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Las protestas han dejado mal parados a Gobierno y oposición

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Analistas creen que el descontento puede aumentar las manifestaciones

Más de 20 muertos. Centenares de lesionados y detenidos. Denuncias de torturas. Destrucción de instalaciones públicas y bienes privados. El dirigente de Voluntad Popular, Leopoldo López, preso en la cárcel militar de Ramo Verde. Despliegue militar en el estado Táchira. Regreso de miles de personas a las calles para rechazar las políticas del Gobierno. Todo eso y más ha pasado desde el miércoles 12 de febrero hasta hoy.

A un mes del inicio de las protestas contra el Gobierno del presidente Nicolás Maduro, el país que ya padecía un difícil cuadro económico, marcado por la escasez, la inflación y la devaluación de la moneda, ahora también sufre el recrudecimiento de la polarización y la tensión política.

“El balance es muy negativo para el país”, destaca el politólogo Carlos Romero. El profesor de la Universidad Central de Venezuela (UCV) observa una nación “semiparalizada en todos los órdenes”.

“En lo político, no avanza el diálogo y han aumentado las diferencias entre el Gobierno y la oposición; en lo económico, se ha profundizado la crisis en términos de inflación, desabastecimiento e inversión; y en lo social, aunado a los problemas de inseguridad, tenemos una represión que alcanzó límites inimaginables, la división de los vecinos y el dolor que producen las muertes”, resume el académico de la UCV.

Romero opina que “aquí no ha quedado bien nadie”. Considera que este mes arroja un saldo negativo para el Ejecutivo, “que está rayado internacionalmente, luego de que había tratado de venderse como democrático y respetuoso de los derechos humanos”. A su juicio, la actuación oficial contra las protestas ha dejado en evidencia “la faz represiva” de la revolución chavista.

En el campo de la oposición, apunta Romero, “quedó al descubierto una gran fractura interna, no solo en el seno de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), sino en términos generales, con muchas discusiones sobre la línea a seguir y el liderazgo”. Partiendo de esta premisa, afirma que esta situación “ha golpeado el patrimonio democrático” acumulado en los últimos años por la oposición venezolana.

Las amenazas

Desde las filas revolucionarias, el abogado constitucionalista Jesús Silva resalta que “la protesta estudiantil masiva ha degenerado preocupantemente en actos de delincuencia organizada, con grupos especializados en destruir bienes públicos y amenazar la vida de centenares de inocentes”.

Profesor de Estudios Políticos de la UCV, Silva indica que “si bien es cierto que la oposición es mayoría en las universidades autónomas y que cientos de miles de estudiantes están identificados con las protestas, no es menos cierto que hay grupos de choque cuya conducta es criminal y parece obedecer a una operación planificada por sectores radicales minoritarios, pero influyentes dentro de la oposición”.

En cuanto a los principales actores del conflicto, sostiene que “la oposición vive una incógnita interna respecto a su liderazgo, mientras el oficialismo tiende a estabilizarse en sus funciones de gobierno en la medida que ocurre un desgaste de las manifestaciones violentas”.

No obstante, Silva aclara que Maduro no puede cantar victoria. “El Gobierno sobrevive a una nueva crisis, pero prevalecen duros cuestionamientos a su eficacia administrativa y siguen vigentes los problemas de desabastecimiento, inflación e inseguridad”.

El catedrático estima que “en el mediano plazo, pudiera haber un repunte de grandes manifestaciones de calle en el país que reclamen soluciones a problemas específicos”.

El politólogo John Magdaleno advierte que las protestas deben ir en creciendo al sumar a los sectores populares. “Las motivaciones originales de estas movilizaciones (inseguridad, escasez, inflación) se mantienen y ahora se suma una nueva causa: el reconocimiento de la oposición y la realización efectiva de los derechos y libertades civiles”, acota.

Magdaleno, director de la firma Polity, puntualiza que tanto el chavismo como sus adversarios han quedado golpeados al cumplirse un mes de este nuevo episodio de la lucha por el poder en Venezuela.

“Las protestas dejan al descubierto que no hay un consenso básico en la dirección política de la oposición ni en la estrategia política que proponen para generar un cambio. Por otra parte, también revelaron que existen desacuerdos de envergadura en el seno del chavismo, no solo en lo referente al desempeño del Gobierno, sino en la forma cómo han respondido a las protestas”, concluye.

