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Pacto Social

¿Pacto social?, ¿alianza entre sinvergüenzas?, ¿acuerdo gatopardiano?

@ArmandoMartini 

Venezuela atraviesa uno de los peores momentos de su historia. Se precipita sin obstáculos por el abismo de la ruina política, hecatombe económica, desastre social, carencia ética e insuficiencia moral. Luce vulnerable, desvalida, indefensa. La degradación vejatoria de la sociedad es inocultable.

El tejido social se rompió, se quebró la identidad. La población marca cotas de aniquilación y precariedad jamás experimentadas, que pueden desembocar, Dios nos ampare, en la debacle y una forma incivilizada de supervivencia. Resultado del error inaceptable, por advertido, causante de muerte y llanto, al cometer la estulticia de confiar en el sainete chavista devenido en ultraje castrista, que un amigo bautizó como: ¡virus socialista covichavista-S21!

Se replantea el fastidioso Pacto Social (en filosofía y ciencia política, un acuerdo que adquiere un Estado con relación a los derechos y deberes de sus ciudadanos.) ¿Cuántas veces hemos escuchado la misma cantaleta señalando servirá de salvavidas para Venezuela?

No será viable ni sustentable un pacto social, menos una transición llevadera, si no se extirpa la corrupción, se depone a políticos corrompidos, seducidos por dinero mal habido, se excluyen a los cómplices participantes del robo y la vagabundería. Es con ellos que los castos “inocentes” solicitan unidad nacional, exigiendo renovar un Pacto Social Democrático.

Este solo será una alianza entre sinvergüenzas para continuar delinquiendo. La invitación es un vil, grosero y atrevido engaño, una trampa que adolece de caritativa intención. Se aprovecha, malévola, en la continuidad y dominio del establishment, del status quo. Un acuerdo gatopardo (gatopardismo es, en Ciencia Política, cambiar todo para que nada cambie. La cita original expresa: «Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie».

Ante la infausta y amarga realidad, quienes tienen responsabilidad de proponer y ejecutar acciones para superar la situación son mostrencos, impulsan pactos paritarios con quienes nos tiranizan, alegando el desatino ventajoso “ambos se necesitan”. Irrespetando la memoria de los fallecidos, ridiculizando a presos y exiliados políticos, burlándose de millones en desconsuelo.

Demandan a gritos, sin sonrojo ni recato, modificar conductas, llevar el corazón en la mano para resucitar el Pacto Social Democrático. ¿Cuál? pura paja. Métanse en la cabeza que el castrismo no tiene intención de ceder el poder, sus intereses van mucho más allá. Lo han dicho y demostrado mil veces; déjense de tanta ingenuidad pendeja, acomodaticia, encubridora. 

Lo que se esboza no es un pacto social, se delinea una alianza entre sinvergüenzas, un acuerdo gatopardo. El régimen avanza sin pausa, no respeta ni considera, dejando en evidencia la convivencia nacional e internacional sin ética que repugna, en nuestro caso letal.

Ante la crisis nacional, ciertamente se impone un llamado a la venezolanidad, a los ciudadanos de bien, con ideales, con visión de estadistas para construir un país respetuoso de la ciudadanía, de sus derechos y deberes. Cuidadoso de las leyes, celoso de la libre expresión y altamente democrático. Equilibrado, moderno, próspero, pleno de oportunidades, culto, con educación de excelencia, salud de avanzada, servicios públicos satisfactorios, trabajo, es decir, mejor calidad de vida. No esta humillante, inmerecida y ofensiva mamarrachada.

Quienes evocan libertad y democracia deben buscar el pacto democrático, pero no de cohabitación ni de interesado concubinato. Es sacar de raíz a los corruptos, recuperar y devolver lo robado, someter a juicio a los violadores de la Constitución, exigir rendición de cuentas, desenmascarar a los arrepentidos que buscan impunidad y a cualquier zángano que haya transgredido la ley. Deben ser entregados a la justicia para cancelar sus deudas con la sociedad. No como quieren y formulan algunos insensibles: perdón sin castigo, impunidad sin justicia, amnistía total, borrón y cuenta nueva. Aquí no ha pasado nada.

