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Desastre

Pérez Abad, ingenuo o cínico, listo para la guerra por César Miguel Rondón

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¡Queremos comida!” “¡Tenemos hambre! Estas son solo algunas frases que resuenan entre la multitud y el hambre”. Según una nota en Efecto Cocuyo. “Los hechos aislados por reclamar alimentos frente a la escasez que atraviesan los comercios se han vuelto cada vez más comunes entre los titulares. Solo en 21 días de mayo, Efecto Cocuyo contabilizó al menos 46 saqueos en diferentes ciudades del país, de acuerdo con los eventos publicados en medios de comunicación regionales y nacionales.”

Llevando agua a este molino, El Nacional hoy en su gran titular nos dice: “Bolsas de comida no resuelven la escasez y la malnutrición. Además los consumidores denuncian que los CLAP discriminan políticamente. Para la venta de comida casa por casa, que comenzó hace mes y medio, el gobierno ha designado 18,5 millardos de bolívares. Sin embargo, el programa que coordina el dirigente del PSUV Freddy Bernal no satisface las necesidades de abastecimiento de la población en términos de cantidad y calidad”.

Esto de las bolsas de comida fue una estrategia que impulsó el gobierno siguiendo la iniciativa de García Carneiro, en Vargas, como una manera de paliar la escasez. Pero como bien apunta Elizabeth Fuentes, en Konzapata: “La repartición de comida por los CLAP ni gana votos ni acaba con las colas. La repartición de bolsitas de comida no significa que los beneficiados vayan a cambiar su percepción del desastre que llevan sufriendo por años. A excepción del poeta chavista Iván Padilla Bravo, que compara la estrategia con la que utilizaron los vietnamitas para derrotar al imperialismo yanqui.”

En este desastre de nuestra economía, aparece el Vicepresidente del Área Económica, Miguel Pérez Abad, con unas declaraciones que uno no sabe si calificar de extremadamente ingenuas o extremadamente cínicas. El 2001 lo reseña: “El segundo semestre será “menos peor”. Notitarde, en Valencia: “En el segundo semestre del año bajará la inflación (…) La perspectiva inflacionaria para fin de año estaba ubicada en 900%, pero esa posibilidad se redujo y considera que a partir del segundo semestre se evidenciará un claro descenso en la inflación.”

Pérez Abad, ¿qué significa bajar de 900%? ¿Usted se da cuenta de la barbaridad? Pero allí no termina lo insólito de sus declaraciones. Últimas Noticias: “Se acabaron las empresas de maletín”. Pero no es que combatieron a las empresas de maletín, no es que pusieron presos a los delincuentes que llevaron adelante las empresas de maletín, es que, sencillamente, se acabó todo. No solo acabaron las de maletín, acabaron con todas las empresas. Erradicado, pues, dice triunfante, el desvío de divisas. Y advierte que Polar manipula la producción con fines políticos. No dejó, para estar en buenas con su jefe Maduro, de darle un escardillazo a Polar. Y, para no desentonar con el discurso oficialista, a Pérez Abad también le dio tiempo en el fin de semana de ocuparse de la guerra. En un tuit de El Periódico de Monagas leemos: “Abad supervisa Ejercicio de Acción Integral e Independencia II en Monagas. Y le vemos manipulando con gesto fiero un fusil, al lado de una señora, entrada en kilos, con un gorro supuestamente militar pero más bien parecido a los que usaba Pomponio, que aprieta los labios porque como que se le trancó el fusil. En todo caso allí hay varios combatientes, unos más gordos que otros, unos con uniforme verde oliva otros y con franelita, pero todo esto forma parte de los ejercicios militares del fin de semana.

Ejercicios militares que, según publicó Javier Ignacio Mayorca citando al General Gonzalo García Ordoñez, costaron 20 millones 600 mil dólares. ¡Hay que verle la cara en estos momentos de precariedad a una cifra como esa! Se publicaron fotos, tanto o aun más ridículas que la descrita, donde milicianos, como si fueran muchachitos jugando, a falta de fusiles se tiraban al piso con palos emulando armas. Y entre estos milicianos corrió en la redes la foto de ese individuo Ricardo Sánchez, más delgado, quizá para saltar con más facilidad las talanqueras. Así, pues, se defenderá la patria.

En el tuit de Rocío San Miguel se destaca: “El Comandante Zodi_Monagas 52, General de División Elías Antonio Moreno señala como objetivo (de los ejercicios) detectar “actividades contrarrevolucionarias.” Es decir, todo este parapeto es para combatirlo a usted, estimado lector, y a todo aquel que no esté con el gobierno. Aquello de prepararnos para la invasión del imperio, de los marines, etc., era puro cuento. En realidad el objetivo es otro. Y allí es donde viene a tono la mención de la nota que trae hoy El Nacional en primera página: “Generales chavistas ejecutarán el Estado de Excepción en zonas estratégicas. Carlos Alberto Martínez Stapuliones estuvo al frente del cierre de la frontera con Colombia y fue trasladado a la capital. Y según Carlos Guyón Celis, quien fue su tutor en la Academia Militar, “O sigue a Maduro y masacra al pueblo, o ayuda a sacarlo”. “La promoción de Diosdado Cabello está en el poder”, dice el antetítulo.

