Vía El Espectador
El portal Ciudad CCS, “revolución a diario”, (www.ciudadccs.info) abría así su módulo de noticias en la edición de ayer: “Procesar comida, un compromiso hecho con amor’. La nota hacía referencia al Programa de Alimentación Escolar (PAE) del gobierno socialista, en especial a la comida gratuita que reciben los niños de la Escuela Flores de Catia parroquia Sucre y el Liceo Manuel Palacio Fajardo en el 23 de Enero en Caracas, donde Hugo Chávez, “el Comandante Eterno”, solía depositar su voto cada vez que había elecciones.
También el portal recogía el proyecto del presidente Nicolás Maduro para crear una comisión que redefina los cuerpos policiales y otras notas que informaban de los avances de los programas sociales en diversas regiones de la ciudad. Algunas de esas noticias —y aquí podrán discutir los ortodoxos del periodismo— eran recogidas en la versión impresa de la publicación, el periódico Ciudad Caracas, que diariamente aparece en la mañana en las calles y es distribuido gratuitamente en la capital de Venezuela. La edición de papel: 36 páginas, tamaño tabloide. Es decir, un tamaño similar al periódico que usted, querido lector, tiene en sus manos.
La edición del diario privado El Nacional contó en cambio con 16 páginas tamaño universal, tal vez la talla más tradicional, y a la misma hora su portal abría con declaraciones de Lilian Tintori, esposa del opositor detenido Leopoldo López, quien pedía su liberación. En seguida, aparecía una nota en la que se reportaba que hoy la canasta básica en Venezuela es 844,33 bolívares más cara que hace dos meses.
Si esta revisión hubiese tenido lugar a comienzos de este año, la noticia de apertura de la edición de papel de El Universal habría podido ser cualquiera, pero su cuerpo tendría entre 50 y 60 páginas. El problema es que desde entonces no pueden conseguir suficiente papel. El problema es que justo esta semana la ministra de Comunicaciones de Venezuela, Jacqueline Faría, anunció la creación de tres diarios más a lo Ciudad Caracas: Ciudad Mérida, Ciudad Anzoátegui y Ciudad Vargas.
La importación como arma
Venezuela es un país que lleva más de 14 años acostumbrándose a los contrastes: ya está claro que las realidades que ven el oficialismo y la oposición están en orillas distintas y que ese contraste en los periódicos no es precisamente de fuentes: el gobierno les habla a sus medios, descalifica las denuncias de los otros y no consulta a sus ‘enemigos’. Los opositores, aunque se autoproclamen ‘independientes’, señalan las irregularidades oficiales y lo que sus fuentes señalan como falencias de gestión, siempre con el silencioso vacío de la versión oficial. En esa lógica, el gobierno, al ser consultado no habla y si ya se sabe que no habla ¿para qué consultarlo? Así que mejor esperar su respuesta, usualmente suministradas en cápsulas públicas y poco pasivas. Al final pareciera que nadie confía en nadie, que no vale la pena hablarle a un periodista si está vinculado a tal o cual medio, porque ineludiblemente existirá la sospecha de que su versión será manipulada. El director de El Nacional, Miguel Henrique Otero, en diálogo con El Espectador, reconoce esta situación, pero lo que está sucediendo con el papel ya parece estar desprovisto de todo honor, incluso del que le corresponde a una guerra.
Desde comienzo de año la aprobación de divisas de El Nacional para la importación del papel —el periódico que los venezolanos toman en sus manos viene, en su origen, de Canadá— está estancada para sus solicitudes, como problemas no le han faltado a otros medios que no se destacan por reportar los avances del gobierno. El caso dicho diario fue emblemático en enero, cuando incluso se llegó a especular con un posible cese en la circulación que al final no ocurrió. “Hace más de seis meses —relata Otero— que salimos gracias al apoyo solidario de periódicos como El Universal de México, La Nación de Costa Rica, La Nación de Argentina, Nuevo Día de Puerto Rico, El Tiempo de Colombia, El Comercio de Perú, entre otros, que nos están prestando papel. Si no estás dispuesto a entrar en la hegemonía comunicacional del gobierno, lo más probable es que no tengas papel”.
De acuerdo con el Instituto Prensa y Sociedad, una ONG dedicada al monitoreo de medios, entre agosto de 2013 y septiembre de 2014, diez medios impresos han salido de circulación por falta de papel como una de sus causas, cuatro de ellos en suspensión temporal y el resto en definitiva. Todo esto sin contar con la reducción de páginas y suplementos que han enfrentado cerca de 50 publicaciones, entre revistas y periódicos, entre prensa nacional y regional.
El control
Desde el 16 de mayo de 2013, la importación de papel periódico a Venezuela depende exclusivamente del Complejo Editorial Alfredo Maneiro (CEAM), una dependencia del Ministerio del Poder Popular para la Comunicación y la Información. Las solicitudes de importación se tramitan a través de ese grupo, que además tiene la potestad para distribuirlo. El Complejo Maneiro fue una invención del gobierno de Nicolás Maduro y de él también depende el papel que utilizan Ciudad Carcas (creado en 2005 por Hugo Chávez), Ciudad Cojedes (2013) y los tres nuevos periódicos que están por ver la luz, anunciados por la ministra Farías. El gobierno rechaza los señalamientos apuntando que procesa todas las solicitudes de importación, pero no hace distinción entre “procesar” y “liquidar”.
Hablar de guerra por el papel no resulta una expresión excesivamente bélica en Venezuela. La polarización ha llevado a que unos y otros —opositores y oficialistas— se identifiquen como soldados de Bolívar. Los medios afectados no ahorran letras para decir que en efecto se trata de un enfrentamiento despiadado y desde épocas de Chávez ya eran bien conocidas las “guerrillas comunicacionales” en los barrios, dedicadas a combatir con mensajes socialistas las “mentiras” de los medios de comunicación” El punto es que ahora el campo de batalla del papel luce congestionado, mientras hace poco más de un mes la Asamblea Nacional aprobó un crédito para el Complejo Maneiro, con el fin de desarrollar la “construcción, adecuación y equipamento de la infraestructura”. No es que no haya papel. Lo que pasa es que por ahora siempre lo tienen los mismos.