Gilber Caro, el expresidiario que llegó al parlamento
PERFIL | Gilber Caro, el expresidiario que llegó al parlamento

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Antes de ser diputado, Gilber Caro estuvo preso. Con su elección el pasado 6 de diciembre, Caro se convirtió en el primer expresidiario en ocupar un curul dentro de la Asamblea Nacional. En esta ocasión Caro, acusado de estar formando bandas paramilitares, podría volver a lo que alguna vez fue el sitio en donde renació: la cárcel.

¿Quién es Gilber Caro?

Nacido en Catia, un 30 de enero de 1974, Caro entró a la cárcel con apenas 20 años, por “quedarse callado” luego de ser acusado de un homicidio. Diez años estuvo recluido en la cárcel de El Rodeo I. Durante su estadía en la cárcel mirandina era conocido como el líder del “Carro Negro”, en aquel entonces vestía un pañuelo negro en la cabeza y andaba “calzado” con un cuchillo.

Detalla su vida como si la hubiese vivido en tres etapas: una infancia plagada de un entorno violento; una segunda, cuando recae en la vida del crimen y va a prisión; la tercera, dedicada a la reinserción social y la cuarta, que aún no ha definido.

Mientras purgaba su pena, Caro cambió. Aún estando detenido, comenzó a formarse y a buscar la manera de reinsertarse en el sociedad que alguna vez lo había juzgado, condenado y que, probablemente, nunca lo dejaría de señalar. Ahorrando parte de su dinero, fundó la organización Liberados en Marcha, que se encarga de educar, formar, ayudar y reinsertar a privados de libertad, también se acercó a la religión cristiana y así salió adelante.

Lo sedujo Voluntad Popular

Caro no vio con siempre con buenos ojos la política, pero comentó que fue el lema de Voluntad Popular lo que le hizo enrolarse en el partido: “Para ser un líder político, primero hay que ser un líder social”.

Su vocación por el servicio social lo llevó a cursar unos estudios en el IESA, en donde realizó un diplomado de liderazgo social, político y económico; asimismo, está esperando cumplir su regimen de presentación para poder irse a estudiar con una beca en la Universidad Carlos III de Madrid.

Las aspiraciones de la tercera etapa de la vida de Gilber Caro están claras: él quiere ir a las Naciones Unidas para hablar de la reivindicación. A su hija le aconseja que escuche su consciencia para identificar lo bueno y lo malo.  Y cree en el cambio: “Si no crees en el cambio, no conoces a Gilber”.

El diputado, cuya inmunidad parlamentaria no ha sido allanada por la cámara, permanece retenido en la sede del Sebin. Pronto será trasladado al sitio que hizo que su historia se volviera épica.