éstos agradecieron a los presentes la generosa contribución económica, que como parte del acuerdo concertado tiempo atrás, habían venido materializando algunas autoridades bolivianas en conjunción con ciertas sub agrupaciones del Sendero Luminoso, en beneficio, supuestamente, del candidato Humala.

Para quienes desconocen los intríngulis de la política boliviana y la relación entre los intereses de algunas organizaciones y personalidades de dicho país, con el Perú, los detalles antes señalados, de visitas sospechosas y contribuciones aún peores, deben resultar algo así como una adivinanza. Pero cuando uno verifica la similitud de ofertas políticas, la coincidencia de intereses ideológicos y la estrecha relación de vieja data, entre organizaciones cocaleras y actividades terroristas, de uno u otro país, uno entiende que no sólo el mundo no ha cambiado, sino que hasta las personas, agrupaciones, gustos y métodos, siguen siendo los mismos en eso de afianzar el poder a costa de repetir mil veces que la hoja de coca no hace daño, que más bien sirve para fortalecer el cuerpo y el espíritu, y que las organizaciones que utilizan la violencia, y cometen hechos de sangre en nuestros países, no son más que agrupaciones pacíficas incomprendidas por las aristocracias y por el imperio norteamericano. Así lo hace creer Evo Morales, y así lo ha intentado demostrar Ollanta Humala.

Si bien muy probablemente ha podido ser pura coincidencia la posibilidad de seguimiento respecto de la reunión en mención, hay quien dice que de no ser por la ola de detenciones que se han venido realizando en Bolivia, como consecuencia de actos criminales cometidos por altas autoridades de ese país, nadie hubiera reparado en aquella. Tal y como ha sido reseñado por los medios de comunicación internacionales, a principios de año, miembros de la “DEA”, en la ciudad de Panamá, procedieron a la detención del general de Policía (Ret.), René Sanabria, quien fuera director Nacional de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Narcotráfico boliviana (FELCN) – 2007-2008-, y posteriormente miembro del Centro de Inteligencia y Generación de Información (Cigein) dependiente del Ministerio de Gobierno, y quien a pesar de vivir tranquilamente en su país, poseía desde el 16 de diciembre de 2010,  una orden de “captura internacional” por la justicia de los Estados Unidos. De igual forma, ha sido vox populi en ese país, las detenciones en contra de otros oficiales bolivianos, como el coronel de la Policía, Milton Sánchez Pantoja, (también miembro del organismo gubernamental de contrainteligencia en la lucha contra el narcotráfico); el coronel de policía, Robert Valdez Ponce, (ex jefe de Interpol, quien fue capturado en la ciudad de Montero -Santa Cruz- acusado de narcotráfico por la Fiscalía de Distrito); el capitán Falsi Antonio Calderón Gil; el mayor Edwin Raúl Oña Moncada y el capitán Franz Fernando Siles Ríos, (a quienes se les acusó de pertenecer a la banda del ex general Sanabria), y las detenciones del capitán Juan José Ugarte Grájeda, del sargento Paulino Tapia Flores, y del cabo Bethy Poma Sanga. De allí que gracias a estos antecedentes, la presencia en plena capital de Bolivia de tan selectos visitantes, la de sus anfitriones, y peor aún; el objeto de la clandestina reunión, no pasaron desapercibidos.

Por si tantas detenciones hubieran sido pocas para alertar a la población boliviana respecto a cualquier amenaza futura, la posibilidad de que el costoso vehículo oficial facilitado a los “senderistas”, junto al Sr. Cubieses, formara parte del llamado “delito de moda” en Bolivia, abrió aún más los ojos de los curiosos respecto a conocer “qué se cocinaba allí adentro”.

Nos estamos refiriendo a la utilización, por parte de autoridades gubernamentales bolivianas, y personas vinculadas al crimen organizado en ese país, de vehículos de alto valor económico, los cuales han venido siendo adquiridos con la finalidad de lavar dinero proveniente del narcotráfico, y otros delitos, así como de transportar hacia países vecinos, drogas y demás productos ilegales, mediante el uso de placas de identificación, “clonadas”.  Esta situación ha llegado a un nivel tal en Bolivia, que hasta el Comandante de la Policía Boliviana, general Ciro Farfán, ha sido suspendido y se encuentra investigado, sindicado como uno de los líderes de este clan delictivo. Comprenderán entonces la mala idea que significó para el Sr. Cubieses y sus acompañantes, el aceptar el protocolo del gobierno boliviano, haciendo uso de un vehículo oficial en dichas circunstancias, siendo que la actitud de quienes facilitaron la referida reunión parecía más que un acto de cortesía extrema, una demostración descarada respecto del nivel de impunidad con que cuentan ciertas autoridades en ese país.