FUENTE: El Universal

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Analistas creen que el descontento puede aumentar las manifestaciones

Más de 20 muertos. Centenares de lesionados y detenidos. Denuncias de torturas. Destrucción de instalaciones públicas y bienes privados. El dirigente de Voluntad Popular, Leopoldo López, preso en la cárcel militar de Ramo Verde. Despliegue militar en el estado Táchira. Regreso de miles de personas a las calles para rechazar las políticas del Gobierno. Todo eso y más ha pasado desde el miércoles 12 de febrero hasta hoy.

A un mes del inicio de las protestas contra el Gobierno del presidente Nicolás Maduro, el país que ya padecía un difícil cuadro económico, marcado por la escasez, la inflación y la devaluación de la moneda, ahora también sufre el recrudecimiento de la polarización y la tensión política.

“El balance es muy negativo para el país”, destaca el politólogo Carlos Romero. El profesor de la Universidad Central de Venezuela (UCV) observa una nación “semiparalizada en todos los órdenes”.

“En lo político, no avanza el diálogo y han aumentado las diferencias entre el Gobierno y la oposición; en lo económico, se ha profundizado la crisis en términos de inflación, desabastecimiento e inversión; y en lo social, aunado a los problemas de inseguridad, tenemos una represión que alcanzó límites inimaginables, la división de los vecinos y el dolor que producen las muertes”, resume el académico de la UCV.

Romero opina que “aquí no ha quedado bien nadie”. Considera que este mes arroja un saldo negativo para el Ejecutivo, “que está rayado internacionalmente, luego de que había tratado de venderse como democrático y respetuoso de los derechos humanos”. A su juicio, la actuación oficial contra las protestas ha dejado en evidencia “la faz represiva” de la revolución chavista.

En el campo de la oposición, apunta Romero, “quedó al descubierto una gran fractura interna, no solo en el seno de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), sino en términos generales, con muchas discusiones sobre la línea a seguir y el liderazgo”. Partiendo de esta premisa, afirma que esta situación “ha golpeado el patrimonio democrático” acumulado en los últimos años por la oposición venezolana.

Las amenazas

Desde las filas revolucionarias, el abogado constitucionalista Jesús Silva resalta que “la protesta estudiantil masiva ha degenerado preocupantemente en actos de delincuencia organizada, con grupos especializados en destruir bienes públicos y amenazar la vida de centenares de inocentes”.

Profesor de Estudios Políticos de la UCV, Silva indica que “si bien es cierto que la oposición es mayoría en las universidades autónomas y que cientos de miles de estudiantes están identificados con las protestas, no es menos cierto que hay grupos de choque cuya conducta es criminal y parece obedecer a una operación planificada por sectores radicales minoritarios, pero influyentes dentro de la oposición”.

En cuanto a los principales actores del conflicto, sostiene que “la oposición vive una incógnita interna respecto a su liderazgo, mientras el oficialismo tiende a estabilizarse en sus funciones de gobierno en la medida que ocurre un desgaste de las manifestaciones violentas”.

No obstante, Silva aclara que Maduro no puede cantar victoria. “El Gobierno sobrevive a una nueva crisis, pero prevalecen duros cuestionamientos a su eficacia administrativa y siguen vigentes los problemas de desabastecimiento, inflación e inseguridad”.

El catedrático estima que “en el mediano plazo, pudiera haber un repunte de grandes manifestaciones de calle en el país que reclamen soluciones a problemas específicos”.

El politólogo John Magdaleno advierte que las protestas deben ir en creciendo al sumar a los sectores populares. “Las motivaciones originales de estas movilizaciones (inseguridad, escasez, inflación) se mantienen y ahora se suma una nueva causa: el reconocimiento de la oposición y la realización efectiva de los derechos y libertades civiles”, acota.

Magdaleno, director de la firma Polity, puntualiza que tanto el chavismo como sus adversarios han quedado golpeados al cumplirse un mes de este nuevo episodio de la lucha por el poder en Venezuela.

“Las protestas dejan al descubierto que no hay un consenso básico en la dirección política de la oposición ni en la estrategia política que proponen para generar un cambio. Por otra parte, también revelaron que existen desacuerdos de envergadura en el seno del chavismo, no solo en lo referente al desempeño del Gobierno, sino en la forma cómo han respondido a las protestas”, concluye.

FUENTE: El Universal

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