Jorge Mario Bergoglio archivos - Runrun

Jorge Mario Bergoglio

“El peligro en tiempos de crisis es buscar un salvador que nos devuelva la identidad”: Papa Francisco

Papa-Francisco-L'Ossevatore-Romano

El viernes, a la misma hora que Donald Trump juraba su cargo en Washington, el papa Francisco concedía en el Vaticano una larga entrevista a EL PAÍS en la que pedía prudencia ante las alarmas desatadas por el nuevo presidente de Estados Unidos —“hay que ver qué hace, no podemos ser profetas de calamidades”—, aunque advertía de que, “en momentos de crisis, no funciona el discernimiento” y los pueblos buscan “salvadores” que les devuelvan la identidad “con muros y alambres”.

Durante una hora y 15 minutos, en una sencilla habitación de la Casa de Santa Marta donde vive, Jorge Mario Bergoglio, que nació en Buenos Aires hace 80 años y se encamina a su cuarto año de pontificado, aseguró que “en la Iglesia hay santos y pecadores, decentes y corruptos”, pero que lo que más le preocupa es “una Iglesia anestesiada por la mundanidad», lejana a los problemas de la gente.

 Sacando a veces a pasear el humor porteño, Francisco demuestra estar al tanto no solo de lo que ocurre dentro del Vaticano, sino en la frontera sur de España o en los barrios bravos de Roma. Dice que le encantaría ir a China —“en cuanto me inviten”— y que, aunque de vez en cuando pega “patinazos”, su única revolución es la del Evangelio.

El drama de los refugiados le ha marcado —“aquel hombre lloraba y lloraba en mi hombro, con el salvavidas en la mano, porque no había logrado rescatar a una niña de cuatro años”— tanto como las visitas a las mujeres esclavizadas por las mafias de la prostitución en Italia. Aún no sabe si se morirá de Papa u optará por el camino abierto de Benedicto XVI. Admite que a veces se ha sentido utilizado por sus compatriotas argentinos y a los españoles les pide algo que parece fácil y no lo es: “Diálogo”.

¿Qué queda después de casi cuatro años en el Vaticano de aquel cura callejero que llegó de Buenos Aires a Roma con el pasaje de regreso en el bolsillo?

Que sigue siendo callejero. Porque en cuanto puedo, salgo a la calle a saludar a la gente en las audiencias, o viajo… Mi personalidad no cambió. No digo que me lo propuse: me salió espontáneo. No, acá no hay que cambiar. Cambiar es artificial. Cambiar a los 76 años es maquillarse. Por ahí no puedo hacer todo lo que quiero, pero el alma callejera está y ustedes lo ven.

En los últimos días de pontificado, Benedicto XVI dijo sobre su último periodo al frente de la Iglesia: «Las aguas bajaban agitadas y Dios parecía dormido». ¿Ha sentido usted también esta soledad? ¿La jerarquía de la Iglesia estaba dormida con respecto a los problemas nuevos y viejos de la gente?

Yo, dentro de la jerarquía de la Iglesia, o de los agentes pastorales de la Iglesia (obispos, curas, monjas, laicos…) le tengo más miedo a los anestesiados que a los dormidos. A aquellos que se anestesian con la mundanidad. Entonces claudican ante la mundanidad. Y eso me preocupa. Que si está todo quieto, está tranquilo, si las cosas están bien… demasiado orden. Cuando uno lee los Hechos de los Apóstoles, las epístolas de San Pablo, ahí había lío, había problemas, la gente se movía. Había movimiento y había contacto con la gente. El anestesiado no tiene contacto con la gente. Está defendido de la realidad. Está anestesiado. Y hoy día hay tantas maneras de anestesiarse de la vida cotidiana, ¿no? Y quizás la enfermedad más peligrosa que puede tener un pastor proviene de la anestesia, y es el clericalismo. Yo acá y la gente allá. ¡Vos sos pastor de esa gente! Si vos no cuidás de esa gente, y te dejás cuidar de esa gente, cerrá la puerta y jubílate.

