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Tasa homicidios

InSight Crime: Venezuela tiene la más alta tasa de homicidios en Latinoamérica y el Caribe

VENEZUELA ES EL PAÍS con la tasa más alta de homicidios en la región, superando a El Salvador y Honduras.

Así lo reveló el resumen anual elaborado por InSight Crime. El mismo presenta máximos y mínimos históricos en un 2017 que resultó ser un año excepcional en términos de tasas de homicidios para muchos países de Latinoamérica y el Caribe.

Venezuela: 89 por 100.000

Puede no ser sorpresa dado el escalamiento de las crisis que enfrenta, pero Venezuela encabeza la clasificación de este año como el país más homicida de la región.

El gobierno venezolano lleva más de una década sin divulgar estadísticas nacionales sobre homicidios, pero el Observatorio Venezolano de Violencia ofrece estimativos no oficiales que en general se consideran confiables. El informe más reciente del observatorio señala que hubo un total de 26.616 homicidios en Venezuela a lo largo del año, incluyendo 5.535 a manos de las fuerzas de seguridad.

En abril de 2017, una organización no gubernamental mexicana que prepara un escalafón anual de las ciudades más homicidas del mundo colocó de nuevo a Caracas, capital de Venezuela, en el primer lugar de la lista, con una tasa de homicidios estimada de 130 por cada 100.000 habitantes.

El Salvador: 60 por 100.000

El jefe de la Policía Nacional de El Salvador Howard Cotto anunció que en el país ocurrieron un total de 3.947 homicidios en 2017, lo que arroja una tasa de 60 muertes violentas por cada 100.000 habitantes. Esa cifra es considerablemente alta para los estándares globales, pero constituye una caída notable respecto a la tasa de 2016, de 81,2 por 100.000 habitantes, que había llevado a El Salvador a encabezar el balance de homicidios de 2016.

Aunque el país mejoró su situación de seguridad en 2017 en comparación con los dos años anteriores, siguen presentándose problemas de fondo con las prioridades de las autoridades de orden público y las acciones de las fuerzas de seguridad. Más aún, solo el 12 por ciento de salvadoreños cree que el crimen se redujo en 2017, según una encuesta reciente. Alrededor de dos terceras partes de los encuestados creen que este aumentó.

Jamaica: 55,7 por 100.000*

La situación de seguridad en Jamaica mantuvo una tendencia de deterioro en 2017, alimentada en parte por la desestabilización de las acciones del gobierno contra las pandillas, incluyendo el publicitado lanzamiento de un nuevo plan de seguridad urbana a pesar de sus profundas fallas. Un total de 1.616 homicidios se registraron a lo largo de 2017, casi 20 por ciento por encima del año anterior.

La isla ya había tenido un incremento de 11 por ciento en los homicidios en 2016 en comparación con 2015, y una oleada de violencia a comienzos de 2018 indica que puede mantenerse la tendencia al alza en las tasas de homicidios en Jamaica.

Honduras: 42,8 por 100.000

El fin de año resultó más bien turbulento para Honduras, cuando el país se sumió en otra crisis política.

Y aun así, el saldo anual de muertes violentas en Honduras bajó en 26 por ciento, de 5.150 en 2016 a 3.791 en 2017, equivalente a una tasa de homicidios de 42,8 por 100.000 habitantes. Las autoridades dijeron que las cifras de 2017 marcaron los índices de homicidios más bajos de la década en Honduras.

La pregunta ahora es si el país logrará afianzar esas ganancias, o si la crisis política impulsará a la administración cuestionada a volver a adoptar políticas de seguridad contraproducentes, abandonando o descuidando cruciales reformas de largo plazo.

Brasil: 29,7 por 100.000

Una cifra pasmosa, de 61.283 personas —siete víctimas por hora— suman las víctimas de homicidio en el país con más habitantes de Latinoamérica en 2016, el último año del que hay cifras nacionales disponibles sobre homicidios. Según el Foro Brasileño de Seguridad Pública, recopilador de los datos, el país tuvo una tasa de homicidios de 29,7 por 100.000 habitantes en 2016, un incremento de 4 por ciento en comparación con 2015.

