La guerra económica, “neurotización” y la ideologización de los empleados públicos
Presidente de Conatel le puso todos los apellidos que pudo a la «guerra psicológica»
William Castillo, director general de Conatel, acusa a los medios de ser parte de un “ejército agresor” que —según él— quiere “destruir la vida social y económica del país”. El discurso belicista es puesto al servicio de la ideologización de los empleados públicos

 

@albertoyajure

A las dos de la tarde el auditorio está casi vacío. Un par de mujeres reciben cordialmente al visitante, dan la bienvenida y le piden amablemente que se registre en una planilla de asistencia. Un joven dice «bienvenido» y entrega una botella de agua mineral. Poco a poco el auditorio se llena de chaquetas rojas. Hay al menos 150 personas, casi todos empleados públicos, del Fondo Nacional de Ciencia y Tecnología (Fonacit). La gente se saluda, conversa y lentamente se ubica en las butacas mientras suena una salsa que dice «Vamos todos con Maduro».

En el fondo del escenario hay una pantalla que muestra a William Castillo, director general de la Comisión Nacional de Telecomunicaciones (Conatel), en una imagen que fue difundida a través de la red social Twitter,  y que invitaba al “conversatorio” que lleva como título “La neurotización como herramienta desestabilizadora en la guerra económica actual”. Este recinto es el auditorio ‘Simón Rodríguez’ del Ministerio de Ciencia y Tecnología, en la esquina Los Chorros de Caracas.

Durante hora y media, Castillo nombrará al menos 10 modalidades de guerra que enfrenta el Gobierno del presidente Nicolás Maduro. Pero, sobre todo, acusará a los medios de mentir, tergiversar, manipular, promover matrices de opinión que adversas a los intereses del Estado y de afectar la psique del «pueblo venezolano» con mensajes que causan zozobra y desesperación.

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Geancarlos Rodríguez, el presidente del Fonacit, se sienta junto a su invitado, quien viste de jeans y una camisa azul marino. Agradece a todos los trabajadores que han acudido y dejado sus puestos de trabajo para escuchar al director de Conatel.

Castillo, quien además es periodista y expresidente de Venezolana de Televisión (VTV), y de la Televisora Venezolana Social (Tves), teorizará sobre la neurotización, una palabra que no aparece en el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua (DRAE), pero que en términos médicos significa: “crecimiento de un nervio, reimplantación de un nervio”. Todas las referencias a los otros usos dados a este vocablo conducen a Oscar Schemel, director de la firma Hinterlaces —cercana al oficialismo— y uno de los propulsores de la teoría de la guerra psicológica contra el Gobierno. Fue Schemel quien comenzó a usar esta palabra en 2014 para referirse a la supuesta guerra mediática contra la autodenominada «revolución bolivariana».

El lugar se llena de silencio, mientras Rodríguez habla de «el comandante» Hugo Chávez y de sus esfuerzos por convertir los centros de trabajo en espacios para la formación  ideológica y revolucionaria. Se pasea brevemente por los 14 años de este gobierno, cuenta un poco sobre las dificultades y contextualiza la situación actual del país, la guerra encarnizada de EEUU y  factores de poder contra el país, pero que ahora tiene otra estrategia: “Todos los expertos, intelectuales, sabios del planeta, han advertido sobre esta guerra… nos quieren confundir desde la psiquiatría y la psicología para preparar el terreno y desestimar los logros de la revolución”, afirma Rodríguez.

Planwac

Castillo saluda, sonríe, se muestra amigable. Pregunta «¿ustedes me oyen bien?» y la audiencia responde con un «sííííí» al unísono. Entonces dice que comenzará mostrando una producción audiovisual del espacio TV Foro, que se transmite por VTV y que luego disertará sobre el tema que lo trajo hasta esta sala. Solicita que coloquen tres vídeos, preparados por el canal del Estado, sobre la “guerra económica” contra el expresidente chileno Salvador Allende. De golpe: la escasez, el acaparamiento, el golpe, la conspiración de los medios, empresarios y —por supuesto, que no falte—  de “el imperio”, léase: el gobierno de los Estados Unidos.

Las imágenes de archivo de un Chile a blanco y negro, las largas colas de los chilenos para comprar alimentos y el palacio de La Moneda ardiendo en llamas, anteceden a una segunda pieza con imágenes de Venezuela. De allí, hasta acá: las colas de venezolanos en Caracas 31 años después del golpe a Allende, la supuesta confabulación de grupos empresariales en este país, la corrupción de los banqueros, los daños económicos causados por el paro petrolero y la fuga de “225 mil millones” de dólares de la extinta Comisión de Administración de Divisas (Cadivi).

No se mencionaron las expropiaciones en cadena nacional, ni el fracaso de las empresas estatizadas. Tampoco se mencionaron casos emblemáticos de corrupción, ni a exfuncionarios acusados de delitos financieros y enriquecimiento ilícito y además condenados por tribunales en el país o prófugos de la justicia, como al ex ministro de Finanzas, Tobías Nóbrega; a Arné Chacón o Ricardo Fernández Berruecos. En ningún lado se nombró el desfalco al Banco de Desarrollo Económico Social (Bandes) ni las declaraciones de la exministra de Finanzas, Edmée Betancourt, que admitió que Cadivi había otorgado 20 mil millones de dólares a empresas de maletín.

Las imágenes vendieron como responsables del caos económico a los empresarios —a los que tildan de “parásitos”—, a Fedecámaras, Conindustria, Banesco, a Juan Carlos Escotet, Lorenzo Mendoza, y un cúmulo de empresas, entre las que se destacó a Alimentos Polar y Procter & Gamble (P&G). No faltó la fotografía en el palacio de Miraflores de Pedro Carmona Estanga, después del golpe de Estado de 2002.

