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Opinión

La luz dentro de la selva oscura, entrevista a Héctor Padula

@cjaimesb

Héctor Padula se encontró a sí mismo en la selva. Médico anestesiólogo como su padre, fotógrafo como su abuelo, cocinero, emprendedor, venezolano hasta la médula, nos permitió conversar sobre sus pasiones.

Se dedica a la Medicina como primera pasión. Fue el gran nudo con su padre. En algún momento de su vida deseó ser arquitecto y presentó el examen de admisión, pero ni supo si lo habían aceptado. Se enamoró de la fotografía de la mano de su abuelo y hoy es uno de nuestros grandes fotógrafos.

Su trabajo con los yanomamis, como médico y como fotógrafo, quedará para la historia de la gente noble, buena y talentosa de nuestro país. 

Se conoció a sí mismo en la selva, durante su pasantía en Amazonas, donde se topó con la muerte y las injusticias. La fotografía fue su manera de escribir sus sentimientos.

Fotos de yanomamis, de Héctor Padula. Foto inf. der. Padula con amigos de esa etnia.

La cocina la conoció siendo scout en el Colegio La Salle, donde cocinaba a veces por castigo, a veces por rebeldía. Luego, cuando era estudiante de Medicina, se encargó voluntariamente de la cocina. Siguió explorando esa pasión hasta que llegó el momento de abrir un restaurante. Se presentó la oportunidad en Galipán, donde nació Recoveco, más que una empresa, un compromiso social. Luego vino La Oficina, en la planta alta de Licoteca, en La Castellana.

Su impulso es vivir. Las fundaciones Parima Culebra 86, Médicos de la Selva y más reciente, Rebeldes con Gusto, llevan su impronta. Y asegura que de aquí no se va.

– ¿Estudiaste Medicina por vocación o por tradición?

Como todo en la vida y en el sancocho, hay de todo un poquito. Mi papá, que era médico anestesiólogo, no quería que yo estudiase Medicina. Me levantaba de madrugada cada vez que tenía una emergencia para que lo acompañase a la clínica. Yo oía el ring del teléfono y decía para mis adentros “¡uff!… ¡otra vez!”. Acto seguido sentía sus pasos hacia mi cuarto y me requería “¿tú no quieres ser médico?… ¡párate pues!”. A mí me gustaba la arquitectura también, presenté el examen, hasta hoy en día no sé si quedé o no. La Medicina me unió a mi padre en un nudo que nunca supe cómo se hizo. Tampoco quiero saberlo y mucho menos desanudarlo.

– ¿Eres un médico prestado a la cocina o un cocinero prestado a la medicina?

Indiscutiblemente la primera opción: primero soy médico, ejerzo, me mantengo al día y con sentido de altísima responsabilidad sobre el delicado acto de mi especialidad.

Soy anestesiólogo y la vida y su preservación es mi plato final.

Pero la cocina y su entorno también la trabajo con los mismos principios y ética de la Medicina. Cito a Miro Popic, @miropopiceditor: “¿qué es preferible, que te cocine un anestesiólogo o que te anestesie un cocinero?”

– La fotografía es otro de tus talentos… ¿cómo y cuándo la descubres?

Mi abuelo por parte de mamá, Juan Suárez, hombre multifacético y que de manera circunstancial se ocupaba de nosotros -mis dos hermanos y yo- cuando mi padre estaba de guardia en la clínica, fue un gran motivador en mi vida. La fotografía la observé durante su ejecución y la convivencia del hombre con su soledad, la caja negra que guardaba la imagen y la imagen que seguía su rumbo luego de llevárnosla puesta hacia otro destino que la inmortalizaba. Eso me cautivó, comencé a fotografiar, también a revelar en blanco y negro, siempre me ha gustado el silencio y la soledad, el cuarto oscuro, el oráculo. Traté de revelar a color, vendí mi equipo a una tienda que me ofrecieron algo mejor para avanzar, lo usual que le suceda a un muchacho de catorce años es que lo estafen, y adivina: eso fue lo que pasó.

Video Héctor Padula: Venezuela invadirá el imperio con perros calientes. Del canal HispanoPost

En Amazonas, mientras hacia mi rural como médico en el marco del Programa Parima Culebra 86, revivió la pasión. Aquí los yanomamis no me timarían ni estafarían. Retraté para no olvidar, busqué la luz dentro de la selva oscura, como mi miedo, caminé por ella, mi guía o faro la Luna, las sombras, mis temores, la humedad en forma de velo y mañana la nube, mi motivo… Así nació este trabajo que actualmente desarrollo entre paisajes que no son lo que son, pero que cada quien interpreta su realidad.

– Te oí decir que habías llegado a retratar la sensibilidad… Háblame de la experiencia personal que representó para un muchacho de 26 años convivir con los yanomamis. ¿Fue una suerte de epifanía? ¿Cómo se integra a la vida el estar tan cerca de la muerte?

Con esa pregunta lograste remover lo mejor y más importante en materia personal que he realizado en mi vida. Un día se me ocurrió anotarme en una campaña de vacunación que realizaría la Fundación del Niño a través de su servicio de Aeroambulancia Infantil. Conocía a su gente, excelentes profesionales y entregados a la causa. Lamentablemente ese primer viaje no fue organizado por ellos y se convirtió en el estímulo para nunca hacer lo que vi. Me indignó y les dije a mis compañeros de grado: “si no lo hacemos nosotros, nadie lo hará”. Así empezó a revolotear la idea de hacer algo en el Amazonas. Se abrió el cupo en la Universidad Central de Venezuela para la pasantía de pregrado y cuando oímos en el auditórium de la Escuela Luis Razetti “¿quiénes se anotan para Amazonas?” nos miramos y tímidamente fuimos elevando nuestras manos los siete. Fuimos los primeros en atrevernos, no sabíamos los que nos esperaba.

En esas diez semanas conocí algunas cosas, pero lo más importante, me conocí a mí.

