Radiografía de la salud en Venezuela: Hospital "Los Magallanes de Catia"
Radiografía de la salud: Venezuela raspada en indicadores básicos
El Sistema Público Nacional de Salud está en «fase terminal, al ser evaluado a la luz de indicadores internacionales. En un hospital de Caracas la solidaridad es el único camino para la supervivencia

 

@AdrianitaN

ADELINA RODRÍGUEZ, UNA DE LAS ENFERMERAS del Hospital General del Oeste “José Gregorio Hernández” —mejor conocido como “Los Magallanes de Catia”— está preocupada porque el envase de agua mineral que utiliza para desechar las agujas utilizadas está a rebosar. “Voy a buscar uno por mi casa. Aquí todo lo traemos de nuestras casas”, asegura. Los envases especiales de bioseguridad no existen en el lugar.

Las 233 instituciones que integran el Sistema Público Nacional de Salud de Venezuela (SPNS) atraviesan una de las más sombrías etapas desde su creación. Diariamente, doctores, enfermeras, pacientes y trabajadores deben bregar con la deficiente dotación de insumos, el deterioro estructural y las fallas en el suministro de servicios básicos como agua, luz y aseo.

La debacle de la organización administrativa, el abandono acelerado del sistema por parte de especialistas en atención médica y el auge de la inseguridad en el interior de las instituciones completan el difícil diagnóstico.

El 25 de noviembre de 2011, el expresidente Hugo Chávez dijo:

«La medicina capitalista es una cosa perversa (…) Cuando la vida mismo se convierta en mercancía. ¿Cuánto vales? ¿Cuánto hay pa’ eso? Si tienes, vives; si no tienes, no vives»

Gustavo Villasmil, secretario de salud del estado Miranda y especialista en Gerencia de Servicios de Salud, explica en el libro Del mal que vas a morirque la diferencia entre vivir o morir tiene que ver con que «a usted le pase algo y que haya un hospital abierto y bien equipado capaz de recibirlo».

El 28 de agosto de 2013 la Vicepresidencia de la República, conducida por Jorge Arreaza, anunció la creación de un «Estado Mayor de la Salud» en el que el Ministerio del Poder Popular para la Salud uniría esfuerzos con su despacho; el Instituto Venezolano de los Seguros Sociales (IVSS); la Vicepresidencia para el Desarrollo Social y la Revolución de las Misiones; el Instituto de Previsión y Asistencia Social del Personal del Ministerio de Educación (Ipasme); la Misión Médica Cubana, Petróleos de Venezuela y otras instituciones relacionadas con el área para tratar temas como la dotación de insumos y el mantenimiento de las estructuras de las hospitales.

Para el año 2007 se contabilizaban en el país cerca de 233 instituciones de salud públicas. El «Estado Mayor de la Salud», en su fase de inauguración, contemplaba la atención de solo 11 de ellas.

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En Venezuela el término «crisis» parece ser el apellido de la palabra «hospital». Pero, ¿desde cuándo se venía fraguando este estado generalizado de precariedad en el sistema hospitalario? El doctor Gustavo Villasmil, en el libro Del mal que vas a morir, ofrece un punto de vista en el que no hay villanos ni superhéroes, sino en el que se entiende al SPNS como una estructura que responde al desgaste natural de los años y cuyo mantenimiento fue dándose por sentado a lo largo de varios lustros.

A su juicio, una crisis no puede considerarse como tal en tanto no sucede en un momento determinado, por causas puntuales. Así, descarta la visión de soluciones coyunturales.

«Venezuela tiene treinta y cinco años fracasando consistentemente en todo lo que hace respecto a la salud. Así como tuvo veinte años previos acertando»

Según Fernando Bianco, expresidente del Colegio de Médicos del Distrito Metropolitano de Caracas y de la Federación Médica de Venezuela, la “crisis” del SPNS comenzó cuando las responsabilidades de conducirlo fueron divididas entre el Instituto Venezolano de los Seguros Sociales (IVSS) en 1938 y el Ministerio de Sanidad y Acción Social (MSAS) —actual Ministerio del Poder Popular para la Salud (MPPS)— en 1939. Asegura que el panorama se complicó aún más con la creación del Instituto de Prevención Social del Profesorado (Ipasme).

