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El Lago de Maracaibo libra una batalla contra los derrames de petróleo y las cianobacterias
Frente a la falta de transparencia en gestión ambiental y al acceso a la información pública, el Lago de Maracaibo y otros embalses de agua potable en Venezuela sufren de floraciones de cianobacterias que atentan contra el equilibrio ambiental y sanitario de la población
Mariana Hernández, bióloga de LUZ: «Es posible que la semana próxima ya no veamos esas floraciones de cianobacterias, conocidas como “verdín”, en el lago. Pero esto no quiere decir que la calidad del agua ha mejorado, sino que las corrientes y condiciones han cambiado»

Fotografía: Henry Chirinos (EFE)

Entre derrames de petróleo, acumulación de plásticos y aguas color verde el Estado venezolano celebró los 200 años de la Batalla Naval del Lago de Maracaibo, conflicto bélico que concretó la independencia del país un 24 de julio de 1823. 

Después de 10 años de denuncias sobre el desbalance ecológico del estado Zulia, Nicolás Maduro anunció un «plan especial» para descontaminar el lago. Pero la sociedad civil advierte que el representante del Partido Socialista Unido de Venezuela no es transparente al mencionar el proceso ni las instituciones científicas detrás de este plan de gestión de riesgos ambiental y sanitario. 

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), cuando un lago o un embalse presentan una coloración verde es porque tienen grandes concentraciones de algas microscópicas y cianobacterias, unos organismos que hacen fotosíntesis (como las plantas) y que flotan con las corrientes de agua. Las cianobacterias florecen cuando un lago está eutrofizado, cuando recibe muchos componentes orgánicos e inorgánicos de las aguas servidas, de los desechos agrícolas y urbanos y, en cierta medida, de los derrames petroleros.

 

«Las cianobacterias están presentes en la mayor parte del mundo, allí no hay problema si las concentraciones son bajas, casi indetectables. El problema es cuando florecen y dan esas manchas verdes. Ese es el síntoma de la enfermedad que es la hipereutrofización. Al no tener una respuesta informada por parte del Estado se está violando el Derecho Humano al agua y al saneamiento, así como otros derechos articulados como la salud y a un trabajo digno», dijo Alejandro Álvarez, director del Observatorio Venezolano de Derechos Humanos Ambientales (Ovdha)

Un equipo de Laboratorio de Microbiología de la Universidad del Zulia (LUZ), conformados por los científicos Beltrán Briceño, Alexandra Vera y Charity Andrade, informó que una de las cianobacterias que cubre de verde al Lago de Maracaibo es del género Microcystis, una especie que produce una toxina llamada Microcistina L-R que es dañina para la salud humana porque degrada las funciones del hígado. 

Pero advierten que la capa de microalgas y cianobacterias que cubre cerca del 70% del Lago es solo la superficie de un problema a nivel nacional

Sin mediciones científicas

«No podemos asegurar todavía que estas cianobacterias producen toxinas que afecten a la fauna. En este sentido, LUZ y la Red Venezolana de Profesionales por la Naturaleza (ONG Akehe) están haciendo esas mediciones bioquímicas. El peligro es doble: no sabemos si se están produciendo toxinas y la gravedad de éstas. Todos los florecimientos de cianobacterias pueden volverse nocivos, entonces el impacto a la salud pública puede ser grave», aseveró Randi Guerrero, biólogo y especialista en ecosistemas acuáticos de LUZ. 

La OMS publicó en el año 2021 la segunda edición de su manual para la gestión de riesgos y prevención de floraciones de cianobacterias. En ese documento se estima que se deben hacer una muestra semanal a los lagos y embalses. La línea de alerta sanitaria y medioambiental es si una muestra de un mililitro de agua tiene más de 10.000 células de cianobacterias.

Pero Guerrero advirtió que las mediciones de cianobacterias de consulta pública más recientes son desde el 2021 por la Facultad de Ciencias de LUZ. «Estamos en total desconocimiento con respecto a la medición del impacto de esta floración de cianobacterias en Zulia. ¿Por qué? Porque la ciencia se ha dejado a un lado en el país: las universidades no tienen presupuesto para sus investigaciones. El único presupuesto que tiene LUZ es para el pago de sus profesores», dijo.

Calculó que un reactivo de 50 mililitros para teñir una microalga de una muestra y poder identificarla cuesta alrededor de 50$, mientras la mensualidad de un profesor en una universidad pública, como LUZ, no alcanza los 20$. «Si no hay financiamiento por parte del Estado y de las instituciones públicas, no podemos saber cómo está el Lago de Maracaibo, y no podemos tomar medidas a tiempo». 

