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Armando Janssens

Un amor que vino de Bélgica… Por Carolina Jaimes Branger

YO ESPERABA LA NOTICIA de un momento a otro. Unos días antes Susana Raffalli me había escrito diciéndome que buscaban donantes de sangre para él. Y con la humildad que le fue característica toda su vida, pidió que no hicieran nada más para prolongarle la vida. Tres horas después fallecía el hombre santo que, habiendo nacido en Bélgica, dedicó su vida y su apostolado a Venezuela: el Padre Armando Janssens.

Lo conocí hace muchos años, ya no recuerdo cuántos. Nos hicimos amigos… ¿quién que lo conociera podía no hacerse su amigo? El Padre Janssens era un pozo de bondad, un bálsamo para el alma. Un hombre bueno en toda la extensión de la palabra. Dedicó su vida a trabajar por y para los más desposeídos. Los últimos años de su vida se sentía literalmente apaleado del dolor de ver lo que pasaba en Venezuela.

No voy a hablar de su obra, que ha sido reseñada abundantemente –como él lo merecía- por todos los medios de comunicación social. Quiero más bien recordar uno de los momentos más entrañables que pasé con él, momento del que también fue protagonista mi querido amigo el Rabino Pynchas Brener. Todos miembros de la Fundación Conciencia Activa, regularmente organizábamos tertulias sobre temas trascendentes, con invitados de lujo, de ésos que lo dejan a uno con ganas de escuchar más. En aquella tertulia a la que me refiero, los ponentes eran el Padre Janssens y el Rabino Brener. El tema, “¿Qué y quién es Dios?”.

Ustedes pensarán que ese tema da para un seminario, una carrera universitaria, un doctorado y no se agota. Es cierto. Pero ambos ponentes fueron tan brillantes, cada uno en su estilo, que las conclusiones de cada uno fueron memorables. La del Rabino Brener fue que Dios es la Justicia. ¡Y es que vivir sin justicia es un infierno, si lo sabremos los venezolanos!

Para el Padre Janssens, Dios es el Amor. No podía ser de otra manera. Un ser que amó profundamente a su prójimo, tenía que estar seguro de que Dios es el Amor. La mañana siguiente de su fallecimiento, el Rabino Brener me escribió preguntándome a quién había que darle el pésame, porque él quería llamar a alguien. “A toda Venezuela”, fue mi respuesta. El duelo debería haber sido nacional. Gracias, querido Armando, por tu vida tan hermosa, tan profunda, tan fructífera, dedicada por entero a mi país.

@cjaimesb

El padre Janssens quería que Venezuela fuera un país de gente feliz

Cofundador de Cesap y otras iniciativas de desarrollo social, el sacerdote nacido en Bélgica falleció a los 85 años de edad

Llegó a la parroquia Lídice, en Caracas, en marzo de 1965. Vino a trabajar con jóvenes de los liceos públicos y más nunca se fue del país. “Yo me enamoré de Venezuela”, le dijo a Milagros Socorro en una entrevista publicada en El Nacional en el año 2008. Armando Janssens (Amberes, Bélgica, 1933), Doctor en Sociología  de la Universidad de París IV y cofundador de Centro al Servicio de la Acción Popular (CESAP), Sinergia, Bangente, Proadopción y Conciencia Activa, murió en Caracas la noche del domingo 30 de diciembre a los 85 años de edad después de haber visto en progreso y el declive del país que amó.

“Cuando llegué a Venezuela, la democracia estaba en su mejor momento. Yo vi crecer el país. Vi al sector popular crecer con escuelas, hospitales, universidades, carreteras. Vi construir el hospital de Magallanes, ¡un tronco de hospital! Llegué a pueblos donde el día antes habían instalado la electricidad. Sentí que estaba participando en una historia de progreso, especialmente para los sectores populares”, le contó a Socorro cuando cumplió 75 años.

“Sí que voy a celebrar su vida. Pero Janssens es de esos seres que primero se duelen al partir”, escribió en su cuenta de Twitter la nutricionista experta en acción humanitaria Susana Raffalli. El economista Asdrúbal Oliveros, director de Ecoanalítica, también publicó sus condolencias: “Tarde me entero de la muerte del padre Janssens, un héroe y santo moderno. Confío que desde el cielo pedirá por Venezuela, el país que hizo suyo y al que tanto amó”.

En un artículo publicado en abril de 2017 en la Revista SIC, Janssens continúa hablando de planes para el país: “Nuestro objetivo no es el poder –eso se lo dejamos a los partidos– sino más bien la reconstrucción de la convivencia cuidada (…) Formemos no solo un dique para detener este tsunami de malas situaciones, sino que también logremos una sola voz, una sola acción y un solo resultado: un país de gente feliz”.