La muerte detrás de una detención por supuesto tráfico de insumos - Runrun
La muerte detrás de una detención por supuesto tráfico de insumos
Isaura Pérez viajó desde Maracay hasta Barquisimeto para traer insumos médicos que requería su prima, Georgina Delgado, recluida en la Unidad de Terapia Intensiva del Hospital Central Antonio María Pineda. Toda una familia se movilizó para proveer material médico que debía ser garantizado por el Estado venezolano. Pero Isaura fue detenida y acusada de “bachaquear” con material médico. Ella salió libre. Georgina murió. Esta es la historia.

 

@albertoyajure

ISAURA PÉREZ HABÍA PREVISTO TODO, menos su detención y la muerte repentina de su prima. El viernes 15 de julio se publicaron en Barquisimeto versiones de prensa que la señalaban como responsable de “bachaquear” insumos médicos. La información había sido difundida por la brigada hospitalaria de la Policía de Lara en el Hospital Central Antonio María Pineda. Isaura había sido detenida el día anterior por dos funcionarios vestidos de civil cuando intentaba entregar medicinas e insumos que requería su prima, Georgina Delgado, de 38 años, recluida en la Unidad de Terapia Intensiva de este centro médico.

Cuatro días después de la detención de Isaura, la vida de Georgina se extinguió en la UCI. En el acta de defunción, suscrita por un médico llamado Carlos Gregorio Cuicas, se declaran como causas de la muerte: insuficiencia respiratoria tipo II, diabetes tipo II complicada con cetoacidosis y deshidratación severa.

Delgado nació con una encefalopatía, que es la terminología científica para designar una disfunción cerebral, aunque su familia, oriunda de El Tocuyo, recurra a  términos más llanos para referirse a su discapacidad cognitiva y afirmen que era “especial”, “casi como una niña”.

Según la Policía, Isaura era trabajadora de un Centro Diagnóstico Integral (CDI). Además, en la información de la minuta del procedimiento enviada a los medios y repetida luego a los reporteros por el supervisor agregado Oscar Yépez Mendoza, jefe de la brigada hospitalaria, se le acusaba de haber robado material médico y “revenderlo” en las inmediaciones del Hospital Central.

La familia asegura que los hechos que transcurrieron entre la detención de Isaura Pérez y la incautación definitiva de los insumos precipitaron la muerte de Georgina. Esencialmente, porque no pudo recibir el tratamiento que requería porque los funcionarios no devolvieron los materiales y fármacos, ni presentaron evidencias en  contra de Isaura.

Médicos, enfermeras, personal administrativo y familiares intentaron mediar en el conflicto entre la familia y los funcionarios policiales, que ocurrió la mañana del jueves 7 de julio en el piso dos del Hospital Central. La Policía solo sospechaba que el material fuese robado y ni siquiera un fiscal del Ministerio Público pudo lograr que los insumos fuesen devueltos para que los médicos los administrasen a la paciente.

Entre la vida y la muerte

La noche antes de su detención, el miércoles 6 de julio, Isaura acordó con un vecino el traslado desde su casa en Mariara —límite entre los estados Aragua y Carabobo— hasta el terminal de pasajeros de Valencia, conocido como Big Low. De allí, salió cerca de las seis de la mañana con rumbo a Barquisimeto. Con 59 años, y de oficio costurera, viajaba en una misión casi de “vida o muerte”.

Arregló un bolso en el que colocó diez pares de guantes, 13 inyectadoras, dos macrogoteros, cuatro soluciones fisiológicas 0.9, cinco jelcos número 18, tres paquetes de gasas y dos paquetes de toallas clínicas. Los insumos eran para Georgina, aquejada en una cama con un coma diabético que ya había empeorado.

“Nosotras nos criamos juntas… pero yo vivo en Mariara desde 1988. Esos insumos los habíamos juntado en donaciones. Pedimos colaboración a gente que conozco. Compré también con mi dinero las soluciones a una muchacha embarazada que al final parió normal y me vendió eso. La policía se ensañó conmigo, dijeron que yo era una camarera en un CDI. Eso es falso, es criminal. No sé ni de dónde lo sacaron”, relata Isaura, acompañada de Génesis Delgado, una de las hermanas de Georgina, que también fue detenida.

El diagnóstico de Georgina no era alentador. Génesis relata que había sido internada dos veces por alteraciones en los niveles de glucosa en su sangre en 2012 y 2014. La familia de Georgina vive en El Tocuyo, donde ella había estado recluida apenas diez días antes, en el Hospital Egidio Montesinos. La escasez de insumos no permitió que le prestaran los cuidados que requería.