Quienes sí deben participar en un auténtico y honorable compromiso nacional democrático son los ciudadanos de comprobada solvencia moral, de principios éticos, capaces, profesionales, de buenas costumbres, que generen seguridad, confianza ciudadana a lo interno y externo con nuestros aliados, garantizando una representación amplia, suficiente de la sociedad decente -no la repartición partidista de cuotas -, a fin de establecer bases sólidas para una mejor sociedad. Rescatar nuestra nación de garfios socialistas, garras castro-comunistas, ponzoñas chavistas-maduristas y tóxicas alimañas acólitas, para que jamás volvamos a ser manipulados por cúpulas y élites podridas; mercaderes de la política, politiqueros colaboracionistas culpables de esta calamidad.

Para combatir vigorosos la mentira, la hipocresía y doble moral es inestimable la participación de la ciudadanía. Tenemos el deber y el derecho de reclamar aspiraciones, ejercer con valentía los haberes políticos y sociales, sin coacción o amenaza que lo impidan. Hacer lo justo y razonable dentro del marco de la ley, para no ser corresponsables de esta ignominia que abruma.

La desventura e infortunio que sobrellevamos los venezolanos tiene responsables, sabemos quiénes son, los conocemos. Pero lo fundamental es tener conciencia clara, serena, de lo que cada uno puede y debe hacer desde su ámbito social, laboral y familiar.

La historia nos juzgará y será implacable.

 

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

Luis Ugalde S. J. Abr 03, 2020 | Actualizado hace 3 semanas
Pacto Social para renacer

Venezuela solo tiene remedio si hacemos lo que hay que hacer; todos, primero Maduro. Él expresó, como crítica al presidente colombiano, que para vencer al coronavirus hay que dejar de lado “diferencias ideológicas y pequeñeces miserables”. Luego solicitó del Fondo Monetario Internacional (FMI) un préstamo de 5.000 millones de dólares, sabiendo que no se lo podían dar. Ambos gestos solo servían para echar la culpa a otros. Desideologizar y abrirnos internacional y nacionalmente son dos consejos que el régimen debe aplicarse a sí mismo.

Venezuela obedeció sin problemas la medida de quedarnos en casa, en cuarentena social evitando encuentros y contactos. Quince días encerrados en casa sin producción, sin escuela, sin ingresos y sin comida dejarán en evidencia que nuestra realidad es mucho más grave y mortal que el coronavirus con 153 contagiados y 7 muertos (al 3 de abril).

Sincerar y producir

Tenemos 153 contagiados del virus, pero más de 400 presos políticos perseguidos, más de 4000 empresas muertas o en agonía, más de 4.000.000 de huidos y desterrados y muchos miles de muertos, cuyo número crece por un régimen empeñado en no cambiar.

Necesitamos reconocer la terrible realidad de una economía que en 5 años ha perdido el 65 % de su producción (PIB), una educación con maestros y niños en huida y escuelas vacías, una salud con hospitales desmantelados, y servicios vitales de agua, luz, gas, transporte… en ruina. Incluso una industria petrolera saqueada y en quiebra total… La lista es mucho más larga y la moribunda Venezuela no solo necesita un préstamo de $5.000 millones sino más de 50.000 para empezar a sincerar la política y activar la producción en todas las áreas.

Maduro tiene razón: necesitamos del FMI y hay que dejar de lado “diferencias ideológicas y pequeñeces miserables”. Pero nada se puede hacer con un Estado quebrado, endeudado y secuestrado por un régimen tiránico que produce miles de muertos y lleva a la agonía a millones.

Para que todo el país renazca es indispensable sincerar, salir del secuestro del régimen y llamar al país entero a la producción de soluciones y al renacer nacional.

Los apoyos externos son indispensables, pero no llegarán con la producción nacional política, económica y social muertas. Abrir las puertas para que los presos políticos los líderes y partidos perseguidos e inhabilitados salgan al libre ruedo político-democrático; renovados también ellos, pues Venezuela es otra y hay que escuchar el clamor sufriente de los venezolanos en todas sus formas. Renovados empresarios y trabajadores para producir un nuevo encuentro entre capital y trabajo, pues el uno sin el otro nada valen y se necesitan repotenciados y aliados para salir de la pobreza. Para que 14 millones de trabajadores vuelvan a tener vida y esperanza y miles de empresas puedan competir es necesario reactivar la inversión de capitales que deben ser atraídos y protegidos; para lo cual hay que borrar de la lengua y del corazón el “exprópiese” irresponsable.

