Directora de Cofavic Liliana Ortega relata como vivió la represión en el C.C.C.T el #8Abr
Directora de Cofavic Liliana Ortega relata como vivió la represión en el C.C.C.T el #8Abr

CCCT8Abr

 

Yo hoy fui a la manifestación. Tengo que decir que he ido a muy pocas, primero porque Cofavic en la época del 2002 decidió no participar institucionalmente y era muy difícil desligar mi presencia de la organización. Más recientemente, he ido a algunas, quizás a las más grandes porque siempre saco la cuenta que puedo ser más útil en mi oficina haciendo lo que me toca y no siendo un peso para mis compañeros en un percance. Pero hoy ante todo lo ocurrido en el país, decidí ir y manifestar mi rechazo a tanta arbitrariedad. Como llegamos temprano, vi a la gente llenar toda la Francisco Fajardo y alrededores poco a poco pero con una inmensa determinación. Caras cansadas del dolor que significa el país cada día pero con firme determinación de que todo debe cambiar.  Ya cuando decidimos retirarnos fuimos al C.C.C.T (un centro comercial) a buscar nuestros carros y decidimos comer algo. En la feria, un sitio de comida rápidas dentro del Centro Comercial, todos sentados conversábamos  llenos de la fuerza que traíamos por la dignidad de la gente en su búsqueda de libertad. Habían niños, mujeres, gente de la tercera edad. Gente que habíamos participado en la marcha y otros no. De repente oímos gritos y sonidos de múltiples detonaciones muy cerca. Toda la gente corrió sin rumbo porque ningún lugar era seguro. Yo intenté hacer lo mismo hasta que mis compañeros me rescataron  y me llevaron a un pequeño restaurant cuyos empleados nos recibieron con inmensa generosidad y allí nos encerramos. Todo el tiempo pensé que era un robo, algo ya común en Caracas. Lejos estuvo de mi imaginación, lo que en efecto ocurrió: la Guardia Nacional había penetrado al centro comercial y con saña disparo lacrimógenas y creo perdigones contra una población civil, totalmente desarmada, donde algunos comían y otros caminaban. Fue un susto horrible, la gente se caía, gritaba, otros no entendían que pasaba o casi todos no entendíamos por qué habíamos sido decretados objetivo militar. Cuando pudimos salir a un sótano y buscar algún otro lugar para esperar que regresara la calma pensé en que todo estaba llegando muy lejos. El Gobierno nos está llevando a tener ya muy poco que perder y ese es un gran peligro para todos. Saliendo nos encontramos a un joven que se detuvo a preguntarnos por la salida hacia Chacaito. Parecía que venía de la guerra, no porque tuviese armas sino el estado en que estaban  su ropa y su piel. Nos contó que tuvo que refugiarse en el río guaire porque la Guardia y la Policia les disparaban a los manifestantes a quemarropa. Caminó horas por la orilla del Río, pegado de un tubo hasta lograr huir. Su determinación y su susto escondido por valiente me sobrecogieron. Nos despedimos luego de desahogarnos un poco y el nos fue a dar la mano diciéndonos con una sonrisa que no había tocado el agua sucia del Río. Nos reímos y le abrazamos. No sé si había tocado el agua o no, pero si estoy segura que estuvo cerca del demonio. De quién ya no lo ve como persona, quien lo ve como enemigo y quien le está robando su futuro. Por el y por tantos debemos seguir luchando. Ningún esfuerzo que hagamos será en vano si logramos rescatar a Venezuela de esta noche oscura, intensa y larga, pero noche como todas que tendrá su fin.

@LilianaOrtegaM