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La economía se debilita y crece el riesgo de una recesión

La contracción en las ventas, la caída de la producción industrial y los bajos salarios que limitan la demanda crean un entorno de fragilidad. La actividad petrolera emite signos de mejoría pero necesita reformas para crecer de forma sostenida

@VSalmeron

 

Tras un incipiente crecimiento que despertó el optimismo, la economía venezolana comenzó a flaquear en el segundo semestre del año pasado. El colapso del bolívar aceleró la escalada de los precios, las familias redujeron el consumo y la caída en las ventas golpeó al comercio y las empresas recortaron la producción.

El Banco Central oculta las cifras oficiales pero el Observatorio Venezolano de Finanzas reporta un declive de la economía de 8,3% en el primer trimestre mientras que el índice de ventas del comercio en Caracas que elabora Ecoanalítica registra caídas consecutivas en los seis meses del lapso diciembre-mayo de este año.

Regresó la percepción de crisis. Datanálisis indica que en abril ante la pregunta ¿cómo evalúa la situación del país en la actualidad? El 77,8% de los venezolanos se inclina por negativa, un aumento de 22 puntos porcentuales respecto a octubre de 2022.

¿Qué va a ocurrir en lo que resta de año? Todo apunta a un escenario de mínimo crecimiento en el que no se descarta la posibilidad de retroceder a una recesión, es decir, que la economía deje de crecer y se reduzca.

La mayoría de los economistas considera que una recesión comienza cuando el valor de los bienes y servicios producidos en un país, conocido como el producto interno bruto, cae durante dos trimestres consecutivos.

Petróleo limitado

El petróleo juega un rol clave como fuente de divisas e ingresos para la caja del gobierno, al mismo tiempo que impulsa la actividad de las empresas que les proveen servicios. Por ahora, el escenario es de precios inferiores a los del año pasado y una producción que está creciendo pero que necesita reformas para continuar en alza sostenida.

El 13 de junio el barril de crudo Brent, la principal referencia en el mercado, se cotizó en 74 dólares, una magnitud que se traduce en un descenso de 39% respecto a los 122 dólares de hace doce meses.

Si bien analistas esperaban un rebote importante en los precios, por ahora los recortes de producción de la OPEP no han tenido mayor efecto, la demanda de China no crece lo suficiente como para generar un impacto relevante y Rusia, a pesar de las sanciones, sigue exportando petróleo a China e India.

El Oxford Institute for Energy Studies espera un aumento del precio en el segundo semestre pero a un nivel muy inferior a los del año pasado. El instituto proyecta que este año el precio del Brent promediará 85 dólares el barril y Ed Morse, director de investigación de materias primas de Citigroup, coincide con esta visión.

Desde su punto de vista el precio promedio del Brent no superará los 82 dólares el barril este año y el próximo estará por debajo de este nivel.

Un elemento clave es que Venezuela, por las sanciones y la calidad de sus crudos, coloca en el mercado sus barriles con un enorme descuento respecto al Brent. Para que el petróleo impulse el crecimiento de forma importante entonces se requiere un alza relevante en la producción. Que no luce factible.

De acuerdo con la información entregada por el gobierno a la OPEP, en abril la producción de Venezuela se ubicó en 810 mil barriles diarios y en mayo aumentó ligeramente hasta 819 mil barriles. Esto se traduce en aumentos de 4,5% y 11% respecto a los mismos meses de 2022.

Tras años de pésima gerencia, corrupción rampante, desinversión y el impacto de las sanciones de Estados Unidos la producción llegó a ubicarse por debajo de 400 mil barriles diarios, pero gracias al uso de capacidad ociosa aumentó hasta 750 mil barriles. Además, recibió el impulso de Chevron que obtuvo una licencia de Washington para que incremente sus operaciones en el país.

Francisco Monaldi, director del Programa de Energía para América Latina del Instituto Baker de la Universidad Rice, explica que el escenario cambió: “Ya no hay capacidad ociosa y eso nos indica que llegamos a un techo”.

Una posibilidad es que Chevron impulse la producción, pero hay limitaciones. “La licencia no le permite perforar nuevos pozos. Gracias a la reapertura del campo Boscán su producción aumentó desde 55 mil barriles diarios hasta 125 mil barriles. Su presidente dice que llegará a 150 mil barriles este año pero para alcanzar los 200 mil barriles necesitará otra licencia que depende de las conversaciones políticas”, dice Francisco Monaldi.