Un síntoma de la crisis de seguridad en Brasil es el desmoronamiento de la relación entre las fuerzas de seguridad y grandes grupos de población, en especial los más desfavorecidos. En 2016, 4.222 ciudadanos cayeron muertos en operativos de seguridad, aunque también hubo un total de 453 soldados y agentes de policía asesinados.

Aunque aún no hay cifras nacionales de homicidios para 2017, la investigación de InSight Crime señala de manera contundente que la situación de seguridad en Brasil ha seguido deteriorándose y puede continuar así en el corto plazo.

Guatemala: 26,1 por 100.000

Guatemala tuvo un total de 4.409 homicidios durante 2017, según un informe anual de la policía, que resultó en una tasa de homicidios de 26,1 por 100.000 habitantes. Esto representa un leve descenso respecto al índice de 27,3 en 2016, cifra mucho menor que la de sus otros dos vecinos en el Triángulo Norte: Honduras y El Salvador.

Sin embargo, como lo registró InSight Crime este año tras una extensa investigación en Guatemala, aún hay mucho por mejorar, pues las fallas en la recolección y análisis de los datos de homicidios no permiten estimar con precisión las causas de la violencia, las cuales darían a las autoridades elementos para refinar sus políticas de seguridad.

Colombia: 24 por 100.000

En 2017, la tasa de homicidios en Colombia cayó a su nivel más bajo en 42 años, según lo anunció el presidente Juan Manuel Santos, cuando proclamó que el país andino había logrado preservar su frágil paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) en el primer aniversario de los acuerdos de paz.

Sin embargo, persisten retos como el asesinato selectivo de activistas sociales, y las autoridades aún registraron un total de 10.617 homicidios entre enero y noviembre de 2017.

Puerto Rico: 19,7 por 100.000*

Con 671 homicidios registrados en el año, Puerto Rico vio una leve reducción de su conteo anual de muertes violentas, lo que pone la tasa de homicidios en la isla en poco menos de 20 por 100.000 habitantes.

Desafortunadamente la nación isleña arrancó el nuevo año con el pie equivocado, con una oleada de asesinatos y agentes de policía en huelga, que forzaron la renuncia de la jefa de policía de Puerto Rico. Un devastador huracán en septiembre de 2017 agotó los recursos de las fuerzas de seguridad, con alertas de fuentes policiales sobre probables picos de violencia a raíz del caos generado por la tormenta.

México: 19,5 por 100.000*

En noviembre, 2017 ya era el año más con más homicidios registrados en la historia de México, superando récords de dos décadas atrás. En los primeros once meses del año se registró un total de 23.101 homicidios. En ausencia de las estadísticas oficiales para el mes de diciembre, la extrapolación del saldo de homicidios de enero a noviembre arrojaría una tasa de homicidios de 19,5 por 100.000, muy superior al índice de 16,2 en 2016.

La tasa de homicidios en México es relativamente baja en el contexto regional, pero en el país se ahonda una crisis de seguridad de larga data con la fragmentación de grupos criminales que generan confusión en el hampa.

Las autoridades han tenido dificultades para formular una respuesta sólida. De hecho, como se puso de manifiesto con la nueva ley de seguridad en el país, México mantiene la tendencia de militarizar más y más sus labores de seguridad, pese a que por años la política ha resultado contraproducente y lesiva para los derechos humanos.

República Dominicana: 14,9 por 100.000*

Pese a la evidencia de aumento de las actividades de narcotráfico en el país isleño, el índice de homicidios parece haberse mantenido estable este año, con 1.198 homicidios registrados en los primeros nueve meses de 2017, poco menos que la cifra de 1.201 en 2016. Usando una proyección basada en esa cifra, estos números parciales arrojarían una tasa estimada de 14,9 homicidios por 100.000 para 2017.