También se mostraron fotos de Leopoldo López y su esposa Lilian Tintori —en una imagen de la boda de ambos, trajeados de liquiliqui blanco—;  las portadas de los diarios: El Nacional, El Universal, Últimas Noticias; y para rematar, un par de tuits con la palabra «escasez» escritos por los periodistas Nelson Bocaranda e Ibéyise Pacheco, entre otros.

El público atendió absorto. Durante cuarenta minutos no se oyó ni un alfiler. Tres vídeos después llegó el esperado monólogo de William Castillo, quien se levantó, cruzó el escenario y tomó el atril para dirigirse a los trabajadores con un lenguaje plagado de ideas repetidas por funcionarios y amplificadas por el sistema de medios de propiedad estatal.

El lenguaje belicista era capaz de hacerle imaginar al asistente cohetes, bombas y campos de combate. La “neurotización” es combatida con paroxismo y teorías de conspiración. Castillo no mencionó ni mostró pruebas, todo quedó sujeto a la conjetura. La ideologización es sinónimo de amor por la patria.

Hubo un intento de transferir la responsabilidad, la carga de las palabras. El discurso oficial insiste en que hay una guerra, una conspiración para sembrar pánico, terror, miedo. Pero en ese ejercicio se difunden mensajes que suenan casi a sirenas y alarmas de bombardeo mediático, a lenguaje militarista.

El director general de Conatel menciona el vocablo “guerra” tantas veces que la palabra retumba en el interior del cráneo de los asistentes. Cree que en Venezuela se libran muchas guerras, todas con apellidos: de cuarta generación, continuada, económica, psicológica, cultural, mediática, perversa, maquiavélica, sin fin, por los recursos, por el control, de redes.

Y funciona. En un momento afirma: “Es verdad que en este país se hacían teteros de agua de espagueti”. Y en el asiento de atrás un trabajador murmura: “aquí se comía perrarina”.

En otro pasaje argumenta:

—Esto es lo que quieren hacernos. Allende nacionalizó el cobre, subió el sueldo de los trabajadores. Los chilenos tenían dinero, pero no había nada qué comprar. Esa es la paradoja del capitalismo, en la cual las élites gozan de los privilegios del primer mundo. Una élite vive bien solo si una gran mayoría vive mal.

—Como en la cuarta república —responde una mujer de chaqueta roja sentada a un lado.

“Los medios son el principal actor de esta guerra”

La arenga contra los medios es el eje del discurso. Castillo no desmiente las colas, sabe que son ciertas, pero agrega que los medios que informan sobre estas y la escasez de productos básicos quieren entrar en los pensamientos de la gente y convertirlos en violentos criminales tumba-gobierno.

“El pentágono tiene un manual de guerra moderna, todo está escrito. No hacen falta intervenciones, ni tropas. Los ejércitos y las unidades militares han sido sustituidos por los medios y los mensajes”.

Si hasta aquí usted cree que ha oído suficiente, espere, porque hay más: los medios quieren “confundir”, “destruir la vida social y económica del país”, “desestabilizar el país con informaciones falsas”, “fomentar el caos y las compras nerviosas”, «promover el acaparamiento doméstico», “estimular las fobias”, “provocar la destrucción mental del país”, “exacerbar la agresividad”, “destruir la conciencia del pueblo”, “acabar con la paz y la tranquilidad”.

Además miente. Aseguró que el diario El Nacional había publicado una información con un titular que, sugirió, intentaba ser una sátira.

—Ustedes saben que ayer fue 4 de febrero. Yo no sabía que también era el Día Mundial de la prevención del cáncer. Pues el diario El Nacional publicó ayer un titular que decía así: “4F: Algunas formas de cáncer deben prevenirse”.

La nota que publicó El Nacional es esta:

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Castillo hace chistes, se burla de que la oposición ahora vea a Chávez como «bueno». Cuenta acnédotas y relata la supuesta masacre de indígenas Yanomami en la Comunidad Irotatheri, en Amazonas, que publicaron medios en 2012 y que el Gobierno desmintió visitando el asentamiento en medio de la selva. “No nos dejemos llevar por lo primero que nos dicen”, recomienda a la audiencia.

Además, Castillo afirma que hay que ser autocríticos, aunque en la hora y media de discurso él escurra el bulto, cuente una mitad de la historia y exima al Gobierno y funcionarios de la responsabilidad que tienen sobre la crisis actual. “Nadie ha negado que aquí hay problemas económicos”, dice… “pero si no fuera por la guerra económica no tendrían la cobertura mediática que tiene”.

Repite una y otra vez lo que ya otros han dicho: “Los organismos han sido penetrados por la corrupción”, “Las mafias poderosas reclutaron a funcionarios de Cadivi”. Y parafrasea a Nicolás Maquiavelo: “todos ven lo que parece y nadie sabe lo que es». «Son maquiavélicos”. Las cabezas asienten.

La solución viene en adherencia, lealtad a todo costo, sumisión. William Castillo asegura: «Todo esto se puede evitar, se puede combatir. Podremos resistir esta guerra solo si el pueblo confía en su gobierno, si lo apoya y se mantiene fiel».

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Llegada la ronda de preguntas, un hombre se levanta, toma el micrófono y exclama: «Lo felicito, camarada, muy buena su presentación. Ante un ataque como el que vivimos, ante una agresión como esta, que viene de todos lados, tiene que haber un contraataque.  ¿Cómo vamos a responder? ¿Cómo vamos a contraatacar?»

El discurso ha calado.