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Entendimiento

O nos unimos o nos hundimos, por Armando Martini Pietri

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Venezuela lleva demasiado tiempo atravesando un desastre, constituido por la conjunción de varias crisis generadas por errores conceptuales e incompetencia oficialista. La política, la economía pública y privada, el ambiente social, la salud, la producción de energía renovable y no renovable, seguridad ciudadana, la ética y la moral, la solidez institucional, y, para rematar, la ruptura constitucional.

Un país colapsado que en medio de la tragedia está casi paralizado, se extingue poco a poco. El desenlace de este terrible escenario luce catastrófico, a menos que se tomen decisiones apremiantes, pero atención, más que urgentes, adecuadas.

El gobierno no puede superar la crisis apelando a paradigmas políticos desgatados y económicos probados como ineficientes, los mismos que provocaron la crisis y, peor aún, la acentúan cada día y que el Presidente en su ignorancia y falta de capacidad para gobernar, se empeña obsesivamente en continuar aplicando con la excusa inservible, y ya nada creíble, del legado de un Chávez quien, sin duda, con limitaciones pero carismático y más inteligente que el heredero, hoy estaría indignado y avergonzado.

Ante tan descomunal aprieto, el gobierno luce cansado, extenuado, ha perdido el control de casi todo y se descompone en el plano ético y moral. Sus iniciativas son saboteadas no por una inventada “guerra económica” que a nadie engaña, sino por el mismo oficialismo con su burocratismo, desidia y abrumadora corrupción. El Presidente lo sabe, lo ha reconocido, pero no tiene ni la fuerza ni la autoridad para ponerle coto, lo único que se le ocurre es proclamar el relanzamiento de las misiones.

Con excepción de las iglesias, las instituciones claves de la nación están deterioras en el nivel de confianza. El rechazo público es total, generalizado, desde el gobierno nacional hasta los partidos políticos. Hoy, ni la oposición ni el gobierno pueden pulverizarse mutuamente. El “todo o nada” y una salida yo gano-tu pierdes, no son viables. Ambos sectores cuentan a su favor con importantes factores de poder, pero igualmente lucen un enorme cuadro de debilidades que anulan sus fortalezas.

La oposición, como un todo abstracto, cuenta con el apoyo mayoritario de los ciudadanos. También tiene a su favor a los empresarios privados, el apoyo de la iglesia católica, de los estudiantes y el amplio control de la Asamblea Nacional. Pero se estanca, se diluye en retóricas, ajustes internos que se multiplican, retrasan y debilitan las oportunidades.

El oficialismo, que luce desconcertado y con muchas fricciones internas disimuladas pero reales, conserva un sólido dominio de coacción. Tiene el soporte de un partido político con militantes organizados y empoderados en lo económico, político, militar y atados en lo ideológico. Todo eso, además del nefasto pero útil apoyo sumiso de los poderes públicos y un mayoritario control de la fuerza armada, de las milicias bolivarianas convertidas en componente militar, de innumerables “colectivos” entrenados y, por si fuera poco, el sustento de casi todas las gobernaciones, alcaldías, sindicatos, consejos comunales y comunas.

En el campo electoral, las probabilidades de que el vencedor sea la oposición y obtenga todas las posiciones de poder son altísimas, abrumadoras, por eso se exige, más que torpeza y furia, criterio y análisis inteligente de cuáles son las fallas y cómo corregirlas. El perdedor se irá a la calle y con grito de guerra batallará al nuevo gobierno en defensa de sus postulados políticos e intereses.

En el ADN oficialista la confrontación es su tesis esencial, ésa es la primera y fundamental distorsión. En este sentido, lo seguro es que el país seguirá convulsionado por los conflictos y enfrentamientos que ahuyentan a cualquier inversionista. De manera que cualquier atmósfera que atemorice (no hay nada más cobarde que el capital) aleja al país de la solución. En estas circunstancias, es impredecible conocer cuál será la estabilidad y duración del nuevo gobierno. La experiencia política indica que no mucho.

La crisis económica es de proporciones colosales y no podrá resolverse en un contexto de confrontación del signo que sea. Quien no esté alineado con superar la crisis está contribuyendo a acelerar el colapso. Se requiere un marco jurídico consensuado; un gobierno que se haga digno de respetar, que seduzca y entusiasme a los capitales, los valore, los respete, los considere y los haga sentirse importantes para la transformación del país (la receta china, que Maduro no ha comprendido; estúdienla, que vale la pena).

Ninguno de los enfrentados por el poder, podrá resolver la situación de emergencia sin el concurso y consentimiento del otro.