Costa Rica: 12,1 por 100.000

Las cifras preliminares de las autoridades costarricenses indican que el país tuvo 603 homicidios durante 2017, para una tasa de 12,1 homicidios por 100.000 habitantes, el mayor número en la historia del país centroamericano, tradicionalmente considerado pacífico.

En medio de señales de expansión de la participación del país en el tráfico transnacional de estupefacientes, las autoridades se han apresurado a culpar al crimen organizado por el aumento en la violencia. Un estimado de 25 por ciento de los homicidios de 2017 estaban asociados al tráfico de drogas, según las autoridades, y otra mitad se atribuyó a “ajustes de cuentas”.

Pero aunque las actividades de narcotráfico pueden ser responsables del aumento de la violencia, la falta de retrospectiva y una metodología vaga debilita los intentos de las autoridades de atribuir la culpa al crimen organizado. Y aunque es innegable que la tendencia de homicidios en Costa Rica presenta pequeños incrementos en los últimos años, el país mantiene una de las tasas de homicidios más bajas de la región.

Panamá: 10,2 por 100.000*

El último informe sobre homicidios de la Fiscalía General de Panamá indica que se registró un total de 383 asesinatos entre enero y noviembre de 2017. Una extrapolación del promedio mensual indicado por esas cifras pone a Panamá con una tasa de homicidios aproximada de 10,2 por 100.000 habitantes al cierre de 2017, ligeramente superior a la tasa del año anterior, de 9,3.

La estrategia del gobierno para combatir la violencia asociada a la delincuencia sigue siendo algo oscura. Aunque el presidente Juan Carlos Varela ya había indicado que podría adoptar más políticas antipandillas de línea dura, también ha hablado de la necesidad de tratar los motivadores socioeconómicos del delito.

Paraguay: 9,8 por 100.000

El ministerio del interior en Paraguay anunció en septiembre de 2017 una tasa de homicidios de 9,8 para el primer semestre del año, casi 6 por ciento por debajo del mismo periodo del año anterior. Entre enero y junio se registró un total de 278 decesos por causas violentas. El gobierno aún no divulga las cifras del segundo semestre de 2017. La estadística anual más reciente, sin embargo, permite ver un ligero incremento en 2016 en comparación con 2015, cuando el conteo nacional de homicidios subió de 617 a 669.

Aunque la tasa de homicidios en Paraguay es baja en el contexto regional, las autoridades están preocupadas por la creciente presencia del grupo criminal más poderoso de Brasil, el Primer Comando de la Capital (Primeiro Comando da Capital – PCC), a quien se han atribuido episodios de violencia extrema en Paraguay, incluyendo un histórico y sangriento robo de banco en abril de 2017.

Bolivia: 8,5 por 100.000

El viceministro de seguridad ciudadana de Bolivia Carlos Aparicio afirmó en julio de 2017 que su país había logrado disminuir su tasa de homicidios de 10,8 a 8,5 por 100.000. Desde entonces las autoridades no han divulgado nuevas cifras de homicidios para 2017.

Al igual que en Paraguay, las autoridades bolivianas han expresado su preocupación por la expansión del PCC de Brasil en el país. Sin embargo, no es claro cómo esa situación pueda afectar las tendencias de homicidios en Bolivia.

Uruguay: 7,8 por 100.000*

Pese a una baja inicial de 7,1 por ciento en las cifras de homicidios durante el primer semestre de 2017, Uruguay parece haber cerrado el año con un alza en su tasa de homicidios.

Las autoridades aún no divulgan estadísticas de homicidios de todo el año, pero el ministro del interior Eduardo Bonomi confirmó la veracidad de las cifras de homicidios divulgadas a comienzos de diciembre por el observatorio de seguridad del partido Colorado de Uruguay, que denunció que 246 homicidios ocurrieron entre enero y noviembre de 2017. Más adelante el observatorio anunció una cifra anual de homicidios —no confirmada por las autoridades— de 274 para 2017, que arrojaría una tasa de homicidios aproximada de 7,8 por 100.000 habitantes, 5 por ciento más que en 2016.