¿Y hay una parte de la Iglesia anestesiada?

Todos tenemos peligros. Es un peligro, es una tentación seria. Es más fácil estar anestesiado.

Se vive mejor, se vive más cómodo

Por eso, más que los dormidos, hay esta anestesia que da el espíritu de la mundanidad. De la mundanidad espiritual. En esto, a mí me llama la atención que Jesús en la última cena, cuando hace esa larga oración al padre por los discípulos no les pide “mirá, cuidalos del quinto mandamiento, que no maten, del séptimo mandamiento, que no roben”. No. Cuidalos de la mundanidad; cuidalos del mundo. Lo que anestesia es el espíritu del mundo. Y entonces el pastor se convierte en un funcionario. Y eso es el clericalismo, que a mi juicio es el peor mal que puede tener hoy la Iglesia.

Aquellos problemas que tuvo Benedicto XVI al final de su pontificado y que estaban en aquella caja blanca que le entregó en Castel Gandolfo. ¿Qué había allí dentro?

La normalidad de la vida de la Iglesia: santos y pecadores, decentes y corruptos. ¡Estaba todo ahí! Había gente que había sido interrogada y está limpia, trabajadores… Porque aquí en la Curia hay santos, ¿eh?. Hay santos. Eso me gusta decirlo. Porque se habla con facilidad de la corrupción de la Curia. Hay gente corrupta en la Curia. Pero muchos santos. Hombres que han pasado toda su vida sirviendo a la gente de manera anónima, detrás de un escritorio, o en un diálogo, o en un estudio para lograr… O sea, ahí adentro hay santos y pecadores. A mí ese día lo que más me impresionó es la memoria del santo Benedicto. Que me dijo: “Mirá, acá están las actas, en la caja. Acá está la sentencia, de todos los personajes”. Y acá “fulano, tanto”. ¡Todo en la cabeza! Una memoria extraordinaria. Y la conserva, la conserva.

¿Se encuentra bien de salud [Benedicto XVI]?

De acá para arriba, perfecto. El problema son las piernas. Camina con ayuda. Tiene una memoria de elefante, hasta en los matices. Por ahí yo digo una cosa, y me responde: “No es ese año, fue en tal año”.

¿Cuáles son sus mayores preocupaciones con respecto a la Iglesia y en general con la situación mundial?

Con respecto a la Iglesia, yo diría que la Iglesia no deje de ser cercana. O sea, que procure ser continuamente cercana a la gente. La cercanía. Una Iglesia que no es cercana no es Iglesia. Es una buena ONG. O una buena organización piadosa de gente buena que hace beneficencia, se reúne para tomar el té y hacer beneficencia… Pero lo que a la Iglesia la identifica es la cercanía: ser hermanos cercanos. Porque Iglesia somos todos. Entonces, el problema que siempre hay que evitar en la Iglesia es que no haya cercanía. Ser cercanos todos. Cercanía es tocar, tocar en el prójimo la carne de Cristo. Es curioso, cuando Cristo nos dice el protocolo con el cual vamos a ser juzgados, que es el capítulo 25 de Mateo, es siempre tocar al prójimo: «Tuve hambre, estuve preso, estuve enfermo…». Siempre la cercanía a la necesidad del prójimo. Que no es solo la beneficencia. Es mucho más. Después, en el mundo, es la guerra. Estamos en la Tercera Guerra Mundial en pedacitos. Y últimamente ya se está hablando de posible guerra nuclear como si fuera un juego de baraja: se juega a las cartas… Y eso es lo que más me preocupa. Me preocupa del mundo la desproporción económica: que un pequeño grupo de la humanidad tenga más del 80% de la fortuna, con lo que esto significa en la economía líquida, donde al centro del sistema económico está el dios dinero y no el hombre y la mujer, ¡el humano! Entonces se crea esa cultura del descarte.

