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ABC.es Jun 03, 2015 | Actualizado hace 9 años
Dormir poco hace que comas más y peor

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Un estudio elaborado por investigadores la Universidad de Nebraska-Lincoln (Estados Unidos), y publicado en ‘Journal of Health Psychology’, ha demostrado que dormir poco durante la noche provoca un aumento de la ingesta excesiva de comida, tanto en adultos como en niños.

Y es que, aunque se conoce que una mala noche de sueño puede afectar a la realización de las actividades cotidianas al día siguiente, todavía no se ha estudiado pormenorizadamente si, también, influye en el consumo abusivo de alimentos e, incluso, en la elección de estos.

«La ingesta de alimentos está implicada con muchos problemas de salud crónicos como, por ejemplo, la obesidad, diabetes o las enfermedades del corazón. Además, sabemos que la dieta es a menudo un objetivo del tratamiento para prevenir la aparición de estas patologías», han señalado los investigadores Lundahl y Timothy D Alyssa Nelson.

Sin embargo, prosiguen, no se han estudiado los mecanismos que vinculan los patrones de sueño interrumpido con el aumento del consumo de alimentos, lo cual puede ser «importante« a la hora de abordar las estrategias de prevención y los tratamientos de enfermedades crónicas.

En este sentido, los expertos han comprobado que después de una mala noche, la hormona que controla el apetito se ve afectada y provoca un mayor estrés emocional lo que, a su vez, hace que aumenten las ganas de comer para compensar la falta de energía.

«El estudio tiene implicaciones importantes para los tratamientos, los cuales a menudo sólo se enfocan en las intervenciones dietéticas. Es necesario que las personas sean conscientes de los resultados de este estudio para que, así, tengan cuidado con la calidad y cantidad de alimentos que ingiere cuando duerme mal», ha zanjado el editor del ‘Journal of Health Psychology’.

Estudio confirma la relación entre apnea del sueño y la depresión

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La apnea severa obstructiva del sueño (AOS) y la somnolencia diurna excesiva se asocian con un mayor riesgo de depresión en los hombres, según un estudio presentado en la American Thoracic Society Internacional Conference 2015. El trabajo arroja luz sobre algo que se había sugerido previamente y que sus resultados se han obtenido tras analizar a casi 1.900 varones.

En concreto, el estudio incluyó a 1.875 hombres de entre 35 y 83 años a los que se valoró su riesgo de depresión durante un período de 5 años. Tras ajustar posibles factores de confusión, la apnea severa obstructiva del sueño grave no diagnosticada previamente se asoció con un aumento de la prevalencia de la depresión; lo mismo observaron en cuanto a la somnolencia excesiva durante el día.

Sin tratamiento

Los investigadores vieron que aquellos que tenían tanto apnea severa obstructiva del sueño no diagnosticada previamente y somnolencia excesiva durante el día tenían de 4 a 5 veces más probabilidades de padecer depresión que los que hombres no padecían ninguna de ellas.

Según Carol Lang, de la Universidad de Adelaida (Australia), «la somnolencia diurna excesiva y la apnea severa obstructiva del sueño se asociaron con una mayor prevalencia de depresión», lo que sugiere que estas personas deben ser examinadas para determinar si tienen apnea obstructiva del sueño ya que se «puede planificar un tratamiento adecuado».

Mar 27, 2015 | Actualizado hace 9 años
El sueño perfecto en Panamá por Jean Maninat

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La política te da sorpresas, sorpresas te da la política… ay Dios, cantaría Pedro Navaja, si en vez de ser un maleante de poca monta y mucha mala suerte,  hubiese dedicado su tiempo y astucia a  hacer política o, en su defecto, a intentar desentrañar el tejido múltiple y variable  de decisiones que es su materia y la convierte en el más complejo y resbaladizo oficio inventado por el ser humano.

