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José Antonio Abreu

Nov 20, 2014 | Actualizado hace 9 años
¿El Sistema: Un modelo de Tiranía?

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Lejos de ser un brillante ejemplo de cómo la música clásica puede cambiar la vida de los jóvenes, como muchos dicen, El Sistema le falla a los niños más necesitados del país.

Geoff Baker

The Guardian – 11 de Noviembre de 2014.

 

Traducido por: Raúl Vallenilla

                              @LiveFromMind

Lejos de ser un brillante ejemplo de cómo la música clásica puede cambiar la vida de los jóvenes, como muchos dicen, El Sistema le falla a los niños más necesitados del país.

El sistema comenzó en 1975 como una orquesta juvenil dirigida a estudiantes de clase media. Hoy en día apunta a tener un millón de participantes solo en Venezuela y se ha convertido en el programa musical más famoso del mundo, copiado en decena de países.

Su éxito radica en el aspecto social de la obra. Como ellos mismos dicen es un programa social antes que musical, el cual ofrece a los niños con menos recursos un camino para salir de la pobreza – y para los más talentosos – una vida en las grandes salas de conciertos del mundo. Sus más importantes orquestas como La Orquesta Juvenil Simón Bolívar (aunque hoy en día cambiaron la palabra “Juvenil” por “Sinfónica”) son famosas por su espectáculo visual – vastos números, movimientos sincronizados y chaquetas coloridas –. Historias de salvación y excelentes actuaciones musicales han capturado la imaginación popular y elevado el status de El Sistema al de fenómeno global.

Inspirado por estas imágenes rosa, fui a Venezuela en busca del secreto del éxito de este programa, pero para mi sorpresa, los músicos venezolanos y observadores culturales me comentaron – en privado – sobre un “Sistema” muy diferente al que yo conocía y que guardaba muy poca semejanza a la conmovedora historia contada por la prensa internacional y la misma institución.

Mientras en el exterior ha sido comparado con Gandhi, Nelson Mandela y La Madre Teresa, José Antonio Abreu ha sido comparado en la prensa venezolana con Machiavello, recibiendo el sobrenombre de “El Ogro Filántropo”. Habiendo sido político, claramente Abreu tenía ambiciones más allá del escenario musical.

Como conductor, Abreu personificó al maestro autocrático. Colocando la disciplina por encima de todas las cosas, menos del vibrante show. La orquesta líder de “El Sistema” se comenzó a conocer privadamente como “La orquesta Venezolana de esclavos”. Sin embargo con el buen salario que recibían los mejores músicos el slogan de “El Sistema” dejó de ser “Tocar y Luchar” para convertirse en “Tocar y cobrar”.

Visto en el exterior como un ejemplo de justicia social, en casa el programa se caracterizaba como un culto o una corporación. Hubo muchos alegatos de irregularidades relacionados al aspecto financiero, y de igual manera escuché reclamos de abuso sexual y relaciones entre profesores y estudiantes.

Encontré varios músicos de El Sistema poco convencidos de las declaraciones de que el programa iba dirigido a los niños más necesitados. Señalando que no existía un mecanismo eficiente para reclutar a los niños de esta clase, ellos sugieren que la mayoría de los músicos provienen de la clase media. Dudaban que los que si venían de familias verdaderamente necesitadas permanecieran en un programa tan exigente.

Gustavo Dudamel, el conductor superestrella de “El Sistema”, describe la orquesta como “un bello modelo para una sociedad”. Sin embargo los músicos comunes se mostraban más escépticos, ya que ven los mismos problemas del mundo a veces hasta intensificados. “Si es un modelo” decía uno “de tiranía absoluta: una sociedad donde alguien siempre te dice que hacer… va a ser organizado por supuesto, pero es porque tiene a alguien con mucho poder que te dirá que hacer, y te mandará a callar, fin de la historia”.