Para rematar, mientras 18,5 millardos de bolívares se van en las bolsitas de comida y en contraste 20 millones 600 mil dólares se gastan en los ejercicios militares, el señor Maduro no aprende: durante el fin de semana se fue a Jamaica a reforzar el plan de Petrocaribe, con lo cual sigue intacta la regaladera de petróleo.

 

@cmrondon

El Nacional

Gobierno de salvación nacional por Luis Ugalde

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Después de la muerte de Jesús, ejecutado como un malhechor, la crisis de sus seguidores fue espantosa. Perdieron toda esperanza y se escondieron por miedo. La resurrección de Jesucristo fue para ellos un nuevo volver a la vida y a la esperanza. Todo cambió y fueron capaces de perdonar a los asesinos y salir a las plazas públicas a decir: a ese Jesús, que pasó haciendo el bien y ustedes lo mataron como malhechor, Dios lo ha resucitado y lo ha puesto como Salvador. A pesar de las prohibiciones, cárceles y martirios, prevaleció esa esperanza indetenible que ilumina la vida y da fuerzas para vencer todos los obstáculos con la convicción de que, en Jesús y en cada ser humano, “el Amor es más fuerte que la muerte”. Luz y ánimo necesarios en este momento de muerte nacional, cuando de la ilusión revolucionaria de ayer no quedan sino las cenizas y privaciones; ineptitud, ideologías políticas desacertadas y corrupción, echaron a la hoguera las extraordinarias oportunidades de cambio.

¿Cómo salir de esto? ¿Cómo recuperar las posibilidades de una Venezuela de esperanza, vida y confianza social?

La inmensa mayoría está sufriendo los disparates del régimen y lógicamente quiere salir de él. Por ahora parece prevalecer la desesperación y el deseo de salir (por renuncia o revocación) de este presidente, que con huecas palabras revolucionarias y con hechos lamentables se aferra al desastre. Pero más difícil y necesario que la salida de Maduro es crear –entre venezolanos de diverso signo– los consensos y las condiciones básicas indispensables para reconstruir el país. Personas y familias necesitan y quieren liberarse de las colas y de la escasez torturantes, de la falta de medicinas vitales, de la terrible inseguridad que cerca sus vidas y del ladrón de la inflación omnipresente que les roba la mitad del salario y de la persecución política. Desastre sembrado por el gobierno.

Mandela salió de la larga y dura cárcel del régimen surafricano que excluía a la población negra mayoritaria. Estaba convencido de la imposibilidad de un próximo gobierno de negros exitoso sin la colaboración de sus enemigos blancos. Así lo entendió también el presidente blanco, Frederik de Klerk, y llegaron a acuerdos de colaboración (serían presidente y vicepresidente del  nuevo gobierno) que permitieron cambiar el país.

En Venezuela, tras el triunfo electoral del 6-D, luego de los primeros desahogos alegres, hay el peligro del bloqueo de los cambios: el gobierno, como no puede ni con todos sus motores verbales, se encierra en el castillo del poder y llama en su defensa a su servil Poder Judicial y a la inestable lealtad de las armas. Mientras que los opositores demócratas concentran su esperanza en el Legislativo. Aunque el TSJ hable de leyes no ejerce de juez sino de parte, ni el debate es jurídico sino de poder político para someter al otro. El juego está trancado, entre el Legislativo, haciendo nuevas leyes, y el Judicial bloqueándolas de antemano. Pero la miseria y desesperación de la gente avanzan y exigen cambios de fondo.

Para desbloquear y reconstruir el país es imprescindible llegar a un acuerdo sobre un gobierno de salvación nacional con compromisos básicos respaldados por parte del chavismo y de la oposición democrática, con medidas de cirugía mayor para recuperar la democracia, con una economía que atraiga inversión, crecimiento y abastecimiento para una sociedad que recobre la vida y la esperanza.

A Mandela sus más radicales seguidores lo consideraron traidor y a De Klerk los suyos, pero ambos tuvieron el valor y la visión de remar a contracorriente. ¿En Venezuela, después de los éxitos de diciembre, se cansaron los líderes de partidos de seguir alimentando la unidad, la vitalidad  y la mutua confianza dentro de la MUD? ¿No creen unos y otros que –anteponiendo el deseo y la necesidad general de la nación– deben llegar a acuerdos programáticos y rutas, con un gobierno de transición que tome cuanto antes graves medidas salvadoras con los necesarios apoyos nacionales e internacionales? Este gobierno-cirujano deberá ser provisional –pero no impotente– para preparar el terreno a una elección democrática libre con varios candidatos.

Sorprende ver a muchos soñando en sentarse cuanto antes en la silla presidencial, sin condiciones para un gobierno eficaz y exitoso y carente de los apoyos internos y externos imprescindibles. ¿Durarían seis meses en su ilusión?

Venezuela tiene salida, si prevalece una nueva esperanza y deseo de restablecer la confianza nacional y de hablar (no para aparecer en la TV) con los rivales y actores de poder sobre lo que cada uno debe aportar para destrabar los cercos y contribuir a la transición. Pero si se atrincheran en mutuo rechazo puro y duro, el creciente deterioro y desesperación forzarán un cambio imprevisible y mucho más costoso.

