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Venezuela y la modernidad postergada

@phronimos

El futuro a veces nos atropella. Y es que los años no llegan igual en todas partes, no por aquello de la geolocalización y el tiempo universal coordinado, sino por las brechas económicas, las crisis sociales y los extravíos políticos. No todas las sociedades son capaces de seguir el ritmo histórico que marcan los tiempos.

El siglo XX venezolano se inaugura en 1936, con la muerte de Gómez; así lo sostuvo Mariano Picón Salas y ha formado parte del diagnóstico sociológico de nuestra historia contemporánea.

No solo llegó tarde, a juzgar por la situación actual, parece que aún no lo liquidamos.

Estamos adoptando modos y comportamientos parecidos a los de las sociedades del primer mundo pero por razones muy distintas:

 La prensa escrita desapareció hace años

No por la tecnologización de nuestros medios de comunicación, sino por censura gubernamental, restricciones en la importación de insumos y la pauperización económica de una clase media que ya no puede destinar parte de su presupuesto en mantenerse informado.

 Ya no manejamos efectivo

Pero esto no se lo debemos a la ubicuidad tecnofinanciera típica en EE. UU., Europa o cualquier país asiático, donde se puede pagar solo mostrando el móvil, o a través de google pay, o con alguna suscripción a la tarjeta de crédito (que aquí también desapareció) y hasta con Whatsapp. El efectivo se extinguió por razones políticas que no explicaré aquí y ahora es común ver a la gente haciendo “malabares” en la caja del supermercado para poder pagar una compra.

 Somos un país con bajísimas emisiones de CO2

Pero no por la llegada de Tesla y sus carros eléctricos, ni por políticas gubernamentales en el control de las emisiones. Aquí fue más sencillo: desaparecieron la gasolina y destruyeron el sector automotriz. En el año 2019 se ensamblaron menos de 500 carros en toda Venezuela. Ahora la gente camina más y ha habido un aumento en el uso de bicicletas.

Igual podríamos hablar del consumo de electricidad o del consumo de agua per cápita en el país, que no ha disminuido por concientización ecológica ni por aumento de las tarifas, sino por la destrucción de la infraestructura de todos los servicios públicos.

 Nos adelantamos a Arabia Saudita

Que comienza a pensar un plan país que sustituya la dependencia económica de la explotación de energías fósiles; Venezuela bajó su producción de petróleo a aproximadamente 500.000 bd, es decir, las cifras de nuestro año 1943 y aún no hay un plan pospetrolero porque tanto el gobierno como la oposición solo piensan en la recuperación de PDVSA.

 

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

¿Pescado por medicinas? El trueque es la moneda de cambio en una Venezuela en crisis

Bajo el sol del mediodía, decenas de delgados pescadores esperan descalzos a las orillas de una laguna en Río Chico, en la costa venezolana, para ser los primeros en cambiar su pesca del día por otros alimentos, en un trueque informal que crece en la aquejada nación petrolera.

El trueque se ha convertido en una de las vías que tienen los venezolanos para recibir pagos por la falta de billetes y escasez de productos, además algunos prefieren recibir comida, ya que el dinero no les alcanza para adquirirla y los precios varían dependiendo si el pago es en efectivo o con tarjeta de crédito o debito.

“Aquí no hay dinero en efectivo, solo trueque”, dijo Mileidy Lovera, de 30 años, caminando por la orilla de la laguna con una hielera llena de pescado que su esposo había atrapado temprano, esperando cambiarla por comida para alimentar a sus cuatro hijos o medicamentos para su hijo epiléptico.

En un país con una hiperinflación, donde los billetes son tan difíciles de encontrar como alimentos y medicinas, los venezolanos recurren cada vez más al trueque para realizar transacciones básicas.

“Es un sistema de pago bastante primitivo pero también es primitiva la falta de efectivo en el país “, dijo el economista Luis Vicente León de la consultora Datanálisis.

Según la encuesta Datanálisis de mayo pasado, 3,2 por ciento de la población reporta usar el trueque, cuando en el 2016 ese intercambio ni siquiera se mencionaba como forma de pago.