Ahí estaban mis ganas, mis desprendimientos, la fotografía y la medicina, ahí viví con la muerte, la conocí, la toqué y entendí lo vulnerables que somos y la injusticia de no hacer nada ante esa amenaza constante que se hacía rutina en esas semanas. Una vez llegamos a una comunidad indígena y encontramos catorce niños de entre uno y diez años, todos muertos. Esa imagen nunca la podré olvidar: yacían sobre hojas de plátano. La causa, una epidemia de sarampión.

Los culpables, un estado indolente y un turista irresponsable. La solución sencilla: honestidad y ética a la hora de emprender programas de vacunación y medicina preventiva primaria. No solo la foto de la primera dama inyectando a un niño que asía a otros como en la lucha grecorromana era suficiente, había que hacerlo de verdad y con todos. Regresamos luego de esas diez emotivas semanas al Hospital Clínico Universitario de Caracas, continuamos nuestras diferentes pasantías de pregrado y causalmente la mesa del cafetín del hospital sirvió de altar para el pacto: “vámonos”. Así nació el Programa Parima Culebra 86, Médicos de la Selva.

Esos siguientes años trabajamos duro, en condiciones infrahumanas, pero estábamos acostumbrados. Perdimos nociones elementales del tiempo, de las rutinas y costumbres, no había la hora, solo llegaba el momento y punto. Caminábamos y preguntábamos: “¿cuánto falta?” y nuestro guía yanomami decía con voz tranquila “si vamos rápido llegamos rápido, si vamos lento llegamos lento”; nos veíamos a la cara y todos coincidíamos “¡qué pregunta tan pendeja!”. Así pasó la vida para este primer grupo de médicos, unos se quedaron un año, otros dos y varios tres, no pasó el tiempo, todo permanecía igual, solo cambió nuestro temple. La fotografía fue mi forma de escribir mis sentimientos, los busqué en cada rostro de agradecimiento y así los veo aún sin necesidad de buscar esas fotos que están llenas de olor a nostalgia. Así, con las mismas ganas que tengo de contarte estas historias, nació la idea del libro que publiqué, gracias al auspicio de la Fundación Telefónica y de Movistar, Ipa Wayumi, que significa Mi viaje, en lengua yanomami.

La luz dentro de la selva oscura, entrevista a Héctor Padula, por Carolina Jaimes Branger
Fragmento de la portada del libro Ipa Wayumi (Mi viaje), de Héctor Padula. Foto H. P.

– Dos proyectos para prestar atención integral a los yanomamis, el Parima Culebra 86 y Médicos de la Selva, contaron con tu impulso. ¿Qué ha sido de ellos?

Estos proyectos luego se convirtieron en programas de atención de salud en todo el Alto Orinoco. También aumentaron nuestras responsabilidades y nuestra experiencia. Creció el Parima Culebra. Fuimos el referente de excelencia en atención médica de poblaciones indígenas apartadas, reconocido por organismos y universidades internacionales. Pero con ello aparecieron las envidias y celos de los organismos que lo deberían haber hecho durante toda la vida, lo que un grupo de jóvenes tildados por ellos de locos, drogadictos, narcotraficantes, paramilitares y cuanta fantasía de constipación mental se les ocurría, estos peludos del momento lo habían logrado. Cualquier semejanza con el discurso presente se agradece interpretarla. Fin del cuento, ganaron ellos, el Parima Culebra 86 fue eliminado después de dieciséis años.

– ¿Con qué frecuencia has regresado a la selva?

Luego de terminar mi tiempo en el Alto Orinoco quedé como director del Parima Culebra 86 y mantuve constantes incursiones no solo en las áreas que controlábamos nosotros, sino que extendimos la cobertura a comunidades más apartadas, aquellas que nunca habían tenido contacto con otras personas, ahí parte de nuestro trabajo fotográfico. Por lo menos voy una vez al año y cada vez quiero ir menos, es la antimemoria, lo que no quiero recordar, veo cosas que nunca pensé que pasarían y con un gran egoísmo no quiero entregar mis bonitos recuerdos.

– Ya son 14 años de la fundación de Recoveco. Cuéntame de la acción social que llevas a cabo en tu emprendimiento gastronómico.

Entre esta pregunta y la anterior pasaron muchos años, pero te puedo decir que siempre cociné, por rebeldía y castigo, cuando era scout del Colegio La Salle. Me ofrecí a cocinar mientras otros hacían resúmenes y sacaban fotocopias en las largas noches previas a los exámenes de medicina. El menú, algo que no “pelaba”, pasta con albóndigas y otra que no era para nada light: tornillitos (y tenían que ser tornillitos) con kétchup, mayonesa Kraft, queso crema Philadelphia, Cheez Whiz y un poco de leche al final, ¡uhmmm qué de recuerdos!

Llegó la hora de decidirme a montar un restaurante. No fue fácil, donde pensamos abrir no se pudo, me reservo las razones. Y luego apareció Galipán, reviví mi etapa scout, recuerdos de mi pocillo verde y cuantas entropías cerebrales que me dijeron “este es el sitio”. Tampoco fue fácil, di todo lo que pude, ayudé a formar, a tener responsabilidad, a tratar de hacer a mi gente productiva. Con unos lo logré, con otros, me salió el tiro por la culata, y eso aún me duele, pero también me reservo las razones. Estoy muy reservado hoy (risas).

Pero estoy lleno de satisfacciones personales, soy un agradecido eterno a lo que la vida me ha dado y me entrego sin mezquindades. No hablo solo de lo material, no uso máscaras y tampoco soy equilibrista. La gente nuestra sabe que cuenta conmigo sí y solo sí yo cuento con ellos. No se me da la injusticia. Para mí, lo peor del ser humano. Los prejuicios lapidarios, la ignorancia participativa, cómplice y esquiva a salir, tampoco me gusta. No me caen bien los que hacen de cada instante una oda a la estupidez. Nació Recoveco, mi sueño y el origen de esta pasión por la gastronomía. También nacieron en Recoveco las ganas por la tierra y sus cultivos, nació el querer hacerme un equipo con emprendedores emocionales, con gente como Miguel Istúriz, quien empezó trabajando las tierras de nuestro huerto.

La luz dentro de la selva oscura, entrevista a Héctor Padula, por Carolina Jaimes Branger
«Ayudé a formar, a tener responsabilidad, a tratar de hacer a mi gente productiva». Fotos Héctor Padula.

