Lo que sigue a continuación son unas breves notas sobre la coyuntura nacional y sus principales protagonistas. Con la esperanza de que pueda constituirse en un material para el debate.
El bloque oposicionista
Luego de las derrotas electorales, y en especial la última de la elección de alcaldes, este conglomerado polÃtico se encuentra en una situación de parálisis polÃtica. Y en esta dimensión las parálisis no son buenas.
El conglomerado oposicionista, se encuentra en una situación en donde las fuerzas centrÃfugas están desintegranado el esfuerzo que varias agrupaciones polÃticas opuestas al gobierno venÃan desarrollando.
Ello relacionado con varios elementos, entre ellos: disputas por el liderazgo interno; pérdida de la estrategia; desaciertos en las tácticas empleadas. Veamos en detalle cada uno de estos factores que tienen al bloque oposicionista en una situación de parálisis polÃtica.
Son bien conocidas las pugnas internas al interior del bloque oposicionista. Por una parte se encuentra un sector que bien lo pudiéramos llamar socialdemócrata. En el cual se nuclean formaciones polÃticas como Acción Democrática; Un Nuevo Tiempo; Alianza Bravo Pueblo y otros, otros sector estarÃa conformado principalmente y no exclusivo por los de Primero Justicia y un tercer sector (llamados radicales) por los que se nuclean en torno a Voluntad Popular. Sin dejar de considerar otras agrupaciones polÃticas que orbitarán alrededor de los bloques en pugna dependiendo de la capacidad de ofrecerles pequeñas prebendas. Y otros que se lanzarán como independientes de los bloques sin que se sumen a las filas gubernamentales.
El bloque socialdemócrata tiene fuertes señalamientos a los de Primero Justicia. Estos últimos en situación defensiva contra los Socialdemócratas y los de Voluntad Popular.
Eso viene como consecuencia de las derrotas electorales sufridas y en particular con el intento de convertir en un plebiscito las elecciones municipales. Errores cometidos que quieren achacarlos a una persona, cuando todos los que conforman la MUD y hasta momentos antes de saber los resultados la inmensa mayorÃa estuvo de acuerdo.
En unos casos la situación tiene que ver con la necesidad de revisar la estrategia para desplazar en la conducción del Estado a la actual fuerza polÃtica que lo conduce.
Los que nos introduce en otra de las dimensiones que alimentan las contradicciones del bloque opositor. La disputa por el liderazgo. Hasta diciembre del año recién pasado, el liderazgo del bloque oposicionista estaba  representado por la figura del actual gobernador del estado Miranda, Henrique Capriles Radonski. Hace tiempo atrás que el bloque socialdemócrata venia impugnando el liderazgo de Radonski, pero se mantenÃan fieles (¿leales?) a lo acordado en la MUD. Ese cuestionamiento de un sector de la MUD y las derrotas sufridas que se la endosan a Capriles, le permite a los de Voluntad Popular encontrar un terreno propicio para lanzarse al ataque y disputar el liderazgo de todo el sector opositor. Sentimiento reprimido que aguantó el lÃder de este partido desde las elecciones primarias del bloque en el 2011 y aprovechó para adherirse a quien resultó electo como candidato en esa ocasión.
El sector oposicionista se encuentra en los momentos en una situación de fuerte debilidad, por una parte el espacio de unidad se encuentra en un proceso de atomización (pérdida de un instrumento polÃtico) sin estrategias y tácticas claras (pérdida del horizonte y las mediaciones para alcanzarlo), ausencia de un liderazgo que sea capaz de aglutinar a las diferentes fuerzas polÃticas oposicionistas.
A las fuerzas opositoras, en lo inmediato,  les costará remontar la cuesta. Ello en ningún modo significa que estén aniquilados o fuera de juego. Su capacidad de incidir en las grandes lÃneas de la vida polÃtica nacional está fuertemente mermada por los momentos. Es probable que su recomposición como una fuerza polÃtica beligerante le lleve algo más de seis meses con pronóstico de que sea todo el 2014. Definitivamente este no será el año del bloque oposicionista.
Se espera que las fuerzas oposicionistas con vocación y práctica democráticas puedan mantener a raya a los sectores adversos al gobierno que privilegian en su accionar polÃtico las vÃas rápidas no democráticas a través de intentos insurreccionales (civiles y militares) o movidas parlamentarias que solo ponen en detrimento la labor oposicionista de ese bloque y lo debilita públicamente, aún más.
En medio de la fragmentación, pérdida de horizonte y liderazgo claro, las acciones desesperadas y no democráticas encuentran un terreno propicio.
El sector gubernamental
Los resultados favorables de las elecciones recién pasadas de diciembre le permitió a la actual hegemonÃa en el poder ampliar su espacio de maniobra polÃtica. Se encuentra ahora en área mucho más confortable. Han superado la ofensiva y la presión que sobre sà mantenÃa el bloque oposicionista.