Encontrar a los trabajadores de la salud en la portada de un periódico tras haber protestado en la calle por mejoras salariales, por la dotación de sus hospitales, en contra de la inseguridad o cualquier otro atropello estatal que ponga en riesgo su labor, ha sido una constante por décadas.

El 27 de noviembre de 1996 fue un punto de inflexión en la historia de la huelga médica. Ese día cerca de 27 mil médicos suspendieron el servicio en 226 hospitales públicos como medida de presión para ubicar el sueldo de los galenos, como mínimo, en el equivalente en bolívares a mil dólares. Antes de la «hora cero» los doctores devengaban sueldos en bolívares equiparables a 144 y 244 dólares al mes.

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En los últimos diez años, las luchas de los galenos y sus pacientes han sido protagonistas de numerosas portadas de periódicos tradicionales y digitales. La organización no gubernamental ConflictoVe contabilizó 34 titulares de prensa sobre el tema de la crisis en la salud, solo en el primer trimestre del año 2015.

Según el informe anual de Provea, presentado el 9 de junio de 2015, en 2014 se registraron 2.665 denuncias referidas a deficiencias en centros públicos de salud, 35% más de las desarrolladas en 2013, que fueron 1.976.

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Desde normativas de hospitales que exigen a los pacientes tener su propio juego de cama y productos de higiene personal —como es el caso de «Los Magallanes de Catia»— hasta la afincada falla de medicinas e insumos a nivel nacional, ponen en serias dificultades a los pacientes y sus familiares.

Quien se enferma en Venezuela está en “tres y dos”: o paga todo lo que pueda por un servicio confiable, pero cada vez más costoso y escaso, o se dedica a suplir por su cuenta la carencia de insumos.

Estimaciones independientes hechas por Villasmil —en Del mal que vas a morir (2015) indican que de los casi 3 puntos porcentuales del PIB que se destinan al área de la salud, la mitad corresponde al gasto público (o inversión social) hecha por el gobierno, mientras que la otra mitad la componen las personas que compran sus propios medicamentos y acuden al servicio privado.

Según cifras de la Oficina Nacional de Presupuesto (Onapre) entre 2011 y 2013 el Estado venezolano destinó 88.87 millardos de bolívares al área de la salud

La figura del gasto extraordinario en salud, destinado a paliar la insuficiencia de la inversión formal, aparece en la escena en el año 2001. Jorge Díaz Polanco, coordinador del observatorio de salud del Cendes de la UCV, señala que para 2005 la parte del PIB invertida en el área de la salud llegó a casi 9%, a raíz de los recursos aprobados de forma paralela; de esos, solo 1,85% fueron destinados a la «red tradicional» y el 7,32% fue transferido a la Misión Barrio Adentro. Además, advierten Codevida y Provea, “los presupuestos asignados a la salud pública son altamente deficitarios, llegan con considerable retraso a los centros y dependen en un 50% de créditos adicionales, sujetos a la disponibilidad de divisas”.

Díaz Polanco considera que el gasto extraordinario proviene de “fuentes sospechadas pero nunca claramente identificadas y no existe forma de acceder a una contabilidad de dicho gasto” debido a que lo invertido no se halla identificado claramente en el presupuesto nacional. Por el contrario, estima el especialista, era el programa político del presidente Hugo Chávez (y ahora de Nicolás Maduro) la guía para conducir los recursos. “(Chávez) al acceder libremente a las reservas internacionales, sin contraloría, toma las decisiones en un entorno cerrado, al cual nadie, salvo los iniciados, tiene acceso”.

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A partir de la década de los 70 el Estado Venezolano fue incorporando, paulatinamente, a sus trabajadores públicos al célebre «HCM»: una póliza de seguros que permitía contar con hospitalizaciones, cirugías y asistencia para maternidad cargadas a la cuenta del Estado. Según cifras del Instituto Nacional de Estadística la población venezolana se ubica en 2015 en treinta millones 620 mil 404 personas.