El Nacional 

Vía crucis en un automercado de Venezuela por José Toro Hardy
Colas
Hace poco estuve en Guatemala, país que siempre pensé era uno de los territorios más pobres del planeta. Confieso que fui un poco obligado porque mi nuera tuvo la idea extravagante de bautizar a mi nieta en un bautizo comunal de indiecitos mayas en un pueblito de ese país.
La ceremonia tuvo lugar en una comunidad a orillas del Lago Atitlán (el más bello que he conocido en mi vida).  La iglesia estaba llena de indígenas mayas con sus coloridas vestimentas características de las distintas tribus de la región. El punto discordante lo constituía mi familia porque éramos los únicos obviamente «no mayas».
Descubrí un grupo humano maravilloso, humilde, bien educados, extremadamente laboriosos y agradables. Quedé tan impresionado que le di las gracias a mi nuera por haber tenido la genial ocurrencia de bautizar allí a mi nieta.
Pero mi aventura familiar no es el objeto de este artículo. Lo que me mueve a escribirlo son los contrastes que noté entre esa rica Guatemala pobre y esta pobre Venezuela rica.
Guatemala, al igual que otros países centroamericanos, sufrió una guerra civil devastadora entre 1960 y 1996 en la que murieron unas 200.000 personas a lo largo de unos 36 años. Unas 5.555 por año.  ¡Qué horror! Pues bien, resulta que en Venezuela en los últimos 17 años de locura han muerto más de 250.000 personas, en promedio unas 14.795 por año, asesinadas en esta pavorosa guerra inducida que la violencia del discurso oficial o la incapacidad gubernamental han propiciado. Solamente en el 2015 se estima que unas 27.785 personas fueron víctimas de homicidios (90 por cada 100.000 habitantes). Comparada con Caracas -que ha sido declarada la ciudad más violenta del mundo-  Guatemala luce como un paraíso.
Ciudad de Guatemala se ha recuperado y es una urbe moderna y pujante, escrupulosamente limpia, sin huecos en la calle, cuyos habitantes son educados y atentos. Es más, ante las acusaciones de corrupción que se le formularon al gobierno, los guatemaltecos salieron a las calles, pacífica y ordenadamente, provocando que el presidente y la vicepresidente renunciasen y quedasen detenidos a la orden de los tribunales. Después hubo elecciones que nadie impugnó.  ¡Qué envidia!
Estando allí me vi en la necesidad de retirar dinero en un cajero automático en el pueblito indígena donde tuvo lugar el bautizo de mi nieta. Pensé que no habría ninguno. Para mi sorpresa el cajero me ofreció la alternativa de retirar el dinero en dólares o en quetzales (moneda local). «¿En un pueblito de Guatemala? (pensé para mis adentros) ¡Qué envidia!»
En Ciudad de Guatemala las calles pululaban de automóviles de todas las marcas, muchos muy lujosos y todos nuevos. Decidí hacer unas compras. Me llevaron a unos centros comerciales que me dejaron con la boca abierta. No existe en toda Venezuela ni uno solo que le dé ni por los tobillos a algunos de los que vi en Guatemala. Allí se podía comprar cualquier cosa imaginable incluso  de las casas de moda más exclusivas de Paris, Nueva York, Roma o Londres . De hecho una amiga me había pedido que le llevara mazapán. Me llevaron a un supermercado que se especializaba sólo en productos  traídos de España. «¿En Guatemala?» (me volví a preguntar). Pues sí, allí existen supermercados enteros que se especializan sólo en productos franceses o  italianos o japoneses y otros sólo en productos alemanes. ¡Qué envidia!
Ni que decir de los supermercados normales. No existe, por supuesto, nada que se parezca a un racionamiento. La inflación es mínima. Nada de escasez, ni día de compra por terminal de la cédula,  ni mucho menos máquinas captahuellas. Todos los productos abundan con un colorido espectacular y hermosamente ofrecidos al público. En suma, Guatemala es un país normal.
Pensaba en todo esto ayer mientras intentaba entrar a un supermercado en Caracas. La cola era kilométrica. No conseguí azúcar, ni leche, ni café, ni arroz, ni carne, ni pollo, ni papel toilette, ni jabón,  ni detergente , ni desodorante, ni la mayoría de las cosas que necesitaba. Otras las había pero no me las vendían porque no me tocaba el día. Para pagar tuve que hacer otra cola gigantesca.
De repente un señor mal encarado se me atraviesa y me dice: «yo voy aquí». Por supuesto me negué. Entonces se paró detrás de mí y dijo: «entonces voy aquí». «Pregúnteselo a quienes se les está coleando» le espeté. Los de atrás prefirieron quedarse callados. El señor simplemente se fue. Cuando ya estaba llegando a la caja se presentaron unas mujeres con cara de malandras -típicas bachaqueras-  y dijeron que ese era su puesto porque se lo estaban cuidando. Trataron de colearse empujando a todos con su carrito. Cuando les reclamé que ahí no se podían meter, me contestaron que ellas se metían donde les daba la gana. Llamé a seguridad y en ese momento entre el bululú de bachaqueros surgió el mismo señor mal encarado de antes, que obviamente cobraba por cuidar puestos en varias colas a la vez:  «No, no»,  les dijo, «Uds van es detrás del señor».
¡Qué desastre! ¿Qué le ha pasado a nuestra pobre Venezuela rica? ¿Cómo hemos hecho para dilapidar  más de 1,3 millones de millones de dólares petroleros en tan poco tiempo? ¿Cómo hemos terminado en esta locura?
Un fracaso llamado Maduro por José Vicente Carrasquero

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Me encuentro entre los que todavía se preguntan en qué estaba pensando Chávez cuando designó a Maduro como su sucesor antes de su último viaje a La Habana. Se me ocurre que como optimista impenitente que era, creyó que esa designación no haría falta porque saldría victorioso de la que terminó siendo la última batalla de su vida. Si no fuese eso, decidió vengarse de los venezolanos dejando a cargo a lo más incapaz que podía encontrar entre sus fieles seguidores.