Las debilidades y errores de sus adversarios polÃticos los viene capitalizando el gobierno. De una posición defensiva han pasado a una ofensiva. La iniciativa polÃtica está de su lado. Ahora son ellos los que marcan la agenda polÃtica a los propios y al bloque oposicionista.
La iniciativa de convocar al dialogo a gobernadores y alcaldes fue demostración de la acción polÃtica en avanzada que traen los operadores polÃticos del gobierno. Por un lado le bajan el tono a la estridencia de la polarización polÃtica, de mucho interés para el gobierno, y por otro arrincona a los opositores.
Con respecto a esto último, la imagen del gobernador Capriles estrechando la mano del presidente Maduro y posteriormente la asignación de fondos que hace el mandatario nacional al regional es bien elocuente. Ese hecho que parece trivial tuvo un impacto en la lÃnea de flotación de las bases de la oposición. Poco importan las consideraciones en torno a que los recursos corresponden al situado constitucional, lo que importa, porque asà es leÃdo,  es que el LÃder opositor, luego de negarse en múltiples oportunidades a reconocer a Nicolás Maduro como presidente de Venezuela y declarar sobre las limitaciones para el ejercicio de su mandato por falta de recursos, acude a Miraflores y se va con un cheque en el bolsillo.
La oposición no es tonta, le garantizará mayor margen polÃtico al gobierno a cambio de pequeñas ventajas en todos los espacios que pueda (Recursos para que los alcaldes y gobernadores realicen su gestión, comisiones parlamentarias, contrataciones con el Estado, etc…). Por su parte el presidente Nicolás Maduro le demanda reconocimiento, poco ruido, acatar el Plan Patria y asÃ. Unos obligados a un pacto no escrito de supervivencia otros recuperando aire y espacio.  Estamos presenciando un pacto de gobernabilidad de facto. La estrategia del presidente Maduro de convocatoria al dialogo (donde ha mediado la entrega de recursos y la fotos de estrechamiento de manos) pone al descubierto la ausencia de respaldo moral en sus discursos, planteamientos y lÃneas polÃticas de parte del bloque opositor.
Por ahora, el gobierno y sus operadores polÃticos tienen un margen de maniobra polÃtico y lo utilizan. Siguen capitalizando en esa dimensión. Ello le permitirá utilizar más recursos en la dimensión económica, que le amenaza con erosionar lo avanzado en el campo polÃtico. El capital polÃtico acumulado en este mes y los meses venideros puede permitirle tomar acciones en el campo económico que pudieran afectar la economÃa menuda y cotidiana de la población. Conservar el capital polÃtico y acrecentarlo será garantÃa de los ajustes económicos que quieren emprender.
El presidente Maduro, al cooptar el discurso de los oposicionistas con los temas que estos habÃan venido abanderando (p.e. participación; diálogo, seguridad, lucha contra la corrupción entre otros) los debilita aún más por cuanto los deja sin mucho qué decir.
Ambos bando están obligados por las circunstancias a bajar el tono de la confrontación polÃtica, de una lado porque no tiene como sostener esa polÃtica y el otro porque le conviene garantizar y resguardar lo que ha ganado en estabilidad polÃtica.
Otros elementos que habrÃa que tomar en cuenta en la actual coyuntura están relacionado con que no hay elecciones populares para el año en curso. Si a ello lo aderezamos con que en la oposición no hay liderazgo y está desarticulada, el gobierno se encuentra jugando solo en la cancha. Tiene el reto de mostrar que es capaz de gobernar y dar respuesta a grandes temas nacionales. Resolver temas como la inseguridad, producción, escasez de alimentos, eficiencia de la burocracia del Estado, combate a la corrupción, control de la inflación. Temas álgidos. La utilización del recurso del enemigo externo que permanentemente sabotea la gestión gubernamental va perdiendo fuerza. Del modo como responda a esos temas será evaluado por sus bases de apoyo. Ahora se encuentra con el único responsable, no hay adonde mirar.
Si bien es cierto que el gobierno tiene manga ancha en la polÃtica nacional, las contradicciones no están ausentes en este bloque.
Las tensiones al interior del partido de gobierno son varias y de grueso calibre. La convocatoria a su último congreso es muestra palpable de ello: No solo es una cuestión burocrática de esa agrupación polÃtica. A lo interno tienen que conciliar las diferentes visiones de cómo gobernar y sobre todo entre las diferentes facciones que de sà hacen vida y readecuar su estrategia y sus tácticas. Evaluar el papel del partido en relación a la sociedad, cuyas fisuras aprovechará el bloque oposicionista.
