Los bajos salarios evidencian la precariedad de la economía - Runrun
Los bajos salarios evidencian la precariedad de la economía
La poca productividad, el mayor peso de sectores como el comercio de bienes importados que no agrega valor y mínima riqueza para repartir amenazan con una fase prolongada de remuneraciones exiguas

Vsalmeron

 

La implosión de la economía dio paso a la estabilización en el foso y a una lenta recuperación, cargada de problemas estructurales, que amenazan con generar un largo período de trabajadores con salarios empobrecidos.

 Un estudio del Observatorio Venezolano de Finanzas precisa que en Caracas seis de cada diez personas que trabajan lo hacen en el área de comercio y servicios donde la remuneración promedio, que incluye salarios y bonos, apenas equivale a 116,7 dólares mensuales al cierre de abril.

  En la industria los salarios también son exiguos. Conindustria, el gremio que agrupa a la manufactura privada, precisa que en el primer trimestre de este año, la remuneración promedio de los obreros se ubicó en 130 dólares mensuales y en el caso de los profesionales en 339 dólares.

 Lo bajo de las remuneraciones coloca a los trabajadores venezolanos en el grupo de los peor pagados en Latinoamérica: el salario mínimo en Ecuador es de 425 dólares, en Colombia 272 dólares y en Perú 270 dólares.

 La demolición del salario se combina con precios que superan a los de otros países de la región porque la inflación, si bien ha perdido impulso, se mantiene en tres dígitos anuales.

  En Petare, una zona popular en Caracas, una cesta con dos docenas de huevos, harina de maíz precocida, queso blanco, carne, café, arroz, aceite y azúcar cuesta 36 dólares, en Bogotá 31 dólares, en Lima 31,5 y en Manabí (Ecuador) 30,7 dólares.

Capital humano

Tras el colapso de la economía socialista, Nicolás Maduro eliminó el control de cambio y el control de precios, permitió la libre circulación del dólar y concedió libertad para importar. Así, comenzó un lento avance focalizado en comercio, servicios como internet por fibra óptica y algunas ramas de la industria como alimentos y productos de cuidado personal.

 Pero la creación de riqueza es mínima y hay poco para repartir. Daniel Cadenas, economista y profesor de la Universidad Central de Venezuela, resume que “si la torta no crece no hay posibilidad de que los trabajadores reciban una mayor remuneración”.

 Recurre a un cálculo simple pero revelador. Si se toma el PIB, es decir, todo lo que los habitantes de Venezuela producen en un año y se utiliza la mitad para pagar salarios, porque la otra mitad recompensa al capital, la remuneración promedio mensual de los que trabajan sería de solo170 dólares.

 “Los bajos salarios son un incentivo para que siga migrando mano de obra calificada que es esencial para que la economía crezca a altas tasas por largo tiempo. Es una especie de trampa: como el PIB no crece se marcha el recurso humano que vas a necesitar para que crezca a altas tasas”, dice Daniel Cadenas.

 La productividad

Un aspecto clave es que el salario está relacionado a la productividad. Cuanto más produzca un trabajador en una hora, menores serán los costos y las empresas podrán aumentar las ventas y elevar las remuneraciones sin incrementar los precios.

 Aparte de la pérdida de capital humano en Venezuela, hay constantes fallas de energía eléctrica que obligan a paralizar las plantas continuamente, escasez de agua; déficit de combustibles y trabas para obtener financiamiento.

 “Sin electricidad no hay producción y en la mayoría de los procesos industriales necesitas agua. El servicio de internet es defectuoso, estas son cosas que nos hablan de las trabas para aumentar la producción y la productividad”, dice Daniel Cadenas.

 Luigi Pisella, presidente de Conindustria, explica que “incremento salarial es igual a producción y productividad. Si una empresa no produce difícilmente va a recuperar el poder adquisitivo de los trabajadores y tampoco si no es eficiente”.

