Venezuela Horror Show, El País Esperpéntico Por Isaac Nahón Serfaty
En estos días hemos estado expuestos a una serie de imágenes que pasan de lo ridículo a lo terrible. Hemos visto a Nicolás Maduro bailar en cadena nacional mientras se entierra a una víctima de la represión. También hemos visto a personas descuartizando ganado vivo al volcarse un camión con un cargamento de vacuno en Morón. Hemos visto las tomas de bestias en uniforme y sin uniforme disparar, golpear, torturar y humillar a civiles que manifestaban.
El escritor español Ramón del Valle-Inclán acuñó el término esperpento para calificar un género de teatro en el que lo heroico se representa como grotesco, como una imagen deformada en los espejos cóncavos que se hace absurda, e incluso caricaturesca. Podríamos decir que lo que estamos viendo en Venezuela en las últimas semanas es esperpéntico, pero esto no es nuevo ni reciente. El chavismo promovió una cultura de lo grotesco que ahora nos golpea en la cara.
Hay que señalar primero que el chavismo, con su militarismo estructural, tiende hacia el kitsch. Todo lo reduce a un desfile con fusiles, tanques y aviones de guerra. Todo es una epopeya guerrerista. Al chavismo le encanta un uniforme militar siglo XIX, unas patillotas a la Bolívar, y muchas condecoraciones. Pero las escenografías del chavismo son de cartón piedra, de papier maché, con las limitaciones de la estética patriotera propia de los fascistas
Segundo hay que apuntar que en su vocación esperpéntica, el chavismo degrada los símbolos de la nacionalidad. Chávez llevó está degradación a su cúspide cuando abrió en cadena nacional el sarcófago con los huesos de Bolívar. Al héroe del Panteón lo rebajó en el inconsciente colectivo al esqueleto inerme. Fue un ejercicio de desacralización que también se ha repetido en otros momentos y en otras instancias, y que ha convertido el “espacio sagrado” de la república, aquello que unía a todos los venezolanos, en un terreno para la agresión, tanto real como simbólica. Pensemos nada más en aquel mural en el 23 de enero con la Virgen de Coromoto armada con un fusil de asalto.
Tercero, las instituciones también se han vuelto esperpénticas. La presidencia es la plataforma de la arbitrariedad, de los discursos interminables, de los insultos, de los chistes malos, de las palabrotas y la escatología. Se confunde lo popular, honda expresión del pueblo, con el mal hablar. Y lo mismo hacen las otras instituciones (judiciales, militares, parlamentarias) con sus discursos pobres y aduladores, y su imaginería de romería devaluada
Sin embargo, todo esto no sería más que un fenómeno de estética política, de política de lo feo, sino se tradujera en una violencia real y cruda. Entre lo grotesco de las imágenes y lo grotesco del comportamiento de algunos funcionarios y malandros a sueldo del régimen hay una profunda conexión. Es parte del legado que nos ha dejado el chavismo, un país esperpéntico.
Isaac Nahón Serfaty
* Periodista venezolano y profesor en la Universidad de Ottawa (Canadá)