A lo dicho anteriormente habrÃa que recordar las múltiples tensiones que existen entre el PSUV y los aliados polÃticos que conforman el Gran Polo Patriótico. En tanto lo relativo a lo que ha sido el modo de selección de candidatos a las diferentes elecciones, a las responsabilidades asignadas durante las campañas electorales, al olvido al momento de la designación de miembros del largo tren ministerial, a la toma de decisiones polÃticas y económicas.
Como parte de la rendición de la memoria y cuenta ante la Asamblea Nacional, el presidenteMaduro dejó entrever la susceptibilidad ante la crÃtica desde el campo de revolucionario a las acciones que se emprenden desde la magistratura para construcción del socialismo. Hecho que se ha interpretado en muchos cÃrculos como una amenaza velada a los sectores crÃticos del movimiento revolucionario.
Todo el mundo sabe que el PSUV no es un partido vinculado a las demandas de los sectores sociales que dice representar, es una maquinaria electoral que demanda de mucha ayuda para salir airosos en las contiendas. No es una fuerza social movilizadora sino, a lo sumo, con capacidad de realizar concentraciones.
Otro nivel de contradicciones es el que se desarrolla en el plano de las relaciones con los militares del 4-F y los operadores polÃticos civiles. Parte de los militares se siente los portadores de la pureza de la causa que dio inicio a la revolución, sin ellos serÃa el extravÃo. Mantienen una constante presión sobre los civiles, entre ellos, al Presidente.
Un sector del bloque oposicionista intenta capitalizar esas contradicciones, de tal manera que de ser exitosa pudiera abrirles el paso hacia el cambio que tanto anhelan.
Hoy Nicolás Maduro se bate entre mantener el legado de Chávez, a la vez que se forja su propio espacio como lÃder y libra la batalla con los sectores militares. Acercar a sectores de la oposición al diálogo no ha sido bien visto por los militares que tratan de empujar a situaciones de mayor confrontación.
Las dificultades que enfrenta el actual gobierno para resolver temas como el abastecimiento de algunos alimentos se ha convertido en un frente de batalla muy exigente. No resolver ese tema con la prontitud del caso puede llegar a convertirse un gran problema de cara a la sociedad creando situaciones conflictivas que pudieran generar situaciones de microcrisis sociales y polÃticas.
El derecho a la protesta y el recurso a la violencia
Todo Estado tiene la obligación garantizar el goce y disfrute de los derechos humanos, entre ellos el de la protesta, sin más limitaciones a las establecidas en el ordenamiento jurÃdico.
La protesta de los ciudadanos debe ser respetada y garantizada por el Estado. El Gobierno debe escuchar y procesar las demandas, que dentro del marco democrático sea posible.  La protesta justa de los ciudadanos no justifica el empleo de la violencia con los muy dolorosos, lamentables y nada deseables resultados que se han producido.
Estamos frente a un ejercicio irresponsable de la polÃtica. Esta se concibe como un ejercicio de arrebatón del poder. Cuando en realidad deberÃa desarrollarse como acto donde se proponen salidas factibles a los problemas reales de las personas a través de mediaciones organizativas concretas. Si el fin es democrático, los medios para lograrlo deben ser de igual modo.
Los episodios lamentables de violencia en las calles de estos últimos dÃas nos ponen nuevamente en un escenario de agudización de la polarización polÃtica que no hace ningún bien a nadie. Por el contrario, nos adentramos en la confrontación irracional.
Un sector de la oposición se metió por el camino equivocado al creer que con las protestas violentas derribaran al actual gobierno. En Venezuela esa receta no funciona. Corta memoria tienen los que recomiendan transitar esa vÃa. El Caracazo fue uno de los episodios de mayor protesta social jamás visto en el paÃs y el segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez no cayó. Una supuesta salida del presidente Maduro por esa vÃa nos lanzarÃa al precipicio de mayor caos, es decir, de más muerte y destrucción.
Mucho de los grandes temas del paÃs han pasado a un segundo plano. Muy pocos los discuten. Las protestas violentas han desviado el foco de atención. Quienes las promovieron han logrado todo lo contrario a lo que pretendÃan. El sector del chavismo, con todas sus variantes,  se encuentra ahora más cohesionado entorno al presidente Maduro en comparación con un mes atrás. En cambio, los oposicionistas se encuentran ahora con un velo de desprestigio en muy amplios sectores populares.
La represión a la protestas
La forma de controlar el orden público siempre debe garantizar la plena integridad de las personas, salvo circunstancias excepcionales como el empleo de armas de fuego entre otras.En caso de comprobarse abusos policiales en el control de manifestaciones, todos los funcionarios implicados deben ser sometidos a la justicia.
No debe admitirse, bajo ningún concepto, la vulneración a los derechos humanos y en caso de que ello se produjese, por desvÃo de funcionarios, el Estado debe ser veloz en sancionar esas conductas y aplicar los correctivos necesarios para que ello no vuelva a repetirse.
Jesús Machado