“Mi hermana estuvo diez días en el hospital de El Tocuyo, pero decidieron transferirla porque no había insumos para tratarla. Nos pedían de todo y nosotros no teníamos dinero.  Estábamos muy angustiados. Por eso llamamos y recurrimos a la familia y amigos, para que nos ayudaran”, explica Génesis, una morena de cuerpo menudo y 24 años.

Dos funcionarios vestidos de civil las detuvieron en una entrada del Hospital Central. Al revisar el bolso, se las llevaron detenidas y las acusaron de traficar con insumos médicos. Aunque ambas fueron metidas en un calabozo, solo Isaura fue acusada por los policías. Uno de ellos subió hasta el piso dos con Génesis para constatar con los médicos si ambas tenían una paciente recluida allí y si Georgina requería los sueros y medicinas que le traía Isaura.

Una carrera contra el tiempo

Isaura y Génesis permanecieron en un calabozo casi toda la mañana, según relataron al diario La Prensa de Lara. Una de ellas logró hacer una llamada a Ramón Pérez, hijo único de Isaura, quien es funcionario de la Policía en Carabobo, abogado y docente en la UNES. Ramón se trasladó a las 11:00 am desde Valencia y llegó a Barquisimeto cerca de las 3:00 pm.

“Yo acudí de inmediato. Dejé mi clase para ir hasta Barquisimeto. Llamé al fiscal que estaba de guardia. Hablé con José Mora de la Fiscalía 10 del Ministerio Público. Luego él habló con los funcionarios policiales. Todo el tiempo que mi mamá y Génesis estuvieron detenidas, mi prima Georgina quedó sola intubada”, relata Ramón.

El fiscal José Mora aseguró vía telefónica que no podía dar precisiones del caso, ni conversar con periodistas sobre su trabajo. Su nombre está en el testimonio de Isaura que fue presentado en una denuncia contra los funcionarios ante la Fiscalía de Derechos Fundamentales. Pero Mora solo se permite admitir que él estuvo de guardia cuando se practicaron las detenciones de Isaura y Génesis. Y dice: “Es posible que me hayan notificado del caso”.

Ramón cree que los funcionarios pensaron más en la estadística y en el procedimiento, que en la vida de la paciente. Isaura concuerda cuando afirma: “Quizá el policía ese quería ascender con nosotras”.

Pero el jefe de la brigada hospitalaria, Oscar Yépez Mendoza, mantiene la versión de que ambas eran “bachaqueras” y además las acusa de intentar sobornarlo ofreciéndole dinero para liberarlas. Dice que no puede mostrar los insumos porque están “custodiados” y afirma que solo serán devueltos si el Ministerio Público envía un oficio con la orden.

La Policía de Lara reveló el 4 de julio que doce personas habían sido detenidas entre mayo y junio por supuesto tráfico y reventa de material médico. Esta es una estadística que sí está a la mano de organismos del Estado, en contraposición con el registro inexistente de la muerte de pacientes por falta de insumos médicos. Las familias deben procurar material que por mandato constitucional debe garantizar el Estado venezolano. Los médicos se reúnen en asambleas semanales, protestan para exigir eficiencia en la dotación y equipamiento de hospitales, y en la Asamblea Nacional se exige al gobierno que declare una emergencia humanitaria mientras los pacientes se deterioran y mueren.

Y llegó la muerte

La cetoacidosis es una condición aguda que con frecuencia padecen los diabéticos. Aparece cuando los niveles de glucosa en la sangre de los pacientes se elevan y no se les administra insulina. El déficit de insulina dificulta la incorporación de glucosa en la sangre para la obtención de energía y el organismo comienza a sintetizar grasa transformándola en ácido.

Lourdes Guerrero, médico endocrinóloga y especialista en diabetes, apunta que la cetoacidosis evidencia el empeoramiento de un cuadro diabético por falta de tratamiento. “La falta de insulina, hidratación y cuidados coloca al paciente en una situación crítica que puede causar la muerte”, indica Guerrero, miembro de la Sociedad Venezolana de Endocrinología y Metabolismo.

Las infecciones se inscriben entre los factores detonantes de la cetoacidosis. Y eso explica el que a Georgina se le hubiese recetado Clinfol, un antibiótico antimicótico para tratar una infección en sus vías urinarias. Aunque Guerrero no conoció a la paciente, explica también que es vital la administración de solución de cloruro de sodio (NaCl) al 0,9% para contrarrestar ambos cuadros: la acumulación de ácido y la deshidratación.