Luego estuvo a cargo de la tarea más difícil y dura de un restaurante, lavar los platos y trastos. Al cabo de dos años me manifestó que quería aprender a cocinar: “enséñeme”. Así lo hicimos, luego estudió y hoy es el chef ejecutivo de Recoveco. No quiero ser humilde ahora con lo que te diré, es el chef de un restaurante donde la sustentabilidad, lo sano, lo sabroso y la autogestión se conjugan para lograr la visita obligada de propios y extraños, para mí el mejor y punto. En todos nuestros proyectos y actuaciones está muy presente el compromiso con nuestro personal de ofrecerles la posibilidad de aprender, casi nunca contratamos a nadie con experiencia, preferimos que crezcan con nosotros y que asciendan con la empresa, esa es una constante. Me acompañan siempre en esta cruzada mi asistente July Valerio, mi otra mano derecha Damaris Jiménez, la capitana y gerente de Recoveco y la energía de mi familia y amigos que entienden el porqué del ser.

– La Oficina es tu última aventura en un país que se cae a pedazos… ¿cuál es el impulso que te mueve?

Voy a contestarte esta pregunta con parte de la otra. En algún momento entre tabaco, chocolate, ron y algo de neblina se nos ocurrió abrir un local en Caracas y así nació La Oficina @laoficinarestaurant, sala de reuniones para hablar y trabajar, aprender, divulgar, compartir, negociar, comer, tomar vino, muchos vinos, tenemos la cava de vinos más grande y surtida que restaurante alguno quisiese, porque estamos en el primer piso de Licoteca @Licoteca, en La Castellana. Queremos romper paradigmas, lo lúdico: entrar por la tienda y recorrerla, saborear y sacar de nuestra memoria gustativa qué cepa queremos tomar, de qué continente, de qué denominación, tomarla con nuestras manos y subirla al restaurante, nuestra sommelier o chef te asesorará con qué comer ese caldo que escogiste. Si no te gusta así, solo sube, ves nuestro menú y decides, bajas y escoges. Si te lo proponemos nosotros, esa armonía nos gusta, en todo caso comerás buena cocina, buen producto, mínima intervención y máximo respeto.

En La Oficina se come lo que hay en el mercado, se apuesta a lo venezolano y se promociona; es nuestro aporte a la Venezuela posible. Mi impulso es vivir, no hay nada ni nadie que me lo impida, aun en esta catástrofe cercana al apocalipsis hay una hoja que cae y la puedes ver bailando, hay un cielo al amanecer y al atardecer que todos los venezolanos retratamos y circulamos, eso es un himno de vida. Ahora bien, que algunos sean irresponsablemente felices e irresponsables sociales que atenten contra la percepción del caos en que estamos -y peor aun- que vivan como si nada estuviese pasando, es una chapuza intelectual. Por cierto, Carolina, también estoy en contra de la gente que critica al emprendimiento en estos tiempos, al ofrecer nichos para el desarrollo de una vida decente, fuentes de trabajo y convivencia alejada de la mediocridad y las pequeñeces pasionales de los criticadores de oficio. Te repito, es nuestro aporte por Venezuela, un día salimos de la pesadilla, volteamos hacia atrás y decimos: “¡guao, qué tiempo hemos perdido!”. No quiero decir eso, tiempo perdido, tiempo no vivido y haciendo también se vive. Debido a la situación socioeconómica que atraviesa el país y por obra del destino, apareció la chef GiGi Petit @chef_gigipetit, que se dedicaba a vender café y galletas en la calle, debidamente vestida de su dignidad y soberanía, una chef urbana, y lo tomé como una señal para que Recoveco la absorbiera, porque vi en ella las ganas. No sin antes preguntar su historia, que también me reservo, solo diré que es una perseguida de las circunstancias que he odiado y que antes te mencioné. Mujer de carácter recio, pero noble. Le ofrecimos el cargo de chef ejecutivo de La Oficina y ella aceptó, no sin antes pedirnos algo, ella patrocinaba como podía y cuidaba a un grupo de muchachos, que entre patinetas y spray recorrían las calles de Caracas. Decidimos absorberlos y enseñarles el oficio de la restauración, se creó la Fundación Rebeldes con Gusto, que trata en lo posible de canalizar esa lava emocional y rebelde de una juventud que no encuentra su espacio en esta Venezuela hostil. Hemos ido muy bien, yo quisiera mejor, pero así son los rebeldes.

– ¿Qué significa Venezuela para Héctor Padula?

Se me viene la palabra pandemónium, pero también resiliencia y trabajo. Y solidaridad, lealtad, compromiso y por supuesto: YO DE AQUÍ NO ME VOY.

La luz dentro de la selva oscura, entrevista a Héctor Padula, por Carolina Jaimes Branger
«Yo de aquí no me voy». Fotos Héctor Padula.

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad. Y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

Despidiéndome de Venezuela: hay talento y compromiso suficientes para superar todos los desafíos

@UKinVenezuela

Desde octubre de 2017, durante los últimos tres años y medio, ostenté el cargo de embajador del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte en la República Bolivariana de Venezuela. Para mí fue un orgullo tener la oportunidad de servir al Gobierno británico en Venezuela, un país con el cual mantenemos lazos de amistad desde hace más de 200 años, cuando el Reino Unido fue el principal apoyo diplomático y material para los patriotas que luchaban por la independencia.

A pesar de los momentos difíciles y del complicado contexto nacional e internacional, estoy muy orgulloso del trabajo realizado desde la Embajada Británica en Caracas. Hemos brindado apoyo a los ciudadanos británicos que viven en o visitan Venezuela, especialmente desde la pandemia de COVID-19 a principios de 2020, cuando nuestro equipo consular ayudó a decenas de británicos y ciudadanos venezolanos residentes en mi país a regresar al Reino Unido, a pesar de las restricciones sanitarias. Nuestro equipo económico y comercial ha asistido a las empresas británicas que se mantienen en Venezuela o que han manifestado interés en establecer sus operaciones en el país. 

Durante estos años, la Embajada Británica no solo ha permanecido abierta, sino que ha seguido trabajando para apoyar a Venezuela a enfrentar algunos de sus desafíos más urgentes, principalmente la crisis humanitaria.