La consultora Rystad pronosticó que en 2024 la producción de Venezuela alcanzará el millón de barriles diarios pero el crecimiento que esperaba para este año no ha sucedido.

“Ellos preveían una licencia más expansiva a Chevron. Todavía eso puede ocurrir pero el techo de la producción se acerca más a los 850 mil barriles diarios si no hay cambios en la licencia”, explica Francisco Monaldi.

El tema cambiario

Entre octubre y febrero el bolívar se hundió y la cotización del dólar se disparó desde 8 bolívares hasta 24 bolívares. Pero en los últimos tres meses el gobierno logró detener el colapso y actualmente el tipo de cambio oficial es de 27 bolívares por dólar.

La estabilidad del dólar transmite confianza y ayuda a desacelerar el alza de los precios en un entorno de bajos salarios y retroceso del consumo. Por ahora, el gobierno ha contenido al dólar reduciendo la cantidad de bolívares en la economía, mediante el control del gasto y con la oferta de dólares provenientes del Banco Central y Chevron, que vende divisas para cubrir gastos en bolívares.

Pedro Palma, miembro de la Academia de Ciencias Económicas, considera que la estabilidad del dólar no es sostenible. “La verdad es que no vemos la posibilidad de que el anclaje del dólar se pueda mantener. El Banco Central no tiene suficientes reservas y nadie quiere conservar bolívares”.

“El gobierno está entrampado. Cuando se ve obligado a aumentar el gasto inyecta bolívares que se desplazan a la compra de dólares porque nadie quiere mantener bolívares”, agrega Pedro Palma.

Un elemento a considerar es que a pesar del salto que hubo en el tipo de cambio, el precio del dólar está barato porque ha aumentado menos que el resto de los productos en la economía; esto favorece las importaciones e impulsa la demanda de divisas.

“La sobrevaluación es alta, a 27 bolívares el dólar es barato, se compra más en el exterior que en Venezuela con un dólar”, dice Pedro Palma.

Ecoanalítica proyecta que este año el tipo de cambio oficial seguirá en aumento y alcanzará 61 bolívares por dólar mientras que la inflación acumulará un salto en el año de 228%.

Entorno difícil

El informe del Sistema de Información Estadística de Conindustria, el gremio que agrupa a la manufactura privada, reportó que en el primer trimestre la producción registró un descenso de 1,5% respecto al mismo lapso de 2022.

El declive acabó con la cadena de ocho trimestres consecutivos de crecimiento pero lo más inquietante es el grado de paralización que sigue habiendo en el sector: en promedio la industria solo está utilizando 31% de su capacidad instalada, una magnitud enana comparada con otros países de la región.

En Brasil la industria privada está utilizando 63% de su capacidad instalada, en Perú 63%, Argentina 65% y Colombia 78%.

El informe indica que entre los factores que inciden en la producción destacan la baja demanda, la falta de financiamiento, los excesivos tributos fiscales y parafiscales, la competencia con productos importados y la precariedad en los servicios públicos que recientemente se agravó por la escasez de combustible.

Ante la poca producción se estancaron las remuneraciones. En promedio los obreros recibían al cierre del primer trimestre el equivalente a 173 dólares versus 171 dólares en el tercer trimestre de 2022.

“Las remuneraciones se estancan, ya que la industria no crece. Al detenerse, se dificulta el consumo de los hogares y esto hace que la actividad económica en general se paralice. Urge diseñar y ejecutar políticas que dinamicen a la industria manufacturera, que es la fuente empleadora de más de 510 mil trabajadores de manera directa e indirecta”, dice el informe.

Las perspectivas

Las distintas variables apuntan a un crecimiento débil o una recesión. José Guerra, director del Observatorio Venezolano de Finanzas, indica que “hay signos preliminares, de alerta, sobre una posible recesión. La actividad comercial cayó a comienzos de año, la manufactura no da señales de recuperación y la falta de combustible es un elemento adicional porque paraliza el transporte de carga”.