«El Lago de Maracaibo siempre ha sido eutrófico, siempre ha tenido evidencia de una gran cantidad de nutrientes y una presencia, pequeña, de cianobacterias. Pero en este momento no tenemos la investigación científica para confirmar si el lago pasó a un nivel hiper eutrofizado. A pesar de que podemos ver el problema, no podemos concluir nada hasta cuantificar y comparar con épocas anteriores», explicó.

El biólogo de LUZ agregó que esta reciente floración de cianobacterias puede tener relación con el periodo climático de El Niño, ya que las cianobacterias se favorecen de la alta radiación solar, del calor y de la disminución de las corrientes de viento. «Pero no sabemos, no tenemos forma de establecer el origen de esta floración. El ICLAM (Instituto para el Control y la Conservación de la Cuenca del Lago de Maracaibo) no aporta datos y estamos en total desconocimiento. No sabemos el detonante». 

Riesgo medioambiental

El problema con las cianobacterias no se queda solo en los desechos agrícolas y urbanos que se descargan al estuario: los derrames de petróleo juegan un papel en la floración de Microcystis. Solo entre enero y junio del 2023 el Ovdha constató 23 fugas de crudo vertidas al Lago de Maracaibo, algunas con una extensión de 185 kilómetros cuadrados. 

«La dinámica del Lago de Maracaibo es particular, porque la solución acuosa del  petróleo, que ocurre con cada derrame, perjudica el crecimiento de las microalgas y reduce la competencia de las cianobacterias para buscar nutrientes en el ecosistema. También se ha reportado que las cianobacterias pueden aprovechar el petróleo para extraer nutrientes de su entorno. Como son organismos primitivos, están más adaptados a condiciones poco favorables para otros seres vivos», recalcó Guerrero. 

 

Para Mariana Hernández, bióloga de la Universidad del Zulia (LUZ) y líder del proyecto medioambiental  Biciola, los programas de mitigación corren bajo la responsabilidad del Estado venezolano. Una actividad que debe hacerse de forma constante, ya que los ecosistemas son una red de interacciones complejas, donde el desbalance de una parte significa el deterioro de todo. 

«Es posible que la semana próxima ya no veamos esas floraciones de cianobacterias, conocidas como “verdín”, en el lago. Pero esto no quiere decir que la calidad del agua ha mejorado, sino que las corrientes y condiciones han cambiado: con olas de calor, la intensificación de los derrames petroleros, la deforestación en la cuenca alta y la falta de monitoreo, estamos condenados a repetir estos episodios de manera frecuente, porque todas las condiciones están dadas para eso», agregó Hernández, quién también hace un posgrado en la Universidad de Manchester.

Hernández coincide con los parámetros de la OMS en el control de riesgo estatal: debe existir transparencia en el manejo de recursos de las instituciones públicas encargadas de la conservación de los lagos y embalses y en la información científica sobre los monitoreos constante sobre la calidad del agua, así como implementar regulaciones más estrictas sobre el manejo de desechos sólidos, derrames petroleros y deforestación. 

«También es importante generar estrategias con otros entes políticos, como el gobierno de Colombia y las gobernaciones andinas. La Cuenca del Lago de Maracaibo (así como otros cuerpos de agua continentales) está compartida por varios gobiernos. El saneamiento de los ríos y el cuidado de los bosques y manglares es importante para una buena recuperación del ecosistema lacustre», precisó. 

Desde la sociedad civil, Hernández señala algunas de las actividades para mejorar el ecosistema lacustre, como la denuncia de talas indiscriminadas y derrames de petróleo, el apoyo de organizaciones locales medioambientales, fomentar la reducción de productos químicos, como fertilizantes, y participar en campañas de limpieza y reciclaje de residuos que fomentan las ONG del Zulia. 

«No sabemos hasta dónde puede llegar el daño de las cianobacterias, pero el riesgo es inminente. Las cianobacterias generan una capa que evita la entrada de luz solar al lago. Eso daña a toda la fauna que vive en el fondo: allí se entierran las almejas y los poliquetos, gusanos que sirven de alimento para los peces, para el cangrejo azul y para los camarones. Todos pueden estar contaminados y van acumulando toxinas antes de llegar al consumo humano. También hace más difícil la remoción de metales pesados en el agua por los años de derrames petroleros que tiene el ecosistema. Ahorita ningún animal supera la talla registrada para la pesca, todos son más pequeños», agregó Guerrero. 

Florecen en otros embalses 

Para el biólogo Ernesto González, jefe del Laboratorio de Limnología de la Universidad Central de Venezuela (LL – UCV) y profesor del Instituto de Biología Experimental de la UCV, una de las razones principales de la proliferación de cianobacterias en los lagos y embalses del país se debe a las aguas servidas y fertilizantes agrícolas que no han sido reguladas por un decreto promulgado en octubre de 1995.

