A un año de la golpiza contra periodista la denuncia contra sus agresores está paralizada
A un año de la golpiza contra periodista la denuncia contra sus agresores está paralizada

Hace un año fue atacada por un comando de la GNB, hoy ninguno ha sido acusado de nada

El 31 de marzo se cumplió un año de la agresión que sufrió la periodista Elyangélica González por parte de un grupo de militares cuando cubría una protesta estudiantil en las inmediaciones del Tribunal Supremo de Justicia. La paliza quedó registrada en video y se hizo viral, sirvió para exponer las condiciones en las que se está ejerciendo el periodismo en Venezuela, sin embargo la denuncia formulada contra sus agresores “duerme el sueño de los justos, está paralizada”, inclusive quienes la golpearon fueron premiados por el gobierno.

Elyangélica González, para el momento de la agresión era corresponsal en Venezuela de las cadenas Univisión y Caracol, recordó a través de su cuenta en Twitter (@ElyangelicaNews) el primer aniversario del hecho que marcó su vida y la de su familia. “Hace 1 año y a mi me parece que fue ayer. Me duele más mi país, me indigna más la censura y me compromete más ser venezolana. Lo dije en aquel momento: para callarme tendrán que cortarme las cuerdas vocales y aún así, tendré el papel para escribir #VamosPorMas”

En una extensa entrevista publicada por Univisión Noticias, en la que labora como reportera, luego de que emigrara a los Estados Unidos, debido al riesgo que representaba continuar en el país luego de las agresiones sufridas y las amenazas recibidas, recuerda que esa golpiza cambió su vida y la de su familia.

«¡Quítale el teléfono, rómpelo y cállale la boca!», fue la instrucción que recibió una agente de la Guardia Nacional Bolivariana para impedir Elyangélica González terminara un reporte telefónico para Caracol Radio el 31 de marzo de 2017. Después vendrían las patadas, los golpes, la arrancada de cabellos, los gritos, amenazas y su cuerpo arrastrado mientras ella se resistía.

Un año después evalúa que perdió mucho: su país, su casa, su tranquilidad. Su familia se vio afectada, su esposo perdió su carrera como juez penal en represalia del gobierno por el escándalo de la agresión. Sus hijos perdieron sus raíces y amigos.

Lo que no ha perdido Elyangélica González es su oficio que, desde Miami, ejerce a diario. Y tiene como objetivo darle más voz a lo que ocurre en Venezuela.

¿Alguna esperanza de justicia en tu caso?

El abogado que me ayudó a hacer la denuncia ante la fiscalía, es hoy en día un perseguido judicial del gobierno de Nicolás Maduro, lo último que supe del fiscal es que se fue del país ante cuando Tarek Williams Saab fue designado Fiscal General de la República por la Asamblea Nacional Constituyente.

Hubo organizaciones, embajadas y voceros de instituciones importantes que se pronunciaron después de tu agresión…

Si, las primeras en pronunciarse fueron la Cancillería de Colombia, la Sociedad Interamericana de Prensa, La OEA, y organizaciones de periodistas regionales. En Venezuela, la Asamblea Nacional, el Instituto Prensa y Sociedad, ONG’s. Por supuesto Univision, Caracol Radio y recibí (y aún recibo) la solidaridad de cientos de miles de personas a través de mis redes.

Desde ese 31 de marzo, entendí perfectamente que no se trata de mí, se trata de una agresión a la libertad de expresión, a todos y cada uno de mis colegas que diario salen a buscar la noticia, venciendo la censura oficial y sus propios miedos.

Siento que mi voz ahora es mucho más fuerte

¿Puedes volver a Venezuela y ejercer periodismo?

Aunque legalmente es posible, humanamente es un riesgo muy grande. Desde el momento en que puse la denuncia, comencé a recibir amenazas telefónicas, primero desde un «número oculto», y luego desde un número aparentemente estadounidense. Me decían que me iban a «joder», que iban a secuestrar a mi esposo y a mis hijos, que iban a enviarme a mis hijos «picados, en cajas».

Un terrorismo que me generó ataques de pánico. Comencé a somatizar la situación con una especie de tic nervioso en el ojo, me mareaba, lloraba todo el tiempo, con motivos o no. Fue terrible cubrir las protestas los primeros dos meses, sentía que me perseguían, que me harían daño. Nunca compartí con mi esposo ni mi familia detalles de estas amenazas ni lo que me pasaba. No quería asustar a nadie. Recuerdo que le pedí orientación a una persona de contrainteligencia para saber la procedencia de estas llamadas y nunca obtuve respuesta.