Pero esta reunión antes descrita nos lleva a preguntarnos ¿Cuál podría ser el interés de las organizaciones y gobiernos cocaleros respecto al presidente Humala?

La respuesta ha sido facilitada por distintos especialistas en la lucha contra la droga en la región. Frente a la necesidad de financiamiento de las organizaciones terroristas para la continuación de sus actividades, así como respecto al interés de las organizaciones criminales de afianzar sus actividades delictivas e incrementar sus ganancias, la posibilidad de la legalización de la siembra de hojas de coca en la región, es su salvación. El gobierno de Bolivia lo ha establecido, aún cuando no ha tenido suerte en convencer, ni a los organismos internacionales encargados de la lucha contra la droga, ni a las Naciones Unidas, ni al gobierno de los Estados Unidos, respecto a lo inocuo de la siembra de hojas de coca con supuestos fines medicinales y culturales. De allí, que para dicho gobierno y las organizaciones cocaleras, cuyo líder máximo es  precisamente el propio presidente Evo Morales, el incremento del negocio, si de grandes cifras de producción de coca estamos hablando, pasa por la prolongación de dicha política en el vecino Perú, hoy en día segundo mayor centro de producción de cocaína del mundo y cuyas facciones de Sendero Luminoso compiten con los cárteles colombianos y mejicanos por el control del tráfico de cocaína en la zona.

Lo antes señalado explicaría el porqué el hoy presidente electo Ollanta Humala ha sido tan constante (hecho que no ha sido igual en áreas como la economía, en donde presentó distintas propuestas de gobierno) en destacar la necesidad de evitar la erradicación del cultivo de hoja de coca en su país, ofreciendo a cambio la posibilidad de otras políticas alternativas, sin identificar de cuáles se trata. Si a esto le agregamos su posición respecto a la naturaleza de la organización “Sendero Luminoso”, la cual ha sido referida en varias oportunidades por él, de una manera poco menos que contradictoria, la situación se presta a verdadera confusión.

Siendo que para el nuevo presidente, el Sendero Luminoso ha sido transformado, de ser “una especie de Robin Hood” (según sus propias declaraciones en el programa de la televisión española “90 segundos”, en 2009), a convertirse en una organización reivindicatoria, aunque con acciones terroristas, (como se desprende de su libro “De Locumba a candidato a la presidencia en Perú”,2009), entenderemos el destino que tarde o temprano podría enrumbar el país que hasta el presente ha servido como ejemplo de “crecimiento económico sostenido e inigualable en América Latina” (Banco Interamericano de Desarrollo, 2011).

Adicionalmente a la evidente preocupación que han demostrado los conocedores del tema de la lucha contra la droga respecto a la “bolivianización del Perú”, igualmente ha resultado preocupante el manejo de los fondos de la campaña electoral del hoy presidente electo, por parte de sus más cercanos colaboradores. Estamos hablando del coronel (Ret.) Adrián Villafuerte, considerado el hombre clave en la campaña de Ollanta Humala (tanto en el presente, como en el 2006), y por ende, persona sumamente influyente en el presidente electo.

Lo curioso de esta relación entre Humala y el mencionado coronel, según detallan algunos de los allegados al nuevo jefe de Estado, es la vinculación de Villafuerte con uno de los operadores militares más importantes para el entonces hombre fuerte del Perú, Vladimiro Montesinos. Nos referimos al general César Saucedo Sánchez, quien hoy en día se encuentra en prisión por el delito de enriquecimiento ilícito, y quien en los días de gloria de aquél, ocupara- por designación de Montesinos- cargos tan relevantes como el de Comandante General del Ejército, presidente del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas, ministro del Interior y ministro de la Defensa.

Si nos dejamos llevar por el cúmulo de información que ha sido suministrada sobre el colaborador del candidato Humala, el coronel Villafuerte ha sido la persona que manejó muy posiblemente la mayor parte del dinero en efectivo que fue utilizada en la campaña  electoral de aquél. En este orden de ideas, si bien el entonces candidato denigraba de la relación entre su mayor oponente, Keiko Fujimori, y el padre de ésta, el ex presidente Alberto Fujimori, al parecer no sentía lo mismo por los colaboradores inmediatos de este último, no sólo por la presencia del referido coronel en su círculo íntimo, sino por las contribuciones económicas que muchos de los ex miembros del gobierno fujimorista, y hoy en prisión, habrían facilitado a su campaña electoral.