Maduro me hace recordar las sesudas charlas de Mikel De Viana, S.J. hablando de la cultura política del venezolano y sus valores. Nicolás es un individuo con un claro locus de control externo, es decir la percepción de que los eventos ocurren como resultado del azar, el destino, la suerte o el poder y decisiones de otros. No hemos visto al presidente asumir su responsabilidad en ningún momento desde que obtuvo un cargo para el cual no tiene la más mínima preparación.

Como muestra un botón. El desastre económico sin precedentes que estamos viviendo los venezolanos es achacado por el inquilino de Miraflores a una supuesta guerra económica diseñada y puesta en escena por una multiplicidad de actores que según Maduro quieren ver arruinado el país. Es como si en un trasatlántico una parte de los pasajeros se pusieran de acuerdo para hundir el barco aún a costa de sus propias vidas. Este argumento presidencial no resiste el más mínimo examen de veracidad. Termina siendo un mal chiste para evadir explicar a dónde fue a parar la mayor de las bonanzas petroleras de toda nuestra historia. En todo caso, una manera de decir que la culpa no es de él. Que no estaba ahí cuando eso pasó. Que estaba comprando kerosene…

Ante la rotunda y trepidante derrota electoral, Maduro no ha hecho otra cosa que culpar al universo. Desde un fraude hasta un golpe electoral han sido acusados con tal de no asumir la propia incompetencia. Para evadir la responsabilidad que le toca en el despilfarro de un capital político que en su momento lucía lo suficientemente sólido como para mantenerse en el poder y poner en efecto las medidas necesarias para no llegar a este desastre que nos acogota el alma.

Hablaba De Viana de esos venezolanos que tenían un rancho en la cabeza independientemente de su condición social. Que entendían el país de una forma primitiva. Que asumían que el Estado es el que tiene que tener el control de todo lo que pasa en el país. Independientemente de que quienes controlan los hilos del poder no sean capaces de cuidar de sí mismos y sus acciones.

Maduro asume que el venezolano debe depender de las dádivas que él tenga a bien concederle. En una actitud arcaica, concibe al pueblo como un colectivo de indigentes que le deben la vida al Estado todopoderoso y que es a través de sus favores que ese pueblo puede tener acceso a bienes básicos e incluso comida. Concibe un contingente humano que debe ser agradecido con esos favores y de vuelta debe garantizar mediante el voto su permanencia eterna en el poder.

Esa concepción pobre, limitada del venezolano no es exclusiva de Maduro. Ya la vivimos varias veces en el pasado. En solo dos momentos de los últimos treinta y dos años, los políticos se vieron compelidos a dejar que los venezolanos se valieran por sí mismos. Me refiero a los levantamientos de los controles de cambio en 1989 y 1997. Dejar que la economía fluyera entre los venezolanos sin que la mano entrometida y torpe del Estado frenara el desarrollo al que se puede llegar cuando se deja que la sociedad disfrute de una economía de mercado.

Al momento de escribir este artículo, solo Cuba y Venezuela tienen un control de cambio. Ambos por razones meramente políticas. Así lo reconoció, sin inmutarse, Aristóbulo Isturiz cuando declaró que si quitaban esa restricción económica los tumbaban. Excusa por demás ridícula y que solo se comprende desde la visión anquilosada de país que tiene la vieja política a la que el gobernador de Anzoátegui pertenece.

Maduro fracasó cuando no supo anticipar el momento que estamos viviendo. Desde principios de esta década se venía hablando del crecimiento de la producción de petróleo a nivel mundial. Típico de momentos de altos precios que invitan a la inversión en la industria, cosa que por cierto, Chávez y Maduro no hicieron y por eso ahora pagamos las consecuencias.

Al asumir Maduro, ya se sabía que los precios del petróleo se derrumbarían en menos de dos años. Se sabía que el gobierno de Chávez había endeudado de tal manera el país, que se requerirían mucho de los ingresos por petróleo para pagar deuda y sus intereses. Se sabía que gracias a la criminal política de expropiar y perseguir empresarios tendríamos que importar más. Se sabía que las expectativas de la población eran crecientes.

Maduro ante la cercanía de las elecciones prefirió jugar a la parálisis. A extremar el desgaste pensando que el costo de tomar medidas era mayor que no tomarlas. La realidad le ha enrostrado su fracaso. En su suprema incapacidad y asesorado por unos cubanos que no terminan de entender el alma libertaria de los venezolanos, pensó que la sola memoria del comandante eterno era suficiente para que la gente, con hambre y sin empleo, con Maduro se resteara.

Hay que ser muy inocente para pensar que la gente puede poner la imagen de una persona fallecida por encima de un bebé que llora de cólicos porque toma lo que se consiga y no la leche para niños que se recomienda. La realidad es que el venezolano veló por su familia, por su futuro, por una Venezuela de libertades.