“Había que controlar con urgencia el pH en la sangre de la paciente para llevarlo a niveles normales. Como estaba en un coma diabético, lo indicado era hidratarla con grandes cantidades de solución fisiológica por vía parenteral (intravenosa)”, explica Guerrero. De no hacerse, precisa, puede ocurrir daño renal, cardíaco y hasta la muerte.

La alta concentración de moléculas ácidas —llamadas cuerpos cetónicos— se convierte en tóxicos. Guerrero detalla que lo que ocurre en la sangre es casi compatible con un envenenamiento, dando paso a tres posibles complicaciones que son letales: acumulación de líquido en el cerebro (edema cerebral), un ataque al corazón o insuficiencia renal.

Georgina no tuvo alternativas. La familia Delgado relata que tras la confiscación de los insumos, permaneció casi cuatro días sin administración de solución fisiológica. “Estuvo todo el miércoles, jueves, viernes y sábado sin suero y el domingo se murió”, relata Génesis.

“Ella necesitaba todo eso”

Un informe médico suscrito y firmado por la doctora María Elena Quiroz, jefa del Servicio de Terapia Intensiva, precisa que Georgina Delgado, de 38 años, se encontraba hospitalizada en la UCI de adultos desde el 4 de julio. También da fe del diagnóstico y de las necesidades de insumos para su tratamiento, en el que se enlistan: guantes (ocho unidades por día); sondas de aspiración (cuatro unidades por día); solución al 0.9% (diez unidades por día); dos macrogoteros por día; tres tipos de inyectadoras (15 por día);

También se le pidió a la familia Clinfol —un antimicótico para tratar infecciones—; un broncodilatador para ayudarla a respirar; ocho unidades de gasas al día; cintas para mediciones de niveles de glicemia; tres frascos de bicarbonato de sodio por día y un catéter venoso central.

Dos residentes del servicio atestiguan que los insumos “decomisados” a Isaura eran requeridos por su prima Georgina. Los médicos no acceden a dar sus nombres, pero resumen: “Todo lo que ella necesitaba lo traía la señora”. Los residentes advierten que no pueden concluir que la falta de los insumos jugó a favor de la muerte de la paciente, pero en todo caso apuntan: “Si lees el acta de defunción, allí se dice que murió también por deshidratación”.

La doctora Quiroz afirma que los funcionaron acudieron dos veces hasta el piso dos para comprobar si la paciente estaba ingresada. “Y así se lo hicimos saber”, apunta en conversación vía telefónica. Precisa que el Hospital no contaba con esos insumos, y revela que algunos de los materiales estaban identificados como material exclusivo del Estado, fabricados para el Ministerio de Salud. Familiares de otros pacientes en esa área también se molestaron por la actitud de los funcionarios.

“Los funcionarios decían que estaban dentro de la norma, porque la señora no tenía comprobantes de que el material era donado”, explica Quiroz. Al preguntársele qué sustancias controladas estaban en posesión de Isaura, responde: “Ninguna. Básicamente eran las soluciones y los bajantes. Lo otro era un antibiótico, que se consigue en farmacias”.

Quiroz también da cuenta de que Georgina llegó en una condición delicada. Y explica que el aporte de soluciones isotónicas y el bicarbonato de sodio eran fundamentales para sacarla de su estado. Afirma que Georgina requería grandes cantidades, de hasta 24 unidades de suero por día. Coincide también en que debía prevalecer la urgencia de la condición humanitaria de la paciente.

Aunque ambas fueron liberadas, Isaura y Georgina sienten que se les hizo un daño irreparable. Consideran que se les detuvo injustamente y sin pruebas el jueves 7 de julio. Luego —el domingo 10— murió Georgina tras permanecer cuatro días sin tratamiento. Y casi una semana después, el viernes 15, cuando la familia aún estaba en duelo, se sorprendieron al ver sus nombres en los medios impresos acusadas como “bachaqueras” de insumos médicos. Ambas han acudido también a Asuntos Internos de la Policía de Lara, donde colocaron otra denuncia contra los funcionarios.

A Georgina la enterraron el lunes 11 de julio a las 10:00 am en el cementerio de El Tocuyo. “La familia está derrumbada”, cuenta Petra Delgado, otra hermana de Georgina.

Mientras, Isaura dice que se siente indignada: “Estamos muy dolidos. Queremos que se diga la verdad. Que se limpie nuestro nombre y que lo que hicieron con nosotras no lo hagan con más nadie”.