“La caída del comercio se debe al estancamiento de la demanda, esto sería una eventual recesión por insuficiencia de la demanda, por los bajos salarios. Esto podría mitigarse con el aumento de la producción petrolera que se ha recuperado gradualmente por el efecto de Chevron pero está por verse si esto puede compensar la caída en el precio del barril”, agrega José Guerra.

“Los precios del barril han caído más de lo que han aumentado las exportaciones petroleras, de tal forma que tengo la impresión de que el efecto neto en términos fiscales se redujo, esto impacta la disponibilidad del gobierno para gastar. A ello se añade que hay una restricción al crédito bancario por lo elevado del encaje. Estos son los elementos que explican por qué la economía puede entrar en una recesión a partir del segundo trimestre de este año”, detalló. 

Asdrúbal Oliveros, director de Ecoanalítica, considera que en el segundo semestre habrá un mejor desempeño y la economía culminará el año con un crecimiento de 3,4% que supondría una desaceleración respecto al 7,6% de 2022, pero no una recesión.

“La recuperación tiene que ver con la comparación con el segundo semestre del año pasado en el que tuvimos un retroceso importante. Esperamos una leve mejora del consumo por la desaceleración de la inflación respecto al año pasado y el efecto de los bonos que decretó el gobierno, que es muy pequeño, pero como la economía está muy reducida tienen algún un impacto”, dice Asdrúbal Oliveros.

“En el tema petróleo no vemos un incremento importante de la producción, pero sí creemos que puede mejorar un poco el tema de provisión de combustible y eso tiene incidencia en la dinámica económica. También consideramos que habrá una mayor ejecución de gasto público en el segundo semestre”, agrega Asdrúbal Oliveros.

No obstante destaca que para una economía que se contrajo 80% entre 2014 y 2021 “estos niveles de crecimiento tan exiguos en realidad reflejan una estabilización en el foso, no se trata de un crecimiento que permita recuperar parte de lo que se ha perdido”.

“Es un crecimiento concentrando en la región central con énfasis en Caracas, en pocos sectores, en segmentos de la población que probablemente puedan tener sus ingresos dolarizados; eso es lo que está motivando esa tasa de crecimiento que esconde una economía muy precaria”, dice Asdrúbal Oliveros.

OVF: Inflación en mayo se triplicó respecto a la del mes de abril y alcanzó 7,7%

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La contracción en las ventas, la caída de la producción industrial y los bajos salarios…

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La contracción en las ventas, la caída de la producción industrial y los bajos salarios que limitan la demanda crean un entorno de fragilidad. La actividad petrolera emite signos de mejoría pero necesita reformas para crecer de forma sostenida

@VSalmeron

 

Tras un incipiente crecimiento que despertó el optimismo, la economía venezolana comenzó a flaquear en el segundo semestre del año pasado. El colapso del bolívar aceleró la escalada de los precios, las familias redujeron el consumo y la caída en las ventas golpeó al comercio y las empresas recortaron la producción.

El Banco Central oculta las cifras oficiales pero el Observatorio Venezolano de Finanzas reporta un declive de la economía de 8,3% en el primer trimestre mientras que el índice de ventas del comercio en Caracas que elabora Ecoanalítica registra caídas consecutivas en los seis meses del lapso diciembre-mayo de este año.

Regresó la percepción de crisis. Datanálisis indica que en abril ante la pregunta ¿cómo evalúa la situación del país en la actualidad? El 77,8% de los venezolanos se inclina por negativa, un aumento de 22 puntos porcentuales respecto a octubre de 2022.

¿Qué va a ocurrir en lo que resta de año? Todo apunta a un escenario de mínimo crecimiento en el que no se descarta la posibilidad de retroceder a una recesión, es decir, que la economía deje de crecer y se reduzca.

La mayoría de los economistas considera que una recesión comienza cuando el valor de los bienes y servicios producidos en un país, conocido como el producto interno bruto, cae durante dos trimestres consecutivos.

Petróleo limitado

El petróleo juega un rol clave como fuente de divisas e ingresos para la caja del gobierno, al mismo tiempo que impulsa la actividad de las empresas que les proveen servicios. Por ahora, el escenario es de precios inferiores a los del año pasado y una producción que está creciendo pero que necesita reformas para continuar en alza sostenida.

El 13 de junio el barril de crudo Brent, la principal referencia en el mercado, se cotizó en 74 dólares, una magnitud que se traduce en un descenso de 39% respecto a los 122 dólares de hace doce meses.