El fracaso de Maduro se puede observar desde cualquier indicador de gestión que se elija o desde la perspectiva política que tenga el amable lector elegir. Un fracaso que nos duele profundo en el alma. Un fracaso que nos pone al nivel de los países más pobres del planeta y junto con Haití a la cola de América Latina.

El venezolano asumió en primera persona el reto de cambiar la situación y votó en contra de este desastre que estamos viviendo. Solo espero que quienes vienen a relevar a esta desastrosa clase política tenga una mente guiada por la modernidad y no un rancho en la cabeza.

Bye Maduro! Se te recordará como el castigo que Venezuela no debió sufrir.

@botellazo

¿Miedo? Miedo tienen los mega corruptos ¡Vota seguro y sin miedo!

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Solo quien tiene miedo, mucho miedo, recurre a la desesperada y brutal amenaza de pretender obligar a que los empleados a su cargo hagan una foto de su voto y se la muestren al día siguiente del 6D bajo la amenaza de tomar represalias e incluso despedirlos si no lo hacen.  Alguien que tenga una mínima certeza de contar con el favor popular no recurre a brutalidades como esa. Aunque… ¡Claro!, un demócrata, un político decente que respete al pueblo, a los trabajadores, jamás haría algo así ni ganando ni perdiendo. Esa barbarie desesperada está ocurriendo en algunas oficinas públicas, como han denunciado trabajadores afectados (ya escuchamos  el audio en una oficina de aduanas), en algunos lugares del (muy deteriorado y abandonado) sistema de salud pública, en parte del sistema educativo, en  industrias estatales. 

 

Solo alguien con mucho miedo a tener que responder por el desastre social y la ruina económica que han ocasionado se pone a amenazar con “lanzarse a la calle con los militares si perdemos” intentando de esa manera sembrar terror para intentar vanamente que la gente modifique su decisión de votar por el cambio y la justicia.   Solo una macollita de grandes corruptos podría apelar a la campaña de siembra de miedo, justo porque quienes tienen mucho miedo son ellos. Solo los que tienen mucho miedo de perder el manejo de negocios corruptos, privilegios impunes y prebendas podrán lanzar una campaña de amedrentamiento ordenando, bajo amenaza de retaliaciones y despidos,  a jefes intermedios de empleados públicos, supervisores de industrias estatales, directores de escuelas a que a su vez amenacen a trabajadores, maestros y empleados para que firmen un 1×10 que no desean y obliguen a familiares y amigos a que también lo hagan.  Esa operación es la que uno de los asustados jefes llama “la maquinaria”.

 

¿Por qué tienen tanto miedo?  Porque se han acostumbrado tanto a la impunidad con que cuentan para la corrupción, los atropellos, el abuso de poder y el uso del Estado, los dineros y bienes públicos como si fueran de su propiedad particular, que los aterra perder todo eso.  Tras años de indolencia con el pueblo, maltratos, violación de derechos laborales, enriquecimiento ilícito sin límites, se encuentran con que el pueblo está harto del engaño y la ruina y quiere cambio.   Tras años de mentir con el discurso fariseo de que ellos son “revolución, pueblo y socialismo” mientras hacen justo lo contrario, manejan el tesoro nacional  como su hacienda particular, incluyendo crear empresas de maletín en Panamá, abrir cuentas en Andorra y en los países-islas de paraísos fiscales. Son los que destrozaron lo “productivo venezolano” causando la tremenda escasez y las infames colas. Tras años de todo eso saben que están a punto de ser derrotados con votos, una avalancha de votos, por el pueblo, incluyendo buena parte del que por años les creyó y les dio poder.  

 

Venezuela no tiene miedo. Son los corruptos y los destructores de Guayana y Venezuela quienes tienen miedo y por eso amenazan y hacen tantos actos desesperados. A tres semanas de las elecciones inventan hasta los peores populismos como destruir la industria avícola con tal de hacer creer que bajan los precios de los huevos.   Pan para hoy y mucha hambre para mañana. Lo único que les quita el sueño es el poder para ellos. Lo demás no les importa.

 

 Nadie debe tener miedo de ejercer su voto con libertad de conciencia.  El voto es secreto.  No hay forma alguna de que el gobierno sepa por quien votó cada quien.   Mienten sobre eso como sobre tantas otras cosas.  ¿Alguien sabe de algún caso es que el gobierno haya podido tomar represalias contra alguien por haber votado con libertad contra lo que el régimen quiso imponer?  Nunca por el voto.  Atropellos indignos han ocurrido, muchos,  cuando la gente se ha manifestado pero nunca han podido descubrir por quien vota nadie. Así que… ¡agarre pero vote por el cambio y la Unidad!.

 

Es la hora del cambio.  Del cambio democrático.  Del cambio progresista. Para el progreso social y nunca mas para este retroceso terrible de empobrecimiento.  La hora del cambio para que nunca mas se humille a las personas con amenazas por su voto libre ni para condicionarle la ayuda del estado a que tenga que arrodillarse ante los que ejercen el poder.   La hora del cambio, sin miedo, para rescatar nuestras industrias y que sean productivas y mejores.  Para que haya instituciones libres que le hagan muy difícil la cosa a los corruptos y nunca mas para que los corruptos usen el poder político con impunidad como ahora.  La hora del cambio para enderezar la economía, contener la inflación y proteger el salario del trabajador y el ingreso de la familia.  Para que haya medicinas y alimentos dependiendo cada vez menos de las importaciones. Para atraer inversiones y crear mas y mejores industrias. Para asegurar los derechos laborales y sindicales que deben significar ascenso social para millones.  Votando en avalancha se derrota el ventajismo, los abusos y las trampas.