Según estimaciones de las ONG Provea y Codevida, hoy día ocho millones de trabajadores públicos, sus esposos, hijos, padres y madres están “asegurados” y tienen como primera opción acudir a una clínica a la hora de una emergencia. Esta inversión representa más del 20% del gasto público en salud.

El «pago indirecto» que debe hacer la población para acceder a la salud pública se refleja en dos grandes variables: La inversión que hace el Estado en pólizas de salud para que, aproximadamente, un tercio de la población sea tratada en instituciones privadas y la obligación de las familias de cubrir por cuenta propia las deficiencias de las instituciones.

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Venezuela alcanza a cumplir solo con 22,5% del estándar establecido por el máximo organismo internacional en materia de salud.

De acuerdo con los cuatro últimos informes anuales de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), para los años 2011, 2012, 2013 y 2014 el Sistema Público Nacional de Salud (SPNS) de Venezuela contaba con 0,9 camas hospitalarias por cada mil habitantes. Esto implica que en esos cuatro años el país presentó un déficit, en promedio, de 77% de las camas necesarias para cubrir la demanda de la población.

Por el contrario, desde 1999 hasta 2014 el descenso en camas disponibles fue de 73% a pesar de los diversos planes de recuperación de instalaciones médicas propuestos desde el Ejecutivo nacional, el Ministerio del Poder Popular para la Salud y el Estado Mayor de Salud.

En 1999 se encontraban disponibles dos de los cuatro espacios estipulados por la OMS (aproximadamente 46 mil 826 plazas de las 93 mil 650 mínimas necesarias para la población total de ese año).

La data oficial es menos alentadora

Los datos ofrecidos por el mismo Ministerio del Poder Popular son, por mucho, desesperanzadores. Si se toma en cuenta el valor mínimo requerido por la OMS y se compara con los datos revelados en la Memoria y Cuenta del MPPS para evaluar el año 2012, resulta que en ese período el SPNS se mantuvo en pie con solo con el 20% de lo debido (24.687 camas), es decir, un déficit de 95 mil 132 lechos (80% de la potencial demanda).

Cuando se toma en cuenta el informe Red de hospitales por entidad federal especificado por tipo y capacidad de camas arquitectónicas, presupuestadas y funcionantes, emitido en 2012 por el MPPS y nunca revelado a la opinión pública, da cuenta de una situación, prácticamente, inviable.

En 2012 el Sistema Público Nacional de salud se mantuvo en pie con solo 20% de las camas mínimas necesarias (24 mil 687 lechos)

De 28.885 camas arquitectónicas, solo 23.305 entraron en el presupuesto de la Nación de ese año. Fueron 19.911 plazas las que recibieron pacientes en 2012, según el Ministerio del Poder Popular para la Salud, es decir, 4.776 camas menos de las declaradas al país en la Memoria y Cuenta. Tomando en cuenta esta cifra, el índice de escasez de camas hospitalarias funcionales en Venezuela se ubicó en 83.39%.

82% de los venezolanos son atendidos por el sistema de salud público, según cifras oficiales. Cálculos independientes de Villasmil, en el libro Del mal que vas a morir, señalan que en 2015 Venezuela cuenta con aproximadamente cuarenta mil camas hospitalarias, de las cuales 33 mil (82,5%) están a cargo del SPNS.

Según Villasmil, las siete mil camas (17,5%) bajo la responsabilidad del sistema privado atienden al 55% de los venezolanos con afecciones de salud.

¿Cómo puede un sistema que es responsable del 85% de la capacidad operativa atender solo al 45% de la población? Según la organización Médicos por la Salud, solo la mitad de las camas (16.500) disponibles en las instituciones adscritas al SPNS se encuentran realmente operativas. En 2015 serán necesarias 122.481 camas para cubrir la demanda de los 30 millones 620 mil 404 venezolanos que poblarán Venezuela, según el Instituto Nacional de Estadística (2011).

El MPPS reveló en 2012 que la reducción del número de camas de emergencia entre 2011 y ese año había significado dejar de atender a 1.125.610 personas.

Villasmil indica que, históricamente, solo el 5% de la población veía como una opción pagar por servicios de salud y que esta alternativa se tomaba, en la mayoría de los casos, por razones de comodidad o lujo.