Pero un día pasó algo más grave con esas amenazas. ¿Quieres contarlo?

Un día, recibo una llamada de la recepción del colegio de mis hijas, entonces de 9 y 3 años. Me dicen que dos hombres las estaban buscando por autorización mía, les dije inmediatamente que no y salí corriendo al colegio. Al entrar recibí una llamada internacional y me dicen: ‘Esta vez estuvimos cerca, la próxima nos las llevamos’. Ese día supe que no tenía nada más que hacer en el país.

Dices que esto cambió tu vida y la de tu familia. ¿En qué sentido?

Definitivamente me cambió la vida. Un nuevo comienzo, un nuevo país, otro idioma. Regresar a cosas que a mis casi 40 años creía superadas, como el pago de una renta, teniendo casa propia en Venezuela, o de un vehículo, cuando mi esposo y yo estábamos estables en Caracas. Para todos ha sido un cambio drástico, radical.

¿Esto al mismo tiempo sirvió para darle voz al tema de Venezuela desde otra perspectiva? ¿Se puede decir que eso es algo positivo?

Frente a lo negativo que pueda significar que te arranquen de raíz de tu país, puedo decirte que todo ha sido ganancia. Siento que mi voz ahora es mucho más fuerte y al mismo tiempo, la voz de millones que no tienen voz propia, porque viven oprimidos, con miedo y a veces incluso en la ignorancia premeditada de quienes cierran todas las posibilidades de que la gente se informe en Venezuela. Agradezco mucho esta oportunidad de seguir ejerciendo y de darle fuerza a los temas de Venezuela y Estados Unidos.

¿Cómo ves el tema de la censura en Venezuela a un año de eso?

Creo que ha empeorado. La censura es política de Estado. Se ha hecho una acción estructurada, diseñada para que no se filtre en los medios oficiales nada que pueda dañar al gobierno y para que todo lo que sale por medios independientes sea señalado, descalificado so pena de sanciones duras contra quienes se atrevan a estar por encima de eso.

A Dios gracias son muchos los colegas que no se rinden y burlan a diario la censura férrea, a través de los medios digitales, los distintos medios internacionales que tienen a sus corresponsales y aquellos que se reinventaron para sacar al exterior todo lo que pasa internamente. La sociedad es nuestra principal cómplice. Es mucho lo que nos llega por otras vías, de buenas fuentes que están dentro de las propias instituciones, pero que no están de acuerdo con callar. Eso me da mucha esperanza sobre quiénes serán al final los vencedores contra la censura.

¿Qué te preguntan los periodistas de otros países?

Están interesados en saber si ha prosperado mi denuncia, si al menos se han hecho investigaciones. Se impresionan de cómo después de denuncias como la mía contra funcionarios policiales o militares, en lugar de sanciones hay premios para los victimarios.

El coronel de la Guardia Nacional Bolivariana Bladimir Lugo fue quien dio la orden para que agredieran a Elyangélica González. Tres meses después manoteó y sacó de un espacio de la Asamblea Nacional al presidente del Parlamento, Julio Borges. Luego de ambas acciones fue condecorado por el presidente Maduro.

¿Crees que los medios en inglés dan suficiente cobertura a Venezuela?

Creo que los medios internacionales hacen una cobertura coyuntural de lo que pasa en Venezuela, pero no hacen un seguimiento de la profunda crisis. A pesar de que algunos tienen corresponsales allá no está en el radar de los medios en inglés, por lo general. Eso es muy triste, pero cuando hacen alguna historia sobre lo que pasa en Venezuela es muy importante.

Es la primera vez que cuentas tu historia desde que llegaste a Estados Unidos…

Sí… Yo quisiera decir dos cosas: mi madre es ciudadana americana, tiene 25 años en este país y toda mi familia está fuera de Venezuela, pero para mí, irme de mi país jamás fue una opción. También quiero decir que hasta hoy no sé quién grabó el video en el TSJ, pero le agradezco mucho. Fue la forma de hacer visible un problema de todos los días en mi país. Lamentablemente a mi me tocó protagonizar.