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Laureano Márquez P. Sep 08, 2020 | Actualizado hace 1 mes
El sentido común

@laureanomar

Dicen por ahí que el sentido común es como el desodorante: el que más lo necesita es el que menos lo usa. Del sentido común han hablado desde los filósofos hasta los odiósofos. Bergson, el filósofo francés, por ejemplo, decía que es “la facultad de orientarse en la vida práctica”. El sentido común podría definirse como aquello que una comunidad considera prudente, sensato, lógico. Sin embargo, es muy común ver en las redes videos caseros que muestran la total ausencia de sentido común en gente que hasta tiene la apariencia de ser inteligente.

Algunos creen de manera irrestricta en el sentido común, como el escritor Max Jacob quien afirma que: “El sentido común es el instinto de la verdad”. Otros, sin embargo, no creen en él, como el caso de otro escritor, esta vez Saramago, que dijo: “No te dejes engañar, el sentido común es demasiado común para ser realmente sentido; en el fondo no es más que un capítulo de la estadística, y el más vulgarizado de todos”. De lo que señala el novelista portugués se infiere que el hecho de que todo el que se lance de un rascacielos muera, es un dato meramente estadístico que no tiene por qué ser una ley universal y -ciertamente- se han visto casos de gente que se ha lanzado y ha sobrevivido; pero más casos se evidencian de gente probando suertes a gran altura con fatal desenlace.

Parece que vivimos tiempos que dan validez a aquella frase de Ramón Gómez de la Serna que decía que el sentido común “es el menos común de los sentidos”.

El sentido común es en definitiva una colección de conocimientos que resultan evidentes y que no debemos desafiar. Por ejemplo: es de sentido común que si conduces de noche, enciendas las luces del vehículo; sin embargo, en nuestro país nos hemos topado en la autopista no pocas veces con vehículos que andan en la total penumbra, como el carro de Drácula.

Es también de sentido común dejar salir a la gente que viene en el vagón del metro antes de entrar, sin embargo, tal cosa no siempre sucede. Es de sentido común no usar el teléfono mientras se maneja o cuando se habla con otra persona o cuando se camina por la calle (bueno este último ejemplo no es válido para Venezuela donde el sentido común recomienda desde hace mucho tiempo no sacar el celular en la calle ni de vaina, pero por seguridad). En fin, la vida cotidiana está llena de ejemplos.

El sentido común tiene, sin duda, un componente histórico: llegamos a ciertas conclusiones porque miles de años de vivencias humanas sobre el planeta nos brindan un conjunto de certezas sin las cuales  correríamos grandes riesgos. Por tanto, desconocer la historia nos hace vulnerables. Si no tenemos -por ejemplo, en el caso de los venezolanos- el conocimiento de que cada vez que los militares han intervenido en política ha sido contraproducente para el destino del país y la libertad de los ciudadanos, podemos incurrir en el error de aupar a un militar e incluso elegir a uno para que nos gobierne.

Quien esto escribe, está más en la línea de Jacob que en la de Saramago. No apostaría nada a la premisa de que la división en la oposición venezolana nos va a sacar de este atolladero.

El sentido común indica que la unidad en estos difíciles momentos es más que indispensable y que el único que gana con la división es quien tiene el poder.

Pero parece que, en el caso de los políticos, el sentido común es, la más de las veces, el menos común de los sentidos. Si hacemos una introspección retrospectiva de nuestra historia lo más común ha sido la contravención del sentido común al punto de que se pregunta uno: ¿Será que nuestro sentido común es no tener ninguno y vivir en la imprevisibilidad permanente?

 

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Dic 15, 2016 | Actualizado hace 7 años
Cuando lo sensato es un riesgo, por María Elena Arcia

venezuelademocracia

 

Reconozco que no me deja de sorprender la profunda irracionalidad que pareciera haber secuestrado el sentido común de una buena parte de la sociedad venezolana.

La forma como la turbulenta situación ha menoscabado la capacidad de análisis y reflexión serena es asombrosa y mucho más cuando se trata de grupos que en teoría tendrían responsabilidades de liderazgo. Digo en “teoría” por cuanto parece obvio que no están a las alturas de las circunstancias.

