Los BRICS: ¿Punto de apoyo para Maduro?
El gobierno tiene como meta estratégica ingresar al grupo del que espera obtener apoyo para darle piso a la recuperación de la economía, pero el país tiene limitaciones que lo mantienen en la periferia de la inversión extranjera
La reelección de Nicolás Maduro a través de unas elecciones cuestionadas y no reconocidas por Estados Unidos, Europa y la mayoría de los países de América Latina mantendrá al país al margen del financiamiento de los multilaterales, en la periferia del crédito internacional y con opciones limitadas para captar inversión extranjera.
Pero el mandatario venezolano recurre a los BRICS para impulsar la idea de una economía a las puertas de una etapa de expansión y crecimiento vigoroso. El ingreso y mayor acercamiento al grupo formado por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica y al que en enero de este año se sumaron Emiratos Árabes Unidos, Irán, Egipto y Etiopía (Arabia Saudita aun no culmina su adhesión) es una meta estratégica.
“Inversionistas de los BRICS llegan como lluvia, bienvenidos los BRICS”, dijo Maduro el pasado 8 de agosto sin precisar detalles y recientemente afirmó que “Venezuela está orientada desde hace muchos años ya, pero hoy más que nunca, hacia los BRICS”
“Tecnología con los BRICS, mercados con los BRICS, capital fresco para invertir con los BRICS, socios seguros con los BRICS. Los BRICS ya no se transforman en una opción, ya tiene que ser una vocación de trabajo porque es el mundo del futuro”, agregó.
Tras la debacle que la redujo a la cuarta parte la economía venezolana se estabilizó en el fondo con un crecimiento débil, concentrado en pocos sectores. Para crecer a altas tasas de forma sostenida y mejorar la calidad de vida de la mayoría de la población es necesario, entre otras cosas, atraer inversión extranjera.
Cuando empresas extranjeras con capital, tecnología y capacidades adquieren una participación importante en compañías locales o inician operaciones con una visión de largo plazo, aumentan la productividad, el empleo y la riqueza.
El gobierno trabaja afanosamente para que Nicolás Maduro sea invitado a la próxima cumbre de los BRICS a celebrarse en Rusia el próximo 22 de octubre y lograr que Venezuela sea admitida como nuevo miembro, pero aun no hay confirmación sobre avances concretos en este sentido.
El 26 de septiembre Bloomberg reportó que, de acuerdo a funcionarios brasileños, Venezuela no está incluida en la lista de países a ser invitados a la cumbre. A diferencia de China y Rusia, Brasil, también fundador del grupo, no ha reconocido el triunfo de Maduro en las elecciones presidenciales del pasado 28 de julio.
De lograr ingresar o continuar con el acercamiento al grupo los BRICS, ¿el país va a recibir inversiones en montos que moverán la aguja del desarrollo?
Más que ideología
Un elemento a favor del gobierno es que la afinidad geopolítica se ha convertido en un factor relevante para la inversión extranjera. El trabajo de los economistas Shekhar Aiyar, Davide Malacrino y Andrea Presbitero, Investing in friends: The role of geopolitical alignment in FDI flows es relevador.
La investigación, que analiza datos de dos décadas, demuestra que la probabilidad de que se concrete una decisión de inversión extranjera es más del doble en países alineados geopolíticamente.
Pero no basta con este factor. Desde hace años Venezuela ha estado alineada con la visión geopolítica de miembros clave de los BRICS como China y Rusia y la inversión no ha fluido en los montos esperados por Nicolás Maduro.
La Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (Unctad) estima que en 2023 Venezuela recibió inversión extranjera por 688 millones de dólares, un monto enano en la región. República Dominicana, por ejemplo, captó cuatro mil millones y Guyana siete mil millones.
Litsay Guerrero, experta en integración económica, explica que “Venezuela no es un país atractivo cuando un inversionista evalúa temas esenciales como el mercado local, facilidades para exportar a países cercanos, seguridad jurídica y los mecanismos para resolver controversias”.
Uno de los aspectos a tomar en cuenta es que a la inestabilidad política, un mercado local pequeño y el riesgo de que se endurezcan las sanciones de Estados Unidos se añade que la Ley de Inversión Extranjera Productiva, vigente desde 2017, es problemática.
Por ejemplo, la ley indica que “en casos de fuerza mayor o situaciones económicas extraordinarias” el gobierno puede impedir la repatriación de entre 60-80% de las utilidades de las empresas.
Además, las empresas tienen que firmar un contrato de inversión con un organismo creado por el gobierno, sobre el que no hay mayores especificaciones y tienen prohibido otorgar donaciones o aportes a organizaciones no gubernamentales o asociaciones civiles “sin el consentimiento del órgano o ente competente”.
Litsay Guerrero destaca que “puede haber alguna oportunidad desde el punto de vista de comercio, pero teniendo en cuenta que el país no tiene ningún acuerdo comercial con integrantes de los BRICS salvo con Brasil, porque es miembro del Mercosur”.