En su excelente y divertido libro The March of Folly (La marcha de la locura)Barbara Tuchman, historiadora estadounidense, persigue el reguero de desaguisados políticos que unen al Caballo de Troya, el desmadre de los papas renacentistas, el descalabro de la Corona Británica en sus colonias americanas, y la desastrosa guerra de Vietnam. ¿Qué tienen en común todos estos hechos históricos? Haber sido el producto de malas -y sorpresivas, en algunos casos- decisiones políticas, tomadas con terquedad a pesar de que todos los indicios razonables indicaban que conducirían al fracaso. Una futura e improbable reedición apócrifa, podría incluir un capítulo titulado Pifias y desatinos cuyo primer ejemplo sería, sin duda, la Orden Ejecutiva sobre Venezuela, firmada por el presidente Obama.

¿Se puede poner en duda la buena intención detrás de la decisión de firmar la Orden Ejecutiva? Probablemente no. Todo indica que se trata de sancionar a personajes del régimen venezolano asociados con la violación de derechos humanos. Y eso es más que loable. Lo que resulta difícil de comprender es que para llevar a cabo la buena intención, se haya recurrido a tan esperpéntico instrumento. A quién se le ocurre declarar a un país y su gobierno, sin duda alborotador y pendenciero, pero al fin y al cabo anclado en las ligas aficionadas de la política internacional, como una «amenaza inusual a la seguridad nacional de EEUU». (Come on, give me a break buddy!).

Al más desprevenido parroquiano de un restaurante caraqueño le percute inmediatamente  la pregunta: ¿Y usted le compraría petróleo a su peor amenaza en el vecindario? Se nos dice que es cuestión de lenguaje oficial, rutinario, que así se usa con todos. Ese es precisamente el problema. Es un instrumento de poca eficacia y una alta capacidad para generar ruidosos fuegos artificiales que sólo dejan humo en el aire. Lo que más llama la atención, es la absoluta falta de cordura para escoger el momento de pulsar la tecla de envío y hacerlo explotar en medio mundo.

La Cumbre de las Américas que tendrá lugar en días venideros en Panamá, pasaría a la «historia» como la que permitiría la inclusión de Cuba al sistema de cumbres auspiciadas por la OEA y su eventual regreso a esa organización. El presidente Maduro entraría modestamente, a la vera de Raúl Castro, cargando con la vergüenza de su desastrosa política económica y su lamentable récord en derechos humanos representado en la abominable prisión de Leopoldo López, Antonio Ledezma y los otros presos políticos, condenada mundialmente. Sus pares en la región jugarían, tras bastidores, a piedra, papel y tijera la suerte de no sentarse a su lado en la cena oficial, para no rayarse. Pero no…alguien en la Oficina Oval estaba lleno de buenas intenciones.

Y resulta ahora que el presidente Maduro es un héroe de las pequeñas naciones, defensor de los pueblos desvalidos, y todos los mandatarios de la región se han puesto a su vera para defenderlo -bueno… y de paso defenderse de sus propios problemas internos- y escurrirle el bulto, una vez más, a sus obligaciones con la Carta Democrática Interamericana de la cual son signatarios. El sueño perfecto del pibe aguajero en Panamá.

 

@JeanManinat

El Universal

¿Cuántas horas necesitamos dormir según nuestra edad?

Dormir

 

La mayoría de las personas saben que tener una buena noche de sueño es importante, pero muy pocas pasan ocho o más horas entre las sábanas.

Para complicar aún más las cosas, estimulantes como el café y las bebidas energéticas, además del reloj despertador y las luces -incluyendo las de los dispositivos electrónicos- interfieren con el ritmo circadiano (el ciclo de vigilia y sueño).

Aunque reconoce que el dormir está especialmente afectado por el estilo de vida y la salud de cada individuo, un panel de expertos en sueño de la National Sleep Foundation, un instituto de investigación estadounidense sin fines de lucro con sede en Arlington (Virginia), publicó recomendaciones generales en función de cada edad.