 

TIP  1:   Violencia: otra muestra de su miedo.   Ya son repetidos los actos de violencia de grupúsculos oficialistas en los días recientes contra actividades de campaña electoral de la Unidad.  La mañana del miércoles un grupito de violentos –ante la indiferencia policial-  agredió a activistas de la Unidad Democrática en San Félix que organizaban la movilización popular para acompañar a Henrique Capriles y los candidatos de la Unidad en el muy popular sector de 1° de Mayo-Chirica.   Ya se ve que no son actos aislados de algún “cabeza caliente”.  Es una política desde el Estado y desde el Psuv porque antes sucedió en Cojedes (agrediendo a Lilian Tintori), en Petare (atacando una movilización del diputado Pizarro), en Guárico (contra la candidata Rummy Olivo) y dos lugares mas. ¿A Unasur también le atacará la ceguera como al CNE y la Fiscalía?.  En todo caso, es otra muestra del miedo de los “poderosos corruptos” ante la enorme ola popular del cambio.  

 

TIP  2:   La violencia también fracasa.  Pero tampoco logran nada. Por el contrario, se hunden mas.  El pueblo se indigna y pierden mas respaldo.  En San Félix solo lograron golpear cobardemente a algunos activistas y destrozar material de propaganda, pero al final no pudieron impedir que miles de personas acompañaran con fervor y entusiasmo a Capriles y los candidatos regionales en su recorrido popular. Mas bien, el repudio a su violencia facho, impune, protegidos desde el poder, causó que mas gente se sumara. ¡El cambio va!.

 

TIP  3:    Indispensable leer: “El sobrino favorito de Cilia:  el poder detrás del Tesoro”.   Un gran reportaje de investigación, totalmente sustentado, trabajado con mucha responsabilidad, en equipo, por 11 reconocidos periodistas de 4 medios digitales diferentes.  También ha sido titulado:  “Familiares del Tesorero Nacional acaba de registrar 16 empresas en Panamá”.  (Y yo le agrego este comentario leído en medios digitales):  “Mientras se llenan la boca asegurando que ‘ser rico es malo’ y que ellos son “socialistas y anticapitalistas”.  El reportaje lo pueden leer en Armando.info /  Runrun.es /  Poderopedia y El pitazo.com.  

 

TIP  4:  Otro indispensable de leer. En Prodavinci.com el reportaje del periodista Victor Salmeron que analiza el mas reciente trabajo de los equipos de sociólogos, trabajadores sociales y economistas de la UCV, UCAB y USB sobre la pobreza en Venezuela que descubre un empobrecimiento del 76% de los hogares.

 

TIP  5: Muy útil mirar los videos que promueven la participación y el voto de los venezolanos elaborados por el grupo Politika Ucab pero que el CNE  prohibió.  Están en barometropolítico.com  

 

 

@damianprat

depece54@gmail.com

Público &  Confidencial

 

¿Y los militares qué? por Luis Ugalde

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El siguiente gobierno no debe ser antimilitar por el hecho de que el actual es militarista. Todo lo contrario, son los militares los que deben demostrar su civilidad democrática en correspondencia a una sociedad que les confía en exclusividad las armas para ser guardianes del bien común. Armas que no son de ellos, ni de los policías, como las de cualquier matón que abusa del vecino desarmado, sino de la sociedad cuya vida garantizan y cuya confianza y gratitud ganan por sentirse seguros y liberados del asalto traidor.

Los militares no son extraterrestres, sus esposas e hijos sufren las mismas penurias del venezolano cuyo bolívar de ayer hoy vale menos de un real, con la locura de que un cartón de huevos o una lata de atún –cuando se consigue– cuesta más que 10.000 litros de gasolina. Serán unos centenares los altos militares que disfrutan de modo privilegiado y escandaloso de la apropiación privada del bien público de todos los venezolanos. Por las manos de una minoría corrupta han pasado más de 1 millón de millones de dólares, sin recibo ni obra realizada: enormes recursos públicos de pertenencia común, apropiados por unos pocos, en un “socialismo” al revés, que convierte lo público de todos en botín privado de unos pocos. Mientras decenas de miles de familias de militares honestos pasan penurias, por ejemplo, con un seguro de salud de pobre cobertura y con ingresos, que no alcanzan para las necesidades básicas de su vida.

Todo venezolano –también los militares– tiene derecho de soñar con una Venezuela mejor y a haberse ilusionado con un cambio que prometía el paraíso. Lo imperdonable sería aferrarse al error evidente y no querer contribuir a enderezar el disparate actual que tanto sufrimiento está produciendo a 30 millones de venezolanos, con excepción de una “cúpula podrida” en el privilegio mal habido. Está clara la falsedad de la propaganda oficial que contradice la dura y evidente realidad cotidiana. Causas del desastre: el estatismo en economía y la concentración anticonstitucional del poder, que ha fracasado aquí y en todos los países donde se ha intentado. En Cuba, luego de 65 años de dominio total, es evidente la incapacidad de producir prosperidad económica y vida civil digna en libertad con pluralidad de opiniones y de iniciativas. Décadas antes en decenas de países de otros continentes, el partido único convertido en “dictadura del proletariado” mostró su verdadera naturaleza de dictadura sobre la sociedad sometida a la penuria y al terror policial. Hoy es necesario hablar –también en los cuarteles– con plena libertad de ese hecho evidente, con ánimo de liberación, de superación y de unión.