En este período, el Reino Unido fue uno de los cinco mayores donantes bilaterales a la respuesta humanitaria internacional en Venezuela y un importante donante institucional a la ONU y otras organizaciones que están atendiendo la situación.

Entre febrero de 2019 y marzo de 2021, el Reino Unido aportó alrededor de 50.7 millones de dólares para la crisis humanitaria, tanto dentro de Venezuela como en los países vecinos que están recibiendo refugiados e inmigrantes venezolanos.

El apoyo británico ha ayudado a facilitar el acceso a agua limpia, saneamiento e higiene; servicios de obstetricia; clínicas móviles; y protección para grupos vulnerables en el país.

Durante la pandemia, el Reino Unido también ha asignado más de 250 millones de dólares al Plan de Respuesta Humanitaria de la ONU para la COVID-19, el cual abarca a Venezuela. Asimismo, estamos apoyando los esfuerzos para incluir a Venezuela en el Mecanismo COVAX, al cual el Reino Unido ha contribuido globalmente con un aporte de alrededor de 751 millones de dólares, y que puede cambiar significativamente el rumbo de la pandemia.

Este tipo de acuerdos son esenciales para atender las necesidades más urgentes de los ciudadanos venezolanos y construir la confianza política indispensable para dar otros pasos requeridos para la superación de la crisis.  

Hay muchas otras áreas de nuestro trabajo en Venezuela de las cuales me siento orgulloso durante estos años que estuve en Caracas. Pudimos entregar 28 becas Chevening, mi programa preferido de la Cancillería británica, para que profesionales venezolanos estudiaran maestrías en el Reino Unido. Reforzamos la educación en derechos sexuales y reproductivos de más de 200 jóvenes deportistas venezolanas a través de She Plays Safe, una iniciativa que hemos respaldado en varias regiones del país. Hemos fomentado los intercambios culturales entre Venezuela y el Reino Unido, reforzado la enseñanza del inglés y articulado redes comunitarias para el desarrollo social a través del fantástico trabajo del British Council. Y recientemente apoyamos el lanzamiento de la Alianza para la Acción Climática Venezuela, una coalición de organizaciones de la sociedad civil para atender problemas ambientales y climáticos.  

Viendo hacia el futuro, el compromiso del Reino Unido con los derechos humanos y el restablecimiento de la democracia en Venezuela es firme. Creemos que es necesario lograr una solución pacífica y negociada a los desafíos que enfrenta este país y continuaremos trabajando con nuestros socios y aliados regionales e internacionales para tratar de facilitarla, pues dicho acuerdo debe surgir de los propios ciudadanos venezolanos.

Aunque lamentablemente no alcancé a ver una resolución de la crisis durante el tiempo que viví en Venezuela, estoy convencido de que llegará y permitirá a este país maravilloso a alcanzar su pleno potencial, que es inmenso.

Venezuela es un país de gente talentosa, creativa, resiliente y trabajadora, lista para construir el futuro que se merece.

Y tengan la seguridad que desde el Reino Unido estaremos aquí, acompañándolos en el camino hacia la recuperación y la prosperidad.  Me fui de Venezuela con muchos buenos recuerdos y deseo solo lo mejor para el futuro de este bello país.

* Embajador del Reino Unido en Venezuela

#HistoriasDeMédicos | La universidad de los piaches

@eliaspino

Hay que mirar con cuidado las informaciones que la cultura española recoge sobre los médicos indígenas. Debemos entender que los juzgan como unos charlatanes y como emisarios del diablo. Debido a que la hegemonía metropolitana sobre nuestros territorios implica una misión evangelizadora y la imposición de unos valores que se consideran superiores e inapelables, no se puede esperar que los miren como iguales, o como parecidos a los facultativos europeos, y que manifiesten respeto por sus trabajos. Partiendo de estas consideraciones, veremos ahora la descripción hecha por una crónica antigua sobre la enseñanza que debían superar esos médicos indígenas para ejercer su profesión con legitimidad.

Pero antes detengámonos en la referencia al nombre que les daban sus pacientes y la sociedad en general, que nos ha trasmitido uno de los estudiosos más interesados en la cultura autóctona, Felipe Salvador Gilij, jesuita autor de un Ensayo de historia americana escrito en 1780. Afirma Gilij:

También los bárbaros tienen sus médicos, y como personas más sagaces que las demás, ocupan un rango eminente entre su nación. Diremos primeramente sus nombres. Los maipures los llaman marirri. Les dan el nombre de yachi los parecas. Entre los tamanacos se llama pchiachi. Mas para suavizar esta palabra y hacerla menos bárbara, ha sido cambiada en piaches por los españoles y se ha convertido en el más adecuado nombre de estos médicos.

Los investigadores sostienen que Gilij no mira despectivamente a los indígenas de sus misiones, y que recoge con fidelidad las noticias sobre sus costumbres sin abundar en descalificaciones. Aun así, cuando lo buscamos para hablar sobre el origen del nombre de los sanadores originarios no deja de actuar como representante de la cultura conquistadora, mirando a los inferiores desde la altura de su cátedra.  Mas ahora solo lo visitamos para que nos sirviera de diccionario. Hecho su trabajo, miremos los fragmentos de la referida crónica. 

Se trata de un texto de 1678, escrito por fray Francisco Tauste y titulado Misión de los religiosos capuchinos de la provincia de Aragón en la provincia de Cumaná. Dice fray Francisco  sobre la formación de los piaches:

Estos, que es lo mismo que curanderos, para llegar a serlo, tienen sus maestros. Lo primero que les hacen observar es quitarles todo el cabello, fabricarles una choza que de alta apenas cabe sentado en tierra, y de largo lo que baste para estar un hombre echado. Metido este tal en ella, practica para piache. Hácenle ayunar seis o siete meses rigurosamente; en este tiempo duerme en tierra y, cuando está despierto, sentado en ella. No se bañan en todo este tiempo. Vienen a quedar los tales con tanta abstinencia y rigor formidables como difuntos; no les queda más que la piel sobre los huesos, y algunos o mueren en sus noviciados o dejan de proseguir sus bárbaros ejercicios para no morir en la demanda.