En los momentos difíciles es donde se conoce la naturaleza del hombre y se pone a prueba su valor.

Es función de quienes por las razones que sean, nos gusten o no, llevan las riendas de la conducción de un grupo, guiar, orientar a ese conglomerado que clama por soluciones a sus problemas, que es verdad, requerirán sin duda cambios en la conducción política del país pero que en el interín, exigirán sacrificios y una gran dosis de perseverancia, coherencia y sensatez para llevar adelante acciones que se vayan traduciendo en cambios positivos.

No está en nuestras manos hoy cambiar el gobierno pero si aportar nuestro talento y esfuerzo para llevar adelante tareas que se traduzcan en pequeñas mejoras para el país que puedan servir de ejemplos o “buenas prácticas”y que, en virtud de sus resultados, puedan ser replicadas.

En momentos como estos de alta crispación social y política, dramas económicos, enorme intolerancia y polarización es indispensable serenar las emociones y apelar a la sensatez. Seremos altamente criticados y descalificados, pero no tengo dudas que es el camino correcto. La historia ha demostrado que la forma de superar situaciones como las que estamos viviendo pasa por dialogar y negociar, sin prurito y con la vista puesta en un mejor futuro para las mayorías.

Resalto y apoyo la valentía de quienes, a pesar de todo lo anterior, han entendido que es el camino a transitar, lleno de piedras, derrumbes y precipicios. El camino de quienes deciden construir siempre es mas duro de quienes deciden no hacer nada o atacar a quien hace….

Los ultimátum, plazos perentorios, valores innegociables”, no sólo nos alejan de la solución sino nos convierten en parte del problema.

Hay que evitar a toda costa incluirnos en el grupo que, apelando a una superioridad moral e intelectual, se sienten con derecho a difamar y en el mejor y menos dañino de los escenarios, criticar, a quienes con mucha humildad y gran arrojo quieren construir.

Es tan irracional esta lucha existencial por llevar la dirección moral que no sienten que hay espacios para coexistir, esto tiene que cambiar!

De allí mi motivación para sensibilizar a aquellos que se sientan con la madurez, valentía y equilibrio suficientes para conformar un frente que aglutine a líderes comunales, empresarios, políticos de todas las tendencias, intelectuales, gremios, opinadores para recuperar la sensatez para abordar el conflicto. Soy muy optimista del talento de los venezolanos y conozco muchos, que en sus distintos ámbitos de influencia están haciendo lo que les corresponde, pero juntos podemos hacer mucho más.

Hemos estado expuestos a un “chantaje ético” que hace difícil asumir posiciones distintas a las corrientes polarizadas, pero ya basta!

Recientemente recuerdo haber comentado que mas que atemorizarme esta nueva tarea lo que hace es llenarme de entusiasmo al estar convencida que es mucho lo que puede aportar a este tan lastimado país.

Cuando la forma que hemos utilizado para abordar un problema no nos está funcionando debemos cambiarla para destrancarlosin embargo ni es fácil ni está exento de riesgos.

Si una persona cercana se encuentra en una relación tóxica de maltrato, y en mi está ayudarla a salir de esa situación fortaleciéndola, dándole herramientas para progresar, conseguir un trabajo y salir de esa dependencia emocional, ¿que hago?: ¿la ayudo a salir de su dependencia y sútilmente le siembro autoestima y capacidades? o ¿me siento a esperar un desenlace fatal, para convencerme de que estaba en lo cierto y que esa relación terminaría mal?

Venezuela necesita que le den una mano, la apoyen para recuperar su capacidad de hacer cosas positivas, que aporten soluciones, que reviertan la destrucción y no podemos esperar los cambios de gobierno, por lo que es ahora y ya!

Sin embargo lo anterior supone traspasar unas barreras que sólo es posible hacer si se cuenta con una visión de país que trascienda los intereses particulares y anteponga el bienestar general de las mayorías por sobre las ambiciones personales, las envidias y las mezquindades, tarea noble que exigirá sacrificio y nos llenará de satisfacción.

Personalmente me pongo a la orden del lado de la construcción.

 

@malarcia

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