Los consejos son los siguientes:

  • Recién nacidos (0-3 meses): lo ideal es que duerman entre 14-17 horas cada día, aunque también es aceptable que lo hagan entre 11 y 13 horas. Lo que no se aconseja es dormir más de 18 horas.
  • Bebés (4-11 meses): se recomienda que duerman entre 12-15 horas. También es aceptable que descansen entre 11 y 13 horas, pero nunca más de 16 o 18 horas.
  • Niños pequeños (1-2): no es recomendable que duerman menos de 9 horas y más de 15 o 16. Lo que se aconseja es que descansen entre 11 y 14 horas.
  • Niños en edad preescolar (3-5): entre 10-13 horas sería lo adecuado. Los expertos consideran que menos que 7 y más de 12 no sería aconsejable.
  • Niños en edad escolar (6-13): lo recomendable sería dormir entre 9 y 11 horas.
  • Adolescentes (14-17): el rango de sueño aumentó en una hora a 10,08 horas (antes era entre 8,5 y 9,5)
  • Adultos más jóvenes (18 a 25): entre 7-9 horas al día, y no menos de 6 ni más de 10-11.
  • Adultos (26-64): lo ideal sería dormir entre 7 y 9 horas, aunque no siempre se logra.
  • Adultos mayores (de 65 años): lo saludable es descansar entre 7-8 horas al día.

 

Mejorar el sueño

Los expertos también ofrecieron una serie de consejos para lograr un sueño saludable:

  • Mantener un horario de sueño, incluso los fines de semana.
  • Practicar una rutina para dormir relajado.
  • Hacer ejercicio físico a diario.
  • Asegurar condiciones ideales de temperatura, ruido y luz en el dormitorio.
  • Dormir en un colchón y una almohadas cómodos.
  • Tener cuidado con el alcohol y la cafeína.
  • Apagar los aparatos electrónicos antes de acostarse.

 

Estar mucho tiempo frente a pantallas de TV o teléfono deteriora el sueño

Insomio

 

Los adolescentes que pasan mucho tiempo frente a las pantallas (televisión, ordenador, tableta, teléfono móvil, consola de videojuegos) duermen menos tiempo y tienen más dificultades para conciliar el sueño, según un estudio publicado este martes.

Realizado sobre 10.000 jóvenes noruegos de entre 16 y 19 años, el estudio muestra en particular que los adolescentes más adictos a las pantallas corren riesgo de demorar más de una hora en dormirse.

El mismo aumenta en 49% entre los que utilizan pantallas durante más de cuatro horas diarias (aparte de los horarios escolares), respecto a los que lo hacen durante menos de una hora.

El riesgo es máximo en el caso de quienes miran las pantallas durante la hora precedente a acostarse, según el estudio publicado por la revista médica en línea BMJ Open.

Los jóvenes estudiados tenían necesidad de una media de entre 8 y 9 horas de sueño para estar en forma al día siguiente, pero aquéllos que pasaban más de dos horas enviando e-mails o «chateando» en internet estaban expuestos a dormir menos de cinco horas por noche.

Los investigadores también constataron que quienes utilizaban varios aparatos durante la jornada tenían más dificultades para dormirse y lo hacían durante menos tiempo que los que utilizaban sólo uno.

Quienes utilizaban dos o tres aparatos diferentes mostraban un 50% de chances de dormir menos de cinco horas por noche respecto a los que se conformaban con uno. Para quienes utilizaban cuatro o más, este riesgo aumentaba a 75%.

Para los investigadores, dirigidos por la doctora Mari Hysing, del Centro de investigación de la salud de Bergen (Noruega), es momento de que los poderes públicos actualicen las recomendaciones concernientes a las pantallas, que durante mucho tiempo sólo estaban vinculadas a las de televisión.

«Los resultados (del estudio) confirman la necesidad de recomendar la restricción de la utilización de estos medios en general», añaden.