Si bien analistas esperaban un rebote importante en los precios, por ahora los recortes de producción de la OPEP no han tenido mayor efecto, la demanda de China no crece lo suficiente como para generar un impacto relevante y Rusia, a pesar de las sanciones, sigue exportando petróleo a China e India.

El Oxford Institute for Energy Studies espera un aumento del precio en el segundo semestre pero a un nivel muy inferior a los del año pasado. El instituto proyecta que este año el precio del Brent promediará 85 dólares el barril y Ed Morse, director de investigación de materias primas de Citigroup, coincide con esta visión.

Desde su punto de vista el precio promedio del Brent no superará los 82 dólares el barril este año y el próximo estará por debajo de este nivel.

Un elemento clave es que Venezuela, por las sanciones y la calidad de sus crudos, coloca en el mercado sus barriles con un enorme descuento respecto al Brent. Para que el petróleo impulse el crecimiento de forma importante entonces se requiere un alza relevante en la producción. Que no luce factible.

De acuerdo con la información entregada por el gobierno a la OPEP, en abril la producción de Venezuela se ubicó en 810 mil barriles diarios y en mayo aumentó ligeramente hasta 819 mil barriles. Esto se traduce en aumentos de 4,5% y 11% respecto a los mismos meses de 2022.

Tras años de pésima gerencia, corrupción rampante, desinversión y el impacto de las sanciones de Estados Unidos la producción llegó a ubicarse por debajo de 400 mil barriles diarios, pero gracias al uso de capacidad ociosa aumentó hasta 750 mil barriles. Además, recibió el impulso de Chevron que obtuvo una licencia de Washington para que incremente sus operaciones en el país.

Francisco Monaldi, director del Programa de Energía para América Latina del Instituto Baker de la Universidad Rice, explica que el escenario cambió: “Ya no hay capacidad ociosa y eso nos indica que llegamos a un techo”.

Una posibilidad es que Chevron impulse la producción, pero hay limitaciones. “La licencia no le permite perforar nuevos pozos. Gracias a la reapertura del campo Boscán su producción aumentó desde 55 mil barriles diarios hasta 125 mil barriles. Su presidente dice que llegará a 150 mil barriles este año pero para alcanzar los 200 mil barriles necesitará otra licencia que depende de las conversaciones políticas”, dice Francisco Monaldi.

La consultora Rystad pronosticó que en 2024 la producción de Venezuela alcanzará el millón de barriles diarios pero el crecimiento que esperaba para este año no ha sucedido.

“Ellos preveían una licencia más expansiva a Chevron. Todavía eso puede ocurrir pero el techo de la producción se acerca más a los 850 mil barriles diarios si no hay cambios en la licencia”, explica Francisco Monaldi.

El tema cambiario

Entre octubre y febrero el bolívar se hundió y la cotización del dólar se disparó desde 8 bolívares hasta 24 bolívares. Pero en los últimos tres meses el gobierno logró detener el colapso y actualmente el tipo de cambio oficial es de 27 bolívares por dólar.

La estabilidad del dólar transmite confianza y ayuda a desacelerar el alza de los precios en un entorno de bajos salarios y retroceso del consumo. Por ahora, el gobierno ha contenido al dólar reduciendo la cantidad de bolívares en la economía, mediante el control del gasto y con la oferta de dólares provenientes del Banco Central y Chevron, que vende divisas para cubrir gastos en bolívares.

Pedro Palma, miembro de la Academia de Ciencias Económicas, considera que la estabilidad del dólar no es sostenible. “La verdad es que no vemos la posibilidad de que el anclaje del dólar se pueda mantener. El Banco Central no tiene suficientes reservas y nadie quiere conservar bolívares”.

“El gobierno está entrampado. Cuando se ve obligado a aumentar el gasto inyecta bolívares que se desplazan a la compra de dólares porque nadie quiere mantener bolívares”, agrega Pedro Palma.

Un elemento a considerar es que a pesar del salto que hubo en el tipo de cambio, el precio del dólar está barato porque ha aumentado menos que el resto de los productos en la economía; esto favorece las importaciones e impulsa la demanda de divisas.

“La sobrevaluación es alta, a 27 bolívares el dólar es barato, se compra más en el exterior que en Venezuela con un dólar”, dice Pedro Palma.