Lea la entrevista completa  al Papa Francisco en El País

Papa Francisco: “el servicio nunca es ideológico, ya que no se sirve a ideas”

 

El papa Francisco ofició misa este domingo en la Plaza de la Revolución de La Habana antes miles de personas, muchas de las cuales llegaron al lugar en las primeras horas de la madrugada desde diferentes partes de la Isla. El pontífice hizo un claro llamado a servir a los más frágiles y advirtió que “el servicio nunca es ideológico, ya que no se sirve a ideas, sino que se sirve a las personas».

En la plaza se encontraba también el gobernante cubano Raúl Castro, otros miembros del gobierno, personalidades del país y representantes de diferentes confesiones cristianas. La presidenta de Argentina, Cristina Fernández, también asistió al lugar vestida completamente de blanco.

Carteles con el rostro del Obispo de Roma, banderas del Vaticano y de Cuba, junto a sencillos abanicos con alusiones a la visita papal, conformaban parte de los adornos que llevaban los fieles a la misa. A la vez que una enorme imagen de Jesús cubría la fachada de la Biblioteca Nacional y la música religiosa resonaba en el lugar desde bien temprano.

«El servicio siempre mira el rostro del hermano, toca su carne, siente su proximidad y hasta en algunos casos, la padece” refirió Francisco durante la misa en la Plaza de la Revolución, el mismo lugar donde también oficiaron homilías los papas Juan Pablo II en 1998 y Benedicto XVI en 2012.

Durante la misa Francisco definió a los cubanos como “un pueblo que tiene gusto por la fiesta, la amistad y las cosas bellas”. Aunque también consideró que “es un pueblo que tiene heridas, como todo pueblo” y lo llamó a cuidar la fragilidad del “que está a su lado”. El pontífice aseguró en su homilía que el pueblo cubano tiene «vocación de grandeza».

Jorge Mario Bergoglio recalcó que la importancia de un pueblo o de un individuo siempre se mide en “cómo sirve la fragilidad de las personas”, por lo que sentenció que “quien no vive para servir, no sirve para vivir”. Alertó que «hay un servicio que sirve; pero debemos cuidarnos del otro servicio, de la tentación del servicio que se sirve».

Según el pontífice, «hay una forma de ejercer el servicio que tiene como interés el beneficiar a los míos, en nombre de lo nuestro. Ese servicio siempre deja a los tuyos por fuera, generando una dinámica de exclusión».

En una contundente advertencia, Bergoglio instó a los cubanos a «que cuiden y sirvan, de modo especial, la fragilidad de sus hermanos. No los descuiden por proyectos que puedan resultar seductores, pero que se desentienden del rostro del que está a su lado.» 

PAPA-CUBA

El papa Francisco bendice la imagen de la Virgen de la Caridad del Cobre  durante la celebración d una misa masiva en la Habana, Cuba (Ismael Francisco/Cubadebate Via AP)

El Cardenal Jaime Ortega y Alamino, por su parte, evocó «la anhelada reconciliacion entre todos los cubanos, los que vivimos en Cuba o fuera de Cuba» y apuntó que «solo el amor y el perdón entre todos nosotros será un medio valido para una verdadera y pacifica renovación de nuestra nación cubana». El arzobispo de La Habana agradeció al papa Francisco por «estar sembrado inquietudes buenas y necesarias en nuestras conciencias tan adormecidas y acostumbradas a la mediocridad».

Varios activistas lograron llegar a la plaza, algunos desde el centro de la Isla como el caso del ex prisionero de la Primavera Negra, Félix Navarro quien viajó desde la provincia de Matanzas. Otros fueron detenidos en el lugar como Zaqueo Báez, miembro de la Unión Patriótica de Cuba (Unpacu) y el bloguero Agustín López, a la par que se han dado a conocer múltiples denuncias por cortes del servicio telefónico y arrestos domiciliarios.