Contrario a la creencia popular, El Sistema no comenzó como un proyecto social, y los beneficios sociales que se le atribuyeron en el camino, como la inclusión y el trabajo en equipo son más difíciles de encontrar que el autoritarismo y la competencia, aunque esto no sea grato de oír para sus fundadores. De hecho proclamaciones de milagrosas transformaciones sociales todavía están por confirmarse incluso después de 40 años de financiamiento gubernamental y más de 500 millones de dólares en préstamos bancarios del desarrollo.

Las declaraciones de su éxito están fundadas en la vieja creencia de que las artes exaltan el alma, y por supuesta una exitosa campaña de relaciones públicas.

A pesar de ser mostrada ampliamente como un proyecto revolucionario social, El Sistema repite mecanismos de enseñanza musical bastante antiguos, incluso algunos explícitamente manchados en la historia. Su método es jerárquico, orientado en el maestro y enfocado en la repetitividad de la pieza. Este programa tiene claros antecedentes en la Europa del siglo XIX donde la educación musical era promovida entre las masas en un esfuerzo por mejorar la moral y aumentar las ganancias. Este programa era visto como una forma de mantener a los trabajadores fuera de las tabernas, aumentando su productividad y disminuyendo su potenciales de rebelarse. Sus raíces van más atrás todavía a la conquista española de las Américas, cuando los misioneros utilizan educación en la música europea como un medio de convertir y ‘civilizar’ a la población indígena. Estos programas precursores eran programas de control social, no de emancipación.

Lejos de ser un revolucionario, Abreu es un hombre de convicciones conservadoras tanto políticas como religiosas. Los valores de «boot camp» que su proyecto promueve – disciplina, obediencia, orden – son vistos con recelo por muchos educadores progresistas hoy en día, quienes prefieren creatividad y pensamiento crítico. Es irónico, entonces, que El Sistema ha sido defendido internacionalmente por el mundo cultural liberal.

El Sistema, en lugar de ser «el futuro de la música», como Simon Rattle declara, es un retroceso al pasado, levantando preguntas serias sobre su llevada al Reino Unido.

Como me dijo un Venezolano, “Si quieren copiar el sistema en Escocia, le van a tener que gritar a los niños y decirles que son inservibles”.

 

Estruendosa pita en el Teatro Teresa Carreño
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El gobierno recibió una estruendosa  pita general del publico que acudió anoche al Teatro Teresa Carreño a la presentación de la ópera “La Boheme” de Giacomo Puccini, dirigida por Gustavo Dudamel.
Allí ocurrió lo inimaginable. La sala Ríos Reyna del complejo cultural estaba colmada del usualmente tranquilo público que acude a la ópera; eran las siete de la noche y el telón estaba por abrirse. La voz que de manera regular da inicio al evento con las palabras “buenas noches, distinguido público”, le “añadió” a su repertorio la siguiente frase: “el gobierno chavista y bolivariano les da la más cordial bienvenida”.
Todo el aforo de la sala se indignó y comenzaron  las ensordecedoras rechiflas y pitas. La cara de José Antonio Abreu era todo un poema. Nadie paró de gritar “fuera, fuera” hasta que la infortunada voz dejó de recitar consignas políticas. Pero cuando salió Gustavo Dudamel, ese mismo público que se había unido para condenar el abuso en la “bienvenida”, hizo lo propio para aclamar al director, pero la indignación generalizada y los comentarios no cesaron hasta las diez y media de la noche, hora en la que culminó el drama operístico. En los intermedios, todos estuvieron atentos a los llamados “de esa voz”, que no se atrevió de nuevo a usar consignas revolucionarias.
Primera vez que ocurre algo así. La molestia de la gente con el régimen está haciéndose palpable hasta en un escenario que, se supone, es cultural. Ese mismo escenario donde Hugo Chávez alguna vez exclamó: “esta sala era para la burguesía. ¡Ahora puede entrar el pueblo!”. Lo que vino años más tarde fue terrible: politizaron la cultura, igual que todos los gobiernos totalitarios,
¡Algo nunca visto en Venezuela!