Ecoanalítica proyecta que este año el tipo de cambio oficial seguirá en aumento y alcanzará 61 bolívares por dólar mientras que la inflación acumulará un salto en el año de 228%.

Entorno difícil

El informe del Sistema de Información Estadística de Conindustria, el gremio que agrupa a la manufactura privada, reportó que en el primer trimestre la producción registró un descenso de 1,5% respecto al mismo lapso de 2022.

El declive acabó con la cadena de ocho trimestres consecutivos de crecimiento pero lo más inquietante es el grado de paralización que sigue habiendo en el sector: en promedio la industria solo está utilizando 31% de su capacidad instalada, una magnitud enana comparada con otros países de la región.

En Brasil la industria privada está utilizando 63% de su capacidad instalada, en Perú 63%, Argentina 65% y Colombia 78%.

El informe indica que entre los factores que inciden en la producción destacan la baja demanda, la falta de financiamiento, los excesivos tributos fiscales y parafiscales, la competencia con productos importados y la precariedad en los servicios públicos que recientemente se agravó por la escasez de combustible.

Ante la poca producción se estancaron las remuneraciones. En promedio los obreros recibían al cierre del primer trimestre el equivalente a 173 dólares versus 171 dólares en el tercer trimestre de 2022.

“Las remuneraciones se estancan, ya que la industria no crece. Al detenerse, se dificulta el consumo de los hogares y esto hace que la actividad económica en general se paralice. Urge diseñar y ejecutar políticas que dinamicen a la industria manufacturera, que es la fuente empleadora de más de 510 mil trabajadores de manera directa e indirecta”, dice el informe.

Las perspectivas

Las distintas variables apuntan a un crecimiento débil o una recesión. José Guerra, director del Observatorio Venezolano de Finanzas, indica que “hay signos preliminares, de alerta, sobre una posible recesión. La actividad comercial cayó a comienzos de año, la manufactura no da señales de recuperación y la falta de combustible es un elemento adicional porque paraliza el transporte de carga”.

“La caída del comercio se debe al estancamiento de la demanda, esto sería una eventual recesión por insuficiencia de la demanda, por los bajos salarios. Esto podría mitigarse con el aumento de la producción petrolera que se ha recuperado gradualmente por el efecto de Chevron pero está por verse si esto puede compensar la caída en el precio del barril”, agrega José Guerra.

“Los precios del barril han caído más de lo que han aumentado las exportaciones petroleras, de tal forma que tengo la impresión de que el efecto neto en términos fiscales se redujo, esto impacta la disponibilidad del gobierno para gastar. A ello se añade que hay una restricción al crédito bancario por lo elevado del encaje. Estos son los elementos que explican por qué la economía puede entrar en una recesión a partir del segundo trimestre de este año”, detalló. 

Asdrúbal Oliveros, director de Ecoanalítica, considera que en el segundo semestre habrá un mejor desempeño y la economía culminará el año con un crecimiento de 3,4% que supondría una desaceleración respecto al 7,6% de 2022, pero no una recesión.

“La recuperación tiene que ver con la comparación con el segundo semestre del año pasado en el que tuvimos un retroceso importante. Esperamos una leve mejora del consumo por la desaceleración de la inflación respecto al año pasado y el efecto de los bonos que decretó el gobierno, que es muy pequeño, pero como la economía está muy reducida tienen algún un impacto”, dice Asdrúbal Oliveros.

“En el tema petróleo no vemos un incremento importante de la producción, pero sí creemos que puede mejorar un poco el tema de provisión de combustible y eso tiene incidencia en la dinámica económica. También consideramos que habrá una mayor ejecución de gasto público en el segundo semestre”, agrega Asdrúbal Oliveros.

No obstante destaca que para una economía que se contrajo 80% entre 2014 y 2021 “estos niveles de crecimiento tan exiguos en realidad reflejan una estabilización en el foso, no se trata de un crecimiento que permita recuperar parte de lo que se ha perdido”.

“Es un crecimiento concentrando en la región central con énfasis en Caracas, en pocos sectores, en segmentos de la población que probablemente puedan tener sus ingresos dolarizados; eso es lo que está motivando esa tasa de crecimiento que esconde una economía muy precaria”, dice Asdrúbal Oliveros.

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