Estos científicos avanzan la hipótesis de que las pantallas estimulan al sistema nervioso y que la luz que emiten actúan sobre el biorritmo, lo que tiene efectos negativos sobre el sueño.pa

 

¿Por qué algunas personas están cansadas todo el tiempo?

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Hay personas que se levantan a las seis de la mañana para ir a correr cinco kilómetros, toman un desayuno de avena y fruta y llegan frescos como una lechuga a trabajar a las ocho de la mañana.

Seguro que a otras personas esto les da envidia porque se encuentran en ese otro grupo que da igual que pronto se metan a la cama el día antes. Levantarse por la mañana les supone una tortura.

Pero puede que sentir cansancio no sea del todo nuestra culpa. Y esto debido a que hay un delicado balance dentro de nuestro cuerpo que a veces no se corresponde con nuestro estilo de vida.

El reloj biológico que controla nuestro sueño se llama ciclo circadiano y está controlado por la liberación de hormonas que se encuentran en una glándula del tamaño de un guisante situado en mitad del cerebro.

La glándula empieza a liberar una sustancia llamada melatonina que empieza a surtir efecto alrededor de las nueve de la noche cuando uno empieza a sentir ganas de dormir.

El nivel de melatonina se mantendrá alto en el cuerpo durante 12 horas y empezará a reducirse de forma gradual por la mañana hasta que deje de detectarse a eso del mediodía.

Este ciclo hormonal es lo que también causa que una persona esté despierta, pero en este caso el nivel de melatonina se mantiene bajo durante la noche y alto durante el día.

Los niveles de melatonina también actúan como un despertador natural, que es lo que nos descoloca cuando viajamos entre diferente zonas horarias y nos provoca el jetlag.

Si los niveles de melatonina son bajos cuando nos acostamos da igual como de cansados nos sentimos que va a ser imposible que nos durmamos.

El ciclo circadiano también explica porque es difícil lograr dormir ocho horas seguidas cuando hemos estado de fiesta toda la noche.

Porque si bien los niveles de melatonina son altos al acostarnos a las cinco de la mañana el ciclo natural a medida que pasan las horas el nivel baja y el ciclo natural del cuerpo nos obligará a despertarnos hacia el mediodía.

Diferentes ciclos circadianos

El hecho de que a algunas personas les encante madrugar mientras que a otras son más seres nocturnos se debe a que los ciclos circadianos son diferentes en diferentes personas.

Existen argumentos que afirman que hay una ventaja evolutiva en el hecho de tener personas mañaneras y nocturnas y es que de esta manera el refugio nunca quedaba sin proteger.

Lo que sí se sabe con certeza es que el ciclo circadiano se inicia más tarde en adolescentes que en adultos.

Es por eso que si un padre dice a su hijo adolescente que se vaya a la cama a las 10 de la noche lo más probable es que no se duerma hasta horas después y por la mañana se levante como si le hubiera pasado por encima una apisonadora.

El ciclo circadiano no se encuentra en sintonía con su ciclo de sueño por lo que realmente no es culpa de la persona que tenga síntomas de cansancio por la mañana.

Tecnología

Otra cosa que puede afectar el ciclo circadiano son los teléfonos inteligentes.

Los niveles de melatonina están afectados por la cantidad de luz a nuestro alrededor.

Estamos más alerta durante el día cuando hay más luz que por la noche cuando está más oscuro.

Hoy en día, por lo general , por la noche, solemos estar viendo la televisión, mirando el teléfono celular o la tableta.

Estos dispositivos emiten unas pequeñas ondas conocidas como luz azul.

Ante esta luz nuestro cuerpo reacciona como que es mediodía por lo que empieza a suprimir los niveles de melatonina.

Y tal y como hemos visto con el jetlag y lo adolescentes si nuestros niveles de melatonina no están bien no vamos a dormir nada.