«El ministerio expone que, legalmente, se cumple con los protocolos de control de desechos y vertidos. Pero el decreto número 883, una norma para clasificar los cuerpos de agua continentales y regular los desechos que se vierten en ellas, establece que los compuestos con fósforo y nitrógeno —presentes en aguas negras, desechos agrícolas y detergentes—, los principales elementos que nutren a las cianobacterias, es de 10.000 microgramos por litro (0,01 gr/l). Los problemas de eutrofización y las proliferaciones de cianobacterias se comienzan a notar con concentraciones de apenas 20 microgramos por litro (0,000002 gr/l)», dijo el experto en ecosistemas de aguas continentales de la UCV.  «Al momento de la promulgación del decreto, se buscaba que todas las industrias cumplieran con la norma para luego ir ajustando los valores, pero ahora es una regla excesiva que debe actualizarse». 

González comenta que el Lago de Maracaibo no es el único cuerpo de agua con alta concentración de cianobacterias, donde el agua es verdosa y está eutrofizada. El Lago de Valencia y numerosos embalses del centro y el occidente del país tienen esas condiciones sanitarias y ambientales, en algunos casos en embalses que surten de agua «potable» a las ciudades más pobladas del país. 

 

«Los lagos y embalses son la caja de resonancia de todo lo que pasa en sus cuencas: en los ríos, en las costas y en los bosques y urbanizaciones que los rodean. Existen varios casos de lagos y embalses eutrofizados en Venezuela: está el Lago de Maracaibo, el Lago de Valencia, el embalse de Camatagua —que suministra a Caracas—, el embalse Pao-Cachinche —que vierte agua “potable” a Valencia, Maracay y San Carlos— y el embalse Tulé —que le surte a Maracaibo—. Todos ellos presentan periodos de floraciones de cianobacterias que deben ser atendidas», agregó González. 

Riesgos para la salud

La Red Interamericana de Academias de Ciencias (IANAS) establece que la eutrofización de los embalses y lagos de América del Sur por contaminación del ser humano es un problema medioambiental y sanitario generalizado. Venezuela es el único país de la región que no tiene datos actualizados sobre la calidad de sus aguas desde el 2010

La OMS e IANAS establecen que el hacer actividades recreativas o vivir cerca del agua contaminada con cianobacterias es un motivo de riesgo y atención sanitaria ya que es suficiente para generar irritaciones en la piel, en los ojos, en la nariz y en la boca. Los síntomas de irritación por contacto con cianobacterias son el resfriado, la irritación cutánea, bucal y nasal, así como cuadros de diarrea

Al ser unos síntomas comunes con otras enfermedades, la OMS establece que las poblaciones que viven cerca de las orillas de un lago eutrofizado con cianobacterias debe acudir al médico apenas tenga sospecha de la irritación

«También el Ministerio de Ecosocialismo y Agua dice que no hay riesgo porque los riesgos hepáticos por la Microcistina L-R normalmente ocurren cuando se ingiere el agua. Y nadie está tomando agua del Lago de Maracaibo. Pero no es solo el consumo lo que degrada la salud: el aerosol, las gotas de agua llevadas por el viento, arrastra los seres microscópicos y, como la concentración de cianobacterias es tan alta, genera irritación por las dermatoxinas», enfatizó el ingeniero sanitarista Manuel Pérez. 

Tanto Pérez como González aseguraron que el sistema sanitario nacional no tiene los recursos para monitorear los casos de contaminación por cianobacterias, por lo tanto el Estado debe reforzar sus campañas comunicacionales y educativas sobre el saneamiento de embalses y lagos para controlar las futuras floraciones. Pérez, por u parte, denuncia que ha llevado este tema a los Exámenes Periódicos Universales de la ONU para Venezuela desde el 2011

«Lo mejor que se puede hacer es controlar la entrada de nutrientes desde los distintos ríos y las urbes. Es un plan de saneamiento grande, porque sigue entrando una gran cantidad de nutrientes para estas cianobacterias. A diferencia de la proliferación de la Lemna, una planta acuática que también florece en agua eutrofizadas, el viento no puede separar a las células de Microcystis fácilmente. En Venezuela no hay cultura para tratar estos problemas, lo que genera un riesgo a la salud pública, sobre todo en los embalses donde se distribuye el agua para el consumo», reflexionó González. 

Hepatitis desborda las búsquedas de Google en Caracas

@mpaolams

¿Qué tienen en común Ghana, Nigeria, Uganda y Venezuela? Son los países donde más se ha buscado la palabra “hepatitis” en Google en los últimos tres meses. Pero mientras las búsquedas de los primeros países se han mantenido en los últimos doce meses, e incluso decrecido, las de Venezuela van en aumento.

Entre abril y junio de este año las consultas médicas de Caracas empezaron a recibir más pacientes con síntomas de Hepatitis A, una infección del hígado sumamente contagiosa causada por ingerir alimentos o agua contaminados con materia fecal.