A diferencia de otros países en la región, el trueque en Venezuela no tiene ubicación ni reglas precisas y está mayormente dominado por el intercambio de comida en una nación en la que la pobreza alcanza a 87 por ciento y donde la población perdió un promedio de 11,4 kilos el año pasado, según un estudio realizado por tres grandes universidades del país.

El presidente Nicolás Maduro culpa de los crecientes precios y la escasez de alimentos y medicinas a la “guerra económica” liderada por la oposición y el gobierno de Estados Unidos.

Los economistas dicen que el banco central no imprime billetes lo suficientemente rápido para mantenerse al ritmo de la inflación que según la Asamblea Nacional, controlada por la oposición, alcanzó casi el 25.000 por ciento anualizada a mayo.

“Prefiero que me paguen con comida”, dijo Julio Blanco, un mototaxista de 34 años mientras espera a los clientes en Catia, al oeste de Caracas. “Acepto transferencias, porque efectivo no se consigue. Hago servicios por comida para poder sobrevivir”.

En La Vega, otra barriada popular del oeste de Caracas, en un local azul claro con puertas de vidrio y un letrero que dice “Barbería Jayko”, trabaja Alfredo Silva, afeitando hombres por unos 30 centavos de dólar al cambio del mercado paralelo.

Silva, de 40 años, acepta transferencias, comida y de fallarle esas opciones, usa otra que revela las complejidades de una simple compra en esta nación petrolera.

El barbero va con su cliente a una carnicería cercana y el carnicero le despacha a Silva el equivalente del costo del corte de cabello en productos, que pueden ir desde carne hasta huevos y embutidos.

En Río Chico, Marvin Guaramato, de 32 años llega a la laguna con el asiento trasero de su auto lleno de productos para intercambiar. En su mano sostiene dos harinas utilizadas para hacer la típica arepa venezolana.

Los pescadores luchan por cambiar sus peces. Al final del día algunos deberán volver a casa con sus pescados y sin productos.

“Hay días que paso hasta 5 horas y no vendo nada, entonces regreso a la casa con el pescado”, dijo Reinaldo Armas, uno de los pescadores que apilaba paquetes de pasta, arroz y harina encima de su cava.

“El menú es pescado al mediodía, pescado en la mañana y pescado en la tarde”, dijo Armas al asegurar que tiene más de un año sin comer pollo por el alto costo de las proteínas.

BCV emite 1.215 millones de billetes y aún es insuficiente para demanda de efectivo

El Banco Central de Venezuela (BCV) continúa colocando nuevos billetes del último cono monetario, los cuales ya habían sido solicitados a las empresas fabricantes internacionales y que han llegado al país durante los últimos meses.

De acuerdo a las estadísticas del organismo, entre enero y abril de este año se han emitido 1.215 millones de nuevas piezas de 500, 1.000, 2.000, 5.000, 20.000 y 100.000 bolívares, menos los de la denominación de Bs 50.000.

Solo en abril se colocaron en manos de los venezolanos unos 260,5 millones de billetes, siendo el de Bs 20.000 el que más se emitió en el período. Dentro de dos meses el gobierno pondrá en marcha el plan de reconversión monetaria o la eliminación de los tres ceros al bolívar, pero aún sigue enviando nuevas piezas a los bancos del país.

Estos montos – sin embargo – siguen siendo insuficientes para atender la demanda de efectivo de la población, ya que las entidades financieras públicas y privadas continúan restringiendo la entrega de efectivo a sus clientes tanto por taquillas como por cajeros automáticos.

Según cifras mostradas por la consultora Econométrica en un reciente informe, la relación entre el efectivo en circulación y la liquidez monetaria en el país se encuentra actualmente en 2,4%, cuando de acuerdo al nivel de bancarización y la formalidad de la economía venezolana, este ratio debería ubicarse alrededor de 14% para que no se produzca escasez de efectivo. Desde 2016, este ratio ha venido deteriorándose sostenidamente y, para el 25 de mayo, alcanzó un mínimo histórico.

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