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Según el Banco Central de Venezuela, en marzo de 2014 la escasez de insumos médico-quirúrgicos y medicinas necesarias para garantizar la vida de los venezolanos alcanzó el 50%. Así, se ha hecho frecuente la escena del médico, o enfermera, pidiendo a los familiares traer al hospital desde unos guantes quirúrgicos, hasta un analgésico para aliviar el malestar de su doliente.

Un informe de la Red de Sociedades Científicas Médicas de Venezuela divulgado en junio de 2014 detalla que la escasez ha desaparecido de los hospitales, insumos de uso diario como los cepillos quirúrgicos (usados por los médicos para lavarse las manos antes de entrar a cirugía), los guantes quirúrgicos estériles, las batas quirúrgicas, las cánulas nasales para administrar oxígeno, los materiales para esterilizar el instrumental quirúrgico y suturas.

Médicos por la Salud asegura que en 2014 el índice de escasez de medicamentos se ubicó en 55%, mientras que en los primeros dos meses del año 2015 de cada diez medicinas requeridas para la atención primaria, faltaron siete (67%)

«Un solo material que falte en un hospital, es una vida que cae en riesgo», alertó Enrique López Loyo, representante de la Academia Nacional de Medicina en declaraciones al diario Últimas Noticias.

El expresidente de la Comisión de Salud ante la Asamblea Nacional y actual ministro para la Salud, Henry Ventura, achacó a principios de marzo, la desaparición de medicamentos en el país a una «guerra contra el país», orquestada por empresas transnacionales productoras e importadoras de medicamentos.

Al ser entrevistado en el canal del Estado, Ventura admitió que la falta de insumos ha motivado la muerte de personas. «Ayer fallecieron personas que no tuvieron un stent. En los servicios de cardiología han desaparecido, los tienen acaparados, los stent, los marcapasos, los recincronizadores, ha aumentado la deuda quirúrgica (…)”, dijo.

En declaraciones recogidas por el diario Panorama  señaló que “el tema es crítico y el gobierno lo está haciendo como tiene que ser” y se preguntó: ¿Por qué a 387 empresas de este país se les dieron más de 3.700 millones de dólares? Hasta junio se les dieron 2.055 millones de dólares”.

En contraste, el periodista especializado en el área económica, Roberto Deniz, explica que de 2011 a 2013 la asignación en divisas para la importación de medicinas ha disminuido drásticamente:

El sector salud ha sufrido en los últimos años una reducción en la asignación de divisas. En 2013 las empresas recibieron 2,9 millardos de dólares, cifra que dibujó un recorte de 21,3% con respecto a 2012 y de 34% si se compara con los 4,4 millardos de dólares que tuvieron en 2011. La asignación del año pasado fue la más baja para el sector desde 2009, de acuerdo a los datos de Cadivi

La escasez persistente de insumos tiene repercusiones muy graves. En el primer semestre de 2014, debieron ser reprogramadas cincuenta mil cirugías electivas en todo el país, según cálculos independientes de la Red de Sociedades Científicas Médicas de Venezuela y la Academia Nacional de Medicina. Al detallar las especialidades médicas se ve la cara más dramática de la crisis.

75% de los aceleradores lineales está fuera de servicio, de acuerdo con Villasmil, debido a que “no se les hace mantenimiento, no están calibrados o, como ocurrió con el convenio argentino, nunca llegaron”.

Casi todos los equipos para realizar Tomografías Axiales Computarizadas (TAC) y Rayos X del país operan “a medias”. Los aparatos para realizar diálisis (MMQ) y cateterismos o sondas (CAT) están al borde de la suspensión en 65% y 67%, señala la organización Médicos por la Salud.

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El ministro de salud, Henry Ventura, aseguró en mayo de 2015 que, desde 2009, solo 320 médicos se habían ido de Venezuela, con la promesa de cursar estudios de postgrado y regresar. La Federación Médica Venezolana (FMV) replicó diciendo que 12.180 médicos de hospitales y 2.500 de clínicas han abandonado el país en busca de mejores oportunidades.

El doctor Carlos Pérez Pérez, único infectólogo del hospital “Los Magallanes de Catia”, todos los días considera renunciar en busca de mejores oportunidades. Pensar en los más de 500 pacientes de su consulta lo hacen quedarse un poco más.