Por más esfuerzos que hagan por interpretar la crisis a partir de la confrontación, no obtendrán resultados palpables. Algunos lograran cuotas de poder, pero no podrán por sí solos con el peso de la crisis. Esta los devorará y engullirá de insistir cada uno por su lado. La inteligencia de la fuerza en la unión, eso es esencial.

La oposición organizada ha reaccionado habilitando vías constitucionales para provocar la salida inmediata del Presidente intentando con ello resolver la crisis. El problema es que no se trata sólo de salir de Maduro, que es factible, sino de definir el “después de”.

¿Podría por sí solo un nuevo gobierno “opositor” aplicar las duras, inevitables y antipopulares medidas de ajustes severos que requiere la economía sin que se le incendie el país por los cuatro costados? ¿Y a un país encendido vendrán los inversionistas? ¿Sin inversionistas se solucionará la crisis? Lo dudamos. Quizás la respuesta quede para algún mago o brujo que se atreva a pronosticar. O, más creíblemente, que Venezuela alcance a un acuerdo razonable. ¡Ya es hora!

Pareciera elemental que la actual crisis afecta al gobierno y beneficia a la oposición, no es así necesariamente. Es tal la dimensión, que se tragará a cualquier gobierno, del signo político que sea. Para ningún dirigente destacado de la oposición es alentador asumir la presidencia en medio de estas dificultades, y de ocuparla en términos excluyentes corre el riesgo de ser Presidente por poco tiempo y sin posibilidad de hacer nada importante por la reconstrucción del país. Al contrario, él, su partido y la MUD podrían hundirse juntos.

El protocolo político que se impone, es diluir el costo entre todos los factores de poder a través de un gobierno de unidad nacional, que se aboque a superar la crisis económica y de seguridad dándole estabilidad política y social al país, haciéndolo atractivo para el mundo. ¡Venezuela saldrá ganando!

Llegó la hora de las definiciones. La crisis que hoy conmueve al país está llevando al gobierno y a la oposición a un callejón sin salida, a un escenario de “juego trancado” y estamos al borde de un desenlace impredecible. Las calles comienzan a complicarse y empiezan los fallecidos por la confrontación.

Afortunadamente en el chavismo, la oposición y también en aquellos que no pertenecen a ninguno de los dos bloques políticos, existen cada vez más personas que están convencidas de la necesidad de entenderse a tiempo, pero aún nadie se atreve a iniciar en serio las conversaciones cruciales y construir la agenda adecuada. Quizás están esperando los muertos para luego asumir la agenda de entendimiento que pudo haberse tomado sin matarse. Es cuestión de sabiduría, de competencias políticas, de desprendimiento y de amor por Venezuela.

 

@ArmandoMartini

Carlos Nieto Palma Sep 23, 2016 | Actualizado hace 8 años
Quiero paz, por Carlos Nieto Palma

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Hablar de la celebración del Día Internacional de la Paz en un país tan convulsionado como Venezuela podría resultar irrespetuoso a mis lectores que viven, al igual que yo, los graves problemas que nos acompañan en nuestro día a día, desligar el tener paz a la inseguridad que vivimos, la falta de alimentos y medicinas, los altísimos niveles de inflación, las terribles condiciones de nuestras cárceles y la grave polarización que vivimos, nos dice claramente que la paz en Venezuela está algo lejana y que debemos de trabajar en su construcción.

La Asamblea General de las Naciones Unidas, el 7 de septiembre de 2001 en la Resolución 55/2821 “decide que, con efecto a partir del quincuagésimo séptimo período de sesiones de la Asamblea General, se observe el Día Internacional de la Paz el 21 de septiembre de cada año, fecha que se señalará a la atención de todos los pueblos para la celebración y observancia de la paz”.

La Organización de Naciones Unidas en su Declaración Sobre una Cultura de Paz aprobada por su asamblea general el 06 de octubre de 1999 en su artículo 1º nos dice: “Una cultura de paz es un conjunto de valores, actitudes, tradiciones, comportamientos y estilos de vida basados en: a) El respeto a la vida, el fin de la violencia y la promoción y la práctica de la no violencia por medio de la educación, el diálogo y la cooperación; b) El respeto pleno de los principios de soberanía, integridad territorial e independencia política de los Estados y de no injerencia en los asuntos que son esencialmente jurisdicción interna de los Estados, de conformidad con la Carta de las Naciones Unidas y el derecho internacional; c) El respeto pleno y la promoción de todos los derechos humanos y las libertades fundamentales; d) El compromiso con el arreglo pacífico de los conflictos; e) Los esfuerzos para satisfacer las necesidades de desarrollo y protección del medio ambiente de las generaciones presente y futuras; f) El respeto y la promoción del derecho al desarrollo; g) El respeto y el fomento de la igualdad de derechos y oportunidades de mujeres y hombres; h) El respeto y el fomento del derecho de todas las personas a la libertad de expresión, opinión e información; i) La adhesión a los principios de libertad, justicia, democracia, tolerancia, solidaridad, cooperación, pluralismo, diversidad cultural, diálogo y entendimiento a todos los niveles de la sociedad y entre las naciones; y animados por un entorno nacional e internacional que favorezca a la paz”.

