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José Ibarra

Cuando el amor por la profesión cuenta más que la remuneración
En el Dia del Trabajador, venezolanos encuentran motivación para seguir adelante pese a la hecatombe económica y social 

@franzambranor

 

El 29 de junio de 2018, un tuit del profesor José Ibarra se hizo viral en Venezuela. El titular de la Universidad Central de Venezuela publicó una foto de unos zapatos rotos y escribió: “no me da pena decirlo, con estos zapatos me traslado a la UCV a dar clase. Mi sueldo como profesor universitario no me alcanza para pagar el cambio de suela, pues sale en 20 millones (bolívares)”. 

 

 

Casi tres años después del tuit que tuvo más de 10 mil replicaciones y 1.000 comentarios, el licenciado en Trabajo Social con maestría y doctorado en salud pública continúa dando clases en la principal casa de estudios del país. 

“Mi opción siempre ha sido Venezuela, mucha gente me pregunta por qué no me he ido del país, por qué continuó dando clases cuando podría estar en otro sitio y siento que mi misión histórica es seguir formando a la generación de relevo, que son los que pueden sacar adelante a la nación. En algún momento esta situación tiene que pasar”, dijo Ibarra.  

Un profesor a dedicación exclusiva en la Universidad Central de Venezuela tiene un sueldo base de 4 millones 602 mil 812 bolívares, de acuerdo al más reciente tabulador, lo que representa poco menos de 2 dólares mensuales, pero con bonificaciones el salario mensual puede elevarse a $8 en algunos casos.

Ibarra, además de ser catedrático con 14 años de experiencia, coordina las Unidades de Servicio Comunitario de la Escuela de Trabajo Social y de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la UCV.

“Mi sueldo yo creo que no llega a 4 dólares, además de estar en la UCV trabajo con una asociación civil sin fines de lucro, coordinando proyectos en las comunidades y con eso ayudo a mi familia”. 

La publicación de aquel tuit hace tres años desató una ola de donaciones de calzados que inspiraron a que el profesor creara el movimiento “Zapatos de la dignidad” para ayudar a otros docentes en similar condición.

“Me hice famoso y popular sin quererlo, en Estados Unidos hicieron una tesis sobre mi, de Perú me llamaron para conocer mi experiencia docente y estoy en varios grupos internacionales donde compartimos conocimientos, pero la realidad es que la situación no ha cambiado mucho, ni para mi, ni para otros profesores, seguimos con un sueldo de menos de 10 dólares mensuales y eso te obliga a buscar otra cosa por fuera. Agradezco la solidaridad de la gente, pero yo quiero trabajar sin que me regalen nada”.  

Como el cangrejo 

De acuerdo a León Arismendi, director general del Instituto de Altos Estudios Sindicales (Inaesin), en 1998 el salario mínimo en Venezuela era de 174 dólares mensuales, hoy en día es menos de un dólar y sumándole bonos puede llegar a 5 o 6.

Para el Banco Mundial, cualquier persona que devengue menos de 1,90 dólares diarios pertenece a la pobreza crítica.

Para Arismendi, “en Venezuela ningún ser vivo había vivido una ruina como esta, los salarios, las prestaciones sociales, seguros médicos y planes para adquirir viviendas que eran derechos por los que habíamos luchado en la etapa democrática del país se vinieron abajo”.

Sostiene que el propio Estado irrespeta el artículo 91 de la Constitución Nacional el cual reza que “todo trabajador tiene derecho a un salario suficiente que le permita vivir dignamente y cubrir para sí y su familia las necesidades básicas materiales, sociales e intelectuales”. 

“Los derechos de los trabajadores en Venezuela parece que están congelados en el tiempo. No tenemos expectativa positiva alguna en cuanto a lo que el gobierno pueda anunciar este 1 de mayo, nos gustaría escuchar que van a tomar medidas que acaben con la hiperinflación, la recuperación del aparato productivo, un salario digno, el final de la persecución a los sindicalistas y vacunas para todos contra el Covid-19”, sostuvo Arismendi. 

El director general de Inaesin indicó que el gobierno se vio obligado a hacer una apertura de la economía con la dolarización de facto, la cual ha significado algo de recuperación por lo que un trabajador en el ramo privado puede ganar un promedio de 50 dólares mensuales.

El salario está en ruinas: ¿va a aumentar en el corto plazo?

De acuerdo al director de Ecoanalítica, Asdrubal Oliveros, el sueldo base en el sector privado tendrá un avance gradual. “Nuestras proyecciones contemplan un salario promedio de 72 dólares para finales de este año, $90 en 2022 y hasta $115 en 2023”. 

Con la cabeza en alto

Nelbett Raiza Ramírez se levanta todos los días a las cinco de la mañana y camina desde su hogar en San Martín hasta el Hospital “Doctor Francisco Antonio Risquez” en Cotiza, donde trabaja en el área quirúrgica porque su sueldo mensual menor a 1 dólar no le alcanza siquiera para pagar el pasaje del transporte colectivo.

Ramírez tiene 28 años de experiencia como enfermera y pese al miserable salario que percibe se niega a abandonar su profesión.   

“Las enfermeras representamos el amor al prójimo y a lo que hacemos. Una enfermera no es solo una mujer que viste de blanco, es un ser humano íntegro que comprende las necesidades y sentimientos de sus pacientes, es una proveedora de cuidados, de afecto, amabilidad y solidaridad”.

Desde diciembre hasta el presente, Ramírez ha rebajado 29 kilogramos. No solo perdió peso, también a su pareja que la abandonó con un hijo de 8 años. 

