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La depresión de la economía tritura a la banca venezolana
Un solo banco de República Dominicana cuenta con un volumen de créditos superior al de toda la banca venezolana que se ajusta a la pulverización del mercado con cierre de agencias y reducción de personal. Analistas consideran que será inevitable un proceso de fusiones

 

@vsalmeron

 

La banca venezolana ha demostrado capacidad para mantenerse a flote en medio de una economía devastada por la hiperinflación y siete años continuos de recesión; no obstante, la crisis la ha convertido en una enana que gestiona un volumen insignificante de créditos, cierra agencias y recorta el número de trabajadores.

De acuerdo al tipo de cambio oficial, el total de créditos que reporta la Superintendencia de Bancos al cierre de julio de este año equivale a 169 millones de dólares, una cifra ínfima que habla de un sistema financiero pulverizado.

En julio de 2013, un año antes de que comenzara el deslave de la economía, el portafolio de créditos de toda la banca equivalía a 45.691 millones de dólares y Del Sur, una pequeña entidad financiera que solo controlaba 0,4% del mercado, gestionaba créditos por 186 millones de dólares: es decir, siete años atrás Del Sur tenía un portafolio de créditos superior al que tiene toda la banca en este momento. *

A escala regional también queda clara la paupérrima dimensión de la banca venezolana. República Dominicana tiene menos de la mitad de la población de Venezuela y una sola de sus entidades financieras, el Banco Popular, gestiona créditos por 5.900 millones de dólares, magnitud que supera 35 veces los créditos de los 29 bancos venezolanos.

El Banco de Loja en Ecuador, una entidad financiera que controla 1,1% del mercado de créditos del país, posee un portafolio de préstamos por 318 millones de dólares que también supera al de toda la banca venezolana.

 La chiquitolina

Asdrúbal Oliveros, director de Ecoanalítica, explica que la banca venezolana se reduce por la mezcla de varios componentes: “la hiperinflación genera destrucción de la moneda, la población renuncia a cualquier tipo de ahorro y se empobrece aceleradamente; una economía en depresión que es 80% más pequeña que hace siete años, con empresas que producen al mínimo y unas autoridades con una política restrictiva respecto al crédito”.

La reducción del crédito es una medida deliberada del Banco Central de Venezuela a fin de disminuir los préstamos para la compra de divisas y contener el aumento en la cotización del dólar que, desde el punto de vista de las autoridades, es la principal causa de la hiperinflación porque impacta en el precio de las importaciones y en una amplia gama de productos y servicios.

Para cerrar el grifo del crédito el Banco Central obliga a las entidades financieras a congelar a manera de reservas 93% del dinero que reciben en depósitos. En vista de que disponen de menos fondos para prestar, los bancos reducen el financiamiento a quienes quieren protegerse comprando dólares, pero también a las empresas que intentan producir, a los comercios y a las personas.

“En la mayoría de los países de América Latina el crédito representa 30% del PIB pero en Venezuela no llega a medio punto del PIB, entonces la banca venezolana prácticamente no tiene ningún efecto en variables como el consumo o la inversión”, dice Asdrúbal Oliveros.

Victoria costosa

Fuentes del Banco Central afirman que la estrategia de minimizar el crédito ha dado resultado y resaltan las cifras oficiales: en los primeros nueve meses de este año la inflación acumula un salto de 844%, cifra que si bien sigue siendo alta se traduce en una desaceleración importante respecto a 4.679% en el mismo lapso de 2019.

La mayoría de los economistas emplea la definición de Phillip Cagan según la cual la hiperinflación culmina cuando en un período de doce meses no ha habido un mes con inflación superior a 50% y según las cifras oficiales Venezuela tiene ocho meses por debajo de este techo.

Para el gobierno de Nicolás Maduro la hiperinflación quedó atrás. Delcy Rodríguez, vicepresidenta ejecutiva y ministra de economía y finanzas, afirmó el 18 de octubre que “veníamos de una inflación terrible, hoy todavía Venezuela padece de inflación, pero salimos del mecanismo de hiperinflación”. 

Un detalle relevante es que junto al recorte del crédito el gobierno reduce sus gastos porque tras la debacle de la producción petrolera y el impacto de las sanciones de Estados Unidos, sufre una merma significativa de los ingresos.

 Asdrúbal Oliveros explica que “prácticamente se acabó con el crédito y al mismo tiempo el gobierno recorta sus gastos, entonces por contener la inflación sometes a la economía a una profunda depresión. Y los resultados son mediocres, la inflación sigue siendo de dos dígitos al mes”.