Como lo informó InSight Crime, Uruguay enfrenta problemas de seguridad asociados al narcotráfico en Montevideo, capital y principal centro urbano del país, así como una creciente sofisticación de las redes criminales que han echado raíces alrededor de los clubes de fanáticos del fútbol.

Perú: 7,7 por 100.000

La tasa de homicidios de Perú mostró un leve incremento en 2016, año del que se dispone de los datos más recientes. En julio de 2017, las autoridades anunciaron una tasa anual de homicidios de 7,7 por 100.000 en 2016, con 2.435 personas asesinadas. Esas cifras muestran un ligero aumento sobre la tasa de homicidios de 2015, que se situó en 7,2 por 100.000.

Pese a la tasa de homicidios relativamente baja en el país andino, este sigue enfrentando amenazas a la seguridad, desde grupos narcotraficantes hasta otras redes criminales.

Nicaragua: 7 por 100.000*

Nuevamente las autoridades nicaragüenses se atribuyeron el crédito de tener la tasa de homicidios más baja de Centroamérica. El país tuvo únicamente 431 homicidios en 2017, lo que arroja una tasa estimada de 7 por 100.000.

Las autoridades han afirmado que el éxito en sus esfuerzos por suprimir el crimen organizado permitieron mantener bajos los niveles de violencia. Pero hay evidencia de que algunos poderosos grupos criminales operan en Nicaragua, aunque generan menos violencia que en los países vecinos.

Argentina: 6 por 100.000

Desde la elección del presidente Mauricio Macri a finales de 2015, Argentina comenzó a reconstruir su capacidad para generar datos oficiales, luego de años de un apagón estadístico, en el gobierno de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Como resultado de eso, las estadísticas de homicidios más recientes son las correspondientes a 2016.

Esas cifras indican una tasa de homicidios de 6 por 100.000 habitantes en 2016, período durante el cual se registraron 2.605 homicidios. Esto es poco menos que la tasa anual de homicidios de 2015, de 6,6 por 100.000. Con esto Argentina se mantiene como uno de los países con menos muertes violentas de la región, pese a un fuerte e incluso alarmista discurso oficial sobre temas de seguridad y narcotráfico.

Ecuador: 5,8 por 100.000

Con 957 homicidios registrados, apenas tres menos que en 2016, Ecuador tuvo la segunda tasa de homicidios más baja en 2017, con 5,8 por 100.000 ciudadanos. Pese a haberse convertido en una vía de tránsito importante para la cocaína por sus ventajas geográficas —entre ellas su proximidad con Colombia, el mayor centro de producción de coca del mundo— Ecuador parece encaminada a lograr el objetivo de las autoridades de reducir la tasa de homicidios a 5,2 para 2021.

Chile: 3,3 por 100.000*

Chile es una vez más el país menos homicida de Latinoamérica, con solo 550 homicidios registrados entre enero y noviembre de 2017, según datos oficiales de la policía obtenidos por InSight Crime. El promedio mensual de homicidios que esta cifra indica sugiere que el país del Cono Sur cerró 2017 con cerca de 600 asesinatos, y una tasa de poco menos de 3,3 por 100.000 habitantes. Esto representa un ligero incremento sobre 2016 y 2015, cuyos índices respectivos fueron 2,7 y 2,9, pero permite a Chile gozar de datos de seguridad muy por encima de la gran mayoría de sus contrapartes regionales.

* Las tasas de homicidios calculadas por InSight Crime se basan en el número de homicidios registrados y en el total de población estimada para 2017, según la Oficina de Referencia Poblacional 

Ago 09, 2016 | Actualizado hace 8 años
¿En qué conflicto vivimos? por Marcos Tarre Briceño

conflicto

 

1º de julio. Ataque terrorista en Dacca, Bangladesh. 28 muertos y 50 heridos.