Se trata de ritos de iniciación, como se ha podido ver. El mismo fray Francisco habla de noviciados, utiliza un vocablo monástico para hacerse entender ante sus superiores de España. Pero después viene la parte académica.

En este tiempo el piache maestro les da sus instrucciones y les enseña cómo han de hacer sus enredos y embustes y, acabados estos ejercicios, quedan los tales graduados de piaches y les levantan los ayunos con una solemne borrachera.

El caso de los caribes, según el capuchino, tiene las siguientes peculiaridades:

El que pretende ser piache, se va donde hay uno famoso y viejo; dícele sus intentos, el viejo se los alaba y anima su perseverancia en ellos; dícele le agradan tan nobles pensamientos, etc. Admitido este y otros en su compañía, porque de ordinario son seis u ocho los que cursan, la primera diligencia es darles de comer dos o tres platos de pimientos, bien sazonados y fortísimos, que un pimiento solo bastaba para abrasarles las entrañas (…) En todo el posterior tiempo el piache viejo y que es como maestro y va todos los días y les da sus lecciones de embustería, les enseña sus cantares y ceremonias, y los discípulos, al son de unas sonajas, en yéndose el maestro, están repitiendo y repasando las lecciones que les dio. Las más de las noches se las pasan de este modo sin dormir.

¿No habla de un proceso de enseñanza y aprendizaje que se caracteriza por el rigor y por la coherencia? Hay un catedrático que impone autoridad y enseña. Hay unos discípulos que respetan al catedrático y estudian con ahínco sus lecciones. Mirada sin prejuicios, es una formación que los evangelizadores y los empleados de la Corona podían observar con desprecio y como producto de la idolatría que combaten, pero que ahora se debe apreciar de manera diversa. En especial porque forma parte del inicio de una carrera profesional respetada por la comunidad. La evidencia del respeto se aprecia en las celebraciones de colación que hacían los vecinos.

Se juntan de diversas partes muchos caribes y celebran todos la conclusión del curso de aquellos estudiantes, los cuales quedan ya graduados de piaches. Para esa fiesta los adornan a su modo cuanto pueden, y en adelante pueden comer de cuanto quisieren, en particular gente, excepto algunas cosas que les es prohibido a los piaches, como son comer vaca, gallina, jabalí, monos, y así a este modo y como ellos saben.

Gilij afirma que “están en gran estima de los orinoquenses los piaches”, situación que ahora confirma Tauste al medio describir unas reuniones de grado que se convierten en regocijo de la sociedad.

Solo es un medio describir, un intento de análisis que no pasa del boceto y se niega a la curiosidad plena, el producto de una pluma sofocada por el peso de la ortodoxia, pero nos revela informaciones preciosas sobre una profesión vinculada con los inicios de la historia de nuestra sociedad que habitualmente ignoramos, o que igualmente descalificamos mientras asistimos confiados a nuestras clínicas del siglo XXI. Pero a la cual podemos acudir en tiempos de aprieto generalizado. ¿No les parece? Esos olvidados piaches pueden ser nuestro Plan B.

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Orlando Viera-Blanco Mar 30, 2021 | Actualizado hace 1 mes
La paz es tarea de todos
Somos embajadores de la esperanza, de la libertad, de los DDHH; pero, fundamentalmente, también somos embajadores del gentilicio y la dignidad de nuestro pueblo

 

@ovierablanco

La actividad diplomática desarrollada por nuestros embajadores designados en Europa es muy importante y trascendental con miras al reforzamiento de nuestras alianzas, defensa de los DD. HH. y búsqueda a soluciones pacíficas a nuestra crisis.

Foros como la Unión Europea, el Parlamento Europeo, Parlamentos Nacionales; CPI (Corte Penal Internacional); cancillerías, Naciones Unidas; Misiones Independientes de DD. HH., Salud y Alimentos de NNUU; Altos Comisionados de DD. HH. y de Refugiados (ACNUDH y ACNUR); Consejo de DD. HH.; cuerpos diplomáticos acreditados y ONG pro-defensa de los DD. HH., nuestra soberanía e identidad, son algunos de los espacios en los cuales nuestros representantes diplomáticos gestionan infatigablemente.

Desde la Península a la antigua Grecia y Australia

La labor de nuestro embajador designado en España, Antonio Ecarri, es estelar. Lidiar con más de 400.000 venezolanos en la península pasa por manejar asuntos de permanencia, estabilidad migratoria, asilo, certificaciones, validación de licencias, derecho de identidad (extensión de vigencia de pasaportes), más ir de puntillas en lo político y diplomático. Ecarri, un político carabobeño experimentado y de vieja escuela adeca, ha sabido equilibrar fuerzas y alianzas en un continente que no exhibe posiciones unánimes con nuestra causa restauradora.

Representantes como Mary Aponte en Bélgica, Carmen Aldinguide en Andorra, Isaac Salama en Países Bajos e Isadora Zubillaga en Francia, han librado importantes desafíos en el terreno de la justicia penal internacional, realizando un trabajo muy profesional con comisiones en materia de DD. HH., refugiados, rescate institucional y ayuda humanitaria. En ellos ha recaído el peso compartido con el cuerpo diplomático europeo, atendiendo a la diáspora más el Parlamento Europeo, la CPI o la UE.

Que el presidente de Francia, Emmanuel Macron reciba a Juan Guaidó y predique por nuestra libertad y la paz de Venezuela, viene acompañado de una intensa labor diplomática. 

Nuestra representante Estefanía Meléndez en Bulgaria y otras naciones concurrentes, Enrique Alvarado en Hungría y Mario Massone en Rumanía, también han ejecutado una representación muy digna y notoria en materia de inteligencia, acercamiento cultural, actividades con nuestra diáspora, defensa de DD. HH., divulgación y alertas (información verificable) sobre la realidad humanitaria, migratoria y geopolítica en Venezuela. En esa línea destacamos la actuación diplomática de William Dávila en Austria y otros países concurrentes; Felipe Sotbi en Malta y Eduardo Massieu en Grecia, quienes, de manera honesta, sustentable y seria, mantienen una representación cercana con las autoridades de gobierno de esas naciones.