No sabemos si el coronel Villafuerte también manejaría los supuestos fondos suministrados por presuntas autoridades bolivianas, y por la agrupación Sendero Luminoso, pero si comparamos el mecanismo utilizado por el administrador de las  contribuciones económicas, no habría ningún tipo de obstáculo, ni físico, ni ético, para no incluir igualmente estas ayudas económicas dentro de los fondos electorales.

Tal y como ha sido del conocimiento público en Perú, existen suficientes elementos como para pensar que la presencia del mencionado ciudadano, hoy en día designado por el Sr. Humala como miembro de la “Comisión de Transferencia del gobierno”, y su relación con el nuevo mandatario, ameritan una evaluación especial, más aún cuando su persona es mencionada como uno de los allegados de quien hubiera ocupado la Dirección de Personal del Ejército (“Diper”), para entonces general de Brigada Luis Vera Betancourt. Esto último, por cuanto que para nadie es un secreto que mientras el alto oficial ejercía dicha responsabilidad en la mencionada oficina de personal, fue desaparecido de ésta, parte del expediente relativo al otrora oficial Ollanta Humala, (“comandante Carlos”), referido a la actuación de éste en la conocida masacre producida en la “base militar Madre Mía”, en 1992, y cuyo proceso judicial hoy en día se encuentra abierto (ver comunicado del Ministerio de Defensa, febrero 2006, al respecto).

La situaciones antes planteadas denotan algunos indicios alarmantes respecto al futuro que eventualmente pudiera asignársele al Perú, en momentos en los cuales los más necesitados esperan de su nuevo presidente una verdadera política de redistribución de la riqueza, en base a equidad y justicia social, y no a la facilitación de herramientas poco ortodoxas como la proliferación de la hoja de coca, como cultivo alternativo.

En todo caso, sobre el tema del Perú son muchas las preocupaciones que han demostrado influyentes economistas y expertos en la región, si no se respetaren las políticas que en materia económica garantizaron el éxito del país, y si no se otorgaren a los inversionistas nacionales y foráneos, suficientes garantías de respeto al Estado de Derecho, y por ende de seguridad jurídica. Frente a la acción del nuevo gobierno, salvo las ingenuas ofertas de “vigilancia y seguimiento”, facilitadas por el ex presidente Alejandro Toledo, y el premio nobel de literatura, Mario Vargas Llosa, no existe ninguna otra en particular, capaz de hacer efectiva alguna medida para evitar el abuso de poder, o la incapacidad en el manejo de los asuntos del Estado a la cual podría llegar el nuevo mandatario.

Ofertas como la eliminación de la economía neoliberal, hoy en día aparentemente superadas por el nuevo presidente, podrían resultar revividas si tal como muchos de sus allegados auspician, el recién electo mandatario propiciara en un futuro una reforma constitucional capaz de justificar en “la voluntad del pueblo”, lo que todos sabemos sería la voluntad del gobernante. Lo han hecho los gobiernos de Venezuela, y lo han seguido gobiernos como los de Bolivia y Ecuador, y nada impediría que lo hiciera el gobierno del Perú.

En la actualidad son muchos los que se relamen las heridas de la derrota, y otros los que piensan ávidamente en un nuevo regreso dentro de cinco años. Mientras esto sucede, otros apuestan por una reforma constitucional, una Asamblea Constituyente u otros mecanismos de participación popular capaces de justificar en unos, los deseos reprimidos de otros. Lógico es pensar que ninguna de estas posibilidades vaya a producirse a corto plazo, sin la necesaria consolidación política del nuevo gobierno, y de su partido político, que como todas las agrupaciones políticas actualmente en Perú, carece de cohesión social y de una mayor ideología que las ganas de gobernar. Aún así, el tiempo pasa, y el día llegará. Pruebas como la aplicación de la política de no erradicación de la hoja de coca, materia prima de una de las drogas más dañinas del planeta, o la justificación de la existencia de organizaciones como el Sendero Luminoso en el plano social, servirán de alerta respecto a lo que tarde o temprano muy posiblemente podría suceder. ¿No lo cree?

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