A la lista de problemas se ha sumado un nuevo elemento. Desde el pasado 28 de junio Venezuela está bajo vigilancia reforzada para el Grupo de Acción Fiscal Internacional (Gafi), un organismo intergubernamental que combate el blanqueo de capitales y el financiamiento al terrorismo o a la proliferación de armas de destrucción masiva.
Los países bajo esta condición ingresan a la lista gris y, básicamente, significa que el Gafi detectó deficiencias relevantes en sus sistemas de prevención y que el gobierno asume el compromiso de superarlas en el menor tiempo posible.
El Gafi forma parte de una red global, junto a organismos regionales, que actúa sobre más de 200 países. Al incluir a un país en su lista gris no exige que se intensifiquen las comprobaciones debidas o due dilligence, pero es un elemento a tomar en cuenta en los análisis de riesgo.
La percepción en los bancos es que existe un mayor riesgo e intensifican los controles para la movilidad del dinero. Además, se desincentiva la inversión extranjera, es por esto que los 21 países que están en la lista gris cooperan para salir de ella cuanto antes.
El petróleo
Para la administración de Nicolás Maduro es esencial elevar la producción de petróleo, el producto que provee más de dos tercios de los dólares que ingresan al país. Expertos consideran que la ley que obliga a ser socio minoritario de Pdvsa, la menoscabada empresa del Estado, o la elevada carga fiscal, no ayudan a captar inversión extranjera.
Pero el gobierno cuenta con la Ley Antibloqueo, que le permite desaplicar otras leyes, efectuar transacciones de forma confidencial e incorporar cláusulas de arbitraje internacional en los contratos.
A través de esta Ley y las licencias que ha otorgado Estados Unidos a compañías como Chevron, Repsol y Maurel & Prom han firmado contratos para reanudar operaciones y cobrar lo que les debe Pdvsa.
La inversión en petróleo de miembros de los BRICS ha sido muy comedida, de hecho, la producción creció desde un promedio de 684 mil barriles diarios en 2022 a 874 mil barriles diarios en agosto de este año, pero el aumento se debe a la actividad de Chevron, una empresa estadounidense.
“Tenemos que preguntarnos qué tan efectiva es la Ley Antibloqueo respecto a la producción y empresas nuevas en el sector petrolero. Empresas de China, Rusia e India ya tienen campos en la Faja del Orinoco”, dice Litsay Guerrero.
China en el tablero
La relación financiera entre China y el chavismo se construyó principalmente sobre el sector petrolero. China, el principal consumidor del mundo, entregó créditos a borbotones a Venezuela, un país con gigantescas reservas que se comprometió a pagar con barriles.
Según la Base de Datos de Financiación China-América Latina del Diálogo Interamericano entre 2007-2015 Venezuela recibió créditos por 59 mil millones de dólares, un monto que supera a Brasil, Ecuador, Argentina y Bolivia en conjunto. Luego, entre 2015-2018, hubo financiamiento en menor escala, limitado al sector petrolero.
El dinero se dilapidó y no fue utilizado para aumentar la producción petrolera, diversificar las exportaciones o mejorar la infraestructura. Faraónicos proyectos ferroviarios, por ejemplo, hoy son solo ruinas.
Venezuela paga la deuda con envíos de petróleo y por ahora no ha habido anuncios de nuevos créditos. Se estima que aún le queda por pagar alrededor de 15 mil millones de dólares.
En septiembre de 2023, durante la visita de Maduro a China, no hubo anuncios de nuevos créditos y el presidente de la Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma, Zheng Shanjie, mencionó la deuda destacando que “en los últimos años se ha reajustado el reembolso aliviando la carga de pago”.
Derrocar al dólar
Expertos interpretan la ampliación de los BRICS como una herramienta de China para impulsar un nuevo orden global y crear un contrapeso al G7, el bloque formado por Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón, Reino Unido y la Unión Europea.
La declaración de los BRICS tras la cumbre de Sudáfrica en agosto de 2023, demandó la reforma del Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, la Organización Mundial de Comercio y la ONU por considerar que no se ajustan a las necesidades de los países en desarrollo.
El grupo es una mezcla de democracias como India, Brasil y Sudáfrica; autocracias como China, Rusia, Irán, Egipto y Etiopía y monarquías como Emiratos Arabes Unidos.
Además es extremadamente diverso en lo económico y hasta ahora no ha avanzado en la idea de una moneda común o en reglas para crear una zona de libre comercio o la protección a las inversiones.
Hay un objetivo que une a todos los miembros del BRICS: el deseo de erosionar la supremacía del dólar en el sistema financiero internacional para ser menos vulnerable a las sanciones que puede imponer Estados Unidos o a los cambios en la política monetaria de la Reserva Federal
Durante los últimos dos años el grupo ha impulsado el uso de otras monedas en el comercio mientras que China, como potencia emergente, busca elevar el protagonismo del renminbi.
No obstante, el reinado del dólar aun no luce en peligro. Datos de Atlantic Council afirman que el dólar sigue siendo utilizado en 88% de las transacciones en el comercio internacional.
La fe en las instituciones que respaldan la moneda de Estados Unidos, junto a la enorme liquidez de su mercado de capitales, indica que el dominio del dólar seguirá presente en la economía global.
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