 Los problemas para producir y una demanda deprimida se traducen en que la industria privada venezolana solo está utilizando 27% de su capacidad instalada, mientras que en países como Brasil, Colombia y Argentina este indicador supera 60%.

 Luigi Pisella destaca que “cuando se trabaja con solo esta parte de la capacidad instalada, en mucho de los casos, las empresas producen a pérdida o lo poco que producen las hace descapitalizarse”.

 Tras el giro del gobierno una parte sustancial de la actividad económica se ha concentrado en el comercio, tiendas que surten sus anaqueles con productos importados que después de años de escasez crean la sensación de abundancia.

 “Antes de la crisis, los sectores dinamizadores eran manufactura, construcción y petróleo. Ahora, tenemos una economía donde destaca el comercio al detal con mercancía importada. Esto solo contribuye al crecimiento económico de los países donde se compra la mercancía. No hay agregación de valor”, dice Daniel Cadenas.

 “Ningún país ha logrado milagros económicos fundamentado en el comercio”, agrega.

Más desiguales

Si bien la economía apenas comienza a estabilizarse tras una catástrofe en la que el PIB se redujo 80% y los salarios de la mayoría son exiguos, hay capas de la población que sienten mejoría. Por ejemplo, la dolarización oxigenó el ingreso de profesionales como los médicos que ahora cobran en divisas.

 Además, las remesas ayudan al consumo de una parte de las familias y quienes laboran en empresas que están en sectores ganadores como alimentos y servicios de tecnología, obtienen remuneraciones sobre el promedio.

 El resultado es una recuperación incipiente y asimétrica. Mientras algunas capas de la sociedad sienten alguna mejoría en otras, sin acceso a dólares, donde se depende del Estado o se labora en el sector público con remuneraciones ínfimas que giran en torno a 40 dólares mensuales, no hay variación.

 La firma Anova analizó los microdatos de la Encuesta de Condiciones de Vida (Encovi), cuya última edición tiene cifras a marzo de 2021 y el resultado es una sociedad más desigual, donde el año pasado se amplió la brecha entre ricos y pobres.

 Anova distribuyó a la población en diez grupos de igual tamaño, desde la capa más pobre hasta la más rica y al contrastar la Encovi 2021 con la de 2020 determinó que “el 30% más pobre de la población no mejoró sus ingresos” mientras que en el más rico aumentó 91%.

 En 2020, el 20% más rico de la población concentraba 54% del ingreso total del país y en 2021 esta proporción se elevó hasta 61%, indica Anova.

  Omar Zambrano, director de Anova explica que “no hay indicios de que esta tendencia donde mientras más pobre peor te ha ido haya cambiado. Tenemos un mercado laboral donde poca gente participa, el salario sigue siendo bajo, las remesas solo ayudan a una parte de los hogares y pocos tienen ahorros en dólares”, añade Omar Zambrano.

 María Gabriela Ponce, socióloga y miembro del equipo de investigadores que elabora la Encovi, indica que aún no hay datos de 2022, pero considera que “no han cambiado las condiciones estructurales que podrían generar mejoras en la desigualdad de ingresos”.

 “Lo que hemos visto es una pequeña recuperación en una economía que venía en descenso y es posible que se siga concentrando en aquellos sectores que tienen más herramientas para acceder a esa mejora, así ha venido siendo durante la crisis y eso es lo que explica los niveles de desigualdad”, dice María Gabriela Ponce.

  “Venezuela siempre ha tenido una desigualdad muy importante entre los grandes centros urbanos y el resto del país y no hay políticas para mejorar la situación de las personas que están en zonas rurales”, explica María Gabriela Ponce.

  En 2021, de acuerdo con la Encovi, el índice de Gini, un número que va de cero, la igualdad perfecta, a uno, la máxima desigualdad, se ubicó en 0,56 uno de los más elevados de la región junto a Brasil.