Otto Gebauer en Alemania, Enrique Terhorst, en Dinamarca y José Cots en Portugal han cumplido una extraordinaria agenda diplomática en los países in officium. La primera ministra de Alemania, Ángela Merkel, ha reconocido la lucha del presidente Juan Guaidó por el rescate de la democracia en Venezuela. Alemania apuesta al retorno de nuestra gente y sabe lo que significa una migración incontenible. Portugal y Dinamarca exhiben en Europa una narrativa solidaria con la paz y la justicia internacional, que pasa por poner fin a la crisis política, social y humanitaria en Venezuela al menor costo humano y político. Terhorst, Gebauer y Cost se hacen eco.

Otro ejemplo de apoyo internacional fue el recibido recientemente por el parlamento y PM de Suecia, donde gestiona nuestro representante León Poblete. Por su parte, el representante diplomático en Marruecos, José Ignacio “Chato” Guedez, ha acercado eficientemente el resto del continente africano a nuestra causa. Alejandro Martínez como representante en Australia y Angelina Jaffe designada ante Luxemburgo, igualmente han aportado sus esfuerzos en áreas de justicia penal internacional y organización del trabajo.

Desde la península pasando por la antigua Grecia hasta el continente austral, Venezuela cuenta con una voz democrática, humanitaria y libertaria. Que mantiene viva la lucha por el regreso a la normalidad de un país muy sufrido y devastado, que concede una sonrisa, buena cara y un abrazo aun ante la adversidad. A fin de cuenta, “la paz comienza con una sonrisa” decía la Madre Teresa de Calcuta. 

No imploramos reconocimiento. Solo paz, respeto y libertad

Los embajadores designados por la AN y por el presidente Juan Guaidó hemos cumplido una misión diplomática más allá de lo convencional. Somos embajadores de la esperanza, de la libertad, de los DD. HH., pero fundamental, somos embajadores del gentilicio y la dignidad de nuestro pueblo.

El mundo debe reconocernos como una nación pacífica, cuya última confrontación civil fue la II Batalla de La Victoria de Matos y Mendoza contra Cipriano Castro y Juan Vicente Gómez en 1903. Un siglo de paz después, el país fue asaltado por un rey de bastos que no representa nuestra esencia cultural. Esto le decimos a América, Europa y al resto del mundo. Los embajadores designados por el presidente interino Juan Guaidó somos constructores de puentes, no de muros; de paz, no de guerras. Ayúdennos en consecuencia, a hacer la paz en nuestro pueblo, acabando con las injusticias, la opresión y los desequilibrios de nuestra tierra.

Juan Pablo II sentenció que la paz es un don de Dios y, al mismo tiempo, una tarea de todos; a lo que Juan Luis Vives agregó: “la primera condición para la paz es la voluntad para lograrla”. Obremos voluntariamente…

* Embajador de Venezuela en Canadá

Embajadores por la libertad

Embajadores por la libertad

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La encrucijada de las empresas energéticas (V) | India y China

Granja solar Panda de 100 hectáreas en Datong, China. Foto en Revista Energía.

INDIA

Junto con China y Estados Unidos, la India está siendo presionada porque es uno de los tres países que más contaminan el planeta emitiendo dióxido de carbono -aproximadamente una tercera parte de los gases nocivos en la atmósfera. Por ello tiene que tomar serias medidas para corregir sistemáticamente esta grave falla que afecta al medio ambiente.

La India, segundo gigante de Asia con 1.4 millones de habitantes, depende casi exclusivamente de la importación del petróleo para su supervivencia y su economía. Por lo menos hasta que logre desarrollar suficientes energías renovables tales como la solar, la eólica, la hidroeléctrica y la biológica.

La producción de productos derivados de su propio gas (LNG) y petróleo alcanza solamente el 13 por ciento del total de los 270 millones de toneladas que necesita anualmente, lo que la ha convertido en el segundo más grande importador petrolero del mundo.

Según las cifras más recientes, la India gasta más de 70 millardos de dólares para la compra de combustible al año y se calcula que su demanda crecerá un 15 por ciento cuando el mundo se recupere de la pandemia de la covid en los próximos 18 a 24 meses.

Por lo tanto, gran parte de su capacidad industrial dependerá de los precios del petróleo importado que logrará negociar, así como de sus avances en el campo de las energías descarbonizadas a medida que crezcan paulatinamente.

La encrucijada de las empresas energéticas (V) | India y China, por Tony Bianchi
Instalación de paneles solares en el sur de la India

La India no tiene dudas en cuanto a la necesidad de volcarse a la producción de energías alternas. El ministro de Energía, R. K. Singh, tiene la seguridad de que el país alcanzará la producción de 100 gigawatts (GW) en el 2022, beneficiándose de la gran exposición solar con la que cuenta el centro y sur del país, así como las fuertes corrientes de viento que circulan en la gran extensión montañosa del Himalaya, en el noroeste. Combinadas, estas representan formidables fuentes de energía libre de emisiones de carbono.

CHINA

El futuro económico de China depende de mantener el formidable ritmo de su crecimiento industrial que ya domina gran parte del comercio mundial, meta lograble solamente si el país sigue contando no solo con las importaciones de petróleo y demás fuentes energéticas, sino también con sus propias producciones.

La compra de más de 11 millones de barriles de petróleo diarios a países del Medio Oriente ya no es suficiente para garantizar su crecimiento industrial. Por ello, además de las consideraciones ambientales, el gobierno de Beijín está emprendiendo una carrera para desarrollar fuentes de energía alternas. Ya se fijó metas como la producción del 16 por ciento de energía renovable para el año 2030, y un increíble 86 por ciento para el año 2050.

Ese logro no está fuera de su alcance si se toma en consideración el hecho de que China ya cuenta con la más grande capacidad para el desarrollo de las energías solar, eólica e hidroeléctrica en el mundo. Esto es posible gracias a su extenso y variado territorio que abarca regiones soleadas al sur, como Guangzhou, Macao, Foz O y la isla de Hainan; regiones montañosas y de fuerte vientos como el Tíbet en el oeste y Manchuria en el noreste; y zonas hidroeléctricas como se prestan en los lagos de las mesetas del Tíbet y de Poyan U en el centro del país.