En el preámbulo de esta misma declaración se establece “Que la paz no sólo es la ausencia de conflictos, sino que también requiere un proceso positivo, dinámico y participativo en que se promueva el diálogo y se solucionen los conflictos en un espíritu de entendimiento y cooperación mutuos”. Lamentablemente pareciera que en Venezuela estamos muy lejos de este ansiado diálogo que eventualmente podría devolvernos la paz a los venezolanos.

La crisis que vivimos en Venezuela no es nueva, pero con el transcurrir de los años se ha tornado insoportable. Hemos perdido nuestro derecho a tener paz en todos los sentidos. Ya en la Declaración de Caracas sobre el Derecho Humano a la Paz firmada por muchos constructores de paz venezolanos el 18 de noviembre de 2010, se decía: “Habida cuenta de que la sociedad venezolana está inmersa en una profunda crisis política y social, caracterizada por una preocupante polarización social y política, lo que genera una creciente inseguridad ciudadana; por lo que es necesario reafirmar las vías pacíficas de solución de los conflictos que nos aquejan,  que se deben construir sobre la base de la erradicación de la violencia política de todo signo, el respeto a los principios democráticos, el diálogo y la tolerancia entre todas las personas, así como la defensa de los derechos humanos de todas las personas, puesto que son universales, indivisibles, interdependientes e inalienables”.

Estas palabras del Director General de la Unesco, Federico Mayor Zaragoza, en 1997 nos deberían guiar en nuestra búsqueda del derecho a la paz, “No basta con la denuncia. Es tiempo de acción. No basta con conocer, escandalizados, el número de niños explotados sexual o laboralmente, el número de refugiados o de hambrientos. Se trata de reaccionar, cada uno en la medida de sus posibilidades. No hay que contemplar solamente lo que hace el gobierno. Tenemos que desprendernos de una parte de «lo nuestro». Hay que dar. Hay que darse. No imponer más modelos de desarrollo ni de vida. El derecho a la paz, a vivir en paz, implica cesar en la creencia de que unos son los virtuosos y acertados, y otros los errados; unos los generosos en todo y otros los menesterosos en todo”.

En estos momentos nos toca a todos los venezolanos convertirnos en constructores de paz y crear dentro de los espacios en que acostumbramos a frecuentar, mecanismos para el dialogo, la cooperación y el entendimiento, hay que apoyar las acciones que se propongan como vías para construir la paz y dejar de ser simples observadores de lo que pasa, tenemos que volver a inventar un país, yo quiero paz.

 

 

@cnietopalma

El Nacional

Brasil aboga por entendimiento entre España y Venezuela

Brasil!

 

El vicepresidente de Brasil, Michel Temer, abogó este jueves por un entendimiento entre España y Venezuela, tras los desencuentros políticos de ambos países en las últimas fechas.

Temer protagonizó este jueves el Foro Líderes, organizado por la Agencia EFE y la consultora KPMG, al que acudió también el ministro español de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo.

El ministro español admitió que «mi capacidad de seducción en el Caribe está prácticamente agotada» y le pidió ayuda al vicepresidente brasileño, ya que «el tango necesita de dos para ser bailado», en referencia a que Venezuela también tendría que poner de su parte.

Temer relató que en su país, «cuando dos personas se entienden, bailan samba» y se mostró esperanzado en que Brasil y los países que están cuidando de este asunto junto al gobierno venezolano, países de la Unasur, permitan que España y Venezuela bailen juntos».

La tensión política entre ambos países ha aumentado en la última semana, y se tradujo ayer en la llamada a consultas del embajador español en Caracas, en respuesta a la «escalada de insultos, calumnias y amenazas» del presidente de Venezuela, Nicolás Maduro.

El presidente venezolano acusó al Gobierno español de «apoyar al terrorismo» en su país y al jefe del Ejecutivo, Mariano Rajoy, de formar parte de «un grupo de bandidos, de corruptos y de ladrones».

«Creo que España se ha comportado e una forma muy adecuada», afirmó Temer, quien reconoció que «el ministro de Exteriores (de España) habla de forma muy fraternal sobre Venezuela».

Declaró que Brasil y Ecuador están hablando con las autoridades venezolanas «para suavizar esta relación internacional de Venezuela en concreto con España».