Trinidad y Tobago: El último refugio de los venezolanos
Trinidad le da una fría bienvenida a inmigrantes venezolanos

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            Institute for War and Peace Reporting

Miles de inmigrantes que huyen de la crisis en Venezuela llegan a un país que no les ofrece protección legal.

Cuando el joven de 19 años, Christian Espinel parte de Venezuela a Trinidad y Tobago, pensó que se dirigía hacia una mejor vida. Pero el único trabajo que pudo encontrar fue el de ser albañil.

Un día en el trabajo, un clavo perforó su pierna y fue llevado al hospital. Después de someterse a pruebas, Espinel fue diagnosticado con leucemia. El no tenía dinero y estaba en el país ilegalmente, se le ordenó que debía dejar el hospital sin tratamiento alguno.

Algunos amigos se las arreglaron para conseguir los fondos monetarios para pagar por su viaje de regreso a Venezuela, pero Espinel no alcanzó llegar al avión. El adolescente tuvo un derrame cerebral en el aeropuerto y murió brevemente después, de vuelta en el hospital. Él regresó a su hogar, pero en un ataúd.

Espinel estaba entre los miles de venezolanos que habían viajado a Trinidad y Tobago en años recientes, y los números están ascendiendo dramáticamente. En 2015, más de 25000 venezolanos entraron al país como “turistas”, en comparación a los 6000 registrados en 2013 y 2014. Ciudadanos no necesitan una visa para Trinidad y Tobago pero solo pueden permanecer 90 días en la isla.

Una venezolana de 22 años, Marisol (no es su nombre real), escuchó sobre la historia de Espinel a través de mutuos conocidos.

“Estaba impresionada de que Christian no tuvo derechos garantizados solamente porque había permanecido ilegalmente en el país”, dijo ella. “Trinidad y Tobago no es un país para inmigrantes”, dijo Marisol.

Marisol experimentó un asalto sexual por un taxista quien amenazó con matarla si ella no le daba sexo oral, ella acudió a la policía para solicitar ayuda.

Ellos refutaron registrar el ataque y en lugar le preguntaron qué vestimenta llevaba puesta.

A pesar de estos problemas, Marisol dice que prefiere vivir en la isla en lugar de Venezuela. La escasez de alimentos, la inflación más alta del mundo, la violencia y la persecución política en su tierra natal la convencieron de quedarse.

Más de dos millones de venezolanos han dejado el país desde 1999, cuando el ex presidente Hugo Chávez llegó al poder.

Venezuela tiene las reservas más grandes de petróleo en el mundo, según la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP). Pero ahora tiene la inflación más elevada del planeta, según el Banco Mundial, con pronósticos indicando que incrementará sobre el 680% a final de 2017.

La violencia también se ha extendido. La tasa de asesinato era 58 por cada 100000 personas en 2016, de acuerdo con la ONU. Más de 100 manifestantes han muerto desde que las protestas en contra del Gobierno actual, liderado por Nicolás Maduro, comenzaron en abril.

“Venezuela presenta una de las peores crisis en historia reciente” en “graves violaciones” a los derechos humanos garantizados constitucionalmente, dijo Érika Guevara-Rosas, directora de Amnistía Internacional para América Latina, cuando visitó el país en junio para reunirse con líderes de la oposición.

Inmigrantes venezolanos se dirigían principalmente a Colombia, Estados Unidos y España, según datos oficiales. Pero Trinidad y Tobago se ha convertido en otro refugio conveniente debido a su cercanía, ya que se encuentra a 100 kilómetros de la costa noreste de Venezuela. El trayecto se demora alrededor de tres horas, y barcos pequeños que transportan entre 12 y 16 pasajeros llegan al punto de entrada principal de Los Cedros al menos dos veces por semana.

“Los que vienen para acá no tiene otra opción”, dijo Rochelle Nakhid de “Living Water Community”, una organización que ayuda a inmigrantes en Trinidad y Tobago.

Añadió que era imposible realmente saber cuantos venezolanos estaban entrando al país.

“Nadie tiene ese número”, concluyó Nakhid.

Los recién llegados tiene pocas protecciones legales en Trinidad y Tobago. Con una población de 1.3m, el Gobierno dice que el país es muy pequeño para recibir inmigrantes. De hecho el Gobierno tiene lazos económicos cruciales con Venezuela.

«Los venezolanos enfrentan una difícil situación cuando llegan a Trinidad”, afirmó Farid Scoon, un abogado trinitario que se especializa en problemas de inmigración. “Nuestro Gobierno y el Gobierno venezolano tienen muchos acuerdos financieros, así que sus derechos no son precisamente una prioridad”.

Los dos países han firmado un número de acuerdos bilaterales en energía, incluyendo un contrato de marzo para construir tuberías de gas.

Trinidad y Tobago se abstuvo a votar en una asamblea especial de la Organización de Estados Americanos (OEA), convocado en junio especialmente para analizar la situación en Venezuela. Ninguna de las dos declaraciones propuestas en Venezuela obtuvo los votos necesarios para ser aprobadas.

“La situación está fuera de control y las autoridades prefieren mirar hacia otro lado”, continuó Scoon.

Para que los venezolanos obtengan el estatus legal, deben contraer matrimonio con un ciudadano trinitario u obtener un permiso estudiantil. Si son atrapados sin papeles, corren el riesgo de ser multados hasta por $2000 y pueden ser encarcelados por un período indefinido en severas condiciones. Eventualmente, afrontan la deportación.

Una voluntaria de “Living Water”, una abogado venezolana, arribó en el país con su esposo trinitario. Ella indicó que estaba entre los más afortunados, añadiendo, “es muy probable que las personas aquí nunca obtengan el estatus legal”.

Para los venezolanos nostálgicos dispersados a lo largo de la isla, Facebook es una vía crucial para mantenerse en contacto.

La demanda por un gusto familiar de su hogar parece alta entre los inmigrantes. En una página de Facebook, alguien ofreció una lata de Pirulín, una marca venezolana de obleas de chocolate, por el precio alto de 50 dólares trinitarios o 7,4 dólares estadounidenses.

“Quiero una lata, ¿dónde puedo conseguirla?” preguntó otra venezolana.

“Ya las vendí todas” respondió el vendedor.

*Traducido de Institute for War and Peace Reporting (Millena Hidalgo)