8 de julio. Atentado suicida en la ciudad iraquí de Balad. 35 muertos y 65 heridos.

9 de julio. Reservista afroamericano dispara contra policías de raza blanca en Dallas. Mata a 5 y hiere a 7 antes de ser muerto por la policía.

14 de julio. Tunecino residente en Francia, se lanza con un camión por el Paseo de los Ingleses en Niza, mata a 84 personas y hiere a más de 300 hasta caer abatido.

15 de julio. Un intento de golpe de estado en Turquía deja un saldo de 256 muertos, cerca de 1500 heridos y miles de detenidos.

22 de julio. En Munich, Alemania, un joven ataca con una pistola a sus compañeros de clase reunidos en un centro comercial. Mata a 8, hiere a 19 y luego se suicida.

23 de julio. En Kabul, Afganistán, estallan dos bombas al paso de una manifestación. 80 muertos y más de 260 heridos.

24 de julio. En Ansbach, Alemania, un terrorista suicida se hace explotar en un restaurante, durante un festival de música al aire libre. 15 heridos.

26 de julio. Dos hombres entran a la iglesia de Saint-Etienne-du-Rouvray, al norte de Francia, degüellan a un anciano sacerdote. Son abatidos por la policía.

26 de julio. Un hombre ataca en un centro para discapacitados en la ciudad de Sagamihara, Japón. Asesina a 19 pacientes, hiere a 26 y se entrega a la policía.

31 de julio. En Venezuela, sin titulares en los medios de comunicación, de acuerdo al promedio existente, habrán sido asesinadas unas 2.250 personas en éste mes.

 

Ante esa avanlancha de atentados, crímenes, atrocidades y muertes, algunos pueden preguntarse: ¿En qué tipo de mundo vivimos? Pero quizás sería más acertado preguntarnos ¿Qué tipo de conflicto estamos viviendo?

 

Cuando viajaba hacia Cracovia, en esas informales declaraciones que suelen darse en el avión, el Papa Francisco sorpendió a los periodistas señalando que estamos en guerra y quizás aportando algunas luces sobre el conflicto que vivimos: “Esta es la guerra. ¿Alguno piensa en la guerra de religión? No, todas las religiones quieren la paz. La guerra la quieren los otros. ¿Entendido? Quiero aclarar una cosa: cuando hablo de guerra, hablo en serio de eso pero no hablo de guerra de religión. Es una guerra por el dinero, por los recursos, por la naturaleza, por el dominio”.

 

Desde el ya famoso libro “La guerra sin límites” escrita en 1999 por los coroneles chinos Qiao Liang y Wang Xiangsui, en cierta forma precursores de las nuevas teorías de los conflictos, han ocurrido hechos en el mundo que han marcado la historia y lo siguen haciendo, como los atentados de Alqaeda, el más reciente surgimiento del terrorismo de Daesh y también se han publicado otros analisis con esclarecedores puntos de vista sobre los nuevos tipos de conflictos. Uno de ellos es de la inglesa Mary Henrietta Kaldor, profesora del London School of Economics. En su libro “Las nuevas guerras – violencia organizada en la era global” señala: “Las nuevas guerras surgen en situaciones en las que los ingresos del Estado disminuyen por el declive de la economía y la expansión del delito, la corrupción y la ineficacia, la violencia está cada vez más privatizada, como consecuencia del creciente crimen organizado y la aparición de grupos paramilitares, mientras la legitimidad política va desapareciendo. Por tanto, las distinciones entre la barbarie externa y el civismo interno, entre el combatiente cómo legítimo portador de armas y el no combatiente, entre el soldado o policía y el criminal, son distinciones que están desvaneciéndose. La barbarie de la guerra entre Estados puede acabar siendo una cosa del pasado. En su lugar surge un nuevo tipo de violencia organizada que está más extendida, pero que es, tal vez, menos extrema.”