Antes del comienzo de la misa en la Plaza, la televisión cubana transmitió una revista especial con los comentarios del padre Rolando Gibert. En la plaza, junto a los cubanos, estaban presentes también turistas de diferentes nacionalidades y era posible apreciar banderas de Puerto Rico, Argentina, España y México, entre otras.

Francisco, jesuita y misionero por Asdrúbal Aguiar

PadreJorge

 

En el intento de comprender la opción teológico política de Francisco y la circunstancia de su primer viaje como Papa a la América de habla hispana con escalas en Ecuador, Bolivia y Paraguay, desde dónde vierte enseñanzas ante feligreses con importantes mayorías indígenas, escribo al efecto y en sus textos de jesuita y luego como Cardenal advierto su clara distancia con el marxismo.

En conferencia que dedica a la memoria de los jesuitas mártires rioplatenses, en 1988, Jorge M. Bergoglio recuerda la experiencia pastoral de éstos en las reducciones indígenas paraguayas en el siglo XVII. Propone actualizarla de cara a las realidades de hoy.

Describe el “proyecto de paternidad” que éstos avanzan y recuerda que implica para el indígena estar “en capacidad de librarse, zafarse, de todo tipo de esclavitud”; sea la de un “opresor bandeirante, un encomendero venal o un hechicero. Y luego se pregunta ¿qué teología de liberación subyace en este proyecto?, para concluir por lo pronto que es “opuesto a los proyectos ilustrados de cualquier signo, los cuales prescinden del calor popular, del sentimiento, y de la organización y trabajo del pueblo”. Y dice que tampoco se trata de un proyecto de “repliegue sobre la propia cultura (en este caso la de los indios) olvidando el destino de universalidad…”.

Critica “el papel jugado por los marxismos indigenistas que reniegan de la importancia de la fe en el sentido trascendente de la cultura de los pueblos, y reducen la cultura a un campo de confrontación y lucha, en el cual la dimensión manifiesta del ser adquiere un valor meramente mundano y materialista…”. Agrega que tampoco se trata de un proyecto “que facilite la absorción fácil de estilo de vida ajenos, y que por tanto rechaza el conflicto tan fundamental el cualquier hombre, de ser uno mismo y – a la vez – confirmar las diferencias”. Es, en fin, un “proyecto de libertad cristiana”.

De modo que, en las reducciones opera un criterio paternal y de amor, de ayuda a la maduración y emancipación del indígena; a fin de que, a partir de sus discernimientos básicos y naturales como “su admiración por lo maravilloso” que da base a la hechicería, por “la audacia y elocuencia” de sus caciques, e incluso de los odios y pasiones que alimenta “bajo las aguas tranquilas” de su sumisión, y siendo abierto y dado al heroísmo, alcance desde allí a conocer y hacer valer su dignidad humana.

Se trata de un ir y venir, de un enriquecimiento recíproco entre la enseñanza evangélica trasplantada desde España y las cosmovisiones primitivas. Se trata de una misión que comienza por la realidad; es decir, conocer “el alma del indio” y sentir junto a él, en la convivencia, “sus necesidades”. De modo que, en un proyecto de amor paternal, de promoción de la dignidad del indio, como de libertad – “liberación de los malos encomenderos, liberación de la tiranía de la selva a la que hicieron sonreír con las cosechas, liberación de la esclavitud de la enfermedad curando sus llagas, liberación de la ignorancia” – cabe apreciar dos perspectivas diametralmente opuestas. “Las grandes guerras de conquista y anexión las ganaron siempre quienes dominaron el mar; las grandes guerras en pro de la consolidación de los pueblos las ganaron – en cambio – quienes se atrevieron a dejar las costas y se adentraron en la tierra”.

Los mártires jesuitas, en suma, corren en línea distinta de la que se impone bajo las cortes ilustradas borbónicas: “Responder a la noble intención de organizar este gran reino y uniformar su sistema político y económico con el de la metrópoli”, como lo dispone Carlos III. La universalidad fecunda que integra y respeta las diferencias se ve lamentablemente desplazada.