Se sabe que las dificultades para dormir pueden tener un efecto psicológico negativo que es inmediato, como por ejemplo el estrés, la irritabilidad y ansiedad.

Pero ahora una nueva investigación en Estados Unidos encontró que la falta de sueño también puede causar daños a más largo plazo.

Según el estudio presentado en la conferencia anual de la Academia Estadounidense de Neurología, que se celebra en Nueva Orleans, la cantidad y calidad de sueño que obtenemos cada noche puede tener un impacto en la memoria y el riesgo de enfermedad de Alzheimer más tarde en la vida.

Los investigadores de la Escuela de Medicina de la Universidad de Washington, siguieron a 100 personas durante dos semanas para medir cómo y cuánto dormían.

Al final del estudio encontraron que 25% de los participantes mostraban signos de los dañinos depósitos de proteína -las placas de beta-amiloide- en el cerebro que, se cree, son un signo previo a la aparición de Alzheimer.

Y quienes mostraron un mayor nivel de estas acumulaciones fueron los participantes que dormían de forma «menos eficiente», los que despertaban continuamente durante la noche.

«El sueño interrumpido parece estar asociado con la acumulación de placas amiloides, un signo característico de la enfermedad de Alzheimer, en los cerebros de personas que no presentan problemas de memoria», explica el doctor Yo-El Ju, quien dirigió el estudio.

«Ahora necesitamos llevar a cabo más estudios para determinar porqué ocurre esto y si los cambios en los patrones de sueño pueden predecir el deterioro cognitivo».

«Nuestro estudio establece la base para investigar si la manipulación del sueño es una posible estrategia para la prevención o retraso de la enfermedad de Alzheimer», agrega el investigador.

Impacto cerebral

Estudios en el pasado han mostrado que el cansancio que produce la falta de sueño hace a las personas irritables e incapaces de funcionar apropiadamente en sus actividades diarias.

El cansancio crónico puede conducir a depresión o acentuar los problemas de estrés y ansiedad.

Las investigaciones también muestran que las dificultades para dormir reducen nuestras capacidades cognitivas, como la toma de decisiones o resolución de problemas.

Y a corto plazo también la memoria resulta afectada por la falta de sueño.

Pero todos estos son efectos inmediatos después de una noche sin dormir.

La nueva investigación encontró que el impacto más importante parece ser a largo plazo.

En el estudio participaron 100 personas de entre 45 y 80 años, ninguna de las cuales tenía demencia.

La mitad, sin embargo, mostraba un historial familiar de riesgo de Alzheimer.

Para medir su cantidad y calidad de sueño durante las dos semanas del estudio, los investigadores colocaron un dispositivo en los participantes y les pidieron que escribieran un diario de sueño y respondieran a cuestionarios.

El promedio de tiempo que cada persona había pasado en la cama durante el estudio fue de ocho horas, pero el promedio de tiempo de sueño fue de 6,5 horas debido a los periodos cortos que habían despertado durante la noche.

Los resultados mostraron que las personas que se habían despertado cinco o más veces cada hora durante la noche tenían más probabilidad de presentar placas amiloides que los que habían dormido de forma continua.

Se encontró asimismo que quienes habían dormido de forma «menos eficiente» tenían más probabilidad de presentar los marcadores de las primeras etapas de enfermedad de Alzheimer que quienes dormían mejor.

Es decir, los que habían dormido menos del 85% del tiempo que pasaron en la cama tenían más probabilidad de presentar las placas amiloides que los que pasaron más de 85% de ese tiempo dormidos.

Los científicos no saben, sin embargo, si la falta de sueño conduce a la formación de placas amiloides o viceversa.

Tal como expresa el doctor Ju, «necesitamos estudios a más largo plazo, que den un seguimiento durante años al patrón de sueño de los individuos, para determinar si el sueño interrumpido conduce a las placas amiloides o si los cambios en el cerebro en las primeras etapas de Alzheimer conducen a los cambios en los patrones de sueño».