Pacto social vs. tiranía

Cuando el poder se impone, no hay pacto social, sino imposición tiránica armada. Todo esto pasa por la creación de una política democrática, dialogada y negociada entre diferentes. La soberanía del pueblo, las elecciones limpias y creíbles de un Parlamento (Asamblea Nacional) donde se discutan libremente y se negocien las soluciones políticas. Es indispensable, a su vez, la elección presidencial constitucional, secuestrada en 2018 y desmontar los serviles TSJ y ANC que creó el Ejecutivo de facto para anular la Asamblea Nacional democrática y todas sus decisiones.

No hay que inventar mucho sino sincerar y darle vigencia efectiva a la Constitución de 1999 y, conforme a ella, acordar en la AN legítima el nuevo CNE creíble y crear las condiciones para realizar este mismo año, con observación internacional cualificada, las elecciones parlamentarias libres que tocan y las presidenciales que están retrasadas desde 2018, pues no se realizaron como exige la Constitución. Elecciones que las necesitamos con participación masiva y resultado creíble y respetado.

Toda esa enfermedad nacional es mucho más grave y mortal que el coronavirus, que debe ser el detonante para asumir el cambio integral.

No hay democracia sin contrato social, ni Constitución que consagre los objetivos del pacto y los derechos y deberes de todos, no importa su ideología política. Lógicamente en ese pacto debe entrar también el chavismo.

Perder o ganar la vida

De la noche a la mañana el microscópico e invisible virus ha dejado en evidencia la desnudez del mundo y la indigencia de Venezuela arruinada, desmantelada y con virus: las armas son poderosas para imponer, pero no sirven para dar vida al mundo, ni para convocar un gran encuentro nacional para que el país renazca.

Es casi increíble que un virus mínimo haya puesto en crisis todo el poderío económico-financiero mundial y haya obligado a los Estados a cerrar sus empresas, escuelas, iglesias y campos de deporte. Un virus que avanza sin respetar fronteras, ni carteras, dejando en evidencia que la convivencia nacional e internacional sin ética -es decir sin tomar en serio la dignidad del otro y sin solidaridad con él – es irrespirable y letal.  Está a la vista que solo cuando escribimos TÚ con la misma mayúscula que YO está presente DIOS-AMOR, ese Dios que nunca nadie lo ha visto pero lo sentimos presente cuando vivimos el verdadero amor humano (ver 1 Juan 4, 12).

La más grave enfermedad no es el coronavirus, sino el poder tiranizado que en Venezuela ya ha matado a miles y tiene en agonía a millones. La emergencia del virus nos llama a todos a la conversión, a cambiar de conducta y a exigir del régimen y de toda la política –también de la opositora- a sincerarse con la realidad y renovar el Pacto Social Democrático.

Secretario de la Unasur cree que Venezuela necesita un gran pacto social

BRAZIL-UNASUR-ROUSSEFF-SAMPER

Vía El Universal

 

El secretario general de la Unasur, el expresidente colombiano Ernesto Samper (1994-1998), afirmó hoy en Brasilia que Venezuela necesita un «gran pacto social» para «ajustar» su economía y superar la conflictividad política que aún persiste en ese país.

«La situación de Venezuela requiere que haya no sólo un diálogo político sobre garantías para las elecciones» y otras cuestiones institucionales, «sino un diálogo para un gran pacto social», dijo el secretario general de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) tras una visita a la presidenta brasileña, Dilma Rousseff, reseñó Efe.

Ese pacto, en su opinión, debe involucrar a «todos los sectores políticos, a los movimientos sociales, los campesinos y todos los trabajadores», y propiciar «un conjunto de medidas para ajustar la economía, que se están necesitando, y también un mantenimiento del proyecto social».

Según Samper, «la salida de Venezuela debe ser un propósito de todos» los países miembros de la Unasur, que ya actuó en ese país a principios de este año para propiciar un diálogo político que ayudó a poner fin a una ola de violentas protestas callejeras contra el Gobierno del presidente Nicolás Maduro.

Samper también manifestó su «firme convicción» de que Maduro «estaría dispuesto a liderar ese proceso de acercamiento sobre la base de que se respete la legitimidad del Gobierno y se respete, por supuesto, su protagonismo institucional».

El secretario general de la Unasur también afirmó que el organismo «mantiene abierta la puerta» para ayudar a que haya en Venezuela «un diálogo al más alto nivel» entre el Gobierno y la oposición.

«El espacio sigue abierto para un diálogo mucho más amplio» y que gire en torno a la búsqueda de un «gran pacto social», apuntó.