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

La dictadura y las FARC le declararon la guerra a los venezolanos

Imágenes sup.: izq. familia del estado Apure, cuyos 5 miembros fueron asesinados por presuntos efectivos de las Faes; centro: FANB en la zona; der. comunidad 5 de Julio, de Apure; inferior: venezolanos desplazados en un refugio de Arauquita, Colombia.

@BrianFincheltub

Venezuela tuvo una vez una Fuerza Armada Nacional cuya principal misión fue la defensa de la soberanía. Cuando hablamos de soberanía nos referimos esencialmente al resguardo de nuestras fronteras marítimas y terrestres, con el objetivo de neutralizar cualquier tipo de intrusión al territorio nacional por parte de factores externos que pudiesen amenazar nuestros recursos naturales y/o vulnerar nuestra sagrada integridad territorial.

Aunque el chavismo manoseó el término soberanía como ningún otro gobierno en nuestra historia republicana, la realidad muestra que hoy Venezuela dista mucho de encajar en la definición clásica de lo que significa ser un país soberano. Nunca antes en nuestra historia fuimos tan dependientes, nunca antes nuestras fronteras estuvieron tan vulneradas, nunca antes el pillaje de nuestros recursos naturales, patrimonio de todos los venezolanos, fue tan descarado. Ni hablar de la integridad territorial.

Fragmentaron el territorio venezolano para entregárselo a mafias criminales y al narcotráfico, con la absoluta complicidad de la cúpula política y militar.

Nuestros enemigos históricos hoy son los aliados de la dictadura. Grupos criminales, terroristas de toda índole y calaña hacen vida en toda Venezuela, repartiéndose el territorio venezolano y los recursos con los que la naturaleza bendijo nuestro suelo como si se tratase de un botín de guerra.

En el medio, millones de venezolanos, especies de rehenes de un conflicto que nunca buscaron y en el que fueron metidos por un régimen entreguista y criminal capaz de todo para sobrevivir. Lo hemos visto esta semana, arrasan a una población entera del estado Apure para que su facción aliada de las FARC opere sin inconvenientes y siga llenando de terror a Colombia.

Desde la óptica del derecho internacional, este ataque contra población civil, que incluye niños y mujeres embarazadas, califica como un crimen de guerra. Un crimen que debería engrosar el expediente del régimen madurista ante la justicia internacional. Desde el punto de vista interno, el abominable hecho de aliarse con los enemigos históricos de nuestro país para atacar nacionales, es un acto de alta traición que deshonra aun más la institución militar venezolana. Esa institución dirigida por quienes, mientras se montaban en una tarima a lanzar cuatro arengas con el “imperialismo”, dejaban nuestras fronteras, por acción u omisión, a la merced de las FARC, el ELN, el Hizbulá y hasta el cártel de Sinaloa.

La comunidad internacional debe voltear su mirada hacia Venezuela, la protección de los miles de desplazados que han huido a territorio colombiano es urgente. Para muchos de ellos no hay posibilidad de regresar, de sus hogares no quedan más que cenizas, el recuerdo de los bombardeos sigue como llama viva en sus memorias, memorias de una guerra que les declaró su propio país. El país que secuestró hace más de dos décadas el chavismo.

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Laureano Márquez P. Mar 30, 2021 | Actualizado hace 1 mes
Las siete palabras

@laureanomar

«Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen»… no lo saben, no alcanzan a imaginar las dimensiones y alcance de su daño y eso es ignorancia; que nunca el odio nos guíe, ni la venganza.

«Yo te aseguro que hoy estarás conmigo en el Paraíso»… el paraíso del ciudadano es la libertad, la justicia y la democracia. Sé, Padre, que veremos ese paraíso, construido con cada acción de esperanza que brota de nuestros corazones y con la bondadosa inteligencia de nuestra juventud.

«Mujer, ahí tienes a tu hijo»…  transitando caminos, rumbo a tierras lejanas, crucificado cada día por nuevas calamidades. Siéntete orgullosa, madre, de este hijo, porque de las ideas que tú sembraste en él, del amor en que lo formaste, de la libertad con que se alimentó en tu vientre, habrá de nacer la nueva Venezuela.

«Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?»… Señor: a veces me invade la angustia de que esta pesadilla no tiene final, de que el malvado se sale con la suya, pero recibimos de ti maravillosos dones, entiendo que no nos has abandonado nunca. El trabajo tuyo ya fue hecho -y maravillosamente bien-: ayúdame a ser tu aliado para amasarme a mí mismo como un hombre nuevo, creador también, a Tu imagen, de la patria que sueño.

«Tengo sed»… y tanta, Padre. Tengo sed de democracia y libertad. Tengo sed de inteligencia, trabajo y honestidad como valores. Tengo sed de vida, de seguridad, de justicia social. Tengo sed de esperanza y de futuro.

«Todo está consumado»… la maldad en nuestra tierra se consumó más allá de los límites que podíamos imaginar, nos han pretendido destruir moralmente, pero sé que las reservas de bondad e inteligencia son nuestra verdadera riqueza. Hemos descendido a los infiernos, pero estoy convencido de que resucitaremos.

«Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu»… cada día en Venezuela, Padre, es una apuesta a la vida. Encomiendo en tus manos mi espíritu, para que sea de libertad y justicia, para que aprenda bien esta dura lección y pueda transitar por llanos bondadosos, sumergirme en cálidas playas de transparencia, contemplar altas cumbres de abundancia y cruzar generosos ríos de justicia y libertad, para llegar -por fin- a la tierra prometida.

El silencio de Dios

El silencio de Dios

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Un poquito de futuro ¡por favor!

@juliocasagar

Estamos enfermos de presente y es natural. Lo está el mundo, asombrado con los efectos de la pandemia. Y lo estamos mucho más los venezolanos que no solo debemos enfrentar, a pecho descubierto, al coronavirus, sino que tenemos que vivir en la pesadilla que los jenízaros que nos gobiernan han creado de manera cruel, consciente y premeditada.