No es del caso cambiar la realidad encontrada sino de dignificarla, recuerda Bergoglio. Propiciar un cambio de actitudes trabajando sobre la realidad y con el ejemplo: “Realzar la dignidad del indio” es estar junto a él, es “curar un enfermo, darle de comer, bautizarlo y catequizarlo, enseñarle a labrar, danzar o tallar».

Roque González – uno de los jesuitas mártires – recuerda que “al edificar chozas para cada familia se crea conciencia de familia como base sólida de la sociedad, frente a la costumbre concubinaria”.

La opción teológico-política que redescubre el Padre Jorge, predica que “la exigencia de conversión del corazón es el momento espiritual de liberación del pecado propio y liberación del mal que sufren los indios. A través de esa conversión, se da el cambio de estructura pecaminosa de la relación económica: no son los indios los que deben pagar por lo que han trabajado, sino el encomendero valorar el sujeto trabajador que acrecienta su riqueza”.

Lejos se encuentra el Papa, pues, de la llamada “teología de la liberación”.  

 

@asdrubalaguiar

correoaustral@gmail.com

 

Castro: “Si el Papa sigue así volveré a rezar y regreso a la Iglesia”

 

 

Después de pasar 55 minutos juntos y a solas en el Vaticano, el presidente de Cuba, Raúl Castro, declaró este domingo que había agradecido al papa Francisco su mediación en el acercamiento a EE UU y se confesó “muy impresionado por la sabiduría, la modestia y todas las virtudes” de Jorge Mario Bergoglio. Durante un encuentro posterior con el primer ministro italiano, Matteo Renzi, el líder cubano declaró: “Yo me leo todos los discursos del Papa. Si continúa hablando así, les aseguro que volveré a rezar y regresaré a la Iglesia. Y no lo digo en broma”. Castro y Bergoglio prepararon la visita papal a Cuba, prevista para septiembre. «Yo soy del Partido Comunista Cubano, que no admitía creyentes, pero ahora lo estamos permitiendo, que es un paso importante», expresó.

La reacción de Raúl Castro tras conocer a Francisco fue muy parecida a la de Barack Obama tras su visita al Vaticano en marzo de 2014. “El Papa nos desafía”, dijo entonces el presidente de EE UU, “nos pone ante los ojos el peligro de acostumbrarnos a la desigualdad. Y su autoridad moral hace que sus palabras cuenten. La suya es una voz que el mundo debe escuchar”. La visita de Obama consagró el liderazgo mundial de Jorge Mario Bergoglio, pero hubo que esperar hasta el 17 de diciembre para descubrir hasta qué punto el primer Papa latinoamericano estaba dispuesto a poner la diplomacia vaticana al servicio de la paz y el diálogo. En aquella jornada histórica en la que los presidentes de Estados Unidos y Cuba se declararon dispuestos a dejar atrás el conflicto que dividió América durante medio siglo, uno y otro destacaron públicamente la labor mediadora de Francisco. Ahora, la visita de Castro a Roma viene a confirmar que el camino de la reconciliación, aunque lento y difícil, sigue abierto.

Tras su encuentro privado y el habitual intercambio de presentes ante las cámaras —Castro entregó al Pontífice un cuadro inspirado en el drama de la emigración y el Papa le regaló un medallón que representa a San Martín de Tours, patrón de Buenos Aires, regalándole su capa a un pobre—, el presidente de Cuba se despidió del Papa con un largo apretón de manos. La reunión, según confirmaron ambas partes, sirvió para preparar la visita del Pontífice a Cuba, prevista para el próximo mes de septiembre, en las vísperas del viaje que el 22 de septiembre iniciará a EE UU y que lo llevará a Washington, Nueva York y Filadelfia. Lo que no ha trascendido aún es si el Papa estará solo un día y solamente en La Habana o si, por el contrario, permanecerá más tiempo en la isla con el objetivo de visitar otras ciudades

Castro llegó a Roma procedente de Rusia, donde el sábado asistió a la celebración del 70mo aniversario del final de la Segunda Guerra Mundial.