 La dolarización

Como el crédito ha dejado de ser una fuente de ingresos importante, los bancos se han convertido en simples medios de pago para que las empresas y las personas se transfieran dinero unos a otros. 

El Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad Católica Andrés Bello indica en su informe de coyuntura que la banca “ha pasado a depender del aumento de comisiones y tarifas” por servicios.

Pero los pagos con bolívares disminuyen en medio de la dolarización de facto. Formalmente el bolívar sigue siendo la moneda oficial, pero los venezolanos realizan la mayoría de sus transacciones comerciales con dólares, a través de mecanismos que no generan comisiones para la banca.

El analista financiero Francisco Faraco explica que “este es un gran problema para los bancos, prácticamente ya no tienen créditos y su actuación como medios de pago para las transacciones en dólares, que van a seguir aumentando porque el bolívar es una moneda destruida por la hiperinflación, está limitada”.

De acuerdo con la proyección de Datanálisis al cierre de julio de este año, 61,3% de las transacciones comerciales en Venezuela se hacían en dólares mediante efectivo, plataformas tecnológicas como Zelle y tarjetas de crédito de bancos extranjeros. 

Los venezolanos pueden abrir cuentas en dólares en bancos locales, pero no hay una cámara de compensación que permita transferencias de un banco a otro. Además, las autoridades quieren desincentivar la dolarización de facto y prohíben que las entidades financieras ofrezcan facilidades como tarjetas de débito.

 Recorte de nómina

Para obtener rentabilidad los bancos aplican una estrategia de reducción de costos que incluye el cierre de oficinas en todo el país. Las cifras de la Superintendencia de Bancos indican que entre julio de 2013 y julio de este año el total de agencias se redujo 17%, desde 3.630 hasta 3.010 y todo apunta a que el proceso seguirá los próximos meses.

Al mismo tiempo hubo un recorte de 44% en el número de trabajadores, desde 80.843 en julio de 2013 hasta 45.075 en julio de 2020.

Ejecutivos financieros explican que la reducción se ha logrado por la mezcla del cierre de agencias, el ofrecimiento de una liquidación medianamente atractiva a parte del personal y trabajadores que han emigrado a otros países.

La era post petrolera

Durante 80 años la frase “sembrar el petróleo” condensó la discusión sobre economía en Venezuela, la gran pregunta era qué hacer para convertir el océano de reservas en el subsuelo en otras fuentes de riqueza y esa era la respuesta. Hoy, este credo es inservible, el petroestado agoniza y la consecuencia es una economía raquítica, con un mercado muy pequeño para los 29 bancos que operan en el país.

Tras años de mínima inversión, fallas de gerencia y corrupción rampante, la producción de petróleo comenzó a caer velozmente en 2017 y en 2019 las sanciones de Estados Unidos aceleraron la debacle. La consecuencia es que el país produce, de acuerdo con las cifras entregadas por el gobierno a la OPEP en agosto de este año, 397 mil barriles diarios, el nivel más bajo desde 1935.

El ingreso proveniente del petróleo se esfumó y las perspectivas de recuperarlo en términos relevantes lucen mínimas con Pdvsa, la empresa petrolera del Estado, en situación deplorable y una transición energética a escala global que implica un declive gradual en el consumo de combustibles fósiles.

Francisco Faraco afirma que “la economía venezolana perdió su base, entonces estamos ante un proceso que lleva a una reducción sustancial del número de bancos, el beneficio ha caído a niveles ridículos. Podría haber algunas fusiones y actores que saldrán del sistema”.

Las fusiones tienen un alto grado de intervención política porque las leyes obligan a que requieran la autorización del Directorio del Órgano Superior del Sistema Financiero Nacional integrado por cinco funcionarios nombrados por el presidente de la República: el ministro de finanzas, el presidente del Banco Central y tres directores.

“Podría haber intencionalidad en algunos banqueros de ir a un proceso de fusiones y adquisiciones, pero hay que tomar en cuenta la politización de las decisiones, en un entorno donde las decisiones tengan un perfil más técnico se puede estimular ese proceso donde se den fusiones entre bancos y nuevos accionistas tengan incentivos a capitalizar e ingresar a la junta directiva de los bancos”, dice Asdrúbal Oliveros.

Agrega que si se produce un cambio de entorno político y regulatorio “incluso podría haber apetito por bancos colombianos, peruanos o centroamericanos interesados en entrar en Venezuela, pero esas son discusiones que tendrán que darse a futuro”.

*Se emplea el tipo de cambio oficial en 2013 de 11 bolívares por dólar para las subastas del SICAD.