Hace horas no más nos despertábamos escuchando decir, con el mayor desparpajo, que se rompía el acuerdo que había sido suscrito entre los técnicos del Ministerio de Salud y los comisionados de Guaidó para traer las vacunas a Venezuela. Lo hacían con el argumento palurdo de que la AstraZeneca no iba a entrar a Venezuela. A la par, nos han dicho que sí entrará la cubana para que experimenten con los venezolanos y que comprarán la rusa con un sobreprecio del 150 %. Mientras esa declaración se hacía, nuestros médicos, que aún no han sido vacunados, seguían cayendo en su campo de batalla.

La verdad, debemos decirlo, hay demasiado presente, demasiado presente cruel y horroroso para pensar en el futuro. Y lo entendemos. Pero es justamente en este punto que debemos preguntarnos: ¿todo esto es casual? ¿Toda esta conducta del régimen es el resultado de un comportamiento sádico o disparatado? ¡Definitivamente no!

La siembra de la desesperanza ha sido siempre la mejor táctica para ganar una guerra o cualquier confrontación.

Sembrar la idea de que no podemos derrotarlos; hacer crecer la idea de que “son capaces de todo”, y de cualquier crueldad, es en realidad su mejor arma junto con la división de los adversarios. Eso, y no otra cosa, es lo que les mantiene en el poder de Miraflores.

El silencio de Dios

El silencio de Dios

Si estamos de acuerdo en que sus dos armas son esas, deberíamos estarlo también en que esas son las armas que hay que neutralizar. ¿Es posible? La respuesta es, ¡sí!

Para fundamentar esta respuesta con datos objetivos, y no con puro feeling y con conjeturas, remitámonos a todas las encuestas y a los estudios de opinión. Repasemos en las redes y medios digitales las reseñas diarias de los pequeños y grandes conflictos y protestas que COTIDIANAMENTE (mayúsculas a propósito) se desarrollan en el país.

Si hacemos esto, nos convenceremos de dos cosas:

a) Maduro no crece en apoyo popular. Es muy posible que su 15 % de aceptación sea ya su lecho de rocas y

b) la gente no se ha cansado de luchar y protestar.

Resulta obvio entonces que hay un margen inmenso de posibilidades para lograr un cambio en el país, a condición, como decimos arriba, que las fuerzas democráticas actúen en unión y que ofrezcamos un país distinto y un futuro posible.

Sobre lo primero se han vertido ríos de tinta y hay que seguir haciéndolo. Hay que presionar a nuestro liderazgo para que haya grandeza en la acción y menos peleas por botellas vacías y pequeñeces.

En esta prédica hay que perseverar y presionar. Pero esta nota no va de eso, que ya bastante lo hemos tratado. Esta nota pretende hablar de lo otro, del marketing sobre el futuro que debemos hacer, no solo como terapia social para salir del charco de la cotidianeidad espantosa, sino para usarla como un mecanismo moralizador y sembrador de esperanzas.

En Venezuela la apuesta por el futuro tiene una dimensión particular. ¿Cuál? Pues la de rebuscar en nuestro pasado las estupendas realidades que una vez tuvimos. No es esta una búsqueda nostálgica, no es un ejercicio de saudade, como se dice en portugués, o de guayabo como se dice en nuestro latín vulgar.

¡No! se trata justamente de afincarse en una parte de aquella realidad, tomar impulso y saltar hacia el futuro.

¿Cuál es esa parte? En realidad es extensa, pero limitémonos a señalar que una vez fuimos el país con mayor crecimiento económico del planeta y un ejemplo de democracia y de construcción de consensos reflejados, entre otras cosas, en el Pacto de Puntofijo y la Constitución de 1961. De esas realidades, nació una particular idiosincrasia nacional: la de ser el más igualitario país de la América Latina.

No busquemos cifras. Trasladémonos a una panadería en la mañana (si estaba en una zona cercana a una construcción, aun mejor). Allí veíamos congregados a los viandantes normales con los dueños del desarrollo, los obreros, los ingenieros y los curiosos, volviendo loco al portugués pidiendo la gama más extraordinaria de tipos de café que ha existido en la historia de la gastronomía mundial: un tetero, un blanquito, un con leche tibio, uno bien caliente, un cerrero.. Terminaba aquel barista martirizado con una solución mágica y democrática. “marroncito para todo el mundo”.

Allí no se escuchaba la palabra “su merced”, ni había inclinaciones de cabeza para hablar. Había que ser muy entrado en años para que te trataran de usted. Ese crisol, ese melting pot criollo fue nuestra ventaja competitiva y comparativa por muchos años.

Cometimos muchos errores. La elite política se separó de la gente. La corrupción (comparada con la de hoy, robo de gallinas) sentó sus reales y se sirvió la mesa para que un charlatán, vendedor de baratijas, aprovechando la siembra de la antipolítica y la frivolidad frente a ella, viniera retrotraernos a la edad media en calidad de vida.

De manera que parte de nuestro futuro es regresar a lo bueno que perdimos, pero también a superar lo malo.

Un nuevo régimen no solo debe recuperar la democracia formal. Debe resolver el tema del tamaño del Estado; confiar de nuevo en la iniciativa privada y no solo devolver lo expropiado, sino privatizar lo que no debe estar en manos del Estado, que solo debe quedar para regular los excesos. Esa es la clave de la mayoría de los países desarrollados. Todos tienen leyes draconianas contra los monopolios, la cartelización y  las prácticas que impiden la libre competencia. Debemos construir una salud y una educación públicas robustas, que son insustituibles. La pandemia ha demostrado que son más necesarias que nunca.

Pero, sobre todo, necesitamos un liderazgo que nos devuelva a aquella maravillosa panadería de los “marroncitos para todo el mundo”. Y para eso hay que ir practicando y ensayando como hacen los deportistas y los artistas antes de las competencias y los eventos: hay que derrotar la polarización y la división. Hay que pensar en el equipo y la orquesta y no en los averages individuales y el virtuosismo personal.

Hay que resembrar la esperanza del cambio. Como nos lo recuerda Julio Cortázar, “la esperanza le pertenece a la vida, es la misma vida defendiéndose”.

¡Vamos a entrarle al futuro!

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