 

Libertad religiosa

Por parte del Vaticano hay mucho interés en conocer si el Gobierno de Cuba está dispuesto a permitir —e incluso a favorecer— el libre acceso de la población a los actos religiosos en los que participe Francisco. Castro prometió este domingo en Roma asistir a “todas las misas” que Bergoglio oficie e incluso se declaró “jesuita como el Papa” porque siempre había estudiado en colegios de la Compañía de Jesús y había escuchado muchas misas a lo largo de su vida.

Aun así, fuentes de la Secretaría de Estado temen que las autoridades cubanas, en un momento de transición tan delicado como el actual, quieran aprovechar la visita del Papa para lanzar el mensaje de que la revolución, aunque dispuesta a modernizarse, sigue manteniendo el control del país.

“Los viajes de los papas a Cuba”, subraya un alto cargo de la Secretaría de Estado vaticana, “siempre han sido muy delicados, un juego de equilibrios entre el Gobierno revolucionario y la Santa Sede. Hasta ahora, el interés de la Iglesia era permanecer en la isla para favorecer, casi siempre de forma invisible, alguna apertura, algún diálogo con la oposición. De pronto, gracias a esos cimientos y al aliento del Papa y de Barack Obama, la historia parece próxima a cambiar. Pero, por eso mismo, tenemos que ser más cautelosos, más respetuosos con un régimen que no aceptaría aparecer como un derrotado”, apunta el alto cargo.

Según datos del arzobispado de La Habana, un 60% de la población cubana es católica; hay unos 650 templos, 340 sacerdotes y unas 600 religiosas.

La visita de Raúl Castro a Francisco este domingo en el Vaticano tenía varios propósitos, señaló el profesor de historia de las religiones de la Universidad de La Habana, Enrique López Oliva.

«Agradecer la mediación que hizo la Santa Sede para normalizar las relaciones con Estados Unidos. Luego precisar, analizar la próxima visita a Cuba del papa Francisco, que va a tener un valor igual o mayor que la de Juan Pablo II», comentó.

Es singular la visita de tres pontífices a Cuba, una nación donde a pesar de la tradición española, la inmensa mayoría de la población profesa la Santería u otras creencias sincréticas de la herencia africana.

López Oliva destacó el conocimiento y valor simbólico que tiene Cuba para América Latina y el papel de «mediador de problemas políticos» que desarrolló el pontífice sea entre israelíes y palestinos, entre grupos islámicos radicales y moderados, o en sus intentos de lograr un diálogo interreligioso y ahora entre la isla y su vecino Estados Unidos.

«El papa Francisco es eminentemente político, aunque trata de mantenerse como buen jesuita en un discurso eminentemente evangélico», comentó López Oliva. «Es un latinoamericano».

Raúl Castro ya estuvo en el Vaticano en 1997. Como ministro de Defensa y candidato a suceder a su hermano Fidel, visitó a Juan Pablo II en Roma para preparar la histórica visita de Karol Wojtyla a la isla en enero de 1998. “Que Cuba se abra al mundo y el mundo se abra a Cuba”, pidió entonces el papa polaco.

 

80 años de relaciones diplomáticas

1935. Se establecen relaciones diplomáticas entre ambos Estados.

1961. Tras el triunfo en 1959 de la revolución, 131 sacerdotes son expulsados de la isla.

1976. La Constitución cubana establece la separación Iglesia-Estado y su carácter laico.

1991. El Partido Comunista Cubano aprueba la entrada de católicos en sus filas.

1996. Reunión de Juan Pablo II y Fidel Castro en el Vaticano.

1998. Juan Pablo II visita Cuba. La Navidad vuelve a ser fiesta oficial.

2012. El papa Benedicto XVI viaja a la isla, defiende las libertades y critica el bloqueo.

2014. El papa Francisco interviene personalmente en el acercamiento entre las autoridades cubanas y Estados Unidos

 

 

*Con información  The Associated Press