Desde entonces, la cantidad de pacientes con hepatitis A no se ha detenido. De hecho, ha aumentado. El gastroenterólogo Jorge Landaeta afirmó que tan solo en la primera semana de septiembre recibió 30 pacientes con el virus. La anterior había recibido 20.

Junto a los casos, las búsquedas de “Hepatitis” y “Hepatitis A” en Google también aumentaron en el país los últimos meses. Específicamente, entre junio y octubre, Venezuela se posicionó como el cuarto país en interés por el término “hepatitis”,aumento de 50 de interes, superado por los países africanos Ghana, Nigeria y Uganda.

El análisis por ciudades de Google Trends indica que Caracas fue la que presentó mayor interés en la búsqueda de la enfermedad, con un tope de 100 entre junio y septiembre, seguido por Lagos, una ciudad portuaria de Nigeria que puntea 80. Guárico y Maracaibo también aparecen entre las primeras 10 ciudades en aumento de interés por el término al incluir las ciudades que registran menos búsquedas.

El incremento en el interés de los venezolanos por buscar información sobre el virus comenzó a inicios de 2018 tras haberse mantenido a niveles normales durante los últimos cinco años.

Tomar el nivel de búsquedas de una enfermedad como un indicador del comportamiento de una epidemia ya había sido hecho por médicos venezolanos con el término “dengue” entre 2004 y 2014, quienes determinaron que las búsquedas se correlacionaron con el volumen de casos reportados, según el estudio publicado en el International Journal of Medical Informatics.

En este caso, el modus operandi podría estarse repitiendo. “Los que atendemos pacientes con enfermedades infecciosas en el área metropolitana de Caracas hemos visto más pacientes con hepatitis A de lo que habíamos visto históricamente”, comentó el médico internista infectólogo Julio Castro. “Eso da un indicio de que algo está pasando”.

Sin embargo, conocer la cifra oficial de casos de hepatitis y declarar una epidemia, aunque en definitiva existe un brote, resulta difícil. En primer lugar porque al ser un virus común, no se cataloga como una enfermedad de anuncio obligatorio para el Ministerio de Salud, y en segundo porque el boletín epidemiológico no se publica de manera contínua desde finales de 2016.

Existe otro indicio de que la cantidad de casos es mayor a la normal para un país como Venezuela. Durante el primer semestre del año fallecieron dos personas en Caracas por hepatitis fulminante. El primer paciente fue registrado en mayo en la Policlínica Metropolitana de Caracas, y de acuerdo a Castro, no sufría de otras enfermedades. Semanas después, en junio, ocurrió la muerte del médico y profesor de la Universidad Central de Venezuela (UCV) de la escuela Vargas, Dimas Hernández, quien tenía semanas con la enfermedad.

Estas dos muertes por hepatitis resultan “una cosa extremadamente rara” para Castro, ya que es un virus con una tasa de mortalidad muy baja, de uno por cada 150.000 afectados, por lo que considera que, según las probabilidades, en el área metropolitana podrían haber más de 300.000 personas con la enfermedad.

La multiplicación de los casos ha llevado a que el virus no solo sea algo común en las consultas, sino dentro de las mismas comunidades. Incluso el excandidato presidencial y pastor evangélico, Javier Bertucci, sufrió el virus.

 

La fuente de la hepatitis

“El riesgo de infección por el virus de la hepatitis A se asocia a la falta de agua salubre y a las malas condiciones higiénicas (manos sucias, por ejemplo) y de saneamiento”, es uno de los primeros indicadores que arroja la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre el virus hepático.

En Venezuela, las fallas en el servicio de agua son el cuarto motivo de protestas a nivel nacional, con al menos 260 manifestaciones por agua registradas hasta agosto por el Termómetro de Calle que realiza Runrun.es junto a Tal Cual y El Pitazo.

Justamente los estados con los más altos números de protestas por agua durante el primer semestre fueron Miranda con 72, seguido del Distrito Capital con 37, y Lara con 30.

Tales fallas provocan que el suministro promedio de agua corriente para el 30% de la población del país haya sido de dos días según Prodavinci, razón por la cual los habitantes deben buscar vías alternas para acceder al servicio, lo que no asegura la salubridad del agua.

Como en la zona sur del municipio Bolívar del estado Táchira, fronterizo con Colombia, donde según el concejal Carlos Chacón ha denunciado que más de 50 personas padecieron de hepatitis A en julio por la falta de agua potable.

«Al no existir agua potable es fácil para cualquier virus expandirse, esa cifra de 50 personas puede hasta duplicarse. No tenemos una cifra exacta ya que no existe ni información oficial y varias de estas personas han sido atendidas en centros de salud privados”, declaró Chacón a El Nacional.

El sector no recibe el servicio de agua con normalidad desde el 22 de diciembre de 2017, cuando empezó a llegarles solo tres días a la semana, según el concejal.