Asesinados dos ancianos durante robo de vivienda en El Junko Country Club
El propietario de la quinta y la empleada del servicio fueron sometidos. A la mujer la atacaron con un cuchillo, mientras que al dueño de la vivienda le dispararon en la cabeza para sustraer artículos de valor. La esposa del propietario resultó herida
Los vecinos de la urbanización El Junko Country Club están de luto. El motivo: dos de sus habitantes fueron asesinados para robarlos en una vivienda, ubicada en la calle La Gloria. Las víctimas eran ancianos y no pudieron defenderse del ataque de un grupo de delincuentes. Fueron identificados como José Gregorio Quintana, de 83 años de edad y Jenny Nathaniel, de 73 años.
Según el relato de Jhon Blanco, vocero del Consejo Comunal del complejo residencial, a las 6:30 am cuatro hombres de piel morena, que portaban gorras ingresaron al campo de golf para entrar a la parte posterior de la vivienda. Nathaniel, empleada doméstica se encontraba en el lavandero e iba a sacar a los perros para que corretearan por el patio trasero. Cuando abrió la puerta, los hombres la sometieron y la apuñalaron. Los gritos alertaron al propietario de la residencia José Quintana, quien sacó un arma de fuego para ahuyentar a los asaltantes, pero ellos lograron quitarle la pistola y le dispararon en la cabeza. Su esposa, Marlene Haack al escuchar el tiro bajó de la habitación principal y al toparse con los sujetos la hirieron en la cabeza. El proyectil la rozó y se encuentra recluida en el hospital Militar.
El grupo sustrajo objetos de valor de la residencia. Una hora después uno de los hijos de Quintana ingresó a la vivienda, de nombre Florecita para buscar las llaves y una laptop que llevaría a la fábrica de tequeños, propiedad de la familia. Al entrar se topó con los cuerpos. Pidió a la empleada de la empresa que lo estaba esperando en su vehículo que lo ayudara. Los vecinos consternados observaron el movimiento y se acercaron para averiguar lo que sucedía. El hijo no paraba de gritar: “mataron a mi viejo y a mi nana”, “no tuvieron piedad con unos ancianos”.
Nathaniel tenía más de 50 años con la familia Quintana. Ellos la recibieron a los 20 años. Provenía de Trinidad y se mudó a Venezuela en busca de nuevas oportunidades. Blanco cuenta que ella era más que una empleada de servicio, era parte de la familia. Ayudó a criar a los cuatro hijos de la pareja. No se casó porque su vida la dedicó a atenderlos. Era la mano derecha de la familia. Con su trato amable se ganó el aprecio de la comunidad que la calificaba como “una santa”, un pan de Dios. En el país solo tiene una hermana. Los vecinos intentaron contactarla para notificarle lo ocurrido, pero no fue posible.
José Gregorio Quintana era un hombre respetado y fue el promotor del proyecto de elevación a parroquia de El Junquito. Fundó una empresa de elaboración de tequeños y daba empleos a los más necesitados de la zona. Llegó a tener más de 60 trabajadores, pero debido a la crisis económica el negocio se vino a menos y el personal se redujo a 35. Aún así el grupo familiar continuó apostando al país porque tenía la seguridad de que el panorama cambiaría.
Blanco del hampa
Los homicidas forman parte de una organización delictiva que mantiene azotada la urbanización. Una vecina, quien prefirió resguardar su identidad, indicó que hasta dos casos de robos y hurtos semanales se registran en el sector. “Las viviendas que se encuentran abandonadas porque sus ocupantes se han ido del país, han sido desvalijadas. Han ingresado hasta seis veces. Las familias de la calle Las Lomas han sido víctimas de saqueos. Los mudan y no hay quien los capture. Hace unos días mantuvieron secuestrados a un grupo familiar. A sus integrantes los ataron de pies y manos, los golpearon y les advirtieron que si los denunciaban no vivirían para contarlo”, comenta la mujer.
En la zona no se había registrado un homicidio por esta causa desde el año 2015, cuando fue asesinado José Antonio Montesinos, de 67 años de edad, padrastro del actor de telenovelas Ricardo Álamo. Un grupo de hombres entró a su residencia, luego de romper el vidrio de la ventana de la sala, lo sometieron y lo apuñalaron en el pecho.
El conjunto residencial no dispone de vigilantes. Solo hay tres porteros que se turnan en la garita de vigilancia, pero no controlan el ingreso de personas. No hacen preguntas, ni revisan los vehículos sospechosos. Otro factor que agrava la situación, es la ausencia de patrullaje. “Hemos enviado cartas a los puntos de control de la GNB, ubicados en los kilómetros 23 y 12 para que hagan rondas, y ellos lo que hacen es tomar nota, pero no se mueven de los puestos de custodia. Algunos se han atrevido a decir que “esa no es su competencia”. Están desprotegidos.
@nmatamoros