“Lo más gratificante que tiene una enfermera no es el sueldo porque no ganamos nada. Tenemos miedo de no poder alimentar a nuestros hijos y de enfermarnos de COVID-19, pero es gratificante cuando una madre te ve a la cara y te dice gracias por salvar a mi hijo, la mirada cálida de una persona, el apretón de la mano de un bebé, esas son cosas que hacen mi carrera gratificante y especialmente humana”.

Nelbett junto a un grupo de compañeras estableció una especie de pool que se encarga de hacer visitas a pacientes a domicilio. Así surfea la ola del alto costo de la vida y el sueldo insignificante. Además recibe la ayuda de sus padres y hermanos para la manutención de su hijo.  

La enfermera asegura que las condiciones en las que trabaja son deplorables. Nunca hay agua potable en el hospital y tiene que rogar para que le den un tapabocas diariamente. “Desde que empezó la pandemia, he perdido a siete compañeros por el COVID-19, por supuesto que tengo miedo de enfermarme, pero todos los días me encomiendo a Dios”.

A Nelbett no le han puesto la vacuna contra el coronavirus. En el hospital donde trabaja han privilegiado a otros, incluyendo a gente que nunca había visto en el recinto.    

“Recuerdo que cuando me gradué de enfermera era algo grandioso, en este momento hay mucha humillación, todo el mundo piensa que lo importante es el doctor, pero vamos para adelante y tengo esperanza y fe que vamos a salir de esto”. 

El volante por la oficina

Luis Pulido es técnico superior en Relaciones Industriales. Poco tiempo después de haberse graduado en Barquisimeto comenzó a trabajar en una empresa de suplementos de electricidad, pero la crisis de escasez de alimentos, medicinas y colas eternas en los comercios de 2016-2017 le pegó duro económica y físicamente y se vio obligado a renunciar porque el sueldo era insuficiente para mantener a sus dos hijos. Al ver la nevera vacía y no poder siquiera pagar la cuota de escolaridad de sus descendientes, Luis agarró el carro y comenzó a ofrecer carreras de taxi en las calles larenses. “Al principio fue duro, me daba mucha rabia hacer eso, luego de haber estudiado con tanto sacrificio, además sentía miedo de que alguien me pudiese atracar”. 

Lento pero seguro, Luis fue ganando confianza y hoy en día ya no necesita salir a recoger a desconocidos en las calles, sino que trabaja con una cartera de clientes fijos. La dolarización le ha beneficiado. Luis hace carreras de 10,20,50 y hasta 100 dólares, depende de la distancia y el tiempo de espera. “En un buen día me puedo ganar hasta 80 dólares y con eso resuelvo”. Luis dice que lo más complicado es mantener el vehículo operativo debido al elevado costo de los repuestos y la escasez de gasolina, pero hasta ahora le ha resultado mejor que estar en una oficina devengando un sueldo cada quincena. “Ya me monté en esto y vamos para adelante”. 

Por amor 

Para León Arismendi, director de Inaesin, todavía hay una mezcla de vocación de servicio e ilusión en algunos trabajadores de que los sueldos sean ajustados y la jubilación sirva para algo cuando toque. “Esperanza de que las cosas algún día cambien, en el caso de la administración pública, algunos tienen el propósito de seguir aguantando con la mente puesta en un mejor futuro y que los años de servicio cuenten al final de la historia”. 

De acuerdo al profesor de la UCV, José Ibarra, el futuro de Venezuela depende de un eventual cambio del modelo político. “De lo contrario vamos a seguir en una época de oscurantismo, el derecho a la educación se ha violentado, igual que el derecho al trabajo, no hay dignificación del ser humano. Conozco a muchos profesionales haciendo otra cosa distinta para la que se formaron. Es muy desmotivante saber que un buhonero, con todo el respeto que se merecen, devenga más en una semana que lo que un profesor en un año. Son los profesionales los que están llamados a gerenciar las instituciones públicas del futuro y en eso tenemos que perseverar”. 

En este Humano Derecho, Rodolfo Montes De Oca y Génesis Zambrano conversarán con el profesor José Ibarra, quien actualmente es docente en la Universidad Central de Venezuela, realiza trabajos comunitarios y es fundador de la iniciativa Zapatos de la Dignidad, encargándose de donar calzado a quienes más lo necesiten en Venezuela.

A raíz de la crisis con respecto al transporte este profesor universitario decidió publicar un tweet mostrando el mal estado en el que se encontraban sus zapatos, y a pesar de los pocos seguidores con los que contaba, este tweet se viralizó llegando a lugares que este docente nunca imaginó como Polonia y China.

Zapatos de la Dignidad surge gracias a la cantidad de donaciones que recibió el profesor José Ibarra, es cuando él decide apoyar a otras personas que tienen las mismas necesidades que él. Esta iniciativa se ha expandido y actualmente apoya incluso a aquellas personas que necesitan ropa o zapatos en el interior del país, haciendo su envío o siendo el canal para que aquellos que quieran donar se puedan comunicar con quienes necesiten la donación.

Los días sábados trabaja en las comunidades, empoderando a las personas con respecto a sus derechos y cómo exigirlos, además en la Plaza Bolívar de Chacao lleva a cabo una iniciativa llamada “Lectura Callejera” ofreciendo el préstamo de libros a las personas para que a través de la lectura se desliguen un poco de la problemática por la que atraviesa el país.

En la primera pausa escucharás a A Raíz de Nuevas Causas con su tema «Promesas seguido de Desorden Público con “Molotov Love” y finalmente escucharás a la banda La Mueka con el tema “Mueka del Terror”.