Tenemos en nuestra América ejemplos de salidas razonables y pacíficas de dictaduras diversas. En Brasil luego de 20 años de dictadura (1964-1984); en Perú cuando Fujimori  o años antes cuando Velasco Alvarado –luego de haber creído que la vía militarista era el camino para superar exclusiones seculares y agravios históricos contra el mundo indígena–; en Chile y Uruguay… Fueron los propios militares que obedeciendo a la población abrieron la transición hacia la democracia, sin enfrentamientos armados.

Hoy está claro lo que para muchos no lo era hace cinco años y no hay que recurrir a aventuras golpistas que siempre terminan mal, solo hay que defender la Constitución vigente y la voluntad de la inmensa mayoría de los venezolanos. Coincide el clamor del país por un cambio con la próxima elección democrática (aunque amenazada) y con el papel no partidista exigido a los militares en nuestra Constitución. Como pocas veces antes, la República exige que se restablezca el monopolio legítimo de las armas, hoy violado por los grupos fuertemente armados que se hacen llamar “colectivos” y fueron indebidamente fomentados y protegidos desde el poder. Una república no es solo de civiles, sino que necesita de los militares civilistas garantes de la justicia, de las fronteras y de la paz desarmada de la población; sus armas nos permiten, a todos menos a los delincuentes, andar desarmados y tranquilos.

¿Qué pueden hacer los militares? Simplemente sacar las conclusiones de lo que ven sus ojos y su conciencia y defender decididamente el tránsito pacífico hacia la democracia social. Recordar su deber establecido en la Constitución: “La Fuerza Armada Nacional constituye una institución esencialmente profesional, sin militancia política, organizada por el Estado para garantizar la independencia y soberanía de la nación (…) En el cumplimiento de sus funciones, está al servicio exclusivo de la nación y en ningún caso al de persona o parcialidad política alguna” (art. 328).

Las elecciones venideras son una gran oportunidad para iniciar un cambio a fondo de esta locura suicida.

 

Luis Ugalde

El Nacional 

 

Duras críticas desde Aporrea: La tarea para 2015

Nicolas-Maduro

Los errores cometidos en los últimos meses llevaron a la Revolución a una situación de alto peligro, estamos en los márgenes de un abismo social y político.

El resultado de la política de alianzas ha sido catastrófico: la economía es un desastre, el dólar coquetea con los 200 bolívares, los precios se hacen inalcanzables, son asombrosamente altos. Los partidos burgueses no acaban de pactar con el gobierno; al contrario, lo acechan como carroñeros. Pero lo grave es el alejamiento de la base chavista. Lo errático del discurso del gobierno, la ambigüedad, la incoherencia ha producido un reflujo de las masas que debilita al gobierno al límite de la caída. Algún día alguien estudiará la labor de sabotaje de la derecha interna, que mermó las fuerzas revolucionarias hasta llevarlas a estas condiciones de alerta roja, ahora la tarea es cómo salvarla.

La emergencia se profundiza por la terquedad de los dirigentes al no reconocer frontalmente el peligro, parecen víctimas de un hechizo que les hace vivir en espejismos. El petróleo baja, las masas se retiran, y ellos predican como en la mejor bonanza, confían en que al final llegará «Papá Noel», ahora con los ojos alargados y comprará más petróleo a futuro, más participación en la Faja, más licencia en las minas de diamante y oro, más zonas económicas especiales, es decir zonas especiales de colonización, y así podrán correr la arruga, seguir el consumismo, el derroche, hasta las próximas elecciones.

A la Revolución la acecha una operación de yunque martillo, dos fuertes tenazas se alzan contra ella:

Una, la vía electoral. La oligarquía va a las elecciones parlamentarias con una posición de ganar ganar. Si fracasan gritarán fraude, ya desconocen al CNE, a los poderes; si ganan con su mayoría en la Asamblea harán lo necesario para acabar con el gobierno. Confían ganar, saben que el gobierno tiene delicados problemas de aceptación.

La otra opción es la de un golpe de Estado. Lo preparan con habilidad de orfebre, entramos en el nuevo año con los poderes cuestionados, la operación de desprestigio de la dirección corre con ayuda internacional, ya es normal hablar de la fortuna de los jefes bolivarianos, y nadie desmiente, nadie se defiende. El susurro a los militares aturde, ya el peligro es reconocido por los altos voceros del gobierno que se distraen en zancadillitas, en enroques inútiles, en peleas de centro de estudiantes de la UCV, como en los ochenta.

El cuadro de 2015 es sombrío para la Revolución, no es hora de alabanzas, de adulaciones, mucho menos de silencios, de chantajes. Ya la teoría, las hipótesis, cedieron espacio a la realidad, ese juez inapelable: la vía que tomamos hace poco menos de dos años no dio resultado, nos hundió en tiempos de alto peligro, es necesario construir líneas de defensa.