 

Desde muy temprano, el fallecido presidente Hugo Chávez comenzó a mencionar los términos de “guerra asimétrica” o “guerras de cuarta generación”. Según un analista argentino, el doctor Mariano César Bartolomé, nunca estuvo muy claro a qué se referia exactamente Chávez y asoma hasta cinco interpretaciones en su trabajo “Las guerras asimétricas y de cuarta generación dentro del pensamiento venezolano en materia de seguridad y defensa”, publicado en la “Military Review” de enero-febrero de 2008. El analista separa definitivamente los conceptos de “guerra asimétrica” del de “guerra de cuarta generación”, aclara que la “guerra asimétrica” no es una vía del imperialismo para subyugar estados revoltosos, como tampoco es una herramienta de resistencia contra el imperialismo; y que la “guerra asimétrica” y “guerra de cuarta generación” adquieren en Venezuela contenidos diferentes a los que predominan en el campo de la seguridad intenacional…

 

Cada quién entonces estaría usando éstas terminologías a su conveniencia. El gobierno de Nicolás Maduro insiste en presentarse como “víctima” de una guerra mediatica, económica, política y social, responsabilizando a factores externos por sus fracasos sistemáticos y jamás asumiendo o rectificando los errores cometidos. Pero, una de las hipótesis del investigador Bartolomé que sugiere que la “guerra asimétrica” venezolana sería una gigantesca operación orientada a profundizar e incrementar el control sobre la ciudadanía, no deja de presentar elementos que llaman la atención.

 

En primer lugar, una retorcida y sistemática estrategia del fallecido presidente Chávez siempre fue acusar a otros, a terceros, de procederes incorrectos que él mismo, en secreto, instrumentaba. De ese modo, se presentaba como “víctima” de una agresión asimétrica internacional cuando en realidad aplicaba interna y localmente técnicas de la guerra asimétrica para controlar a su país. En segundo lugar, sólo en el marco de ésta hipótesis tiene sentido la permisividad del gobierno frente a la criminalidad y haber permitido, o propiciado, que Venezuela se convirtiera en pocos años en el segundo país del mundo con la peor tasa de homicidios, según las Naciones Unidas; igualmente se entendería la impunidad sistemática, la tolerancia fente a los criminales, el triste invento de las “Zonas de Paz” o la entrega de las cárceles a las mafias, todo como parte de un plan maquiavélico de dominio y control interno… En tercer lugar, llama poderosamente la atención que en ningún régimen comunista o radical socialista, entiéndase Cuba, Nicaragua, China o Corea del Norte; o los antiguos países de la Cortina de Hierro, los respectivos gobiernos mostraron o muestran mano dura frente a la delincuencia común y reprimen de forma brutal y hasta despiadada a los criminales, lo que en ningún momento ha ocurrido en Venezuela.

 

Muchos no creen que el oficialismo tenga capacidad para ejecutar un plan tan elaborado; o que no son suficientemente perversos, que el problema de la inseguridad es por simple ineficiencia gerencial; o que quizás al principio fue parte de un plan pero se les fue de las manos… Pero, al margen de sus causas y orígenes, la realidad es que hoy en Venezuela estamos viviendo y padeciendo un escenario de “guerra asimétrica” contra la sociedad civil, la gente y los ciudadanos, tal como la afirma el Papa Francisco y como bien señala la analista inglesa Kaldor: “También la nueva guerra intenta evitar el combate y hacerse con el territorio a través del control político de la población… …la nueva guerra toma prestadas de la contrarrevolución unas técnicas de desestabilización dirigidas a sembrar “el miedo y el odio”. El objetivo es controlar a la población deshaciéndose de cualquiera que tenga una identidad distinta (e incluso una opinión distinta). Por eso el objetivo estratégico de estas guerras es expulsar a la población mediante diversos métodos.”

 

Entonces estamos en Venezuela en medio de un diferente tipo de violencia, de insurgencia criminal, que demandará por parte de nuevas autoridades unas políticas, unas estrategias y unas medidas muy distintas a las tradicionales para poder combatirla con posibilidades de éxito.

 

@marcostarre