Gustavo Villasmil, especialista en Gerencia de Servicios de Salud calcula que al menos un 25% los profesionales que han emigrado son especialistas –acumulan seis años de estudios pregrado y tres de especialidad- o subespecialistas –estudiaron nueve años para convertirse en especialistas y cuatro más para conocer un área más específica de la medicina-.

Doce especialidades están en «alerta roja» por la falta de especialistas capaces de atenderlas: Psiquiatría; Pediatría; Neonatología; Medicina Interna; Terapia Intensiva; Cardiología; Anestesiología; Infectología; Endocrinología; Nefrología; Medicina Celular y Hematología

En 2010 el para entonces presidente de Venezuela, Hugo Chávez, aseguró que diez años antes la proporción de médicos por cada mil habitantes era de 0,2; mientras que en ese año el país contaba con 0,8 galenos por la misma cantidad de habitantes.

Venezuela no figura entre el conteo de médicos hecho por la Organización Panamericana de la Salud (OPS) desde antes de 2010. La última cifra indica que la proporción era de 1,3 médicos por cada mil habitantes. Según cifras de la OPS, en 2005 se contabilizaban 2 médicos por la misma cantidad de personas.

La OPS advierte sobre un que implica un descenso de 70% de médicos médicos disponibles en Venezuela entre los años 2005 y 2010

La Organización Mundial de la Salud (OMS) establece que, en los sistemas de salud públicos, 2,3 médicos deben atender, como máximo a mil personas.

Utilizando como referencia la cifra más reciente de la OPS, se puede decir que Venezuela está por debajo del estándar mínimo establecido por 1 punto (39.268 médicos de los 69.474 mínimos necesarios para cubrir la demanda anual de los más de treinta millones de venezolanos).

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Para calcular la cifra mínima requerida de enfermeras en un país la OMS establece el mismo parámetro que el de los médicos: 2,3 por cada mil habitantes. 2010 es la última fecha en la que la Organización Panamericana de la Salud registró este indicador en Venezuela. En ese año, se contabilizaron 0,8 enfermeros por cada mil personas enfermas, 1,5 menos de los requeridos para atender a las 29 millones 43 mil 283 que poblaban Venezuela para el momento.

En 2010 el SPNS de Venezuela salió a flote con solo 24.165 profesionales auxiliares de las 64.474 mínimos necesarios, un déficit de 62,5%

En el informe Situación de Salud en las Américas de la Organización Panamericana de la Salud correspondiente al año 2005 se indica que la proporción entre enfermeros y pacientes era de 2 por cada mil habitantes, 86,9% del estándar propuesto por la Organización Mundial de la Salud.

La Guía práctica de indicadores de gestión para establecimientos de atención médica, recopilada por el doctor Maiqui Flores en su blog, explica que una enfermera debe atender ocho camas de hospital por turno.

El análisis de la organización Médicos por la Salud, que indica que solo la mitad de las camas (16.500) disponibles en las instituciones adscritas al SPNS se encuentran realmente operativas, impone al MPPS el compromiso de garantizar la contratación de, al menos, 2.063 enfermeros.

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En el primer trimestre de 2015 87% de los laboratorios clínicos de las instituciones hospitalarias del país trabajaron con serias fallas y 7% fueron cerrados. Así lo refiere el informe hecho por la organización Médicos por la Salud, hecho a partir de la Encuesta nacional de la situación hospitalaria (2015).

Solo 6% de los laboratorios clínicos fue capaz de mantenerse en condiciones de completa operatividad en el primer trimestre de 2015

Las dificultades tienen que ver, en la mayoría de los casos, con falta de reactivos para evaluar las muestras o con equipos especializados que se encuentran descompuestos.

De acuerdo con el mismo estudio, 44% de los pabellones operatorios permanecieron cerrados, dejando solo 66% con las condiciones mínimas para atender cirugías electivas y emergencias.

39% de las instituciones no contaba con un servicio continuo de aguas blancas. Cada centro de salud vive dificultades singulares, vinculadas con su infraestructura, su ubicación y sus condiciones de mantenimiento.

 

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