¿Qué hacer frente a las diferentes posibilidades que nos presenta la derecha externa, la oligarquía, cómo prepararnos para enfrentarlas? Lo primero entender los principales errores de estos últimos meses.

Uno, quizá el principal: la batalla no se decide en lo material, en el reparto, en la invitación al despilfarro, al consumo desmedido. Así sólo se consiguen afectos mercenarios que carecen de profundidad estratégica, al primer obstáculo se desvanecen, migran al mejor postor. La vía mercenaria clientelar no es apta para las grandes hazañas, para la construcción, sólo sirve para destruir, en ella nunca se puede fundamentar un hecho revolucionario. La lucha por el Socialismo es ante todo una obra espiritual, cultural, es instaurar una nueva visión del mundo, integrar a la sociedad, establecer una nueva relación entre los humanos y de estos con la naturaleza, sólo así se justifica la entrega a esa causa.

Segundo, entender que la alianza con los capitalistas no es meramente un problema económico, se trata de un duro golpe a la formación de la conciencia del deber social, al sentido de pertenencia a la sociedad, a los pilares esenciales de la Revolución, del Socialismo. Mucho nos ha perjudicado ese maridaje.

Estos errores han minado la pasión revolucionaria, negarlo es tonto. Es necesario corregirlos. Es urgente una autocrítica sincera, verdadera, profunda, creíble, que restituya la credibilidad del gobierno, esa es la principal tarea para 2015. Un pueblo sin pasión por una causa, sin conciencia, es incapaz de defenderla, sólo sobre la pasión se podrán construir victorias.

 

Toby Valderrama y Antonio Aponte

Dic 01, 2014 | Actualizado hace 9 años
El tamaño descomunal del desastre por Armando Durán

cne

 

A la hora de escribir estas líneas, el panorama nacional luce pavoroso. Ni los pinos canadienses, desesperado exabrupto de populismo chavista, ni el nuevo “dakazo”, con lamentables efectos contraproducentes porque las neveras y lavadoras que se vendan a “precios justos” resultarán insuficientes para satisfacer una demanda explosiva por culpa de los agobios y las privaciones que sufren los ciudadanos, han logrado despejar el horizonte.

El fracaso rotundo del gobierno en la reunión de la OPEP celebrada el jueves en Viena marcó lo que puede llegar a ser un punto de inflexión decisivo en el desarrollo de la grave crisis venezolana. Convertida esta agonía colectiva en un gran desastre nacional, el carácter implacable de la realidad determina la magnitud de los peligros que nos amenazan: tras el rechazo OPEP a reducir la producción de 30 millones de barriles diarios, como proponía Venezuela, al principio en llave con Irán pero al final de la reunión en solitario porque Teherán prefirió entenderse con Riad que con Caracas, el precio de la cesta petrolera venezolana aceleró su tránsito hacia el fondo del abismo a velocidad vertiginosa.

El viernes, con el precio del petróleo amenazando con caer a menos de 60 dólares por barril, el dólar paralelo, único tipo de cambio de veras accesible, ya ha superado el límite de los 140 bolívares por billete verde. Se agudiza así la escasez de productos básicos y medicinas, el precio de lo que todavía se consigue en supermercados y farmacias experimenta nuevos y dramáticos aumentos y los ciudadanos de a pie se asoman a la eventualidad de una hiperinflación desconocida hasta ahora en la historia de Venezuela y compromete seriamente la gobernabilidad del país.

Mientras esto ocurría en el mundo de los hechos reales, Nicolás Maduro celebraba en La Victoria, risueño y feliz, el 22 aniversario del fracasado intento de golpe militar del 27 de noviembre, como si este cúmulo de desgracias no ocurriera en Venezuela sino en algún otro y remoto rincón del planeta. Mientras, la oposición complaciente de la MUD miraba en otra dirección. No se ha conmovido por la agudización de la crisis, por la muerte de 33 reclusos envenenados en la cárcel de Uribana, por la pretensión del régimen de encarcelar esta semana a María Corina Machado, imputada de participar en la patraña de un intento (el último, por ahora) de magnicidio. Para esta oposición inexplicable, todo es parte de un inmenso trapo rojo que agita el régimen para distraer la atención de los ciudadanos de lo único que verdaderamente debe importarles: las próximas elecciones parlamentarias.

De este sinuoso modo, tal como hicieron y justificaron su respaldo al comité de postulaciones designado por el PSUV, esta oposición que se niega a hacer oposición estos días colaborará gustosa en la designación de los tres nuevos rectores del CNE, a cambio de conservar el puesto que deja vacante Vicente Díaz. Por esta razón politiquera y anticonstitucional, ni siquiera han dicho media palabra sobre la intención de Tibisay Lucena y Sandra Oblitas de repetir en sus cargos. En definitiva, si el desastre actual, los asesinatos de Uribana y la persecución de Machado no han perturbado el buen ánimo y el optimismo de la MUD en el futuro, sustentar a toda costa la estructura espuria del CNE y sus inadmisibles condiciones electorales tampoco le harán perder el paso, aunque sepan que, a no ser que el gobierno y la oposición produzcan a muy corto plazo cambios drásticos en la conducción de un Estado que cada día es menos Estado, el tamaño descomunal del desastre nos hundirá a todos en la nada.

 

@aduran111

El Nacional