¿Hay un espíritu anti Estados Unidos en Venezuela?
¿Hay un espíritu anti Estados Unidos en Venezuela?

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En Venezuela se han visto banderas de Estados Unidos en llamas, pero el deporte nacional es el béisbol y el principal destino turístico es Miami.

Prácticamente todos los países de América Latina tienen una relación de amor y odio con EE.UU. Pero Venezuela puede ser un caso especial.

Sobre todo ahora, que EE.UU. impuso nuevas sanciones a funcionarios venezolanos –les quitó visas y congeló cuentas bancarias– y declaró a Venezuela como una «una amenaza» para su seguridad nacional.

La respuesta del gobierno de Nicolás Maduro ha estado cargada de fuertes adjetivos y acusaciones contra EE.UU., pero ¿tiene el discurso antiimperialista eco entre los venezolanos?

El martes, la Asamblea Nacional le aprobó a Maduro una ley de poderes especiales para «luchar por la paz del país», que según el oficialismo está amenazada por EE.UU.

Entre cánticos de «Venezuela se respeta» y «Maduro, al yankee dale duro», el presidente exclamó «desde mi alma de revolucionario, les juro que no podrán con Venezuela (…) ¡Y cumpliré con mi juramento a costa de mi propia vida si tengo que darla!».

No es la primera manifestación vehemente del oficialismo en contra del llamado «imperialismo gringo»: hace un mes, entre varios ejemplos, Maduro lideró una marcha en su contra y en los canales de televisión estatales han aparecido varios comerciales que rechazan la supuesta injerencia de EE.UU.

La retórica antiimperialista ha sido una de las características principales del discurso de la revolución bolivariana instaurada por el fallecido presidente Hugo Chávez hace 16 años.

Pero en los últimos meses, a medida que las sanciones desde Washington a funcionarios han aumentado, la diatriba contra EE.UU. se ha vuelto una cuestión de todos los días. Varias veces al día.

Mientras tanto, EE.UU. nunca ha dejado de ser el principal socio comercial de Venezuela.

 

Qué dicen las encuestas

 

La mayoría de los venezolanos parecen rechazar las acciones del gobierno de EE.UU., pero eso no implica que desprecien al país.

Según un reciente estudio de Datanálisis, una encuestadora con base en Caracas, 69% de los venezolanos rechazan las sanciones, mientras que un 72% está en desacuerdo con que EE.UU. tome acciones frente a la situación del país.

«Pero ojo», le dice a BBC Mundo el presidente de la encuestadora, Luis Vicente León, «eso no significa que los venezolanos sientan rechazo por EE.UU.».

«De hecho, históricamente los venezolanos han tenido una percepción positiva de EE.UU.».

Una reciente encuesta de Hinterlaces, también de Caracas, arroja números similares.

Mientras que una investigación publicada en octubre del Pew Research, un centro de estudios con base en Washington, reportó que el 62% de los venezolanos tiene una opinión favorable sobre EE.UU.

 

Amor y odio de larga data

 

Nada de esto, en realidad, es nuevo, según varios historiadores consultados por BBC Mundo.

«Desde que los estadounidenses empezaron a tener negocios petroleros en Venezuela a principios del siglo (XX), ha habido un sector que los rechaza vehementemente y otro que les da la bienvenida», dice Margarita López Maya, profesora de la Universidad Central de Venezuela (UCV).

El partido socialdemócrata Acción Democrática y los gobiernos militares siempre usaron el nacionalismo y la defensa de las reservas petroleras como parte de su discurso político, recuerda la historiadora.

Mientras tanto, hay generaciones de venezolanos que crecieron, se educaron y pasan sus vacaciones en EE.UU.

«Lo que pasa es que Chávez, después del golpe de Estado en 2002 y su acercamiento con Fidel Castro, potenció este discurso antiimperialista hasta los niveles que vemos ahora», explica.

Hoy en día se pueden ver murales del Tío Sam con la famosa frase «Yankee Go Home» en algunos barrios de Caracas o documentales en los canales oficiales sobre la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés) que dejan mal parado al poder estadounidense.

 

Influencia por el petróleo

 

«Al ser un país de gran poder económico, Venezuela fue uno de los primeros en la región en recibir la modernización basada en estándares estadounidenses», dice Agustín Blanco Muñoz, también historiador de la UCV.

Y por eso acá se construyeron los primeros centros comerciales, llegaron los primeros blue jean y se impusieron –antes que en otros países de la región– patrones de consumo estadounidenses.

Según Blanco, eso no ha cambiado con la llamada revolución bolivariana: «Pregúntale a cualquier chavista qué haría si se abre la posibilidad de ir a Disney (…) Seguro le llama la atención».

El historiador recuerda que varios funcionarios del gobierno bolivariano han sido vistos –y, en el reciente caso de un exjuez, arrestado– en Orlando, la sede de Disney.

El rechazo de los venezolanos contra EE.UU. no parece ser contra el país, sino contra lo que representa el gobierno.

 

¿Washington es EE.UU.?

 

Omar Galíndez, historiador de distinta tendencia, dice que una cosa es el rechazo al bloque de poder en Washington y otra la diatriba del país en general.

Parecido piensa un periodista estadounidense que lleva tres años en Venezuela y pidió no revelar su nombre: «La propaganda antiimperialista del gobierno no genera mucho impacto en la gente», dice.

«Yo voy a los barrios chavistas y me dicen ‘el gringo’, pero con la misma simpatía que le dicen a alguien ‘el negro’ o ‘el gordo'», explica, en referencia a apelativos afectivos que usan los venezolanos.

Galíndez, por su parte, dice: «Acá no hay antiamericanismo; incluso hay simpatía con la clase media estadounidense que ha sido explotada por el poder del gobierno», señala.

En las calles del país, pues, no se siente un sentimiento anti EE.UU.

El mismo Maduro ha dicho en entrevistas con medios anglosajones que se siente influenciado por los movimientos de contra cultura que emergieron en los 60 y 70 en EE.UU. y Reino Unido.

Y ha mostrado su admiración por presidentes que considera demócratas como Jimmy Carter.

El martes, en su discurso en la Asamblea, Maduro mostró imágenes de la supuesta discriminación racial en EE.UU. También criticó la técnica de estimulación hidráulica del fracking y las deportaciones de niños.

Su crítica, parece, va dirigida a la capital estadounidense: «La única amenaza que tiene EE.UU. está en Washington», concluyó.